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La Educación en Grecia: Sócrates, Platón y Aristóteles, Transcripciones de Historia

Este texto presenta una reseña histórica sobre la educación en Grecia, con enfoque en las contribuciones de Sócrates, Platón y Aristóteles. Se trata de los principales representantes de la pedagogía griega y sus ideas educativas han marcado la formación intelectual hasta nuestros días. La formación espiritual de Sócrates, el primer gran educador, influyó en Jenofonte, Platón y Aristóteles, y fue atacado por Aristófanes. Platón, fundador de la teoría de la educación, organizó una enseñanza y una investigación sistemáticas en la Academia. Aristóteles, como Sócrates y Platón, unió la reflexión pedagógica con una gran actividad educativa, y fue maestro de Alejandro el Magno y fundador del Liceo.

Tipo: Transcripciones

2020/2021

Subido el 17/11/2022

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CAPÍTULO V
LA PE DAGOG ÍA GRIEGA
Si la ped agog ía es la re flexió n de la a ctivid ad edu cativa, la
ped agog ía tie ne s u origen en G recia, qu e es donde pr imer o se co
men zó a m editar sobre la educación . Ya la misma pa labra p eda
gog ía s urgió allí, y lo m ismo ocurrió con las id eas pedagó gicas.
No se trata todavía, claro es, de una c iencia propia mente d icha,
per o sí de u na te oría de la educación qu e tiene va lor a ún en nues
tro s días.
Los p rincipales represe ntantes de la pedagog ía grieg a son los
sofista s, S ócrate s, P latón, Isócrate s y Aristóteles q ue sig nific an en
la teoría o r eflexión pedag ógica helénica lo qu e Ho mero, Hesíodo
y Pínd aro signif icaro n par a la insp iraci ón de su a ctividad educativa.
La princip al ca racte rística de e sta na ciente pedago gía es su
cla rida d y tran sparenc ia, como oc urre con toda s las corrientes cuan
do se las tom a de sus fuentes. En ella apa recen las ideas expuestas
en una form a esencial, elem ental, es d ecir, en sus f undame ntos. De
aquí su valo r pedagó gico, didáctico, clásico.
No existe, sin em bargo , en la pe dagogía g riega u n tra tad o sis
tem ático, un itario, como lo s hay para la filosofía y p ara la política.
Las ideas peda gógicas de los g riegos aparecen íntimam ente unidas
con aq uéllas; pe ro se distin guen clara mente de ellas. Pl atón y Aris
tóte les, los do s gra ndes clásicos de la ped agog ía griega, ex presaron
sus ideas edu cativas en sus ob ras de filoso fía y de po lítica.
Firalm ente, la pedago gía griega h a tenid o una enorme e nergía
pro crea dora. P eriód icam ente, la civ ilización occ idental h a vuelto la
vista a ellas, como o currió en el Renacim iento y e n el siglo x v ii i
y como ocu rre en pa rte de nue stros días. Esta f acultad c read ora
ha sido inte rpretad a d e diversas fo rmas , per o casi to das ellas coin
ciden e n reco nocerle u n fervor h umanís tico, de af irmació n d e la
perso nalid ad lib re sobre to das l as circ unsta ncias polític as.
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C A P Í T U L O V

LA PEDAGOGÍA GRIEGA

Si la pedagogía es la reflexión de la actividad educativa, la pedagogía tiene su origen en Grecia, que es donde primero se co menzó a m editar sobre la educación. Ya la misma palabra “peda gogía” surgió allí, y lo mismo ocurrió con las ideas pedagógicas. No se trata todavía, claro es, de una ciencia propiamente dicha, pero sí de una teoría de la educación que tiene valor aún en nues tros días.

Los principales representantes de la pedagogía griega son los sofistas, Sócrates, Platón, Isócrates y Aristóteles que significan en la teoría o reflexión pedagógica helénica lo que Homero, Hesíodo y Píndaro significaron para la inspiración de su actividad educativa. La principal característica de esta naciente pedagogía es su claridad y transparencia, como ocurre con todas las corrientes cuan do se las toma de sus fuentes. En ella aparecen las ideas expuestas en una forma esencial, elemental, es decir, en sus fundamentos. De aquí su valor pedagógico, didáctico, clásico. No existe, sin embargo, en la pedagogía griega un tratado sis temático, unitario, como los hay para la filosofía y para la política. Las ideas pedagógicas de los griegos aparecen íntimamente unidas con aquéllas; pero se distinguen claramente de ellas. Platón y Aris tóteles, los dos grandes clásicos de la pedagogía griega, expresaron sus ideas educativas en sus obras de filosofía y de política.

