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La entrevista clínica es un proceso estructurado en etapas que permite al gerente de contratación evaluar el potencial personal y profesional de una persona. En este documento se detalla cada una de las etapas: preparación, rapport, desarrollo y cierre. La preparación incluye la lectura detallada de los registros y la creación de guías de preguntas, la observación durante el proceso y la recolección de información relevante. El rapport se refiere a la relación terapéutica que se crea entre el entrevistado y el entrevistador, facilitando la expresión fluida y la observación atenta. El desarrollo se centra en las preguntas directas y no directas, el motivo de consulta y el discurso libre. Finalmente, el cierre incluye preguntas a la persona entrevistada y la mantención de una actitud profesional.
Tipo: Resúmenes
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Se entiende por etapas de una entrevista a las diferentes partes del proceso de entrevista a través de las cuales el gerente de contratación evalúa tu potencial a nivel personal y profesional. La mayor parte de las entrevistas laborales están estructuradas de la misma forma y mediante cada una de ellas se orienta la conversación. Aquí no existen pasos definidos u obligatorios, sin embargo, la mayoría de estas intervenciones siguen un patrón similar que permiten enfocar la atención en los elementos relevantes. Las etapas de una entrevista clínica, son: INICIO: En relación a la preparación del proceso es importante que el profesional sanitario conozca de antemano los registros que va a utilizar. La mayoría de éstos, con los que nos encontraremos en la praxis asistencial (en formato cuestionario) identifican ítem o áreas hacia dónde dirigir la entrevista. Muchos son fruto de un proceso reflexivo y de adaptación que incorpora el modelo de referencia. Después de la construcción de su ítem, normalmente suelen ser validados por profesionales expertos y adaptados a la población a la que se dirigen. Antes de iniciar la entrevista se aconseja l eer detenidamente cada uno de los apartados e ítem que lo componen, y confeccionar guías de preguntas tanto abiertas como cerradas que abordarán las áreas o temas preestablecidos. La observación durante el proceso de entrevista es relevante y básica, la cual debe ir dirigida hacia aquellos parámetros de comunicación no verbal esenciales para posteriormente ser interpretados. Se aconseja diseñar parrillas de observación donde figuren los elementos o componentes a observar. Toda aquella información relevante que figure registrada en la Historia Clínica del paciente/cliente, se debe recoger durante esta fase preparatoria, para conocer la situación, y evitar además la duplicidad en las preguntas dirigidas al paciente/cliente que le provocan desconcierto y confusión.
Rapport proviene del francés rapporter, que significa «crear una relación». Cuando decimos que debemos generar rapport, nos referimos al puente que se crea mediante la empatía, gracias a la cual logramos ser realmente perceptivos con nuestros clientes o colegas, al mismo tiempo que construimos lazos duraderos. En la consulta, el rapport es la relación terapéutica que se mueve en el equilibrio entre la diferencia de los roles paciente - profesional y la meta común de colaborar para solucionar un problema. Por lo tanto, el rapport no es exactamente una capacidad del terapeuta ni una herramienta que se implementa de manera unilateral, sino algo que se genéra en la dinámica de interacciones con el paciente. Es algo que debe ser alimentado por ambas partes, pero para lo cual el psicólogo está especialmente preparado. Gracias a una mezcla de empatía y coherencia en lo que se expresa, un terapeuta puede disponer un marco de relación en el que el rapport surja de manera prácticamente espontánea. Dependiendo de los roles que tengan que adoptar las personas y de las metas a conseguir, la buena sintonía entre los agentes puede dar pie a varios tipos de rapport que se adapten a cada situación, aunque sus fundamentos siempre son los mismos. MEDIOS
