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Un recorrido histórico sobre el desarrollo y evolución de la evaluación psicológica, desde sus orígenes hasta su consolidación como disciplina científica. Se abordan los principales hitos, personajes y corrientes de pensamiento que han marcado su rumbo, destacando la influencia de la tradición clásica, los avances en medicina y fisiología, el psicoanálisis y el análisis conductual, así como la importancia de la psicometría y la estandarización de las técnicas de evaluación. También se reflejan los debates y dilemas enfrentados por los profesionales a lo largo de su historia.
Tipo: Guías, Proyectos, Investigaciones
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11 de Febrero de 2022 Índice
In the beginning, there was psychological assessment. Indeed, much of the early foundation and identity of clinical psychology was dependent on assessment (Groth-Marnat, 1999). La Evaluación Psicológica es un proceso sistemático de recogida de información sobre el comportamiento y las características de una persona, o grupo de personas y su contexto. El ambiente y los contextos en los que se desenvuelven las personas, o los programas de intervención, son de interés para la Evaluación Psicológica en cuanto la acción humana está presente en ellos. Será la finalidad de la evaluación la que determine el tipo de información, las fuentes y los instrumentos que hay que utilizar para recogerla (Amador Campos, 1995).
En la época del imperio romano en Hispania sobresale la obra del filósofo Séneca (Córdoba 4 – Roma 65 d.C.) sobre el carácter moral y su relación con los modelos helénicos del temperamento. Se interesó especialmente en los efectos destructivos de la emocionalidad excesiva “pasiones”, defendiendo un estilo de vida basado en la moderación como vía a la felicidad. Años más tarde el gran orador Quintiliano (Calahorra 35 - Roma 95 d.C.) desarrolla en su obra enciclopédica, los fundamentos y técnicas de la oratoria y de la memoria, introduciendo el concepto de la mnemotecnia (retención de lo que se debe decir sin olvidarlo) y la psicagogia (el estudio de los aspectos emotivos del discurso); estas prácticas fueron utilizadas y desarrolladas por los filósofos y académicos, para valorar las capacidades de las personas en su oratoria (Albaladejo et al., 1998). En el 245 d.C. Liu Shao en su libro Ren Wu Zhi sintetiza pensamientos sobre la evaluación de la persona en la práctica cotidiana, describiendo sus métodos, observando su apariencia, comentarios y conductas, enfocadas en la observación de los individuos en diferentes situaciones, para buscar un patrón de conducta (Higgins y Sun, 2002).
trabajos históricos y enciclopédicos de la edad antigua. Dentro de sus principales aportaciones a la evaluación de la persona, remarca la importancia que da al ejercicio de la introspección, como método más adecuado para conocer y sanar el alma (Fear y Wood, 2016). Medio milenio transcurre, hasta que el hispanoárabe Averroes (Córdoba 1126 - Marrakech 1198) en sus tratados filosóficos relacionados con la ética y el conocimiento, especialmente en su tratado aristotélico “Peri Psykhes” (sobre el alma), vincula la percepción y las sensaciones, al pensamiento con la imaginación en el humano. Esto lo hizo ser uno de los pocos autores que abordó la filosofía aristotélica desde un punto de vista empírico, estipulando que la persona necesita de formación continua para la adquisición de conocimientos y aptitudes para destacar en sociedad. Sus aportaciones son relevantes por varias razones: la primera, por sugerir la idea de evaluar características psicológicas en las personas. La segunda, por aportar un enfoque sobre las diferencias individuales, y la tercera, por la promoción de taxonomías sobre variables personales. Sin embargo, muchas de sus obras fueron cuestionadas y prohibidas por la iglesia católica a finales del siglo XIII (Coccia et al., 2007). Los conocimientos de la edad antigua, mantenidos durante la edad media, tuvieron mucha aceptación y uso durante bastantes siglos de la historia de la humanidad en diferentes civilizaciones, tanto occidentales como orientales. Y a pesar de una clara ausencia de rigor estrictamente científico, estos formatos de evaluación fueron aceptados y llevados a la práctica durante muchos siglos más, y aún en la actualidad subsisten algunas aproximaciones a estas modalidades en diversas sociedades.
