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La escasa disponibilidad de textos sobre teoría de la arquitectura ha dificultado su investigación. Publicada en 1985, esta obra es el primer estudio exhaustivo basado en una lectura directa de fuentes. Resultado de cursos del profesor Hanno-Walter Kruft, no busca discutir interpretaciones, sino exponer críticamente teorías. En treinta capítulos, aborda tendencias en Europa y América desde la Antigüedad hasta hoy, con más de 200 ilustraciones y notas útiles para historiadores del arte y la arquitectura.
Tipo: Resúmenes
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ALIANZA EDITORIAL
¿Qué es la teoría de la arquitectura?
Si bien sería posible formular una de�inición conceptual de la teoría de la arquitec- tura que tendiera a la objetividad, ésta correría el peligro de resultar ahistórica, ya que otorgaría al concepto un valor constante que probablemente no posea. Los criterios para una de�inición de este tipo requieren una legitimación histórica, que sólo se da en relación con un momento determinado. Una de�inición de este tipo inevitablemente adquiere un carácter de postulado, esto es, sería un parámetro para todo lo que de alguna manera ha sido llamado teoría de la arquitectura o que ha surgido con la pretensión de serlo. La ocupación prolongada con el tema prueba que una de�inición abstracta y normativa de la teoría de la arquitectura es inoperante e históricamente insostenible. Se obtiene una de�inición esencialmente más restrictiva si se entiende por historia de la teoría de la arquitectura la suma de aquello que ha sido formulado expresamente como teoría de la arquitectura: como una historia de la re�lexión sobre la arquitectura tal como ha sido formulada por escrito. En principio parece- ría innecesario constreñirse a la teoría de la arquitectura que ha sido registrada por escrito, ya que bien puede concebirse una teoría que sólo se haya manifestado en la arquitectura real. Esta re�lexión es válida respecto a las formulaciones escritas perdidas, como por ejemplo la totalidad de la teoría de la arquitectura de la Antigüedad aparte de Vitruvio. En este caso la pregunta es: ¿hasta qué punto se puede deducir de la arquitectura conservada la teoría correspondiente? De hecho, en este aspecto no se llegará a un consenso. Así lo demuestran los intentos de interpretación de la arquitectura griega y de la gótica, que �inalmente acaban expresando más el punto de vista del que interpreta que el de lo interpretado, Toda arquitectura se basa en principios teóricos que no han de estar necesariamen- te verbalizados. En lo tecnológico, estos principios son casi del todo comproba- bles, pero di�ícilmente lo es la intencionalidad expresiva subyacente. De este modo, la arquitectura gótica ha debido servir como campo de proyección a ideas diametralmente opuestas, que van desde un funcionalismo constructivo hasta plan-
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conocimiento. Por esto, las fuentes para la teoría de la arquitectura son múltiples. Sentar cualquier limitación o restricción no es justi�icable como principio. Incluso para hacer a�irmaciones sobre teoría de la arquitectura en un sentido estricto es necesario conocer el contexto teórico artístico y �ilosó�ico, (también ideológico) que permite determinar su punto de vista histórico. Esta exigencia sólo puede ser satisfecha con ciertas reservas, ya que muchos autores que han escrito sobre teoría de la arquitectura no re�lejan su punto de vista �ilosó�ico. Del lado opuesto a los condicionantes �ilosó�icos de la teoría de la arquitectura se encuentran problemas derivados de las necesidades y exigencias prácticas de la arquitectura, problemas de orden constructivo, de materiales, de utilidad, etc. De aquí derivan instrucciones prácticas que; bajo todos los puntos de vista, forman parte de la teoría de la arquitectura, ya que constituyen un requisito para toda discusión teórica. Aquí, la cuestión que ha de plantearse es si acaso y en qué medida resulta coherente incluir el tratamiento aislado de problemas tecnológicos y constructivos en el marco de una historia de la teoría de la arquitectura. En nuestro análisis de carácter básicamente intelectual y �ilosó�ico es importante de- terminar qué lugar ocupan tales cuestiones tecnológicas en cada una de las teo- rías. Los sistemas que se presentan como teoría de la arquitectura intentan, habi- tualmente, integrar categorías estéticas, sociales y prácticas. La orientación puede ser predominantemente teórica o eminentemente práctica, dependiendo de si el autor examina minuciosamente las tareas y posibilidades de la arquitectura y da con ello impulsos para transformaciones, o si, con escasa motivación teórica, quie- re dar instrucciones