Firalm ente, la pedagogía griega ha tenido una enorme energía procreadora. Periódicamente, la civilización occidental ha vuelto la vista a ellas, como ocurrió en el Renacimiento y en el siglo x v i i i y como ocurre en parte de nuestros días. Esta facultad creadora ha sido interpretada de diversas formas, pero casi todas ellas coin ciden en reconocerle un fervor humanístico, de afirmación de la personalidad libre sobre todas las circunstancias políticas.

  1. LOS SOFISTAS

Ante todo conviene destruir el prejuicio corriente respecto a los sofistas, a quienes se considera algo así como a embaucadores o tergiversadores de las ideas. En realidad, son los primeros pro fesores, los primeros educadores profesionales conscientes que ha tenido la historia. Su descrédito obedeció, como se ha dicho, a que fueron contra la educación tradicional, a que percibieran retribu ciones por sus enseñanzas y a que entre ellos hubo alguno de ca rácter arbitrario y fraudulento. Los sofistas desarrollaron su actividad docente como profeso

res ambulantes en la segunda m itad dél siglo V a. de C. en el mo

mento de la gran transform ación social y política de Atenas, cuan do se convirtió en una gran potencia económica y comercial y cuando se sustituyó el régimen aristocrático por el democrático. Entonces, frente a la arete de la nobleza surge la arete política, es decir, la formación de minorías directoras de la polis de entre la masa de los hombres libres. Esto a su vez exigía una preparación, una edu cación más alta, más intelectual que la tradicional de la música y la gimnástica. Así surgió un grupo de hombres, los sofistas, que sin cone xión entre sí, perseguían sin embargo la misma finalidad: la edu cación para la vida pública, la formación del político, del orador. Esos hom bres eran de diverso linaje, unos serios y responsables y otros frívolos y utilitarios. Entre los primeros, que son los que inte resan, figuran Protágoras, Trasímaco, Gorgias e Hippias, especial mente el primero. De ellos dice Dilthey: “Oradores sobresalientes, estas personas sabían com unicar una verdadera elocuencia. Espíritus científicos pa ra la profesión del hombre político. Así se separó esta instrucción superior de la profesión, de exigencias moderadas, del maestro ele mental, del gram ático y del maestro de música” Más que científicos o filósofos originales, los sofistas son ante todo profesores, y su influencia fue considerable en la cultura y la educación de su tiempo. Contra ella, sin embargo, se dirigieron Sócrates y Platón, como veremos oportunamente. Las ideas pedagógicas de los sofistas, tal como las podemos colegir de las referencias que tenemos de ellos, pues apenas escribie

l Diltbey, Historia de la pedagogía.

Sócrates nació en Atenas 469 a. de C., de una familia de artesanos, aunque libres; su padre fue cantero o escultor y su madre, partera. Murió o le hicieron m orir en 399 a. de C., o sea cuando tenía setenta a ñ o s 1. Su vida entera fue una vida ejem plar, tanto en el aspecto cívico como en el intelectual; participó en la actividad política de Grecia y también en la m ilitar, inter viniendo en las tres batallas más importantes de su tiempo. Vivió pobremente, ascéticamente, aunque frecuestó lá m ejor sociedad de su tiempo. Influyó grandem ente en ésta y en sus mejores hom bres: Jenofonte, Platón, Aristóteles, y fue atacado también por alguno de los escritores de la época, como Aristófanes. Su po der de atracción, no obstante su fealdad física, fue extraordi nario, como lo demuestra la afluencia de jóvenes que acudían a él en busca de orientación y consejo. Su mayor placer consistía en conversar y discutir con sus amigos y discípulos. A pesar de su enorme influencia nunca se aprovechó de ella para fines egoís tas, personales; no se enriqueció ni ocupó ningún cargo en el gobiero ateniense. Murió como vivió, pobre. De su grandeza m o ral da una idea su muerte relatada por Platón en su Apología de Sócrates, en la que sus últimas palabras se refirieron, precisamen te, a la educación de sus hijos, recomendando a sus amigos que “los hostiguen, como yo lo he hecho a vosotros, si se preocupan por la riqueza u otra cosa, m ás que por la virtud o si pretenden ser algo cuando no son realmente nada” 2. De Sócrates ha dicho Jenofonte, el gran historiador griego: “Todos los discípulos le echamos de menos porque era el mejor para cuidar la virtud. E ra piadoso, pues en todo obraba según el pensamiento de los dioses; justo, pues fue el más útil a quienes le trataron; continente, pues nunca prefirió lo cómodo a lo m ejor; prudente, pues no se equivocó juzgando lo bueno y lo m alo; ca paz de juicio, de consejo y de responder a los que se equivoca ban. Por todo lo cual era considerado el m ejor y más feliz de los hombres” 3. Sócrates tenía algunos puntos en común y muchos en diver gencia con los sofistas. Como ellos, su actividad educativa la realizó por medio de la conversación, de la palabra hablada; co

