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La evolución histórica del armamento y las prácticas de tiro de la policía federal argentina. Abarca desde los primeros polígonos de tiro hasta las últimas adquisiciones de armas y municiones, detallando la intensificación de las prácticas de tiro, la creación de la inspección general de tiro (actual escuela de tiro), la instrucción del personal y la habilitación de múltiples polígonos policiales. El libro también incluye información sobre las armas emblemáticas de la institución y el desarrollo de la munición utilizada. Este valioso registro histórico enriquece el acervo cultural de la policía federal argentina y resulta de gran interés para estudiantes, investigadores y público interesado en la evolución del armamento y la capacitación policial.
Tipo: Monografías, Ensayos
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editorial
HISTORIA DE LAS ARMAS
editorial
PRÓLOGO
Cuando me invitaron a escribir el presente prólogo me sentí muy honrado porque el autor del libro al que están por introducirse resulta ser una persona a quien conozco desde hace treinta y siete años. Tanto él como yo llevamos esta cuota de tiempo abrazan- do la institución que elegimos para desarrollar nuestra profesión. Durante este tiempo aprendí a conocerlo desde lo profesional, y ha evidenciado ser uno de los mejores, sino el mejor, en su espe- cialidad.
El destino institucional quiso, a esta altura de nuestra vida policial, que nos encontráramos trabajando juntos por la forma- ción y profesionalización de los hombres y mujeres de la Poli- cía Federal Argentina. Ello hizo que comenzara a conocer al ser humano que es, permitiéndome al día de hoy, considerarlo un amigo.
El Comisario Mayor Héctor Fabio Curia es un experto en armas y tiro, lo que lo convierte en un referente institucional en la materia. Cuando profundicen la lectura de esta obra podrán apreciar su cabal conocimiento que, por las cualidades antes men- cionadas, no duda en transmitir para que en el futuro los que nos sucedan continúen enalteciendo a nuestra institución.
En este libro encontrarán la evolución experimentada por la institución policial en materia de armas y municiones, cada una de ellas con sus características propias, descriptas de manera mi- nuciosa gracias a los conocimientos de su autor. El acervo cultural de la Policía Federal Argentina se verá enriquecido culturalmente con esta producción.
HÉCTOR FABIO CURIA
Al amigo Héctor Fabio Curia, gracias por compartir su cono- cimiento en la materia aludida.
Comisario Mayor Ruben Marcelo Raimondi A/C Superintendencia de Instrucción y Formación Académica POLICÍA FEDERAL ARGENTINA
HÉCTOR FABIO CURIA
Para ello se incrementaron las prácticas de tiro, previo a la entrega de las pistolas calibre .45 ACP.
Ante esta necesidad institucional, la jefatura había creado la Inspección General de Tiro, dependencia que centralizaría todo lo concerniente al tiro policial. En el mes de junio de 1932, la Su- perioridad dispuso que los oficiales inspectores a cargo de tercios y los empleados que desempeñaban estas funciones, debían tener conocimientos teórico-prácticos de tiro de revólver para luego transmitirlos a los agentes a sus órdenes. A tal fin la Inspección General de Tiro organizó un curso anual en la sección Institutos. El curso se extendía desde el 1.º de marzo al 30 de noviembre, y se rendía examen en la primera quincena del mes de diciembre. Este examen era fiscalizado por una comisión formada tanto por el director como por el presidente e integrada por el jefe del cuerpo Guardia de Seguridad y el Instructor, como vocales.
Para dictar el curso fue designado el Comisario Guillermo Mendoza, concurriendo por turnos los oficiales inspectores de las seccionales del Cuerpo de Guardia de Seguridad, sección Tráfico y División Investigaciones. Allí los participantes recibían clases teórico-prácticas de tiro de pistola calibre .45 ACP, arma que re- emplazaría a los revólveres existentes en ese momento.
LA INSTRUCCIÓN DE TIRO
La Inspección General de Tiro, hoy Escuela de Tiro, creó un cuer- po de instructores aptos para dictar clase sobre nomenclatura, manejo y tiro en polígonos que gradualmente se fueron habili- tando. El personal de las distintas dependencias, tanto oficiales como personal de tropa, estaba obligado a concurrir a los polígo- nos para adquirir los conocimientos en cuestión, allí se les proveía de una libreta para anotar los ejercicios prácticos de tiro.
