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Un análisis exhaustivo de la evolución del régimen electoral de género en méxico, centrándose en la representación política de las mujeres en el congreso federal, estatal y municipal para el año 2024. Se explora la implementación de la paridad de género, la influencia de las reformas legislativas y la participación de la sociedad civil en la configuración de un sistema electoral más equitativo. El documento destaca los avances logrados en la representación femenina, pero también identifica los desafíos persistentes en la búsqueda de una democracia plenamente paritaria.
Tipo: Tesis
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Los efectos de la paridad en acceso de las mujeres a los cargos en las elecciones mexicanas de 2024 Karolina Gilas I. Introducción La representación política de las mujeres en México ha experimentado una transformación significativa en las últimas décadas, marcada por avances sustanciales y desafíos persistentes. Este estudio examina los efectos de la implementación de la paridad de género en el acceso de las mujeres a los cargos de elección popular en las elecciones mexicanas de 2024, ofreciendo una perspectiva amplia sobre los logros alcanzados y las brechas que aún persisten en diversos niveles de gobierno. La evolución del régimen electoral de género en México representa un caso paradigmático en América Latina, caracterizado por una serie de reformas legislativas, interpretaciones judiciales y una intensa participación de la sociedad civil (Freidenberg & Gilas, 2021). Desde la introducción de las primeras recomendaciones no vinculantes en 1993, pasando por la implementación de cuotas obligatorias en 2002, hasta la consagración constitucional de la paridad en 2014 y la reforma de "paridad en todo" en 2019, México ha establecido uno de los marcos normativos más robustos de la región para promover la participación política de las mujeres (Gilas, 2021). Este estudio analiza cómo estas reformas se han traducido en resultados concretos en las elecciones de 2024, examinando la composición de género en el Congreso federal, las legislaturas estatales y las presidencias municipales. Al hacerlo, se busca comprender no solo el impacto cuantitativo de las medidas de paridad, sino también las dinámicas subyacentes que influyen en su implementación efectiva en diferentes contextos políticos y geográficos. La investigación se enmarca en el debate más amplio sobre la representación política desde una perspectiva de género, considerando en particular las dimensiones formal y descriptiva de la representación (Pitkin, 1967). Se parte del entendimiento de que la paridad, más allá de ser una medida numérica, representa un principio democrático fundamental que busca transformar las relaciones de poder y garantizar la plena integración de las mujeres en los procesos de toma de decisiones políticas (Paxton, 2011). A través de un análisis detallado de los resultados electorales de 2024, este trabajo ofrece una evaluación crítica de los avances logrados y los obstáculos que persisten en la búsqueda de una representación política equitativa en México. Al examinar las variaciones entre niveles de gobierno, entidades federativas y partidos políticos, se busca proporcionar una comprensión matizada de los factores que facilitan o impiden la realización plena de la paridad de género en la política mexicana.