1 Sobre Sócrates, véase el mejor estudio publicado en castellano, de An tonio Tovar, Vida de Sócrates, Madrid, Revista de Occidente. 2 Platón, Apología de Sócrates, ed. inglesa de Jowett. 3 Jenoíante, Memorables, 4.

mo ellos, estaba en disconformidad con la educación de su tiempo sometida a la influencia excesiva del Estado; como ellos insistía en el valor del hombre, de la vida personal, y como ellos creía que la virtud, la arete, no era patrim onio de la aristocracia, sino que debía serlo de todos, pues era comunicable, enseñable.

Pero las diferencias de Sócrates con los sofistas son aún m a yores que las coincidencias. En prim er lugar, Sócrates iio hizo de la educación una profesión rem unerada, utilitaria, ni trató de buscar adeptos, sino que éstos acudían a él espontáneamente. En segundo lugar, su educación no tenía un carácter práctico, de provecho personal, sino que era de tipo espiritual, m oral. En ter cer lugar, mientras que los sofistas emplean el diálogo y su en señanza para imponer sus ideas o para servir a fines egoístas, Sócrates lo utiliza para convencer y descubrir la verdad. Final mente, m ientras que los sofistas permanecen indiferentes a las ideas morales, Sócrates se preocupa ante todo de la vida ética.

Filosóficamente, la aportación m ayor de Sócrates corresponde en efecto, al dominio de la moral, de la ética. P ara él, el saber y el conocimiento no sólo conducen a la virtud, sino que el saber y la virtud son idénticos. Ahora bien, el saber no consiste en meros conocimientos u opiniones, como en los sofistas, sino en el razonamiento preciso, en los conceptos exactos. Como ha dicho Ortega y Gasset: “Antes de Sócrates se había razonado; en rigor se llevaba dos siglos razonando dentro del orbe h e lé n ic o ... Só crates es el prim ero en darse cuenta de que la razón es un nuevo universo perfecto y superior al que espontáneamente hallamos en torno nuestro. Esto lleva consigo que en el orden intelectual debe el individuo reprim ir sus convicciones espontáneas que son “opi nión” — doxa —■ y adoptar en vez de ellas los pensamientos de la razón pura que son el verdadero “saber”, episteme. Parejam ente, en la conducta práctica tendrá que negar y suspender todos sus deseos y propensiones para seguir dócilmente los m andatos racio nales” 1. Se trata en suma de someter la vida emotiva y volitiva a la razón, y esto lleva naturalmente al racionalismo posterior. El fin último de la educación era para Sócrates la virtud, el bien, y no el Estado como lo era p ara la antigua educación, ni el provecho individual como para los sofistas, sino la personalidad moral. Ahora bien, como la virtud es igual al conocimiento, y por

i1 J. Ortega y Gasset, La rebelión de las masas, Obras, VoL IIL

la pedagogía de Sócrates es intelectualista, unilateral. En cuanto a sus procedimientos educativos, ya se ha dicho en qué consiste el método, forma viva y activa de la educación, con cierto carácter psicológico. Pero tan importante o más que las ideas de Sócrates es su propia vida, su actividad educativa y la repercusión que ha tenido en los otros dos grandes filósofos de Grecia, Platón y Aris tóteles, que lo consideran como su maestro e inspirador. Sócra tes ha sido, en efecto, ante todo, más que un pedagogo, un edu cador.

