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FRACTURAS DE TOBILLO SINTESIS S
Tipo: Esquemas y mapas conceptuales
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La articulación del tobillo puede lesionarse por mecanismos directos o, más frecuentemente, indirectos como fuerzas de rotación, traslación o axiales, originando luxación o subluxación del astrágalo en la mortaja asociada a lesiones de los distintos componentes óseos y/o ligamentosos implicados:
Se trata de lesiones articulares en las que pequeñas alteraciones de la congruencia entre el astrágalo y la mortaja tibioperonea modifican las superficies de contacto y en consecuencia originan una sobrecarga del cartílago articular, lo que conduce a una artrosis precoz.
Conllevan importante afectación de partes blandas, dada su localización prácticamente subcutánea, sobretodo en caso de fracturas abiertas.
Sólo consideraremos las que son útiles desde el punto de vista práctico:
Weber describió inicialmente una clasificación según la localización de la fractura en el peroné respecto a la articulación del tobillo; posteriormente, el grupo AO la completó con diferentes tipos según las lesiones ligamentosas.
Basada en la posición del pie en el momento de la lesión (pronación o supinación) y en la dirección de la fuerza causante (rotación externa, adducción o abducción). Permite entender la fisiopatología de las diferentes lesiones (3), distinguiendo entre:
2.2.1. Lesiones por supinación-adducción (Figura 1 izquierda)
Este mecanismo, idéntico al que causa los esguinces de tobillo, puede también provocar:
Tabla 1. Clasificación AO Müller de las fracturas maleolares.
2.2.2. Lesiones por supinación-rotación externa (Figura 1 centro)
Son las más frecuentes. El pie en supino es sometido a una fuerza en rotación externa que puede progresivamente:
2.2.3. Lesiones por pronación-rotación externa (Figura 1 derecha)
En esta situación, las estructuras internas se encuentran en tensión y son las que se lesionan inicialmente:
Figura 1. Mecanismos de las lesiones por supinación-adducción (Weber A) a la izquierda, por supinación-rotación externa (Weber B) en el centro y por pronación-abdución (Weber C) a la derecha.
Se fundamenta en una adecuada evaluación clínica y radiológica.
Inspección detallada (deformidades, equimosis, heridas, presencia de flictenas…) y palpación de puntos dolorosos óseos y ligamentosos. Así mismo se deben comprobar: pulsos (pedio y tibial posterior), relleno capilar, sensibilidad y movilidad del pie para descartar lesiones neurovasculares.
La equimosis y el dolor a la palpación en la cara medial son indicadores de lesión oculta del ligamento deltoideo. El dolor a la presión de la articulación tibio-peronea distal sugiere lesión de la sindesmosis (1).
Ante un traumatismo agudo del tobillo, no siempre se requiere su exploración radiológica. El uso de las Normas de Ottawa permite la selección de los casos que precisan estudio radiográfico de los que no con una sensibilidad cercana al 100%. De esta manera se evita la rutinaria e improcedente solicitud de placas innecesarias (Tabla 2).
Tabla 2. Normas de Ottawa del tobillo Traumatismo agudo de tobillo y 1 o más de las siguientes condiciones:
Las tres proyecciones radiológicas habituales son la antero- posterior (AP), la lateral y la AP con 15-20º de rotación interna que evalúa la mortaja tibioperonea. En ocasiones se debe incluir la parte proximal de tibia y peroné. Combinando una lateral y una de la mortaja pueden diagnosticarse y clasificarse todas las lesiones que hemos descrito anteriormente (1).
En la proyección AP se valora la longitud del peroné mediante el ángulo talocrural. Una diferencia de 3-5º con el tobillo contralateral indica acortamiento peroneo (Figura 2). La proyección lateral muestra desplazamiento anterior o posterior del astrágalo. En la proyección de la mortaja es importante reconocer las características que Weber describió como determinantes del grado de reducción (1):
Figura 3. Osteosíntesis con tornillo de tracción y placa de neutralización en fractura transindesmal de peroné.
En fracturas conminutas se aplica una osteosíntesis siguiendo los principios de estabilidad relativa, con una placa de tercio de tubo y función de puente entre los fragmentos principales. En pacientes osteoporóticos pueden ser útiles placas con tornillos bloqueados a la misma, como el sistema LCP ( Locking Compression Plate). Con menos frecuencia se emplea hoy en día el enclavado endomedular del peroné.
