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Material de estudio sobre los trastornos del lenguaje y del habla.
Tipo: Transcripciones
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2Quésignifica evaluar al niño con tartamudez? Evaluar al niño significa que vamos a observar su forma de hablar para saber en qué medida es problemática. Para ello necesitamos observar los errores de fluidez, describirlos y analizarlos (bloqueos, repeticiones, prolongaciones, etc.). Además necesitamos atender a otras conductas relacionadas que acompañan al lenguaje y al habla y que influyen en el tartamudeo como las que exponemos a continuación: Nivel motor Por un lado, observar los procesos orales y la coordinación motora para comprobar su funcionamiento (Riley y Riley, 1999). Observar si el habla es excesivamente rápida o si hay problemas de pronunciación o de articulación. En el caso de que se detecten dificultades significativas en el control motor nivel local o general, recomendamos realizar una evaluación psicomotora para descartar problemas motores generales que puedan darse en paralelo al tartamudeo. Nivel lingüístico Se evalúa el desarrollo de los distintos componentes del lenguaje (fonético- fonológico, semántico, sintáctico y pragmático) y se comprueba si existen dificultades de pronunciación, organización de la sintaxis, etc. Ya se vio antes que los niños con retraso de lenguaje pueden tener más problemas de fluidez que los niños con un desarrollo adecuado a su edad. La falta de recursos para utilizar el lenguaje puede influir en la aparición de faltas de fluidez, por un vocabulario reducido, problemas de evocación léxica, habilidades de categorización limitadas o dificultades de estructuración del discurso (Van Riper, 1982; Starkweaather y cols., 1990; Bloodstein, 1995; Berstein Ratner, 1997). Aspectos ambientales Sabemos que el ambiente influye significativamente en el desarrollo emocional, afectivo y social del niño. Así, el niño aprende a utilizar el lenguaje en la relación con otras personas manejando las reglas conversacionales y los turnos de habla en una conversación. Cuando un niño muestra unas buenas habilidades para relacionarse socialmente, el mantenimiento de la fluidez se puede facilitar. Por el contrario, si aparecen dificultades para interactuar con los demás, hay inhibición y hablar supone un estrés para el niño, la probabilidad de errores en el habla a aumentara. Por ello, debemos atender a signos de dificultad social junto al tartamudeo como el evitar relacionarse, una escasa habilidad de escucha y problemas para iniciar la conversación o mantener temas (Rustin y Khur, 1996). Además, sabemos que las dificultades sociales se manifiestan también con un lenguaje no verbal inadecuado como no mirar al interlocutor, tensión, frustración o ansiedad, que son reacciones emocionales frecuentes que acompañan a la dificultad para hablar Contexto comunicativo Por último, en el contexto de comunicación, hacemos referencia a aspectos como las reacciones de los padres u otras personas que se relacionan con el niño difluente; actitudes
ante las dificultades o demandas inadecuadas en relación a la capacidad del niño pueden afectar negativamente a su fluidez y Ocasionar sentimientos negativos hacia tales situaciones. A su vez, estos aspectos pueden contribuir a la aparición de alteraciones en una fluidez que aun no está adquirida. Todos estos datos nos facilitarán hacer un programa de intervención ajustado a su caso y sus dificultades concretas. Esto quiere decir que se deberá implicar a todos aquellos que puedan proporcionar ayuda para que el niño mejore, como la familia, Sus profesores, el entorno escolar. RECUERDA: Para valorar la tartamudez debemos: Evaluar las características del habla del niño. Pero además debemos valorar otros aspectos: A nivel motor, la adecuada coordinación de los órganosfonoarticulatorio. A nivel lingüístico, el desarrollo de todas las dimensiones del lenguaje (fonético- fonológico, morfosintáctico, léxico...). Aspectos ambientales que intuyan en el desarrollo emocional, afectivo y social. Contexto comunicativo o situaciones de comunicación en las que el niño se desenvuelve. Objetivos generales de la evaluación Como en cualquier evaluación, hay que fijar una serie de objetivos:
problemas de lenguaje y, especialmente, de tartamudez (Bloodstein, 1995; Curlee y Siegel, 1997; Felsenfed et al., 2000). Además de esta recogida de información, pueden darse a los padres otros registros y cuestionarios que especifiquen otros datos: Valoración de la dificultad del tartamudeo, grado de preocupación de los padres. Registros de fluidez, en el que los padres anotarán por separado el tipo de habla que observan en el niño dependiendo de distintas situaciones y/o interlocutores. Cuestionarios de actitudes y sentimientos sobre las disfluencias del niño. Datos para recoger en la entrevista con los padres: Desarrollo general y lingüístico. Pautas evolutivas. Tipo de alteraciones en el habla. Conductas asociadas al habla, tensión, movimientos asociados. Tendencia del problema a aumentar o a disminuir en determinadas situaciones. La reacción de los padres, actitudes hacia las faltas de fluidez. Dinámica y relaciones familiares. Organización diaria. Pautas educativas y aplicación de la disciplina en casa. Antecedentes familiares de problemas de lenguaje y tartamudez. Historia escolar. Aspectos sociales-emocionales. Cuestionarios para el colegio Además de la información que aportan los padres, es conveniente conocer cómo aparecen las distluencias del niño en otros entornos, como el del colegio. Asi, podemos contactar con su profesor y pedirle información sobre el habla, la conducta y las actitudes del niño en el aula. Se le envía un cuestionario en el que puede responder a las preguntas sobre sus observaciones enel aula, sobre las reacciones que muestran los compañieros cuando aparecen las distluencias, y sobre otros aspectos importantes, como la adaptación escolar y social al entorno escolar del niño. Después de este primer acercamiento, es importante volver a contactar con el profesor e informarle de los resultados. Hay que tener en cuenta que el profesor puede ser un buen aliado en la terapia con el niño y debemos asegurarnos de trasmitirle dónde se encuentran las dificultades y buscar su colaboración como la mejor forma de ayudarle. Entrevista con el niño Como hemos dicho anteriormente, a partir de los 6 0 7 años, cuando su capacidad cognitiva lo permite, se puede realizar una entrevista con el niño adecuando el nivel de vocabulario y los términos que se utilizan para hablar de sus dificultades. En esta entrevista queremos obtener información sobre: Como se comunica el niño, cómo se siente y cómo valora su problema: qué le pasa, si se siente nervioso o con ansiedad, si antes de hablar piensa que se va a bloquear. Sus relaciones familiares, el colegio, los amigos y la interacción social y sus 8ustos e intereses.
Situaciones o personas con las que tiene mayor o menor dificultad para hablar y si utiliza recursos para hablar mejor. Conocer sus deseos con respecto al tratamiento ayuda a ajustar las expectativas que el niño tenga. Observación del niño Para observar el habla del niño se realizan unas actividades en las que se muestre espontáneo, y para ello se utiliza una sesión de juego. En ella observamos cómo se relaciona y el tipo de dificultades en el habla. Esta sesión se graba en video para poder observar después de forma más específica las dificultades en la expresión y las conductas asociadas. •Con niños pequeños se pueden explicar cuentos para que luego respondan a preguntas, hacer que hablen con los juguetes y, por último, se graba el niño con el padre y/o la madre en una situación también de juego, en la que se anotarán no sólo los tipos de errores del niño, sino también el tipo de interacción de los padres con el niño. Con niños mayores se realizan actividades de habla automática (decir los días de la semana, contar, etc.), repetición de frases, describir dibujos, lectura de un texto corto y fácil, monólogo (contar un cuento o una película), responder a preguntas directas, conversación con el terapeuta (con 10 minutos suele ser suficiente). Para comprobar la capacidad del niño para disminuir sus disfluencias se le pide que utilice un patrón de habla lenta y alargada y se observa el resultado. Igual que con los pequeños, se graba la interacción con la madre y/o el padre en una actividad de juego que realicen ambos en casa (Rustin y cols., 1996; Fernández- Zuñiga, 2005) (Ver recuadro 14).
de reducir el estrés del niño, ayudar al niño a aumentar su fluidez a través del aumento de la habilidad productiva del lenguaje o de la coordinación motora. Al niño le enseñan una forma de hablar más relajada, sin tensión. Asimismo, se identifican patrones en la familia que dificulten la fluidez y, con la ayuda del terapeuta, se trata de cambiarlos por patrones facilitadores.