De él ha dicho Dilthey: “ Sócrates fue un genio pedagógico que no ha tenido igual en la antigüedad. Esto se halla confirma do por la impresión inmediata de sus contemporáneos y se puede deducir igualmente de sus efectos. Con él se introduce un ele mento nuevo en la historia de la educación: la penetración en lo más íntimo de la juventud. En él se hallaba indisolublemente uni do el eros plalónico, el amor pedagógico, la intención de liberar mediante la conversación los conceptos que se hallaban en su espíritu y la tendencia a hacer del saber y de las verdades en ellos el poder directivo de su obrar. ¡Cuán grande fue el encanto que ejerció!^ •^ • '^ t 99^1 *.

  1. PLATÓN

Si Sócrates fue el prim er gran educador de la historia, Platón ha sido el fundador de la teoría de la educación, de la pedagogía. Mientras que en aquél predominó la actividad educativa, en éste sobresalió la reflexión pedagógica unida a la polítíica. Platón nace en Atenas en 427 a. de C. de una fam ilia noble, a diferencia de la popular de Sócrates. Fue discípulo de éste, quien le indujo al estudio de la filosofía, abandonando la poesía a la que se había dedicado antes. A la muerte de Sócrates, se retira con otros discípulos suyos a Megara, donde se entrega al estu dio y a escribir sus primeras obras. Más tarde emprende viajes a la Magna Grecia (Italia) y Egipto, poniéndose en contacto con la vida y la cultura de estos países, y a Sicilia, donde entra en relación con el tirano de Siracusa, Dionisio, en la esperanza de poder influir en su gobierno. Fracasado en su intento fue puesto a la venta como esclavo y después rescatado; vuelve a Grec.ia, y

1 Dilthey, Historia de la pedagogía.

a los 40 años funda su célebre Academia, en un terreno que com pró en Atenas cerca de un santuario dedicado a Akademos y de un gimnasio del mismo nombre. Allí concretó su actividad pedagó gica, durante 40 años, y después de otro viaje sin éxito a Siracusa, falleció en 347, a los 80 años de edad.

A diferencia de Sócrates, Platón organizó una enseñanza y una investigación sistemáticas, pues tal era la finalidad de la Academia. Ésta se hallaba constituida en form a de corporación o comunidad de alumnos y maestros, en la que se realizaban estudios superiores de carácter filosófico y político. En ella participaron los más des tacados hombres de la época, entre ellos Aristóteles, que pasó allí 20 años dedicados al estudio.

Platón estuvo toda su vida preocupado por los problemas polí ticos. La situación de su país, después de una tiranía, pero con una democracia que condena a Sócrates, le impide participar acti vamente en la vida política. En cambio, dedica a ésta gran parte de sus escritos, entre ellos sus dos obras maestras, La Revública y Las Leyes, que aunque no ejercieron una influencia inmediata sobre su país, lo han hecho en el mundo a lo largo de los 25 siglos transcurridos desde que fueron escritas. Platón tampoco abandonó nunca su interés por la poesía, como lo demuestra el bello estilo de la mayoría de sus obras. A estas preocupaciones unió la no menos intensa por la pedagogía.

La pedagogía de Platón está basada en su filosofía, la cual a su vez descansa en su concepción de las ideas. Éstas son el último fundamento y esencia de la realidad. Son como los arquetipos o modelos de las cosas, a las que éstas aspiran, como la autén tica realidad, sobre la puramente sensible, tal como se ve en la famosa alegoría de la caverna platónica. Lo esencial para nosotros es que en Platón, como en Sócrates, predominan las ideas éticas, la preocupación por la justicia. De aquí surgen sus dos obras citadas, en las que expone sus ideas políticas y pedagógicas.