Ivey, 2010, y otros autores, la denominan «técnicas de escucha» ya que su objetivo es transmitir al entrevistado que se le está prestando atención y entendiendo. MOTIVO DE CONSULTA El motivo de consulta en Psicología Clínica se refiere a una descripción de síntomas o problemas objetivos, que el paciente o alguien relacionado con él emite para solicitar asistencia psicológica (Martínez Farrero, 2006). La importancia de la demanda, y por ende del motivo de consulta, radica en que esta debe ser adecuada para que se comience el proceso de evaluación, llegando a condicionar el mismo (Fernández-Ballesteros, 2014; Martínez Farrero, 2006). La controversia surge al examinar si el motivo de consulta es un indicador fiable de un futuro diagnóstico o en cambio pudiera ser un distractor o variable contaminadora. De hecho, hay autores que diferencian entre motivo de consulta manifiesto y latente, sin que estos tengan por qué coincidir (p.ej. Martínez Farrero, 2006). Son escasos los estudios que examinan esta relación. Los datos sugieren que aquellos terapeutas más experimentados tienden a establecer diagnósticos menos coincidentes con el motivo de consulta referido, aunque éste provenga de otro profesional (Spaanjars, Groenier, van de Ven y Witteman, 2014). No obstante, Muñoz-Martínez y Novoa-Gómez (2012) plantearon que existe una clara relación entre el motivo de consulta y las hipótesis explicativas que formulaban los clínicos. Este dato se sitúa en contraposición al trabajo de Loebel et al. (1991), que concluyó sobre la poca relación entre el motivo de consulta y el diagnóstico final, salvo en los que eran muy generales (Trastornos de ansiedad o del estado de ánimo) y extremadamente específicos (p. ej. Demencias). A la luz del estado de la cuestión, clarificar el impacto e influencia del motivo de consulta sobre el proceso de evaluación y el diagnóstico final se considera interesante. DISCURSO LIBRE Durante los minutos que siguen a la queja principal, tu paciente debe tener la oportunidad de hablar con libertad acerca de las razones que lo llevaron a buscar tratamiento. Para facilitar la gama más amplia posible de información, permite
que fluya la historia sin explorar detalles ni interrumpir de alguna otra manera. A este flujo no dirigido de información se le llamará discurso libre, que se distingue del formato restringido de pregunta-respuesta de la siguiente parte de la entrevista. ¿Qué es el discurso libre? En términos sencillos, el discurso libre es sólo la oportunidad que tiene el paciente para expresar sus pensamientos sin restricciones ni dirección. “Discurso con un mínimo de estructura” es como algunos clínicos lo dirían. Los entrevistadores experimentados recomiendan este periodo (de 8 a 10 min de una sesión de una hora) de discurso libre por varias razones, algunas de las cuales son las mismas que para hacer preguntas abiertas: ● El discurso libre coloca al entrevistador como alguien que se interesa lo suficiente para escuchar las preocupaciones del paciente. ● Ofrece al paciente la oportunidad de organizar y explorar las razones para buscar tratamiento. ● Te da la oportunidad de saber qué es lo que predomina en la mente del paciente. ● Te permite conocer algunas particularidades de la personalidad del paciente. ● Sin las restricciones de tener que dirigir la conversación, puedes hacer observaciones acerca del estado de ánimo, la conducta y los procesos de pensamiento. ● Es más probable que se manifiesten los rasgos de carácter en una persona que habla de manera espontánea que en alguien que responde una serie de preguntas. ● Cuando el entrevistador comparte el control durante esta parte de la conversación, establece desde el principio la expectativa de que el paciente adopte un papel activo a lo largo de la terapia.
entrevista, pero con un paciente con experiencia, bien organizado y motivado para decir todo, podrías dedicar la entrevista completa al discurso libre escuchando la historia que se presenta en la misma forma en que la leerías en un libro de texto. La mayoría de los pacientes no son totalmente como la que mencionamos en el párrafo anterior. A veces, puedes escuchar sin mucha interrupción los primeros 5 o 10 min, pero no hay que seguir esta recomendación con demasiada rigidez. El tiempo que se dedica al discurso libre depende del tiempo total que se pueda dedicar a la entrevista y de lo que ya sepas sobre la historia del paciente. Como regla, debes permitir al paciente hablar con libertad mientras la información que proporciona parece importante y pertinente.