La paridad de género ha emergido como un principio fundamental en la construcción de sistemas democráticos más inclusivos y equitativos. A diferencia de las cuotas de género, que son medidas temporales diseñadas para corregir desigualdades históricas, la paridad representa una visión permanente y transformadora de la democracia. El concepto de democracia paritaria surgió en la Cumbre Europea de 1992, donde se debatió la distribución igualitaria del poder institucional. La Declaración de Atenas (1992) estableció que la paridad busca "total integración, en pie de igualdad, de las mujeres en las sociedades democráticas, utilizando para ello las estrategias multidisciplinares que sean necesarias". La paridad como principio democrático sostiene que una verdadera democracia debe incluir plenamente a todas las personas en la representación y participación política. Como argumenta Paxton (2011), un sistema que margina a las mujeres simplemente no puede considerarse plenamente democrático. La democracia paritaria requiere la adopción de un nuevo pacto social, con reglas más incluyentes para la construcción de la representación política que reconozcan a las mujeres la capacidad de gobernar y legitimen sus demandas e intereses en el espacio público (Gilas, 2021). La paridad busca garantizar la igualdad de todas las personas y equilibrar las relaciones de poder entre mujeres y hombres. Esto implica no solo cumplir con un criterio numérico de 50-50 en los espacios de poder, sino también construir equilibrios en el ejercicio del poder, en la distribución de recursos y en la influencia que se logra en la toma de decisiones. II.3 Evolución del régimen electoral de género en México México ha experimentado una transformación significativa en su régimen electoral de género, convirtiéndose en un referente regional en la promoción de la representación política de las mujeres. Este proceso, que se extendió por más de dos décadas, involucró una compleja interacción entre reformas legislativas, interpretaciones judiciales y la presión de organizaciones de la sociedad civil. El camino hacia la paridad en México comenzó en 1993 con la introducción de recomendaciones no vinculantes para que los partidos políticos promovieran la participación femenina. Estas medidas, descritas por Caminotti (2016) como "proto-cuotas", marcaron el inicio de un proceso de reforma continua. En 1996, se recomendó que las candidaturas no superaran el 70% de un solo género, estableciendo de facto una cuota del 30% para las mujeres. Un avance significativo se produjo en 2002, con la implementación de cuotas de género obligatorias del 30% para candidaturas plurinominales y uninominales, acompañadas de sanciones para los partidos que incumplieran. Sin embargo, se mantuvo una "válvula de escape" que permitía flexibilidad cuando las candidaturas eran seleccionadas democráticamente (Baldez, 2004).
La reforma de 2008 elevó la cuota al 40% y estableció la alternancia de géneros en las listas de representación proporcional. No obstante, persistió la excepción a la cuota para selecciones democráticas de candidaturas. Un punto de inflexión ocurrió en 2012, cuando el Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación (TEPJF) eliminó las excepciones a la cuota y determinó que las suplencias de las candidaturas femeninas debían ser del mismo género (Freidenberg & Gilas, 2021). La reforma constitucional de 2014 marcó un hito al establecer el principio de paridad de género en el registro de candidaturas. Esta reforma no solo se aplicó a nivel federal, sino que también se extendió a los congresos locales y fortaleció las capacidades de las autoridades electorales para asegurar su cumplimiento (Alanis Figueroa, 2014). El proceso culminó en 2019 con la reforma conocida como "Paridad en Todo", que integró el principio de paridad como una regla fundamental en la integración de todas las instituciones públicas. Esta reforma hizo de México el primer país en América Latina en exigir paridad en todos los espacios de poder, no solo en candidaturas (Freidenberg & Gilas, 2022). La evolución del régimen electoral de género en México demuestra la importancia de un enfoque integral que combine reformas legislativas, interpretación judicial y participación activa de la sociedad civil. Este proceso ha permitido a México establecer uno de los sistemas más robustos de América Latina para la promoción de la representación política de las mujeres, aunque aún persisten desafíos en su implementación efectiva. III. Las reglas vigentes en las elecciones de 2024 El régimen electoral de género en México ha experimentado una evolución significativa desde la reforma constitucional de 2014, que elevó la paridad a rango constitucional, y la reforma de "paridad en todo" de
