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Capìtulo completo sobre el estado del arte y el marco teorico con resumen de las hipotesis, resultados, etc.
Tipo: Apuntes
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La concreción del tema de esta tesis, sus objetivos, y su estructura global se han tratado en el capítulo anterior. A continuación, se caracteriza el mar- co teórico en el cual encaja el tema escogido, y para ello se profundiza en dos aspectos clave.
El primero, centrado en el modelo de referencia y los conceptos importantes de eficiencia de un mercado. Se concretan los indicadores de eficiencia y se justifican las hipótesis que, desde un punto de vista teórico, pueden formu- larse a priori, en cuánto al potencial de Internet para generar mercados más competitivos o eficientes.
En segundo lugar, se desarrollará un exhaustivo estado del arte en relación a los artículos, los autores, y las instituciones que han abordado el tema que es objeto de estudio. Dicho análisis, permite resumir el conocimiento y las conclusiones hasta ahora obtenidas, y encajar los resultados de este nuevo estudio dentro de este marco.
Finalmente, matizar que la estructura de Hipótesis de Investigación presen- tada en el capítulo 1, responde al conocimiento generado al realizar el esta- do del arte.
Según (Mazón y Pereira; 2001), los efectos del Comercio Electrónico en los precios al por menor pueden ser explicados por modelos de teoría económi- ca, basados en el Nivel y la Dispersión de precios. Proponen un marco teóri- co basado en tres modelos, que se concretan a continuación
(1) Modelos de búsqueda (2) Modelo de costes de cambio (3) Modelo de diferenciación de productos
El modelo se basa en la idea –que en su momento defendió (Kuttner; 1998)- que Internet ofrece al consumidor un entorno de información casi perfecta en cuanto a la búsqueda del mejor precio y demás características de un producto, entre otras características tales como la reducción de fric- ción y la eliminación de barreras geográficas, que generan un entorno agre- sivo de competencia de precios y márgenes descendentes (Núñez, Lisbona y Dans; 2001).
Tal y como se avanzaba en el capítulo 1, esta tendencia justifica la hipótesis de que en los mercados electrónicos la competencia tendrá lugar en forma de competencia de Bertrand, en la que las empresa s compiten por precios (Cassiman y Sieber; 2001).
Varios modelos económicos, como el de (Salop; 1979), argumentan que los precios pueden mantenerse por encima de los costes marginales tanto en cuanto es posible mantener un cierto nivel de costes de búsqueda. Por lo que respecta a los mercados Internet, (Bakos; 1997) experimentó el efecto de los bajos costes de búsqueda asociados a este canal, a través del modelo de ‘ciudad circular’ de Salop. Concluyó que, en caso de existir costes de búsqueda el precio se fijaba por encima de los costes marginales, pero si no existían los costes de búsqueda, los precios tendían a los costes marginales.
El modelo de Competencia de Bertrand al que se ha hecho referencia, for- maliza una visión extrema de la eficiencia de un mercado al imponer cinco condicionantes. Estos son:
neidad supone tendencias más suaves, e incluso resultados contradictorios, que deben explicarse a partir de la influencia de otros factores. Un buen ejemplo de ello lo aportan las subastas electrónicas de coches de segunda mano de Aucnet (Lee; 1998) en Japón.
La homogeneidad o no de un producto es un tema polémico. Un posiciona- miento extremo, nos llevaría a afirmar que la homogeneidad es práctica- mente inalcanzable. En adelante se valorará si esta asunción distorsiona en exceso o no los resultados. Lo cierto es que hay quién opina que en los mercados B2C (empresa a cliente final) de bienes de consumo deben consi- derarse como bienes heterogéneos (Schmitz y Latzer; 2001). Sin ser este un razonamiento destructivo respecto a los estudios que consideran los productos homogéneos, ciertamente aceptar cierto grado de heterogenei- dad puede explicar algunos resultados empíricos, en la línea limitar el grado de competitividad del mercado. Precisamente aquí, cabe tener en cuenta los modelos de costes de cambio y diferenciación de un producto que se co- mentan en los siguientes apartados.