primera categoría, mientras que la mente, incluidos todos los pensamientos, deseos y voliciones pertenecen a la segunda (Gregory, 1995). Este dualismo cartesiano va a tener consecuencias históricas para la Psicología. A partir de este autor surgen dos mundos y dos objetos de investigación que les corresponde: Por una parte, el medio físico y corpóreo (el cuerpo) que deberá investigarse con métodos objetivos y cuantitativos, y, por otra parte, el mundo de la mente, que deberá estudiarse con un método subjetivo y cualitativo (Caparrós, 1976). Su pensamiento influyó posteriormente en los enfoques fenomenológicos y humanistas. John Locke (1632-1704), dentro de la doctrina filosófica del empirismo, quería refutar la idea de Descartes sobre las “ideas innatas”. Para Locke la fuente de las ideas es doble: por una parte, los sentidos, que nos proporcionan las ideas de los objetos externos (color, tacto, temperatura, etc.) y, por otra, la reflexión que nos proporciona las ideas que no proceden del exterior, sino de nuestro interior (conocimiento de las operaciones de nuestra mente, dentro de nosotros mismos, Caparrós, 1976) Lo que debe quedar claro, como comenta Caparrós (1976, p. 33) “es que Locke como todo empirista inglés atribuye a todo contenido mental -se llame como se llame- un origen extra mental, es decir, experiencial”.
promovido, dentro de algunas esferas aristocráticas y médico-académicas de renombre, para la valoración de personas con problemas mentales (Barona, 2005). Desde el punto de vista clínico, hay algunos autores que merecen ser destacados. Phillipe Pinel (1745-1826) publicó en 1801 su tratado médico-filosófico para la alienación mental, en el cual desarrolló una clasificación de pacientes con alteraciones mentales con características de melancolía, manía, mutismo o demencia. De la misma forma, su pupilo Jean-Ettiene Esquirol (1772-1840) psiquiatra francés, publica en 1805 su tesis “Las pasiones como causas, síntomas y medios para curar la locura” y escribe varios artículos sobre la situación de los enfermos mentales dentro de las instituciones (manicomios), describiendo las condiciones deplorables que padecían dentro de éstas. Ambos pensadores, resaltaron la importancia de los registros médicos y de los antecedentes familiares, utilizando el concepto de “clínica médica”, como la observación y análisis sistemático de los fenómenos perceptibles de la enfermedad (Bercherie, 1986). En el siglo XIX, se produjeron importantes cambios en el concepto de evaluación con la aplicación de la estadística a las ciencias sociales. Esta innovación estuvo asociada a grandes pensadores, principalmente reconocidos en el mundo anglosajón, como Adolphe Quetelet, Charles Darwin, Francis Galton y James Cattell. Adolphe Quetelet (1796-1874) fue uno de los fundadores de la aplicación de la estadística a variables biológicas y sociológicas, marcando los conceptos de distribución normal y medidas de tendencia central (Aragón Borja, 2015). Darwin, publicó “El origen de las especies” (1859), en la que marca la importancia de la variabilidad individual, no solo entre las especies sino intra-especies. Estas diferencias, tendrían un carácter adaptativo y de selección natural. En los humanos, esa capacidad de adaptación sería entendida como inteligencia, la cual presenta un componente hereditario relevante. Sus estudios tendrían un gran impacto en la sociedad y pensadores de la época, principalmente en aquellos que se dedicaban a la evaluación de las personas. En ese mismo período, otro científico de la época, Francis Galton (1822-1911), es considerado uno de los fundadores de la Evaluación Psicológica y del movimiento diferencialista. Desarrolló estrategias para evaluar las diferencias individuales a través de variables psicológicas. Impulsor de conceptos como la eugenesia, marca un gran hito con su obra “La herencia del genio” (1869) describiendo la inteligencia como una cualidad innata y genéticamente