Poder Ejecutivo en 2024. Esta medida busca incrementar la representación femenina en un ámbito donde históricamente ha sido baja (Gilas, 2022). El acuerdo también establece el principio de alternancia de género entre procesos electorales para las gubernaturas y la Jefatura de Gobierno de la Ciudad de México, pretendiendo lograr que, a lo largo del tiempo, se logre una distribución equitativa de oportunidades entre hombres y mujeres para acceder a estos cargos de alto nivel. Un elemento adicional en las reglas vigentes para 2024 es la implementación del mecanismo "3 de 3 contra la violencia", ampliado a "8 de 8". Este mecanismo, que tiene sus raíces en las demandas de organizaciones feministas, busca prevenir que personas con antecedentes de violencia de género accedan a cargos de elección popular. Se consideran como impedimentos para ser candidato el tener sentencias por violencia familiar o doméstica, ser deudor alimentario, tener sentencias por delitos sexuales o por violencia política contra las mujeres en razón de género, entre otros supuestos. El régimen electoral de género en México para 2024 refleja la culminación de años de esfuerzos por parte de diversos actores, incluyendo mujeres políticas, organizaciones feministas y autoridades electorales. Sin embargo, como han señalado Freidenberg y Gilas (2021), la implementación efectiva de estas reglas sigue enfrentando desafíos, incluyendo resistencias partidistas y la necesidad de una vigilancia constante por parte de las autoridades electorales y la sociedad civil, como se verá más adelante. IV. Los resultados IV.1 Paridad de género en el Congreso federal La evolución de la representación de género en el Congreso federal mexicano muestra una transformación significativa desde 1988 hasta 2024, reflejando cambios profundos en la participación política de las mujeres y en la estructura del poder legislativo del país. Gráfica 1. Representación política de las mujeres en la Cámara de Diputados, 1988- 2024
Fuente: Elaboración propia a partir de la Base #MujeresElectas 2024 e INMUJERES, Sistema de Indicadores de Género, 202 4 , https://bit.ly/2ImNR En 1988, la representación femenina en la Cámara de Diputados era de apenas el 11.6%, frente a un 88.4% de representación masculina (véase Gráfica 1). Esta disparidad extrema se mantuvo relativamente constante hasta 1997, cuando se observa un primer incremento significativo, elevando la participación femenina al 17.4%. Este aumento coincide con la reforma electoral de 1996, que recomendó a los partidos políticos no postular más del 70% de candidaturas de un mismo género, y con la apertura democrática del país. Un punto de inflexión ocurrió en 2003, cuando la representación femenina saltó al 22.6%. Este incremento se puede atribuir directamente a la reforma electoral de 2002, que estableció una cuota de género obligatoria del 30% para candidaturas de diputaciones y senadurías. Sin embargo, el avance más dramático se observa a partir de 2012, donde la representación femenina aumentó al 37.4%. Este salto no solo se debe a la reforma electoral de 2008 que elevó la cuota al 40%, sino también, y de manera fundamental, a la sentencia del Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación (TEPJF) de 2011, que obligó a los partidos a cumplir con la cuota de género sin excepciones, incluso en las candidaturas de mayoría relativa (MR).
Fuente: Elaboración propia a partir de la Base #MujeresElectas 2024 e INMUJERES, Sistema de Indicadores de Género, 2023, https://bit.ly/2ImNR La evolución de la representación proporcional (RP) muestra una tendencia más acelerada hacia la paridad (véase Gráfica 3). Ya en 2003, las mujeres ocupaban el 35.2% de los escaños de RP, alcanzando el 53.5% en 2024. Esta tendencia se explica por la mayor facilidad de implementar cuotas (y después la paridad) en las listas cerradas de RP, en comparación con las candidaturas uninominales de MR, donde, además, por mucho tiempo funcionaba la válvula de escape. Otra explicación es que, ante la persistencia del dominio masculino (aunque ya muy reducido) en los escaños de mayoría relativa, los de representación proporcional son utilizados por la autoridad electoral para realizar los ajustes y lograr la paridad numérica en la integración de las Cámaras del Congreso. Gráfica 4. Representación política de las mujeres en el Senado, 2024
