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Herramientas convivenciales, Guías, Proyectos, Investigaciones de Técnicas Experimentales

Preguntas y respuestas de herramientas convivenciales y lecturas de marcuse

Tipo: Guías, Proyectos, Investigaciones

2021/2022

Subido el 29/01/2025

barbara-coppari
barbara-coppari 🇦🇷

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1) ¿Qué es una herramienta convivencial ?
Illich propone el concepto de convivencialidad como clave para valorar las tecnologías, que él llama herramientas, las cuales desarrollamos y usamos. El
término herramienta lo usa en un sentido amplio que incluye desde una llave inglesa, hasta una infraestructura, un método educativo o una institución.
La convivencialidad sería el carácter de aquellas herramientas que hace que, en su empleo, sus usuarios sean más autónomos, más capaces de transformar
el mundo de acuerdo con sus propias necesidades y deseos, y más libres y creativos para hacerlo. Illich define esta condición en aproximaciones sucesivas,
y también por oposición al carácter de las herramientas que no lo son. El autor definía la sociedad industrial por este carácter no convivencial de sus
herramientas e instituciones, y usaba el término posindustrial para hablar de las futuras hipotéticas sociedades convivenciales. La lógica industrial no forma
parte solamente de los modos de producción de objetos de consumo, sino que es inherente a todas las instancias fundamentales del capitalismo
contemporáneo. La tecnología en su conjunto, el sistema de transportes, la escuela o el sistema sanitario, tal y como se edificaron a lo largo del siglo XX,
adoptaron el modo de producción industrial, basado en el crecimiento. Las herramientas que iban a liberar a las personas de la esclavitud del trabajo,
terminaron por ponerlas a su servicio.
La productividad sin límites genera una oferta continua de nuevos productos y servicios que provocan una sensación de escasez y frustración creciente por
todo aquello que todavía no se tiene o no se podrá tener nunca. La autonomía personal, el trabajo creativo, el saber compartido en la salud y de la
formación para el empleo de las herramientas a nuestro alcance, se ve anulado progresivamente por una tecnología cada vez más alejada de las necesidades
inmediatas reales y de las posibilidades de uso de las personas; cada vez más en manos de una élite de especialistas que deciden por su cuenta los medios y
los fines de los que se va dotar la sociedad, achicando la participación de las personas solamente a ser usuarias y consumidoras. El resultado es una
sociedad cada vez más jerarquizada y más opresiva. Según Ivan Illich, una sociedad convivencial sería aquella que permita “a todos sus miembros la acción
más autónoma y más creativa posible, con ayuda de las herramientas menos controlables por los demás”.1
Para el autor de La Convivencialidad, “la su per pro duc ción in dus trial de un ser vi cio tie ne efec tos se cun da rios tan ca tas trófi cos y des truc to res co mo la
su per pro duc ción de un bien”2, planteamiento sobre el que basa su teoría de los umbrales. Según ésta, a partir de un determinado umbral de desarrollo, una
institución produce precisamente lo contrario de lo que, en teoría, es su fin. La medicina, encargada de paliar las nuevas enfermedades sociales para
asegurar el funcionamiento de la máquina, produce nuevas enfermedades relacionadas con los tratamientos; mientras que el sistema educativo, encargado
2 Illich, Iván, Obras reunidas I / rev. de Valentina Borremans, Javier Sicilia. —México : FCE, 2006.
1 Illich, Iván, Obras reunidas I / rev. de Valentina Borremans, Javier Sicilia. —México : FCE, 2006.
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  1. ¿Qué es una herramienta convivencial? Illich propone el concepto de convivencialidad como clave para valorar las tecnologías, que él llama herramientas, las cuales desarrollamos y usamos. El término herramienta lo usa en un sentido amplio que incluye desde una llave inglesa, hasta una infraestructura, un método educativo o una institución. La convivencialidad sería el carácter de aquellas herramientas que hace que, en su empleo, sus usuarios sean más autónomos, más capaces de transformar el mundo de acuerdo con sus propias necesidades y deseos, y más libres y creativos para hacerlo. Illich define esta condición en aproximaciones sucesivas, y también por oposición al carácter de las herramientas que no lo son. El autor definía la sociedad industrial por este carácter no convivencial de sus herramientas e instituciones, y usaba el término posindustrial para hablar de las futuras hipotéticas sociedades convivenciales. La lógica industrial no forma parte solamente de los modos de producción de objetos de consumo, sino que es inherente a todas las instancias fundamentales del capitalismo contemporáneo. La tecnología en su conjunto, el sistema de transportes, la escuela o el sistema sanitario, tal y como se edificaron a lo largo del siglo XX, adoptaron el modo de producción industrial, basado en el crecimiento. Las herramientas que iban a liberar a las personas de la esclavitud del trabajo, terminaron por ponerlas a su servicio. La productividad sin límites genera una oferta continua de nuevos productos y servicios que provocan una sensación de escasez y frustración creciente por todo aquello que todavía no se tiene o no se podrá tener nunca. La autonomía personal, el trabajo creativo, el saber compartido en la salud y de la formación para el empleo de las herramientas a nuestro alcance, se ve anulado progresivamente por una tecnología cada vez más alejada de las necesidades inmediatas reales y de las posibilidades de uso de las personas; cada vez más en manos de una élite de especialistas que deciden por su cuenta los medios y los fines de los que se va dotar la sociedad, achicando la participación de las personas solamente a ser usuarias y consumidoras. El resultado es una sociedad cada vez más jerarquizada y más opresiva. Según Ivan Illich, una sociedad convivencial sería aquella que permita “a todos sus miembros la acción más autónoma y más creativa posible, con ayuda de las herramientas menos controlables por los demás”.^1