investigaciones sobre la memoria (1885), es pionero en la evaluación con pruebas objetivas mediante aparatos, presentando estímulos para su evaluación en ambientes controlados. En 1889, Conrad Rieger (1855-1939) desarrolla una batería para evaluar los problemas derivados de lesiones cerebrales, incluyendo la evaluación de la memoria a corto-largo plazo y el reconocimiento visual. Estas pruebas carecían de estandarización y fueron rápidamente olvidadas (su aplicación íntegra ocasionalmente podía llegar a las 10 horas), sin embargo, su influencia es determinante en el curso de la Evaluación Psicológica (Gregory, 2004). El americano James McKeen Cattell (1861-1934) discípulo de Wundt y de Galton, emplea pruebas psicofísicas, del estilo de las desarrolladas por Galton, para evaluar la capacidad de los sujetos para identificar diversos estímulos físicos o realizar diversas funciones motoras. Acuña conceptos relevantes como el de “test mental” (Forns et al., 2004). En 1890, publica un artículo en la revista Mente titulado “Mental test and measurements” utilizando por primera vez en la literatura psicológica este término. Sus estudios sobre las capacidades intelectuales en estudiantes universitarios medían la discriminación sensorial y los tiempos de reacción. Entre sus principales aportaciones se encuentra el desarrollo y uso de instrumentos con pruebas objetivas, para medir variables psicológicas asociadas a las funciones sensoriales, perceptivas y motoras. Al igual que Galton, y Wundt, rechazó la valoración introspectiva defendiendo el uso de procedimientos objetivos. Ligthner Witmer (1867-1956) es conocido por ser el creador del término “psicología clínica” y el cofundador en 1896 de la primera clínica psicológica en los Estados Unidos. Destacó por no limitar el campo de la evaluación a la administración e interpretación de los test mentales, sino también por la inclusión de técnicas clínicas. Por otro lado, desde la perspectiva psicométrica, Karl Pearson (1857-1936) y Charles Spearman (1883-1945) proponen métodos correlacionales, que posibilitan, y favorecen, la construcción de instrumentos de evaluación. Dentro de este siglo de intensa innovación en el campo de la evaluación psicológica, Alfred Binet (1857-1911) hace aportaciones importantes sobre psicología experimental, evolutiva, social, educacional y diferencial. En 1889 funda en la Sorbona el primer laboratorio psicológico francés y la revista L’Anne de Psychologique (1895). Sus estudios se centraron especialmente en el concepto de la inteligencia, y la importancia de la atención en
el desarrollo intelectual, compartiendo con Galton la perspectiva sobre las diferencias individuales. Sin embargo, rechazó la idea de que la inteligencia sólo podría ser evaluada por procesos y tareas sensorio-motoras, incorporando el estudio de las funciones mentales complejas como la comprensión y el razonamiento. En 1899 el Ministerio de Educación Francés le instó a desarrollar una escala para evaluar a niños en edad escolar que discriminara entre aquellos que tenían problemas para continuar los estudios, de aquellos que podían seguir el proceso de formación, desarrollando así los términos “retraso mental” y “edad mental equivalente”. Estos conceptos estuvieron relacionados con clasificaciones de rango, dentro de una distribución (retrasado, normal y avanzado); así, también sus estudios dan apertura al desarrollo del concepto de Cociente de inteligencia, representado por relación entre la edad mental y la edad cronológica (Díaz, 2016). En 1905 desarrolla la primera escala de inteligencia. Esta primera escala será modificada entre 1908 y 1911 con su estrecho colaborador Théodore Simon (1872-1961). Posteriormente, esta escala marca un hito, al ser un instrumento internacionalmente utilizado, traducido y adaptado a diversas culturas con múltiples revisiones: en 1908 por Henry Goddard y en 1916 por Lewis Terman (Forns et al.,
y construcción de una gran base de datos psicológicos y demográficos en población comunitaria (Díaz, 2016). Aunque las necesidades de la primera guerra mundial dieron pie a un gran avance en el área de la Evaluación Psicológica, otros modelos clásicos como la fisiognomía no fueron abandonados del todo. Ernest Kretschmer (1888-1964) siguió fomentando el análisis de la morfología y los rasgos físicos asociándolos al temperamento, como forma de conocer el funcionamiento de la persona. En 1914 publica su tesis doctoral y posteriormente varios estudios entre ellos “Composición y Carácter” (1921), en el cual se desarrolla una clasificación biotipológica de características morfológicas y temperamentales (pícnico- ciclotímico, atlético-viscoso, leptosomático-esquizotímico), correspondientes a formas de actuar, pensar e incluso de pronosticar formas de enfermar. Dentro del mismo período, Rorschach (1884-1922) en 1921 publica su obra “Psychodiagnostik”, siendo uno de los primeros en desarrollar un test sistemático de la personalidad basado en la estructuración de respuestas sobre el contenido proporcionado en la interpretación de unas manchas de