En Platón la educación está al servicio del Estado, pero a la vez éste se halla al servicio de la educación. No hay educación sin Estado, pero tampoco hay Estado sin educación. El Estado es como el individuo en grande. Éste se halla constituido por tres estratos o capas: la de los apetitos o instintos, de carácter irracio nal y biológico; la del valor o voluntad combativa, y la racional o espiritual. A estas tres partes del hombre corresponden tres clases sociales en el Estado: a la de los apetitos e instintos, la de los

primera infancia predominan los juegos educativos practicados en común por los niños de uno y otro sexo. La educación propia mente dicha empieza a los siete años con la gimnástica y la m ú sica, como se ha dicho. Aquí sólo queda añadir la gran importancia que asigna en la educación a las narraciones y cuentos y en general a la literatura, que quiere que se cuide para evitar pertur baciones. Esa educación continúa hasta los 18 años en que comienza la “efebia” o preparación cívico-militar. Los mozos más capaces continúan su educación después de los 20 años ya con carácter superior y basada en las matemáticas y la filosofía. De entre ellos se seleccionan a los futuros gobernantes, prosiguiendo su educación hasta los 50 años. En realidad ésta continúa durante toda la vida. En Las Leyes, Platón atenúa su radicalismo pedagógico y se atiene más a la realidad ateniense. En ellas, sin embargo, se sigue manteniendo la educación igual para los hombres y las mujeres, incluso en la gimnástica, aunque separadamente. Unos y otras se dedicarán desde los 10 a los 13 años al estudio de las letras y después otros tres al de la música, la lira principalmente. A éstos se añaden dos cursos de 3 años cada uno dedicados a la aritmé tica, a la geometría y a la astronomía, terminando su educación como se ha dicho en la dialéctrica y filosofía. Es interesante ob servar que Platón pide ya aquí la creación de su comisario de educación encargado de inspeccionarla y dirigirla y de maestros especiales para ella. La educación, como la sociedad de Platón, está basada en la diferenciación de clases sociales; pero ésta no es una separación fija, de tipo aristocrático, sino que surge de los caracteres y ta lentos de los individuos. Así, si los hijos de los gobernantes son incapaces “no quiere [el dios] que se les dispense ninguna gracia, sino que se les relegue al estado que les conviene, sea el de arte sano, sea el de labrador”. P ara Platón lo decisivo en la vida del Estado es, sobre todo la educación, más que las leyes o la forma de gobierno. Así dice “que el mando esté en manos de uno solo o en la de muchos, esto no alterará en nada las leyes fundamentales del Estado, si los principios de educación que hemos establecido son rigurosamente observados” Platón emplea como Sócrates, el diálogo como form a de edu cación, y no se puede diferenciar las modalidades de uno y otro,

1 La República, Libro IV.

ya que Platón es el que las expone en sus obras sin establecer distinciones entre ellas. Pero se supone que el diálogo platónico es más sistemático y encaminado a fines fijados de antemano. En uno y otro la educación tiene el mismo carácter intelectualista, al referirse en último término a los conceptos y las ideas, aunque en Platón se acentúa más el aspecto de la belleza. Si después de todo lo expuesto quisiéramos resum ir la idea esencial de la pedagogía de Platón, podríam os decir que es la for mación del hom bre moral dentro del Estado, en cuanto éste repre senta la justicia.

  1. ISÓCRATES

Dentro de la educación y la pedagogía griegas representa Isó- crates (436-338 a. C.) un papel singular, el de la retórica frente a la filosofía. Se conocen pocos detalles de su vida, pero ideoló gicamente procede de los sofistas, a quienes tanto se parece, aun que los ataca, como lo hace también con Platón. Isócrates aparece, en efecto, como la antítesis más completa de la filosofía platónica. Según Dilthey, lo mismo que existió una lucha entre Sócrates y los sofistas, hubo otra entre la escuela de retórica de Isócrates y la escuela platónica decidiéndose, con gran perjuicio para el desarro llo espiritual griego, a favor de las escuelas de retórica. Isócrates fue también un educador; fundó en Atenas hacia 380 una escuela que tuvo muchos alumnos, que pagaban elevadas sumas por la enseñanza. En ella se enseñaba sobre todo la retórica, la elocuencia y las disciplinas necesarias para la política y la vida. Isócrates des deñaba la filosofía y la pedagogía platónica, diciendo: “Yo des apruebo la paideia llegada en nuestros días, a saber la geometría, la astronomía y la discusión de cuestiones litigiosas. La joven generación encuentra en esto un gran placer. Entre los ancianos nadie lo sentirá más que como algo insoportable”. Lo importante de Isócrates es la influencia que ejerció no sólo en su tiempo, sino en los posteriores. Pues muchos de los pedagogos romanos y del Renacimiento hum anista se inspiraron en su retórica más que en los filósofos clásicos La lucha entre la retórica y la filosofía ha llegado hasta nuestros días.