Para el autor de La Convivencialidad, “la superproducción industrial de un servicio tiene efectos secundarios tan catastróficos y destruc tores como la superproducción de un bien”^2 , planteamiento sobre el que basa su teoría de los umbrales. Según ésta, a partir de un determinado umbral de desarrollo, una institución produce precisamente lo contrario de lo que, en teoría, es su fin. La medicina, encargada de paliar las nuevas enfermedades sociales para asegurar el funcionamiento de la máquina, produce nuevas enfermedades relacionadas con los tratamientos; mientras que el sistema educativo, encargado

(^2) Illich, Iván, Obras reunidas I / rev. de Valentina Borremans, Javier Sicilia. —México : FCE, 2006.

(^1) Illich, Iván, Obras reunidas I / rev. de Valentina Borremans, Javier Sicilia. —México : FCE, 2006.

de asegurar la adaptación del hombre a la máquina y a sus necesidades de consumo, produce mecanicismo e ignorancia. De la misma manera, cuando la industria automovilística hegemoniza el sistema de transportes, acaba por dificultar la movilidad.

  1. Relaciono la frase marcada en negrita “La mayoría de las herramientas que hoy me rodean no podrían utilizarse de manera convivencial” (Illich,2006:396) con el tópico “ La sociedad industrial avanzada, la construcción social de las necesidades y el consumo de masas” con el que por supuesto se me viene a la cabeza el texto “El hombre unidimensional “ en donde Marcuse realiza una teoría crítica a la sociedad moderna capitalista del siglo XX, en donde sostiene que dicho sistema ejerce una dominación a través de la creación de necesidades falsas estableciendo nuevas formas de control vinculado al consumo de masas. Marcuse afirma que “se pueden distinguir necesidades verdaderas y falsas. Siendo falsas aquellas que tienen intereses sociales particulares y le imponen al individuo para su represión…” 3. Reflexionando acerca de estás falsas necesidades concierto que son las que cotidianamente promueven los medios de comunicación con las publicidades, las cuales nos invitan a consumir productos como por ejemplo tecnológicos, como el celular, al punto de alienarnos socialmente. Aquí hay dos cuestiones: primero la estrategia persuasiva de la publicidad la cual consiste en la elección del eje motivacional que accionará la atención, percepción y conducta del consumidor y la del dispositivo que genera una adicción, dependencia dado que nuestra vida social, política y económica está regulada por este. Por momentos pareciera que si nos faltara este dispositivo tecnológico sentimos que ya no podemos organizar nuestra vida, ya que todo pareciera que lo tenemos ahí dentro, desde el homebanking, notas, redes sociales, compras, cursos, etc. También está el deseo de los jóvenes en tener el último celular porque consideran/sienten que les da un cierto estatus social y una aparente felicidad. Sin poder ver que esto nos hace perder la libertad y genera en nosotros un pensamiento individualista. Marcuse utiliza el concepto de “unidimensional” para referirse al tipo de sociedad que anula las oposiciones, alternativas generando una única realidad posible, una sociedad homogénea. En donde al estar bajo este adoctrinamiento perdemos el pensamiento crítico y la participación social y política. Nos encontramos como anestesiados, el autor dice “una libertad cómoda y suave”, y no somos conscientes tampoco que esto tiene un impacto sobre la naturaleza por su uso excesivo. Con el tema del celular que quizás hoy es lo que no atraviesa a todos, las empresas fabricantes disponen para esos dispositivos una vida útil corta, generando esto consumo constante y teniendo como consecuencia toneladas de basura tecnológica. Esto tiene que ver con que hay una construcción del ciudadano desde lo digital y su uso. Esta en nosotros educarnos y educar a quienes están a nuestro alrededor para aprender a cuidarse de la manipulación mediática también. Podemos como adultos y educadores ofrecer herramientas desde la escuela para cambiar hábitos, bajar el consumo, reciclar, fundamental concepto que debemos revalorizar y trabajar muchísimo..

(^3) Marcuse,H.,El hombre unidimensional,Madrid,Ariel,1968,Introducción ,cap. 1:«Las nuevas formas de control.»