(Bakos; 1997) afirma que en mercados homogéneos, el factor clave en pro de la eficiencia del mercado es la reducción de los costes de búsqueda del consumidor respecto al precio, en cambio, en mercados heterogéneos, son también relevantes los costes de búsqueda sobre la características y la cali- dad del producto.
Desde otro punto de vista y en términos generales, cabe afirmar que el análisis de la eficiencia de mercados puede aplicarse tanto a enfoques B2C (comercio entre empresas y cliente final), como B2B (comercio entre em- presas), si bien en estos últimos, pueden incluirse además de los tradiciona- les argumentos basados en las eficiencia del mercado, otros en base a posi- bles ganancias de eficiencia por reingeniería de los procesos productivos de la organización (Rodríguez y Marugán; 2001).
Concluir que este modelo aboga por una mayor competencia en los merca- dos Internet en tanto éste reduce los costes de búsqueda, y asume que los indicadores clásicos de medición de eficiencia de un mercado, tales como el Nivel, la Dispersión, la Variabilidad y la Elasticidad de precios, así lo deberí- an indicar.
Tras este tipo de modelo -del cual (Klemperer; 1995) es una referencia clá- sica-, hay la idea que el comprador que adquiere un producto o servicio, puede tener costes de cambio para realizar futuras compras en otro pro- veedor.
Por lo que respecta al Comercio Electrónico y a los mercados Internet, cabe contemplar la posibilidad que las empresas introduzcan estratégicamente costes de cambio para el consumidor, con la finalidad de aumentar la inefi- ciencia del mercado, y contrarrestar la tendencia a una mayor competitivi- dad que supone los menores costes de búsqueda.
Los servicios de información personalizada y de valor añadido que aplica Amazon en su tienda virtual suponen un ejemplo de este tipo de prácticas.
Este tipo de modelo induce a pensar en estrategias que puedan limitar la eficiencia de un mercado, y que pueden ser consideradas para explicar al- gunos de los resultados obtenidos por los estudios que conforman el estado del arte.
Se formalizan dos tipos de diferenciación de productos, la vertical y la hori- zontal.
La primera de ellas, la horizontal, ocurre cuando los consumidores eligen diferentes productos al escoger entre un conjunto de productos que tienen el mismo precio. Lógicamente, la distinta elección se debe a preferencias o gustos distintos de cada persona. El caso de los yogures, a menudo, es buen ejemplo de este tipo de diferenciación.
La segunda, la diferenciación vertical, ocurre cuando a igualdad de precios, los consumidores ordenan los productos en base a criterios de calidad, por decirlo de manera genérica.
Tiene que tenerse en cuenta que, con el actual grado de madurez del Co- mercio Electrónico, buena parte de los productos que se venden tienden a ser bastante homogéneos, por lo cual, en este canal, es fácilmente aplicable la diferenciación vertical, que induce al consumidor a sobrevalorar más un
(^12) Se refiere el término ‘Switching Cost’.
mediarios , de manera que permitan a los consumidores mayor facilidad para comparar los precios y las características de los productos ofertados por los vendedores.
Nótese que este último razonamiento expuesto por Bakos, va más allá del poder que se le atribuye a Internet de rebajar los costes de búsqueda en el sentido que el consumidor podrá consultar los precios y características de los productos rápidamente, visitando cada una de las tiendas virtuales. Su enfoque, tiene en cuenta el papel de empresas intermediarias que actúen como comparadores de precios, que tradicionalmente son llamadas Shop- bots. Combinando las dos posibilidades comentadas, se intuye un alto po- tencial de Internet de mejorar la información por lo que al consumidor se refiere.