placer, aunque éste sea una condición necesaria para aquélla. P o r felicidad entiende Aristóteles la plenitud de la realización de lo hu mano en el hom bre. Ahora bien, p ara conocer el bien no basta con conocerlo, con el saber como quería Sócrates, sino que hay que practicarlo, realizarlo. No basta adquirir las ideas morales sino que hay que p artir de los actos, de la formación de hábitos, del dominio de las pasiones para llegar a las voliciones completas, racionales. Con esto Aristóteles se aleja del intelectualismo socrático y crea la dirección voluntarista en la educación. P ara Aristóteles hay, en efecto, tres cosas que pueden hacer al hombre bueno: la naturaleza, el hábito y la razón. La prim era nos es dada, pero püede ser m odificada por el hábito, como éste a su vez debe ser dirigido por la razón. Pero es preciso que las tres cosas se armonicen, aunque siempre predom inando el elemento racional. A estos tres elementos corresponden tres momentos en la educación: la educación física, la educación del carácter y la edu cación intelectual, que deben realizarse en forma sucesiva. “Es ne cesario — dice— ocuparse del cuerpo antes de pensar en el alma; y después del cuerpo es preciso pensar en el instinto, bien que en definitiva no se forme el instinto sino para servir a la inteligencia, n i se forma el cuerpo sino p ara servir al alma” 1. P ara Aristóteles, como para Platón, la educación es una función del Estado, aunque no llega al radicalismo de éste, ya que reconoce a la familia como lugar de la prim era infancia. Pero la educación es necesaria para el Estado: “Donde quiera que la educación ha sido desatendida, el Estado ha recibido un golpe funesto”, dice en su Política 2. Y esta concepción estatal la acentúa aún más al pedir su monopolio por el Estado frente a la forma privada de educa ción: “Como el Estado todo sólo tiene un solo y mismo fin, la educación debe ser u n a e idéntica para todos sus m ie m b ro s... En nuestra opinión es de toda evidencia que por la ley debe arreglarse la educación, y que ésta debe ser pública” 3. Y por ello regula en su obra minuciosamente la educación de los niños, empezando por la celebración del matrim onio y por la generación de los hijos. Según su plan, hasta los cinco años los niños reciben en sus casas una educación que sólo consiste en reglas higiénicas de vida y en someterles al endurecimiento. De los cinco a los siete años deben asistir a ciertas lecciones, y de los siete en adelante la edu

1 I. Política, Libro IV. 2 Idem, Libro VIII.

  • Política , Libro VHL

cación debe comprender dos períodos: el prim ero desde los siete años a la pubertad y el segundo desde la pubertad hasta los vein tiún años. Las dos partes esenciales de la educación para Aristóteles, como para todos los griegos, son la gimnástica y la música. La prim e ra no tiene por fin form ar atletas, sino desarrollar el valor, el co raje, y hasta la adolescencia los ejercicios deben ser ligeros para no detener el crecimiento del cuerpo; después deben ser más rudos y severos. La música tiene por fin ejercer una influencia moral, aunque tam bién debe servir para el recreo, y el placer. Además de la gimnástica y la música, la educación comprende las letras y el dibujo.

P or desgracia, Aristóteles no nos ha dejado un escrito expo niendo su plan de educación intelectual, que sin duda debería alcanzar un gran desarrollo. Pero dadas sus ideas filosóficas y cien tíficas es de presumir que las ciencias ocuparían en él un lugar muy im portante, como ocurría en el Liceo, y que entre ellos figura ran no sólo las matemáticas sino también las ciencias naturales en las que fué tam bién un maestro. Lo mismo podemos decir respecto al método. Siendo Aristóteles el fundador del método inductivo hay que suponer que lo aplicaría también ampliamente en la edu cación. Aristóteles cultivó también la retórica en su escuela. Pero, a diferencia de Isócrates, la basaba en la lógica y la dialéctica, dándole un carácter objetivo científico. La influencia de Aristóteles en la educación y la pedagogía se debe no tanto a sus ideas pedagógicas, que no desarrolló am pliamente, como a sus concepciones filosóficas y científicas. Éstas influyeron grandemente en las épocas posteriores sobre todo en la Edad Media y el Renacimiento, y aún lo hacen en nuestros días.