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Es un documento de una charla, Apuntes de Psicología

es un documento de una charla sobre un libro que nuestro profe nos pidio

Tipo: Apuntes

2023/2024

Subido el 30/06/2025

johu-suarez
johu-suarez 🇪🇨

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INTEGRANTE 1: Sebastián Fauré afirma que, si Dios es inmutable, no pudo haber
creado, porque “crear” implicaría un cambio: pasar de no querer a querer, de no hacer a
hacer. Pero este argumento comete un error de categoría: aplica conceptos psicológicos y
temporales
Desde la física, como explica la teoría de la relatividad, el tiempo mismo nace con el
universo. No tiene sentido hablar de un “antes” del universo en sentido cronológico
(Hawking, 1988). Así, Dios no existe en el tiempo, y su acto creador no implica un
“cambio” previo, sino que su voluntad de crear es eterna y no sucesiva.
En filosofía, Aristóteles enseña que Dios es acto puro, sin potencialidad. El cambio requiere
pasar de potencia a acto, pero Dios ya es plenamente actual, sin carencia ni transición.
Crear no lo altera, sino que manifiesta su plenitud sin modificación interna.
La Biblia respalda esta idea con claridad. En Malaquías 3:6, Dios declara: “Porque yo,
Jehová, no cambio”. Hebreos 6:17-18 reafirma que sus promesas son inmutables, y
Santiago 1:17 dice que en Él “no hay mudanza ni sombra de variación”. Finalmente, el
Salmo 102:27 contrasta el cambio del mundo con la permanencia de Dios: “Pero tú eres el
mismo, y tus años no se acabarán”.
En resumen, la creación no contradice la inmutabilidad de Dios, sino que la presupone.
Dios no “empieza” a crear: Él crea eternamente, como causa suficiente, sin transición ni
mutación. El error de Fauré es confundir la temporalidad del efecto con la eternidad de la
causa.
Por tanto, Dios es inmutable y, sin embargo, pudo haber creado. No porque cambie, sino
porque su voluntad eterna es causa del tiempo, del cambio y del universo mismo, sin
cambiar Él en absoluto.
INTEGRANTE 2: Estoy en contra de la afirmación “El Ser inmutable no pudo haber
creado”. Sostengo que la inmutabilidad de Dios no se ve afectada por el acto de crear, ya
que Dios, en su perfección absoluta, no cambia al obrar, pues su voluntad creativa es eterna
y no está sujeta al tiempo ni a procesos como en los seres humanos.
Aunque Faure plantea argumentos racionales para negar la existencia de Dios, su postura se
basa en una concepción limitada de lo divino, centrada en la lógica humana y la percepción
sensorial. Una teoría contraria, desde el teísmo filosófico, sostiene que la existencia de
Dios no depende de la observación empírica directa, sino de principios metafísicos que
trascienden lo observable. El argumento cosmológico, por ejemplo, afirma que todo lo que
comienza a existir tiene una causa; el universo comenzó a existir, por lo tanto, debe tener
una causa fuera de sí mismo, a la que se denomina Dios.
Además, el argumento moral sostiene que si existen valores morales objetivos como el
bien, la justicia o la dignidad humana debe haber una fuente trascendente que los
fundamente. La existencia de una conciencia moral universal en diversas culturas apunta
hacia un origen absoluto y no meramente humano. Esta fuente es, para muchos filósofos, la
manifestación de una inteligencia superior. Por tanto, la ausencia de pruebas empíricas
no equivale a la inexistencia, sino a una limitación del método. La fe y la razón pueden
coexistir como vías complementarias para conocer una realidad que trasciende lo físico.
INTEGRANTE 3: Tomás de Aquino sostiene que Dios es actus purus (acto puro), sin
potencialidades no realizadas. Su voluntad de crear no surge en el tiempo, sino que es
eterna e inmutable. La creación no implica un cambio en Dios, sino un efecto en lo creado.
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INTEGRANTE 1: Sebastián Fauré afirma que, si Dios es inmutable, no pudo haber creado, porque “crear” implicaría un cambio: pasar de no querer a querer, de no hacer a hacer. Pero este argumento comete un error de categoría: aplica conceptos psicológicos y temporales Desde la física, como explica la teoría de la relatividad, el tiempo mismo nace con el universo. No tiene sentido hablar de un “antes” del universo en sentido cronológico (Hawking, 1988). Así, Dios no existe en el tiempo, y su acto creador no implica un “cambio” previo, sino que su voluntad de crear es eterna y no sucesiva. En filosofía, Aristóteles enseña que Dios es acto puro, sin potencialidad. El cambio requiere pasar de potencia a acto, pero Dios ya es plenamente actual, sin carencia ni transición. Crear no lo altera, sino que manifiesta su plenitud sin modificación interna. La Biblia respalda esta idea con claridad. En Malaquías 3:6, Dios declara: “Porque yo, Jehová, no cambio”. Hebreos 6:17-18 reafirma que sus promesas son inmutables, y Santiago 1:17 dice que en Él “no hay mudanza ni sombra de variación”. Finalmente, el Salmo 102:27 contrasta el cambio del mundo con la permanencia de Dios: “Pero tú eres el mismo, y tus años no se acabarán”. En resumen, la creación no contradice la inmutabilidad de Dios, sino que la presupone. Dios no “empieza” a crear: Él crea eternamente, como causa suficiente, sin transición ni mutación. El error de Fauré es confundir la temporalidad del efecto con la eternidad de la causa. Por tanto, Dios es inmutable y, sin embargo, pudo haber creado. No porque cambie, sino porque su voluntad eterna es causa del tiempo, del cambio y del universo mismo, sin cambiar Él en absoluto. INTEGRANTE 2 : Estoy en contra de la afirmación “El Ser inmutable no pudo haber creado”. Sostengo que la inmutabilidad de Dios no se ve afectada por el acto de crear, ya que Dios, en su perfección absoluta, no cambia al obrar, pues su voluntad creativa es eterna y no está sujeta al tiempo ni a procesos como en los seres humanos. Aunque Faure plantea argumentos racionales para negar la existencia de Dios, su postura se basa en una concepción limitada de lo divino, centrada en la lógica humana y la percepción sensorial. Una teoría contraria, desde el teísmo filosófico, sostiene que la existencia de Dios no depende de la observación empírica directa, sino de principios metafísicos que trascienden lo observable. El argumento cosmológico , por ejemplo, afirma que todo lo que comienza a existir tiene una causa; el universo comenzó a existir, por lo tanto, debe tener una causa fuera de sí mismo, a la que se denomina Dios. Además, el argumento moral sostiene que si existen valores morales objetivos —como el bien, la justicia o la dignidad humana— debe haber una fuente trascendente que los fundamente. La existencia de una conciencia moral universal en diversas culturas apunta hacia un origen absoluto y no meramente humano. Esta fuente es, para muchos filósofos, la manifestación de una inteligencia superior. Por tanto, la ausencia de pruebas empíricas no equivale a la inexistencia , sino a una limitación del método. La fe y la razón pueden coexistir como vías complementarias para conocer una realidad que trasciende lo físico. INTEGRANTE 3: Tomás de Aquino sostiene que Dios es actus purus (acto puro), sin potencialidades no realizadas. Su voluntad de crear no surge en el tiempo, sino que es eterna e inmutable. La creación no implica un cambio en Dios, sino un efecto en lo creado.