tinta (Forns et al., 2004). El Rorschach en España, fue utilizado por Mira en 1925 y por Lafora en 1930, y para inicios de esa misma década, ya se utilizaba en varios contextos clínicos. Estas pruebas ofrecían un mínimo de estructura y era la persona evaluada la que tenía que estructurar el contenido, proyectando sus características de personalidad. (Calonge y Calles, 2019). Mientras tanto, en los años 20 la Psicología empieza a tomar fuerza en España, especialmente en Barcelona y Madrid, potenciando el desarrollo de esta disciplina en la sociedad española antes de la guerra civil. El primer gran impulsor, fue Emilio Mira y López (1896-1964) representante de la escuela de Barcelona, miembro del laboratorio psicotécnico y director del instituto de orientación profesional de Barcelona, donde se realizaban investigaciones sobre las aptitudes para el trabajo, con un enfoque amplio midiendo también aptitudes psíquicas, psicomotrices y de la personalidad. Su gran versatilidad le lleva a organizar con gran proyección internacional los congresos de psicotecnia (en 1921 y 1930). Lamentablemente muchos de sus aportes a la disciplina, durante bastante tiempo fueron desestimados o no reconocidos en la historia de la Psicología de España por su afiliación política. Entre sus obras de mayor relevancia se encuentran “Psicología forense”,
“Psicología de la guerra” y el desarrollo del Test de diagnóstico Myokinético (PMK, 1939). El segundo gran promotor, fue José Germain (1897-1986), representante de la escuela de Madrid que contribuye, junto con Mira y López, a la aceptación de la Psicología en los ámbitos, escolares, sociales, y de investigación antes de la guerra civil (Carpintero, 2001). Sus principales aportes fueron la adaptación del test de inteligencia Stanford-Binet, y la creación de Test de guía vocacional de Madrid. Al principio de la década de los 30 Mira y López y Germain fundarían los laboratorios de psicología experimental y aplicada, tanto en el ámbito público como privado. Tal fue el desarrollo de la Psicología en España en aquella época, que para agosto de 1936 estaba programado el Congreso mundial de Psicología, evento que no llegó a realizarse por la guerra civil española (1936-1939). Este evento bélico, lleva a la Psicología en España a un retroceso, volviendo a ser considerada una ciencia del alma. Ignorando en gran parte las contribuciones previamente desarrolladas a principios del siglo, la disciplina vuelve a la fase de introspección religiosa, haciendo una oposición al conductismo por ser considerado demasiado materialista y carente de introspección (Calonge y Calles, 2019). Durante el período entre las dos guerras mundiales hay una gran elaboración de tests psicológicos, y se empiezan a ampliar los campos de aplicación más allá de la inteligencia, entre ellos la personalidad, la conducta social, y los intereses vocacionales. La Evaluación Psicológica vuelve a tener impacto en la parte clínica y se amplía a la parte empresarial, no siendo en ese momento imperativos los objetivos militares. Esta apertura a nuevos ámbitos y la fecunda etapa productiva, provocan un crecimiento en dos grandes áreas, la primera en los modelos psicométricos, y la segunda en la evolución de la evaluación clínica desde la perspectiva dinámica. El crecimiento del modelo psicométrico lleva a redefinir los conceptos de fiabilidad, validez y objetividad; se desarrolla el análisis factorial, y con ello el planteamiento de la existencia de estructuras o factores diferentes, tanto en el ámbito de la inteligencia como de la personalidad (Díaz, 2016). Los principales tests que se generaron en este periodo fueron el test de intereses vocacionales de Strong (1927), el test gestáltico de Bender (1932), el test de preferencias vocacionales de Kuder (1934), y la escala de inteligencia para adultos de Wechsler (1939). Por otro lado, la evaluación dinámica en el ámbito clínico se enfoca en los aspectos cualitativos, dando más importancia a la práctica clínica sobre los conocimientos generados en el ámbito académico; esto llevó a un recelo del