En caso de fracturas infrasindesmales o avulsiones del LLE en los que es difícil situar tornillos en el fragmento distal puede ser más resolutivo aplicar una osteosíntesis basada en el principio del tirante con unas agujas de Kirschner y un cerclaje alámbrico (obenque).
4.2.4.2. Fracturas aisladas del maléolo interno
Osteosíntesis con criterios de estabilidad absoluta, utilizando para ello tornillos de esponjosa de rosca parcial (4.0 mm) a compresión (preferiblemente dos en vez de un
único tornillo, para evitar la rotación del fragmento). Si los fragmentos son demasiado pequeños puede utilizarse también un tirante con agujas de Kirschner y alambre.
En caso de fracturas verticales como las que suceden en lesiones por pronación-abducción, está indicado asociar a los tornillos de tracción una placa de tercio de tubo con función de sostén o soporte (Figura 4).
Figura 4. Fractura de maleolo interno vertical. Osteosíntesis con tornillos de esponjosa a compresión y placa de tercio de caña con función de soporte.
4.2.4.3. Fracturas bimaleolares o lesiones equivalentes
Lo primero debe ser la reducción y fijación del maléolo externo, pues el restablecimiento de la longitud y rotación correctas del peroné es el principal factor para estabilizar el astrágalo en la mortaja (2). A continuación se realizará la síntesis del maléolo interno; en ambos casos los principios son los expuestos en los anteriores apartados.
En las lesiones equivalentes (fractura de maléolo peroneo y rotura del ligamento deltoideo) y de acuerdo a lo publicado en la literatura científica (1), no parece necesaria la reparación rutinaria del complejo ligamentoso medial. Sólo estaría indicada su revisión quirúrgica si, una vez sintetizado el peroné, no se obtiene una reducción anatómica, que es indicativa de la interposición de partes blandas a dicho nivel.
4.2.4.4. Fracturas del maléolo posterior
Son debidas a fuerzas intensas de abducción o rotación externa que causan avulsión del ligamento tibioperoneo posterior o impacto del astrágalo contra el tubérculo tibial posterior.
La reducción y fijación del peroné puede, mediante ligamentotaxis del ligamento tibioperoneo posterior, conseguir una reducción anatómica del maléolo posterior. Sólo estaría indicada su síntesis cuando, una vez estabilizado el peroné, el desplazamiento sea mayor de 2 mm o el fragmento suponga más del 25-30% de la superficie articular distal de la tibia.
Suelen utilizarse tornillos de esponjosa de rosca parcial a compresión que pueden insertarse de forma percutánea o por vía posterior.
4.2.4.5. Lesiones de la sindesmosis
Debe sospecharse ante fracturas de los tipos B y C de Weber o cuando radiológicamente se constate un ensanchamiento mayor de 5 mm del espacio libre medial o una diástasis tibioperonea distal mayor de 6 mm (Figura 2). Puede ser útil realizar pruebas de estrés durante la radioscopia intraoperatoria. Debe reducirse y fijarse de acuerdo a los siguientes principios:
Es conveniente mantenerlos no menos de 8 semanas y preferiblemente durante 3 meses. Aunque es controvertido el momento de la retirada, parece más seguro retirarlos antes del apoyo para eliminar el riesgo de rotura.
Figura 5. Fijación transindesmal.
4.2.5. Postoperatorio
Debe inmovilizarse con una férula de protección para las partes blandas que se mantendrá hasta la retirada de los puntos. Posteriormente, puede ser necesario un mayor
tiempo de inmovilización con un botín de yeso según haya o no lesiones ligamentosas.
No existe consenso en cuanto a la duración de la inmovilización y la descarga, sobre todo en las lesiones de la sindesmosis. Parece más conveniente el apoyo precoz si la síntesis es estable, que mantener en descarga prolongada por encima de las 6 semanas.
La tromboprofilaxis con heparina de bajo peso molecular es obligatoria.
La profilaxis antibiótica se circunscribe únicamente a la inducción anestésica, excepto en las fracturas abiertas en las que se siguen las pautas habituales.
La crioterapia local, el reposo con el miembro elevado y la administración de antiinflamatorios no esteroideos son medidas de uso rutinario.