La misión de esta Inspección General de Tiro era habilitar y preparar a los Instructores, los Ayudantes y demás personal que fuese necesario para cumplir con su objetivo primario, la práctica de tiro de todo el personal policial. Asimismo, le cabía la respon- sabilidad de vigilar el funcionamiento de los polígonos policiales. Para ello, debían habilitar el uso de los mismos y de los que se construyeran, misión que años después fue incorporada en el Re- glamento General de Armas y Tiro. Cabe destacar que la habilita- ción era solo para la concurrencia del personal policial, por lo que quedaba exento del contralor de la actual ANMAC (resolución 554/95 Ministerio de Defensa).
La concurrencia de los empleados de policía, como se los llamaba en ese entonces, era obligatoria desde el grado de Me- ritorio hasta Auxiliar inclusive. Los oficiales subalternos y los efectivos de tropa debían presentarse a las prácticas de tiro sin perjuicio del servicio, de idéntica manera que en la actualidad, salvo porque debían concurrir cada tres días hasta que aprobasen las condiciones que figuraban en la libreta de tiro utilizada por aquellos años.
HISTORIA DE LAS ARMAS DE LA POLICÍA FEDERAL
Los agentes que oficiaban de armeros en todas las dependen- cias fueron asimismo habilitados para el desarme total de las pisto- las. La instrucción se cumplió inicialmente con pistolas Colt calibre .22 LR y luego calibre .45 ACP o 11,25 mm como solían deno- minarse. Todo el personal debió satisfacer las condiciones que se denominaban “1.a^ A”, “1.a^ B” y “2.a”, antes del 15 de abril de 1933.
De esta manera se produjo el perfeccionamiento del personal en lo que respecta a la disciplina del tiro, y se acrecentó el número de polígonos policiales a 14, con la habilitación de otros ubicados en las comisarías 9.a, 20.a, 37.a, 38.a^ y en la Escuela de Policía. Vale aclarar que muchos de estos polígonos fueron fruto del entusiasmo del personal por las prácticas de tiro, por lo que se daban a la tarea de la construcción de los mismos en sus dependencias, siempre y cuando las circunstancias edilicias lo permitieran y fuera con me- dios propios, sin que esto implicara ningún gasto para la jefatura. Luego debían solicitar la intervención de la Inspección General de Tiro, que procedía a su habilitación después de comprobar que reunía los requisitos de medidas de seguridad.
En consecuencia, el personal de tropa que no cumpliera con el entrenamiento antes mencionado, debía satisfacer ocho con- diciones, a saber: ‘dirección y altura’, ‘rodilla a tierra’, ‘sentado’, ‘cuerpo a tierra’, ‘intermitente de pie’, ‘rápido al bulto’, ‘rápido en valores’ y ‘persecución y defensa’, previéndose así todas las cir- cunstancias y posibilidades en las que, llegado el caso, el personal pudiera verse envuelto y en situación de deber usar el armamento asignado.
Durante el año 1933, el Inspector General de Tiro, Co- misario Guillermo Mendoza, que contaba con quince oficiales instructores de tiro y treinta Agentes ayudantes, que recibían la denominación de Subinstructores y eran elegidos entre los que se habían destacado en la práctica de tiro, llevó adelante, junto con su equipo, la capacitación y preparación de 7155 individuos de tropa, además de los oficiales y Agentes de investigaciones.
HÉCTOR FABIO CURIA
Con fines de estímulo se creó el distintivo de Instructor de Tiro que consistía en un disco de plata de 1,5 cm de diámetro con borde de oro, que contenía cuatro circunferencias esmaltadas en negro, que simulaban un blanco circular, para usar en el centro de la cartera del bolsillo superior izquierdo de la chaquetilla. Para obtenerlo debía satisfacerse una categoría especial de tiro, lo que se encontraba detallada en la Orden del Día de fecha 18 de octubre de
(^) Figura 11. Fotografía propia