La Evaluación Psicológica experimenta un período de crisis. Esta crisis estuvo relacionada con la utilización de los test psicológicos como instrumentos que pueden disminuir o alterar las oportunidades de algunos colectivos, basándose en los resultados de pruebas como las de inteligencia. Este movimiento llegó incluso a prohibir el uso de este tipo de test, dentro del ámbito escolar por su potencial implicación discriminatoria en algunas demarcaciones de los EUA, y posteriormente prohibidos en el reclutamiento militar (Anastasi y Urbina, 1998). Así también, la Evaluación Psicológica presentó una crisis interna enfocada en la revisión de las garantías científicas y aspectos psicométricos de la medición. Fue una etapa de reflexión y reenfoque de los modelos tradicionales de evaluación. Se plantearon críticas al modelo psicométrico por tener escasa validez predictiva, y poca utilidad en la intervención clínica. La crítica a los modelos clínico-proyectivos enfrentaban el enfoque de predicción clínica vs. predicción estadística y una escasa validez de fiabilidad de la técnica. También se cuestionó la fiabilidad de los diagnósticos psiquiátricos por la baja fiabilidad y validez de los sistemas de clasificación de aquella época (Manual Diagnóstico y Estadístico de los Trastornos Mentales, DSM I en 1952 y la segunda versión, DSM-II, en 1968). Esta fue una época de la historia de la Evaluación Psicológica que planteó varios dilemas, relacionados con el uso y utilidad del psicodiagnóstico clínico frente a la predicción actuarial, el modelo correlacional frente al experimental, o la implicación de la herencia frente a los factores ambientales, que sirvieron para fundamentar y, desarrollar una perspectiva más crítica y profunda de la disciplina. En España, después de la guerra civil, gradualmente se fueron produciendo contribuciones en el área de la psicología, siendo José Germain (1897-1986) y José Mallart Cutó (1897-1989) unos de los principales pilares que contribuyeron a esa recuperación. Durante este período se creó en el CSIC (Consejo Superior de Investigaciones Científicas) el primer departamento de Psicología Experimental y la escuela de Psicología y Psicotécnica. El psicodiagnóstico ocupó dos campos diferentes: uno de uso clínico proyectivo y otro cercano a la medición psicológica psicométrica, para la orientación educativa y la selección vocacional y profesional. Posteriormente Mariano Yela (1921-1994), después de una formación en psicometría en Estados Unidos (1946-1948), juntamente con Germain colabora en el laboratorio de Psicología Experimental, al que posteriormente se incorporarían
relevantes científicos dentro de este campo como son Manuel Úbeda (1913-1999), José Luis Pinillos (1919-2013), Miquel Siguán (1918-2010), Francisco Secadas (1917-2012) y Mercedes Rodrigo (1891-1982), considerada la primera psicóloga española). Mariano Yela en 1952, se convierte en el primer secretario de la Sociedad Española de Psicología. En 1953 se funda la Escuela de Psicología y Psicotécnica, que durante casi veinte años supuso la única vía de formación en Psicología en España (Calonge y Calles, 2019; Carpintero, 2001). 4.4. Ascenso de la perspectiva conductual Aunque los orígenes de la corriente conductual los podemos remontar a los estudios de Pavlov en Rusia a finales del siglo XIX y principios del XX, y en los años 20 con los estudios de Watson en Estados Unidos, no fue hasta mediados de los 50 cuando varios investigadores pusieron los cimientos para el desarrollo del conductismo. El principio central de conductismo es que los procesos mentales, los pensamientos, los sentimientos y las intenciones no determinan lo que hacemos. “Nuestra conducta es producto de nuestro condicionamiento. Somos máquinas biológicas y no actuamos conscientemente; más bien reaccionamos a los estímulos (Gregory, 1995 p.206). Uno de estos autores fue Burrhus Frederic Skinner (1904-1990) con su obra “Ciencia y conducta humana” (1953), en la que perfeccionó la metodología del análisis de la conducta. Skinner buscaba las relaciones funcionales entre los aspectos de la conducta observable y los eventos ambientales que la controlan. Más tarde, en Sudáfrica Joseph Wolpe (1915-1997) publica “Psicoterapia por inhibición recíproca” (1958), enfatizando la técnica de desensibilización sistemática en el tratamiento de las fobias y el uso de la entrevista como técnica de evaluación psicológica. Y en 1960 Hans Eysenck (1916-1977) en el Reino Unido pública “Terapia de la conducta y neurosis”, tratando de explicar la conducta mal adaptada en su adquisición o eliminación por medio del condicionamiento clásico. Este enfoque aplicó principios del aprendizaje al tratamiento de conductas psicopatológicas, respondiendo en aquella época a las limitaciones que tenían los enfoques psicométricos y clínicos-proyectivos, así como los sistemas de diagnóstico psiquiátricos (DSM I y II). El nacimiento oficial de la evaluación conductual es en 1965 cuando Frederic Kanfer (1925-2002) y George Saslow (1906-2006) publican su artículo “Análisis conductual”. Más