Si bien en un principio, el papel de los Shopbots parecía determinante, es- tudios posteriores limitan su influencia. Por ejemplo, (Ellison y Ellison;
En relación a lo anterior cabe comentar el estudio de (Baye y Morgan;
(Kephart y Greenwald; 1998) constatan que los Shopbots pueden influir en la competencia en mercados electrónicos. Formalizan un modelo en el que las empresas fijan los precios de manera aleatoria, con el fin de determinar qué consumidores utilizan los comparadores de precios y cuales no. Al cabo de un tiempo las empresas desarrollan dos políticas de precios distintas, unas dirigidas a los consumidores bien informados con precios bajos (aque- llos que utilizan los comparadores de precio), y otra dirigida a los consumi- dores mal informados con precios más altos (para aquellos que no utilizan los comparadores).
Otra fuente de información para el consumidor es la publicidad. Según (Clay, Krishnan y Wolf; 2001) es habitual la existencia de una segunda hipótesis que relaciona los precios y la publicidad, en el sentido que los precios (y la dispersión) de los productos más publicitados son inferiores respecto a los del resto de los productos. Fíjese que en este caso, se asume que el consumidor está mejor informado de un subconjunto del global de productos, fijado un mercado en concreto.
Tras las dos hipótesis formuladas está la idea que el consumidor tenga más o menos información. Con independencia de esto, debe notarse que la pri- mera hipótesis favorece idear estudios capaces de comparar los precios en Internet y los precios del mercado Convencional, en pro de contrastar que Internet pueda suponer costes de búsqueda más bajos, que mejoren la in- formación del consumidor, y que en consecuencia, supongan precios más bajos. En cambio, la segunda hipótesis, favorece el estudio del comporta- miento interno del mercado electrónico, más allá de si esto mismo ocurre o no en el mercado Convencional.
Finalmente, (Bakos; 1997) apunta una tercera hipótesis desde el punto de vista de los vendedores, en el sentido que el precio debería bajar en la medida en que éstos puedan acceder a costes de estructura más bajos , gracias a las características de los mercados electrónicos y a la alta competitividad que pueden suponer.
Hay dispersión de precios cuando se venden productos funcionalmente idén- ticos a distintos precios.
(Stigler; 1961) ofrece una significativa visión de la dispersión de precios, al afirmar que “ la dispersión de precios es una manifestación y una medida de la ignorancia del mercado”.
Tradicionalmente, lo economistas han explicado la dispersión de precios en base a tres variables: Los costes de búsqueda, las asimetrías de informa- ción de los consumidores y la heterogeneidad de los productos. No hay du- da que tras estas variables está la idea expresada por Stigler.
Considérense hipotéticamente, un mercado que responda con exactitud a los condicionantes del Modelo de Bertrand de competencia de precios. En
todos los consumidores bien informados y una parte de los peor infor- mados.
Ambos enfoques tienen en común que asumen que los consumidores están imperfectamente informados, que los costes de búsqueda son bajos, y que las tiendas fijaran los precios en la medida en que puedan aprovechar la imperfección del mercado.
La variabilidad se refiere a la frecuencia de cambio de precios y la magnitud en que éstos varían, y va estrechamente asociada al concepto de c ostes de menú ( menu cost ). Fundamentalmente los costes de menú vienen determi- nados por los costes asociados al proceso de re-etiquetado de los productos a realizar cuando se decide cambiar los precios.
Los Costes de Menú han sido analizados a nivel macroeconómico por su po- tencial efecto en los ciclos económicos, (Sheshinski y Weis; 1993) entre otros. (Levy y otros; 1997) demuestran que éstos pueden ser bastante al- tos en algunos casos 14 , y afirman que “ incluso bajos costes de menú pueden ser suficientes para generar rigidezes sustanciales y largos ciclos económi- cos”.
En un mercado eficiente, el ajuste de precios debería ser muy sensible a variaciones en la estructura de costes del vendedor, afectando rápidamente al Precio Final, en la medida en que cambiar y ajustar los precios no signifi- cara costes superiores a las variaciones percibidas.
Bajo este punto de vista, se establece la hipótesis que los mercados elec- trónicos, al ofrecer un entorno con menores costes de menú 15 , debe- rían implicar una mayor Variabilidad de precios, es decir, un mayor Número de cambios con una menor Magnitud de cambio.