Dios causa la existencia del universo sin alterarse. En Dios no hay “antes” ni “después”, porque no está sujeto al tiempo. El tiempo comienza con la creación misma. En la cosmología cuántica, se acepta que una causa puede existir fuera del tiempo y producir efectos temporales. El modelo Hartle-Hawking del universo propone que el tiempo mismo comenzó con el Big Bang, por lo que no hay un “antes” temporal. Esto implica que la causa del universo no necesita estar en el tiempo. Puede ser una causa atemporal, como lo sería Dios en la teología clásica. INTEGRANTE 4: Sébastien Faure argumenta que un ser inmutable no puede haber creado el mundo, porque crear implica cambio: primero no hay creación, luego sí. Además, el deseo de crear supondría una transformación en Dios, lo que contradice su inmutabilidad. Sin embargo, la teología clásica afirma que Dios es eterno y está fuera del tiempo. Su voluntad de crear es constante, no tiene un antes ni un después. No es que un día decidió hacer el mundo, sino que siempre ha tenido esa voluntad. Bueno para entenderlo mejor el sol: siempre brilla, pero nosotros lo vemos salir y ponerse porque la Tierra gira. Dios no cambia, pero nuestra percepción de su acción sí. Además, crear no implica transformación. Un pintor puede hacer una obra sin dejar de ser quien es. Así, Dios puede crear sin cambiar su esencia, aunque Faure plantea una contradicción, muchos sostienen que un ser inmutable sí puede crear si entendemos su voluntad como eterna e independiente del tiempo.