prácticas de construcción, frecuentemente en forma de una compilación de ejemplos. Esto depende del planteamiento intelectual de cada autor, y también esencialmente de si él mismo es arquitecto, y para quién escribe. Las compilaciones aludidas suelen estar ricamente ilustradas, contener ejemplos históricos o proyectos ideales de sus autores y con frecuencia poseer una tendencia normativa: A causa de su utilidad práctica, estos libros han disfrutado de una popularidad y divulgación mucho mayores que los planteamientos teóricos de autores que suelen no ser arquitectos y que no ilustran sus tratados. Muestrarios arquitectónicos que, en caso extremo, incluso pueden prescindir de texto explicatí- vo, han de contarse como parte integrante de la teoría de la arquitectura. Desde el punto de vista de la aplicabilidad han, podido ser tratados aisladamen- te aspectos particulares de la teoría de la arquitectura, como los principios de los órdenes arquitectónicos, la teoría de las proporciones, pero también determinados expresiones de la arquitectura, por ejemplo, villas o portales. La literatura de este tipo constituye una parte importante de la teoría de la arquitectura. El riesgo de aislar aspectos individuales radica frecuentemente en que el contexto teórico se olvida y lo particular es tomado por el todo. Esto vale, por ejemplo, para los libros nórdicos acerca de los órdenes arquitectónicos. Después de lo dicho parece posible formular una de�inición operativa del
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concepto de teoría de la arquitectura: teoría de la arquitectura es todo sistema general o parcial sobre arquitectura formulado por escrito y que se basa en catego-rías estéticas. Aun si la estética queda reducida a una función, esta de�inición sigue siendo válida. Una de�inición más restringida sería inadecuada teniendo en cuenta el carácter cambiante inmanente a las teorías históricas de la arquitectura. Más, aun con esta de�inición siguen siendo �luidas las fronteras de la teoría del arte con la estética por un lado y con la pura tecnología por otro. Más allá de esto existen estrechas relaciones entre la teoría de la arquitectura y las disciplinas históricas, sobre todo con la arqueología, la historia de la arquitectura y la historia del arte, pero también con la literatura, que puede recoger el ideado de la teoría de la arquitectura. Recuérdese, por ejemplo, a Francesco Co-lonna y a Rabelais. En un ámbito cercano a la teoría de la arquitectura se hallan las utopías sociales y de Estado, materias particularmente interesantes en las que las ideas sociales pueden manifestarse en formas arquitectónicas. La más importante es, sin embargo, la arqueología, que desde el Renacimiento forma parte de la teoría de la arquitectura. Recuérdese que las actividades del arquitecto, del teórico de la arquitectura y del arqueólogo frecuentemente recaían en una misma persona, como lo muestran los ejemplos de Palladio, Piranesi y aun Henri Labrouste. Hasta el clasicismo los descubrimientos arqueológicos no eran publicados por un interés puramente anticuario, sino que se otorgaba a éstos la categoría de modelos norma-tivos o servían de punto de partida para un desarrollo orientado hacia las nuevas necesidades. La historia de la arquitectura, sobre todo en el siglo XIX, llegó a ser un instru- mento para los conceptos de la teoría de la arquitectura. Fergusson y Choisy fueron probablemente los representantes más extremos de una reglamentación intelectual de la arquitectura. El historicismo no es concebible sin la tradición de la historia de la arquitectura. El material o argumento histórico es utilizado de forma premeditada en las discusiones sobre el presente. Este procedimiento va desde la 'battle of styles' pasando por Sigfríed Giedion hasta lo postmoderno. La historia del arte in�luye en la teoría de la arquitectura en tanto trae a la memoria teorías históricas y éstas son retomadas por los teóricos. Piénsese aquí en la gran in�luencia que tuvo el redescubrimiento llevado a cabo por Emil Kaufmann de la así llamada Arquitectura de la Revolución, o en el sostenido efecto del libro de Rudolf Wittkower 'Architectural Principles in the Age of Humanism' (1949). A este respecto, el papel del historiador está bien de�inido o debería estarlo? él puede reconstruir la historia de la teoría de la arquitectura, pero no formular una teoría de la arquitectura sin sobrepasar con ello sus limitaciones de historiador. Puede re�lexionar acerca de la manera en que otros —sean éstos arquitectos o teóricos— utilizan su trabajo, pero es un fenómeno que él no puede plani�icar. Participa de la responsabilidad del uso y abuso de la historia. Por eso su meta ha de ser la objetividad, aun cuando ésta no se alcance jamás.