La elasticidad es otro de los indicadores relacionados con la eficiencia del mercado. Mide cuan sensible es la demanda de los consumidores ante va-
(^14) Calcula en supermercados unos costes medios de $0,52 por cambio, $105.877 por tienda, 15 y porcentaje promedio de 35,2% de los márgenes netos. Cambiar los precios en un mercado electrónico puede ser tan sencillo como cambiar el precio en una base de datos.
riaciones de precio. Se vincula necesariamente con los costes de búsqueda del consumidor, y con los costes de cambio del consumidor hacia otros ven- dedores o productos sustitutivos. De hecho, menores costes de búsqueda favorecen una mayor elasticidad, así como menores costes de cambio. En consecuencia, puede formularse la hipótesis que los mercados electró- nicos tienden a aumentar la elasticidad del consumidor respecto a variaciones en los precios , en coherencia con una mayor eficiencia del mercado.
La elasticidad es un indicador complejo. Ello justifica que su interpretación difiera según se analice en mercados de productos homogéneos o en mer- cados de productos heterogéneos. En estos últimos, (Smith, Bailey y Bryn- jolfsson; 1999) enumeran algunos factores que podrían frenar o suavizar la tendencia a una mayor eficiencia del mercado, y contrarrestar al menos parcialmente, la tendencia a una mayor elasticidad. Incluso plantean la po- sibilidad que en los mercados electrónicos de productos diferenciados, la elasticidad sea inferior a la de los mercados convencionales. Dos razones les inducen a pensar esto:
En consecuencia, según mostrarán los estudios empíricos que se comenta- rán más adelante, parece poco afortunado reducir el comportamiento de la elasticidad únicamente al comportamiento de los precios, por lo que se re- fiere a productos diferenciados. En esta línea se posicionan (Lynch y Ariely; 2000), al constatar que los clientes tienden a fijarse en el precio en la me- dida en que hay poca información para diferenciar productos.
Presentadas las hipótesis teóricas, comentar que en el siguiente apartado se resumirán los resultados empíricos que reflejan los estudios hasta ahora realizados al contrastarlas. Por ahora puede avanzarse que su confirmación no resulta evidente, puesto que en algunos casos éstas se confirman y en otros se contradicen. Respecto a los indicadores Nivel de Precios y la Varia- bilidad se intuye una tendencia a mostrar una mayor eficiencia. En el caso de la elasticidad no se observa ninguna tendencia clara, si bien se ha cons- tatado algún caso que confirma la hipótesis de mayor eficiencia. Finalmente, comentar que la dispersión muestra un comportamiento generalmente con- trario a las hipótesis de eficiencia.
En términos generales, es en Estados Unidos donde la evolución de Inter- net, y en consecuencia, la consolidación y madurez de mercados electróni- cos, se encuentra en una fase de mayor desarrollo. En paralelo, es en el ámbito estadounidense y en el conjunto de universidades y/o instituciones americanas donde pueden encontrarse estudios que analizan la eficiencia de los nuevos mercados Internet.
Por su parte, en Europa, salvo en los países nórdicos^17 , y alguna puntual excepción, el desarrollo de Internet y la consolidación de mercados Inter- net, sufre un retardo^18 con respecto al caso de los Estados Unidos. Y Lógi- camente, el número de estudios referidos al ámbito europeo es menor.
De acuerdo con dicha evidencia, se estructura el estado del arte en dos apartados, uno dedicado al caso de los estudios relativos al ámbito esta- dounidense, y el otro referido al europeo.
En este caso ya existe un número significativo de estudios centrados en contrastar las hipótesis planteadas en el anterior apartado.
(^17) El Information Society Index (ISI) que publica IDC, establece un ranking de consolidación de la Sociedad de la información. En el año 2004, los siete primeros fueron: Dinamarca, Suecia, Estados Unidos, Suiza, Canadá, Holanda, Finlandia. Ni Francia, ni Alemania, ni Es- 18 paña están entre los diez primeros. (http://www.idc.com/groups/isi/main.html) Una constatación de esta situación la expresan los indicadores de penetración de las Tec- nologías de la información resumidas en la ficha “II.II Penetración de la nueva economía a escala mundial de N-economia” (www.n-economia.com). La ficha está basada en datos de EITO 2004, ITU 2003, Nielsen-NetRatings 2004, VISA 2002 y Master Card 2002.