Fuente: Elaboración propia a partir de la Base #MujeresElectas 2024. La composición de género en los grupos parlamentarios del Congreso mexicano en 2024 muestra avances significativos hacia la paridad, aunque con variaciones notables entre partidos y Cámaras. En el Senado, la paridad se ha alcanzado a nivel global, con 64 senadoras y 64 senadores. Sin embargo, esta distribución equitativa no se refleja uniformemente en todos los grupos parlamentarios. Morena, el partido mayoritario, presenta una ligera sobrerrepresentación femenina con 36 senadoras frente a 33 senadores. El PAN muestra una paridad perfecta con 11 representantes de cada género. El PRI también logra la paridad con 8 senadores y 8 senadoras (Gráfica 4). Partidos más pequeños muestran algunas disparidades. El PVEM tiene una mayoría masculina ( hombres, 4 mujeres), mientras que Movimiento Ciudadano presenta una ligera mayoría masculina ( hombres, 2 mujeres). El PT y el PRD logran la paridad con 2 y 1 representante de cada género respectivamente. Gráfica 5. Representación política de las mujeres en la Cámara de Diputados, 2024
Fuente: Elaboración propia a partir de la Base #MujeresElectas 2024. Al examinar la distribución por partido político en 2024 (véase Gráfica 4), se observan diferencias significativas en la implementación de la paridad. Por ejemplo, Morena muestra una distribución equitativa tanto en MR como en RP, con 50% de mujeres en ambos sistemas para diputaciones. En contraste, el PRI muestra una disparidad notable: 36.1% de mujeres en MR frente a 50% en RP para diputaciones. El PAN presenta un patrón similar con 28.2% de mujeres en MR y 41% en RP. Estas diferencias partidistas podrían ser resultado, al menos en alguna medida, de las dinámicas internas en los partidos que afectan la nominación de mujeres en distritos competitivos de MR. Sin embargo IV.2 Paridad de género en los Congresos estatales La evolución de la paridad de género en las legislaturas estatales de México muestra una tendencia general hacia una mayor representación femenina, con la mayoría de los estados acercándose o alcanzando la paridad en el periodo 2024-2027 (véase Gráfica 7 ). Este progreso generalizado se evidencia en prácticamente todos los estados, que muestran una tendencia ascendente en la representación femenina desde 2014-2018 hasta 2024-2027.
Gráfica 7. Representación descriptiva de las mujeres en los Congresos estatales, 2014- 2024 Fuente: Elaboración propia a partir de la Base #MujeresElectas 2024. Para el periodo 2024-2027, la mayoría de los estados se sitúan cerca o por encima de la línea de paridad del 50%, lo que representa un logro significativo en términos de representación de género. Este avance es particularmente notable considerando la gran disparidad que existía entre estados en el periodo 2014-
algunos estados, como Yucatán, Nayarit, Quintana Roo y Veracruz, han logrado una paridad perfecta del 50%. En tercer lugar, la distribución general de los datos muestra que la mayoría de los estados se concentran en el rango entre 48% y 55% de representación femenina. Esta tendencia sugiere un movimiento generalizado hacia la paridad, con variaciones moderadas entre las entidades, reflejando el éxito relativo de las políticas y leyes de paridad de género implementadas en México en los últimos años, evidenciando que la gran mayoría de los estados han logrado acercarse o superar el objetivo de representación equitativa. Gráfica 9. Representación política de las mujeres en los Congresos estatales por principio electivo, 2004- 2022 Fuente: Elaboración propia a partir de la Base #MujeresElectas 2024. En cuanto a la relación entre la paridad y los métodos de elección, se observan patrones complejos y variados entre las entidades federativas. Sin duda, existe una tendencia general hacia una mayor representación femenina en los escaños de representación proporcional en comparación con los de