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Vitruvio. El estudio de la arquitectura antigua y el estudio de Vitruvio se comple- mentaron, pero también pudieron haber ido por caminos separados. La mayoría de las ediciones y la crítica de Vitruvio durante el siglo XVI muestran claramente que la preocupación por el texto tomo un carácter autónomo, y que en escasas ocasio- nes fue confrontado con las construcciones de la Antigüedad que se habían conser- vado. Como un ejemplo de la in�luencia de Vitruvio sobre la arquitectura europea se menciona a continuación un hecho de importancia relativa. Vitruvio (I, 1) descri- be el arquetipo profesional del arquitecto y menciona la necesidad del conocimien- to histórico, lo que demuestra con el ejemplo de las cariátides. En el siglo XVI, cuando se intento ilustrar este pasaje en las ediciones de Vitruvio, el pórtico de las cariátides del Erecteion en Atenas era aún desconocido. Probablemente los escla- vos de Miguel Ángel para el mausoleo de Julio II y el grabado de Marcantonio Raimondi constituyan ya un re�lejo del pasaje de Vitruvio. La relación se hace evidente en 1547, cuando Jean Goujon publica la primera edición francesa de Vitruvio con las ilustraciones correspondiente y tres años más tarde —a manera de un Vitruvio materializado— crea la tribuna de las cariátides en la Salle des Caryatides del Louvre. El hecho de que Charles Perrault ilustre sus comentarios de 1684 sobre Vitruvio precisamente con una reproducción del pórtico de las cariá- tides de Goujon, muestra que la alusión a Vitruvio era efectivamente entendida como tal. En el siglo XX, por ejemplo, fueron formuladas las teorías de Le Corbusier sobre urbanismo y construcción de viviendas antes de ser llevadas a la realidad. La in�luencia de la teoría de la arquitectura en la arquitectura real está marcada por la ambigüedad. Pueda sentar normas cuyo cumplimiento haga casi imposible una arquitectura realmente de�iciente. La reglamentación de convenciones estéti- cas puede, sin embargo, detener el desarrollo creativo o al menos retardarlo. A partir de premisas falsa o unilaterales, la teoría de la arquitectura puede plantear exigencias cuya realización tenga consecuencias negativas, como por ejemplo, re- ducir la arquitectura a una simple función o a los planteamientos de una disyun- ción de las funciones en el urbanismo moderno. La teoría de la arquitectura y la arquitectura llegan a un entendimiento fecun- do sólo en el diálogo. La teoría de la arquitectura puede suponer una justi�icación, una codi�icación y un programa. En ello, la calidad de la arquitectura correspon- diente es una barómetro de la utilidad de la teoría de la arquitectura. Tiene que ser posible comprobar la teoría de la arquitectura en la arquitectura real. ¿Es posible deducir por extensión que la buena arquitectura tiene siempre fundamenta- ción teórica o que incluso debería tenerla? Algunos grandes arquitectos se percata- ron de esta interrelación y elaboraron junto a su obra arquitectónica una obra teórica (por ejemplo, Palladio, Frank Loyd Wright). Sus edi�icaciones no serán comprendidas cabalmente si se desconoce su obra teórica, y viceversa. Sin embar- go, en este punto debemos abstenernos de formular postulados. Los arquitectos sólo han podido expresarse teóricamente bajo determinadas condiciones históricas.
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En el siglo XV la teoría de la arquitectura era asunto de los humanistas, en el siglo XVIII, mayoritariamente de diletantes. El arquitecto, individualmente, no tiene que ofrecer una teoría personal si su actividad está en consonancia con las normas de su tiempo. El teórico no tiene que comprobar por sí mismo la consistencia de su teoría. Entre la arquitectura y la teoría no existe una relación causal. A través de la historia, la teoría de la arquitectura ha sido in�luida en distinta medida por las ideologías políticas; en el caso extremo, puede transformarse en ideología. Tampoco aquí existen relaciones constantes. La teoría de la arquitectura puede tener una función normativa y ser un puntal de la ideología del Estado —como lo demuestra el cometido de Colbért en Francia— y, a pesar de ello, mantener una libertad intelectual. También puede ser degradada a instrumento ideológico como resultado de la tendencia homogeneizadora en los Estados totali- tarios, un fenómeno propio del siglo XX. Nacen así pseudo-teorías que correspon- den a un arte mediocre desde un punto de vista estético; con la homogeneización, también es reprimido el importante precepto regulador que implica la crítica artís- tica. Pero tampoco aquí existe necesariamente una relación de causalidad, como lo prueba el ejemplo de la Italia fascista. El rol de las in�luencias ideológicas o políticas en la teoría de la arquitectura puede esclarecerse sólo para determinadas situaciones históricas o incluso sólo para casos individuales. Han de evitarse a�ir- maciones generales. En lo sustancial, las teorías de la arquitectura han de verse en su contexto histórico. Una historia de la teoría de la arquitectura como historia de sistemas de pensamiento abstracto—totalmente desligada del contexto histórico, tal como se suele presentar la historia de la �iloso�ía y de la estética— parece ahistórico y carente de