La revisión se organizará ordenando cronológicamente los estudios, y clasi- ficándolos por separado según los indicadores de la eficiencia de mercado. Esta estructura, además de mostrar las evidencias empíricas de cada indi- cador, facilitará captar tendencias en los resultados; una información impor- tante en pro de intuir futuros resultados, o bien permitir explicar otros de anteriores, que en su momento pudieron haber sorprendido.
Dado que los estudios pueden centrarse en productos básicamente homo- géneos o en productos más bien heterogéneos, ha parecido oportuno crear dos líneas arguméntales. Así se espera favorecer el análisis de las tenden- cias de resultados.
En coherencia con el orden seguido hasta ahora, primero se resumirán los estudios centrados en el Nivel Precio , y luego los basados en la Dispersión, la Variabilidad y la Elasticidad de los precios.
En relación a los productos homogéneos, (Bailey; 1998a y 1998b) realiza una primera aproximación. En su tesis doctoral y en un artículo posterior relacionado con ésta, describe un estudio comparativo de precios de libros, CDs, y software vendidos durante los años 1996 y 1997. Bailey encontró mayores precios en Internet, resultado contradictorio con el teóricamente esperado, el cual justificó por la inmadurez de los mercados electrónicos.
(Brynjolfsson y Smith; 2000a) realizaron otro estudio comparativo, en este caso centrado sólo en libros y CDs. Analizaron los precios durante un perio- do de 15 meses, entre 1998 y 1999. Los resultados obtenidos muestran un cambio de tendencia respecto a los de Bailey, al constatar que un producto resultaba entre un 9% y un 16% más barato en Internet, según se contabi- lizarán o no, costes de shopping , costes de envío, y impuestos locales.
Ambos estudios siguen metodologías parecidas, aunque difieren en el ámbi- to geográfico tratado, en el espacio temporal contemplado, y en otros facto- res de menor importancia. En consecuencia, los resultados deben compara- se con cautela, lo que no impide pensar que una mayor madurez del mer- cado electrónico explicaría el cambio de tendencia (en consonancia con la explicación utilizada por Bailey para explicar sus resultados).
(Brwon y Goolsbee; 2000) aportan un estudio sobre precios de pólizas de vida temporales, llamadas Temp Life Insurance. En contra de lo que uno
cierta similitud entre ambos tipos de precios, lo que está lejos de validar una mayor eficiencia del mercado online.
Básicamente el mismo equipo de investigadores, (Clay, Krishnan y Wolf; 2001), realizaron un segundo estudio centrado en el mercado Online de li- bros, aunque no orientado a comparar precios. El objeto de estudio era ana- lizar la evolución de los precios y su dispersión en el periodo comprendido entre agosto del 1999 y enero del 2000. Con respecto al nivel de precios se contrastaron dos hipótesis. La primera, que expresaba la idea que existiría una tendencia a la baja del precio de los libros durante los seis meses de estudio , debido a la creencia que el uso creciente de Internet implicaría una mayor competitividad, no se confirmó. Los precios se mostraros estables en el periodo de estudio. La segunda hipótesis, que sí se conformó, argumen- taba que los libros con mayor publicidad o más vendidos en un momento dado, fueran más baratos que el resto. Los libros más baratos resultaron ser los bestsellers del New York Times (más conocidos), los más caros los seleccionados al azar (menos conocidos), y a medio camino, antiguos best- sellers (medio conocidos). Los autores argumentan que el descenso de pre- cios esperado, o bien ya se ha producido o está por venir.
De cualquier modo, cabe decir que para el objeto de este estudio, sus resul- tados deben relativizarse debido al enfoque utilizado. Por ejemplo, si hubie- ran aumentado los precios del mercado Convencional durante el mismo es- pacio temporal, podría afirmarse que, comparativamente la tendencia del mercado online era de precios más baratos respecto al convencional. Por otro lado, parece que el período de análisis en busca de tendencias es más bien corto, en especial, teniendo en cuenta la inmadurez del mercado Onli- ne, entre otros fenómenos que pudieran considerarse.