en las técnicas de evaluación puramente conductual, y se considera que sus fundamentos están desfasados e incluso se oponen a otros modelos de evaluación psicológica. Se empieza a abrir paso la psicología cognitiva y crece el interés en una nueva y mejorada clasificación de los trastornos mentales, que se materializa con la publicación en 1980 del DSM-III, de su versión revisada (DSM-III-R, 1987) y posteriormente su cuarta versión en 1994 y la revisión en el año 2000 (DSM-IV y DSM-IV-TR). En España a finales de los 70 y principios de los 80, Rocío Fernández-Ballesteros, discípula de Pinillos y Romano, publica “Métodos en Evaluación Conductual” y un manual de “Evaluación Conductual: Metodología y Aplicaciones”, introduciendo el modelo del “análisis funcional” de Kanfer y Sanslow, como bandera para una nueva etapa de la Evaluación Psicológica en España. Mientras tanto, las técnicas proyectivas iban perdiendo adeptos y su uso cada vez fue más prudente. En 1981 se da la primera reunión de profesores de psicodiagnóstico en la Universidad Autónoma de Madrid (UAM) promovida por Fernández-Ballesteros, con el objetivo de tomar decisiones conjuntas sobre programas, metodología docente y denominación de la asignatura. Esta reunión fue el germen de una serie periódica de reuniones del profesorado de Evaluación Psicológica de las Facultades de Psicología de las universidades españolas y fue un hito importante en la búsqueda de la unidad de la disciplina, proponiendo contenidos formativos comunes y cambiando la denominación de Psicodiagnóstico por Evaluación Psicológica. Con ello se pretendía incorporar el enfoque conductual a la materia de evaluación. En 1983 se publica la Ley de Reforma Universitaria (B.O.E., 1/9/1983) y en 1984, por Real Decreto se crean las áreas de conocimiento y nace oficialmente Personalidad Evaluación y Tratamientos Psicológicos. Mientras tanto, el análisis conductual acapara la atención en la Evaluación Psicológica, y los métodos y técnicas proyectivas son considerados como instrumentos desfasados conceptual y metodológicamente. En 1984 se celebra el primer congreso de Evaluación Psicológica en Madrid, y en 1985 se crea la Sociedad Española de Evaluación Psicológica (SEEP) y la revista Evaluación Psicológica/Psychological Assessment; en 1990 se transforma en sociedad europea denominada European Association of Psychological Assessment (EAPA) y su revista en European Journal of Psychological Assessment. Este organismo desde entonces hasta la actualidad es un referente en la realización de congresos y reuniones científicas para los profesionales de la disciplina en Europa y en España (Calonge y Calles, 2019).
En la década de los 90 la mayoría de las publicaciones y manuales de la disciplina ya utilizan el concepto de evaluación psicológica, entendida como un proceso o procedimiento reglado, que tiene establecidas unas fases coincidentes con las del método científico, de tal manera que pueda ser replicado. En esta década aparecen los primeros manuales especializados por etapas evolutivas: infantil (Forns, 1993) y vejez (Fernández-Ballesteros, 1992). Así también, se produce la primera generación de psicólogos desvinculados de la sección de filosofía y educación. Para 1994 hay un cambio en los planes de estudio en la licenciatura de psicología y entran nuevas asignaturas más orientadas a la clínica. A final del milenio, se realiza una nueva reforma de los planes de estudio y se incorporan los programas para residentes en psicología clínica (PIR). La Evaluación Psicológica se hace más inclusiva, incorporando técnicas estadísticas a los análisis funcionales de la conducta, se amplían los campos de acción, sobre todo en el de la salud, y se incorporan enfoques de evaluación de diferentes corrientes. La contribución de la teoría del procesamiento de la información ayuda en la evaluación de los procesos de atención, percepción y memoria y de la inteligencia. A grandes rasgos, esta etapa supuso la apertura a varias áreas de estudio, desde el campo individual, pasando por la valoración de las relaciones de pareja, grupal, organizacional e incluso de valoración de los programas de intervención y prevención de enfermedades en salud mental. Se puede apreciar una síntesis global de la evolución de la evaluación de la persona a lo largo de la historia en la figura 1. Figura 1. Línea de tiempo de la evaluación de la persona