mayoría relativa. Esta discrepancia sugiere que los mecanismos de cuotas y paridad de género siguen siendo más efectivos en las listas de representación proporcional, donde los partidos tienen mayor control sobre la composición de las candidaturas, o que los escaños de representación proporcional son empleados por las autoridades electorales para compensar las desigualdades generadas en la vía mayoritaria. Destaca el caso de Baja California Sur, donde se aprecia una sobrerrepresentación femenina extrema en los escaños de representación proporcional, alcanzando casi el 100%. Este fenómeno contrasta marcadamente con su representación en mayoría relativa, que se sitúa alrededor del 50%. Tal disparidad obedece a la concentración de los escaños de mayoría relativa en una opción política y la distribución de los pocos espacios de representación proporcional entre varios partidos que, a la par con la efectividad del mandato de colocar a las mujeres en los encabezamientos de las listas, dio este resultado particular en el estado. En contraste, estados como Tlaxcala y Veracruz muestran una paridad casi perfecta tanto en mayoría relativa como en representación proporcional, lo que sugiere una implementación más equilibrada de las políticas de paridad en estos estados. También se observan casos atípicos, como Chiapas, donde la proporción de mujeres es mayor en los escaños de mayoría relativa que en los de representación proporcional. Esta inversión de la tendencia general podría indicar dinámicas políticas locales únicas o estrategias partidistas específicas en este estado. La variabilidad entre estados es notable, con algunos mostrando brechas significativas entre los dos principios electivos, mientras que otros presentan una representación más uniforme, subrayando la importancia de los factores locales en la implementación de políticas de paridad de género. Gráfica 10. Representación política de las mujeres en los Congresos por entidad y partido, 2024
presenta una sobrerrepresentación de mujeres, mientras que, en otros estados como Jalisco, la proporción es más equilibrada. El PAN y el PRI, partidos tradicionales, muestran patrones más variables. En algunos estados, como Aguascalientes para el PAN, se observa una clara mayoría de mujeres, mientras que, en otros, como Nuevo León, la representación es predominantemente masculina. El PRI, por su parte, muestra una tendencia hacia una representación más equilibrada en varios estados, aunque con notables excepciones como en Coahuila, donde predominan los hombres. Partidos más pequeños como el PVEM y el PT muestran patrones aún más erráticos, lo que podría atribuirse a su menor número de escaños y a las dinámicas de alianzas electorales. Gráfica 11. Representación política de las mujeres en los Congresos estatales por partido, 2024 Fuente: Elaboración propia a partir de la Base #MujeresElectas 2024. A nivel agregado (véase Gráfica 11), es notable que todos los principales partidos políticos superan el umbral del 50% de representación femenina, con el PRD liderando con un 59.3% de mujeres, seguido de cerca por el PVEM con un 58.2%. Incluso el PRI, que muestra el porcentaje más bajo, supera el 47% de representación femenina. Estos datos sugieren que, en general, los partidos están cumpliendo con los mandatos de paridad, aunque con variaciones significativas en su implementación.
Gráfica 12. Paridad y tamaño del Congreso, 2024 Fuente: Elaboración propia a partir de la Base #MujeresElectas 2024. Es importante observar la relación entre el tamaño del congreso estatal y los niveles de paridad (Gráfica 12 ). La tendencia general sugiere que los congresos más pequeños, en términos de número total de diputados, tienden a tener un menor porcentaje de mujeres, mientras que los congresos más grandes, como los de Ciudad de México y Estado de México, logran niveles más altos de representación femenina. Este hallazgo podría estar relacionado con la flexibilidad que ofrecen los congresos de mayor tamaño para cumplir con la paridad de género, al permitir una mayor inclusión de mujeres en las listas de representación proporcional y en las candidaturas de mayoría relativa. Sin embargo, este patrón también plantea preguntas sobre la capacidad de los congresos más pequeños para ajustarse a las exigencias de paridad sin afectar su estructura política o representativa. El panorama de la paridad de género en los congresos estatales de México en 2024 presenta avances significativos, pero también desafíos persistentes. La variabilidad entre estados y partidos sugiere que, más allá de las normativas federales, los factores locales y las culturas políticas partidistas tienen un papel relevante en la configuración de la representación femenina. Además, la reconfiguración de las escenas políticas estatales, con un creciente dominio de Morena, con toda probabilidad también ha afectado los resultados de la paridad.