Pueden citarse otros estudios que abordan comparativas de precio entre mercados electrónicos y mercados tradicionales, pero centrados en produc- tos más heterogéneos. He aquí los casos más significativos:
(Lee; 1998) comparó los precios de coches de segunda mano, en el periodo comprendido entre los años 1986 y 1995. El estudio centra su atención en el mercado japonés de autos usados, sector que presenta un sistema de valor un tanto particular. Los clientes finales compran los coches usados a distribuidores autorizados para ello, ya que la compra-venta directa es compleja y se ve dificultada por numerosas regulaciones. Los distribuidores satisfacen la demanda de sus clientes comprando los coches en un mercado de subastas de autos usados. El estudio compara los precios fijados en las
subastas tradicionales a lo largo y ancho del país, con los precios de las su- bastas electrónicas de la empresa llamada Aucnet. Los resultados mostra- ron un mayor precio de las subastas electrónicas, además de una tendencia en pro de acentuar esta diferencia.
Considerando los años objeto de estudio, podría pensarse que los resultados son coherentes con el encontrado por Bailey en 1998, tanto en cuanto se deban a la inmadurez del mercado. Pero en este caso cabe añadir dos mati- zaciones importantes. La primera, incide en la problemática de comparar precios fijados con métodos distintos, es decir, no son directamente compa- rables mercados de comercios que vende a un precio fijo, que mercados que fijan el precio bajo subasta 19. En segundo lugar, cabe aclarar que el producto no es tan homogéneo como pueda parecer a priori. AUCNET aplica a los coches que vende una exhaustiva revisión técnica, que evalúa su nivel de calidad y que impide vender los que no superan un mínimo. En conse- cuencia, los coches vendidos en las subastas electrónicas son más nuevos y de mayor calidad, a diferencia de lo que ocurre en las subastas tradiciona- les. Estas razones, expuestas en el artículo, favorecen la diferencia de pre- cios encontrada y sitúan este estudio en un contexto un tanto particular.
(Scott, Zettelmeyer y Silva; 2001) confirman la hipótesis que los mercados electrónicos supone precios más bajos. Su estudio se centra en los efectos que supone la aparición de los llamados ‘Internet Car Referral Services’ (ICRS), tales como Autoweb.com, Autobuytel.com y Carpoint.com. Estas empresas ofrecen por Internet, un servicio de alto valor informativo (infor- mación específica muy detallada de cada auto), capacidad de comparación de automóviles, y gestión del ciclo de compra en relación con los distribui- dores. Es importante comprender la necesidad de asociarse con algunos distribuidores, dado que las regulaciones del mercado estadounidense otor- gan la exclusiva de venta de automóviles al consumidor a una red distribui- dores autorizados. Consecuentemente, la capacidad de negociación de un ICRS ante los distribuidores es mayor que la de un consumidor cualquiera, y este proceso influye notablemente en facilitar una disminución del precio.
Se constata que la aparición de los ICRS provocó un cambio de comporta- miento del mercado, puesto que éste pasó a ofrecer precios más baratos a los que accedían vía Internet. Los resultados muestran que, en promedio, los clientes que adquieren vehículos a través de los ICRS pagan un 2% me-
(^19) (Cassiman y Sieber; 2001) argumentan que los precios en subastas son normalmente más altos, debido a que es el cliente con mayor disponibilidad quién obtiene el producto.
La tabla 2.2 muestra el resumen de los estudios que se han comentado.
Recuérdese la relación entre ‘dispersión-costes de búsqueda’ y ‘dispersión- perfección de la información’ que se planteaba en el marco teórico. Un mer- cado más eficiente supone al cliente menores costes de búsqueda, lo cual a su vez, implica una mayor y mejor información del conjunto de la oferta, y consecuentemente, una mayor facilidad para encontrar el vendedor que ofrezca el producto más barato y adecuado. Esta secuencia, dentro de los condicionantes del Modelo de Bertrand , implica una reducción de la disper- sión.