sentido. Una idea en sí misma no es importante, lo que interesa es bajo qué circunstancias y en qué contexto fue formulada. La multiplicidad de las relaciones históricas de la teoría de la arquitectura debe ser mencionada, aun cuando no pueda ser tenida en cuenta en una visión de conjunto como no es el presente intento. En cada caso no puede sino reducirse apenas a una referencia. De lo contrario, se corre el peligro de que la historia de la teoría de la arquitectura sea dominada por la historia de la estética, la historia de la cultura, la historia social, la historia de la tecnología, etc. Un ejemplo de una orientación desviada en este sentido es el libro det1iloutine Borissavliévitch "Les Théories de l´arquitecture” (Paris, 1996). Desde un punto de vista metodológico hay diversas posibilidades de presentar una historia de la teoría de la arquitectura. Sería pensable investigar sus conceptos básicos a manera de conceptos consecutivos, según conceptos como proporciones, simetría, órdenes arquitectónicos, ornamento, funcionalismo, organismo, etc. Sin embargo un procedimiento como éste sería históricamente impugnable dado que con este 'método sería escasamente inteligible la polivalencia del concepto en el sistema al que pertenece y la signi�icación histórica correspondiente. Investigacio- nes de historia conceptual son útiles para la historia de la teoría de la arquitectura
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de la conservación —resultado de la casualidad- y del conocimiento que tenga- mos de la tradición escrita. El hecho de que la exposición comience directamente con Vítruvio es consecuencia de la información de que disponemos, ya que sabe- mos que Vitruvio utilizó obras teóricas anteriores pero que no se han conservado. La presente exposición se esfuerza por ceñirse rigurosamente a los textos de cada uno de los teóricos. Al respecto se hace evidente la extraordinaria importan- cia del idioma original no sólo en cuanto a la terminología sino también respecto a la formulación de las ideas. Frecuentemente las traducciones tergiversan u ocultan el sentido original de las palabras. Por esta razón debe conservarse la terminología en el correspondiente idioma original y, por regla general, también las citas son reproducidas en su idioma original. Las teorías de la arquitectura han sido escritas, en su mayoría, para el tiempo en que fueron concebidas, más sus repercusiones pueden tener lugar en un mo- mento muy posterior. Vitruvio prácticamente no tuvo signi�icación para la Antí- güedad; su vertiginoso ascenso no comenzó hasta el siglo XV. La historia de la in�luencia y de la recepción de los distintos teóricos representa una de las cuestio- nes centrales de la teoría de la arquitectura, sin embargo, basta ahora sólo están a nuestro alcance aspectos muy reducidos. La escasa disponibilidad de los textos de teoría de la arquitectura ha supuesto que, por largo tiempo, haya sido di�ícil o imposible un estudio exhaustivo de este tema. Sólo hasta en el presente, abundan- tes reimpresiones facilitan el estudio de los textos originales. El autor es consciente de que su exposición no está libre de premisas históricas, geográ�icas y personales. Es el libro de un alemán que se esfuerza por pensar como europeo. En sentido estricto, el tema de la exposición es la teoría de la arquitectu- ra occidental. No se incluyen concepciones extraeuropeas de la arquitectura. La limitación a la Europa del sur, occidental y central se corresponde con las grandes líneas de la historia del pensamiento, en cuanto a puntos de vista originales. La Europa del este y Escandinavia se encuentran, hasta inicios del siglo XX, en el campo de in�luencia de los sistemas aquí expuestos. La teoría de la arquitectura norteamericana, que nace de premisas europeas, alcanza un desarrollo autónomo ya en el siglo XIX, y por lo tanto ha sido incorporada a esta exposición con Thomas Jefferson, mientras que América Latina, por ejemplo, no tiene teoría de la arqui- tectura propia que ofrecer. Por otro lado, existen vacios para los que el autor no puede ofrecer una explicación sería. ¿No hay en Italia del siglo XIX realmente ningún punto de vista verdaderamente original en la teoría de la arquitectura? La decisión de interrumpir la exposición con capítulos suplementarios (sobre la recepción de Vitruvio en el siglo XVI, sobre la teoría de las construcciones de fortalezas, sobre las publicaciones clásicas en el siglo XVIll, sobre la teoría de los jardines) pudiera parecer inconsecuente, más estos temas no deben faltar, al menos en el momento de su mayor importancia; para la historia de la teoría de la arqui- tectura. El autor entiende la experimentación de la teoría de la arquitectura de la
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actualidad a partir de los condicionantes de la historia. El vistazo de conjunto intenta mantenerse en el marco de la exposición histórica hasta la mitad del si- glo XX. Las discusiones de la teoría de la arquitectura posteriores a la II Guerra Mundial son aún muy jóvenes y poco acabadas para ser objetivadas históricamente. El autor se siente como un participante contemporáneo y un observador crítico y desearía que sus impresiones fragmentarias —reproducidas en el capítulo �inal— sean leídas con otros ojos.