Internet, a priori, parece reducir los costes de búsqueda, y parece un medio útil para mejorar la información que el cliente pueda tener de un mercado. Pero para que esto sea cierto, es relevante que el cliente que compra por Internet, perciba que la información encontrada es útil y confiable. Por ello es fundamental el modo en como se transmite esta información, es decir, la existencia de comerciales online, o bien de sistemas de promoción y aten- ción avanzados que generen confianza y credibilidad. Tanto en cuanto la información sea accesible y confiable, debería aumentar la eficiencia del mercado, y en concreto, disminuir la dispersión.
Dicho esto, cabe decir que hasta el momento actual los estudios empíricos no parecen confirmar los resultados esperados, más bien al contrario. En los mercados electrónicos, la dispersión de precios parece ser igual o incluso mayor, tal y como se deduce de las evidencias empíricas que muestran los siguientes estudios.
(Bailey; 1998a y 1998b) constata una dispersión no inferior en Internet respecto al mercado Convencional.
(Brynjolfsson y Smith; 2000a) llegan a la misma conclusión, y cuantifican la dispersión en los precios de los libros en un 33% (en promedio, y de hasta un 50% de diferencia en los casos más extremos), y en un 25% en el caso de los CD (también en promedio).
(^20) El estudio no compara precios, sino que constata una disminución del precio en el marca- do convencional por la existencia en Internet de Webs comparativas de precios.
Ambos estudios centran su interés en productos homogéneos y la hipótesis inicial no se ve confirmada empíricamente. En estos casos, y según los au- tores, la inmadurez del mercado, el efecto marca, y otros factores relacio- nados con la diferenciación del producto explicarían estos resultados.
La dispersión también es tratada en el estudio de (Brwon y Goolsbee; 2000) sobre las transformaciones que supone la aparición de webs comparativas de precios en el mercado Convencional de pólizas de vida temporales ( Temp Life Insurance ). La evidencia empírica muestra un incremento de la disper- sión de precios acorde con la aparición inicial de comparadores de precios, si bien ésta baja cuando el conjunto de usuarios de las webs alcanza una proporción del 5%. Así pues, la dispersión baja cuando hay un grupo de usuarios suficientemente grande con costes de búsqueda prácticamente in- existentes (en este caso, los usuarios de las webs que comparan precios).
Centrándose en el mercado de libros, el análisis comparativo de precios rea- lizado por (Clay, Krishnan, Wolff y Fernández; 2000) supone un paso más en el estudio de la dispersión, según el enfoque de (Bailey; 1998a) y (Bryn- jolfsson y Smith; 2000a), los cuales habían apuntado a la diferenciación del producto como explicación probable de la alta dispersión que encontraron. En consecuencia, incluyen una hipótesis para validar la posible vinculación entre una alta dispersión y las estrategias de diferenciación del producto que los minoristas pudieran idear para evitar la convergencia de precios. Tal y como habían previsto sus autores, se constata una alta dispersión online, sin detectarse convergencia de precios. Finalmente, las regresiones realiza- das no permiten establecer una clara relación entre los precios y los atribu- tos diferenciales de los productos (programas de fidelización, mayor infor- mación, etc.).
(Pan y otros; 2001) si lograron relacionar la alta dispersión con políticas de diferenciación del producto. Su estudio manipula 6739 precios de 581 pro- ductos (libros, CDs, ordenadores,..) ofrecidos en 105 tiendas virtuales. Identifica las características de heterogeneidad de los vendedores (facilidad de compra, confianza en la empresa, información sobre el producto, envío y política de precios), y en base a ellas define tres ‘clusters’ de vendedores. En todos ellos encuentra una alta dispersión de precios, y las regresiones determinan una relación entre los precios que aplican los vendedores y las características que ofrecen.
(Clay, Krishnan y Wolf; 2001) realizan otra investigación, un año después de la comentada anteriormente. En este caso intentan verificar si la disper-