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Feminicidio en México: Un Análisis del Contexto Social y Legal, Monografías, Ensayos de Derecho Penal

Ensayo sobre el feminicidio en México

Tipo: Monografías, Ensayos

2019/2020

Subido el 06/05/2020

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Derecho Penal
Alumno: Francisco Javier Guillén Romero
Feminicidio en México.
Pronto se cumplirán cuatro años desde que Amnistía Internacional exigiera a la Secretaría de
Gobernación activar la alerta de género en estados del país donde un alto número de asesinatos y
desapariciones de mujeres se han venido sucediendo sin que exista una respuesta efectiva en la
aplicación de la legislación para prevenir y castigar la violencia contra las mujeres. El organismo
internacional considera que la importancia de esa declaratoria radica en que su activación permitirá
a los gobiernos impulsar políticas públicas que den prioridad a la prevención de la violencia de
género, revirtiendo patrones de comportamiento arraigados en las costumbres políticas y sociales
del país y lograr una respuesta efectiva de diversas autoridades con la participación de la sociedad.
El feminicidio, opinan especialistas en el tema, “no es una simple acción, un gesto, una palabra que
hay que censurar socialmente o comprobar jurídicamente: es, primariamente, una cultura, una
forma de pensar y de interpretar la realidad, que se refiere a distintos niveles, pero todo conectado:
los códigos publicitarios, la mentalidad común, las actitudes de los adultos, los deseos de algunos
chicos y hasta los juegos de niños y niñas. Y también los medios electrónicos de comunicación
(móviles, Internet, redes sociales, televisión)”. En resumen: son muchas cuestiones y actitudes
cotidianas que consideramos “normales”, pero que invariablemente producen daño emocional,
psicológico o físico a la mujer.
Actualmente, no sólo México se encuentra sumergido en la espiral de la violencia machista; este
fenómeno “cultural” resulta el problema humanitario más grave del mundo. Los asesinatos de
mujeres perpetrados por maridos, parejas (o ex maridos o ex parejas), concubinos, padres,
hermanos, conocidos, amigos o por extraños, como los asesinatos de las mujeres jóvenes de
Ciudad Juárez, o por clientes, como en el caso de crímenes contra sexoservidoras. De México a
Estados Unidos, de Ciudad Juárez a Europa y el mundo, el fenómeno de la misoginia que lleva a
hombres al asesinato de mujeres con toda la saña imaginable, hoy se reconoce con el nombre de
feminicidio.
Precisamente, a partir de los asesinatos de mujeres en Ciudad Juárez, Chihuahua, es que se
acuñó el término “feminicidio”, la palabra que define el odio criminal de hombres hacia las mujeres.
Y fueron las valientes madres y familiares de las víctimas quienes lograron la tipificación jurídica y
el llamado a la conciencia sociocultural, promoviendo importantes cambios en la mentalidad
general, aunque la violencia machista y patriarcal no ha sido erradicada ni combatida con auténtico
ahínco.
Organismos como el Observatorio Ciudadano Nacional del Feminicidio o la Misión Internacional por
el Acceso a la Justicia para las Mujeres han advertido lo preocupante que resulta en México que el
gobierno federal y autoridades estatales se escuden en el combate al crimen organizado y a la
militarización del país para “esconder” y no investigar los casos de feminicidios y desapariciones de
mujeres que en la última década se han incrementado de manera alarmante. A pesar de los
discursos de gobernantes y funcionarios, para quienes el feminismo es comparable al machismo,
los avances jurídicos logrados para alcanzar una auténtica equidad de género, se toman como
simples eslóganes de campaña y luego como “relleno” dentro de sus políticas y planes de
desarrollo (por lo general asistenciales). Viviendo y gobernando en la simulación, se niegan a
concebir al auténtico feminismo que analiza y toma en cuenta para sus propuestas las relaciones
económicas y sociales, políticas y culturales, con el poder, con el Estado, con los partidos políticos,
con las instituciones nacionales e internacionales, además de analizar también lo que ningún
partido ni sindicato tradicionales han hecho: las relaciones con nuestros padres y con nuestros
hijos, tanto en la familia como fuera de ella, abordando cada uno de los temas mencionados en
toda su integralidad. Esto es: con profundo sentido de humanidad.

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Derecho Penal

Alumno: Francisco Javier Guillén Romero Feminicidio en México. Pronto se cumplirán cuatro años desde que Amnistía Internacional exigiera a la Secretaría de Gobernación activar la alerta de género en estados del país donde un alto número de asesinatos y desapariciones de mujeres se han venido sucediendo sin que exista una respuesta efectiva en la aplicación de la legislación para prevenir y castigar la violencia contra las mujeres. El organismo internacional considera que la importancia de esa declaratoria radica en que su activación permitirá a los gobiernos impulsar políticas públicas que den prioridad a la prevención de la violencia de género, revirtiendo patrones de comportamiento arraigados en las costumbres políticas y sociales del país y lograr una respuesta efectiva de diversas autoridades con la participación de la sociedad. El feminicidio, opinan especialistas en el tema, “no es una simple acción, un gesto, una palabra que hay que censurar socialmente o comprobar jurídicamente: es, primariamente, una cultura, una forma de pensar y de interpretar la realidad, que se refiere a distintos niveles, pero todo conectado: los códigos publicitarios, la mentalidad común, las actitudes de los adultos, los deseos de algunos chicos y hasta los juegos de niños y niñas. Y también los medios electrónicos de comunicación (móviles, Internet, redes sociales, televisión)”. En resumen: son muchas cuestiones y actitudes cotidianas que consideramos “normales”, pero que invariablemente producen daño emocional, psicológico o físico a la mujer. Actualmente, no sólo México se encuentra sumergido en la espiral de la violencia machista; este fenómeno “cultural” resulta el problema humanitario más grave del mundo. Los asesinatos de mujeres perpetrados por maridos, parejas (o ex maridos o ex parejas), concubinos, padres, hermanos, conocidos, amigos o por extraños, como los asesinatos de las mujeres jóvenes de Ciudad Juárez, o por clientes, como en el caso de crímenes contra sexoservidoras. De México a Estados Unidos, de Ciudad Juárez a Europa y el mundo, el fenómeno de la misoginia que lleva a hombres al asesinato de mujeres con toda la saña imaginable, hoy se reconoce con el nombre de feminicidio. Precisamente, a partir de los asesinatos de mujeres en Ciudad Juárez, Chihuahua, es que se acuñó el término “feminicidio”, la palabra que define el odio criminal de hombres hacia las mujeres. Y fueron las valientes madres y familiares de las víctimas quienes lograron la tipificación jurídica y el llamado a la conciencia sociocultural, promoviendo importantes cambios en la mentalidad general, aunque la violencia machista y patriarcal no ha sido erradicada ni combatida con auténtico ahínco. Organismos como el Observatorio Ciudadano Nacional del Feminicidio o la Misión Internacional por el Acceso a la Justicia para las Mujeres han advertido lo preocupante que resulta en México que el gobierno federal y autoridades estatales se escuden en el combate al crimen organizado y a la militarización del país para “esconder” y no investigar los casos de feminicidios y desapariciones de mujeres que en la última década se han incrementado de manera alarmante. A pesar de los discursos de gobernantes y funcionarios, para quienes el feminismo es comparable al machismo, los avances jurídicos logrados para alcanzar una auténtica equidad de género, se toman como simples eslóganes de campaña y luego como “relleno” dentro de sus políticas y planes de desarrollo (por lo general asistenciales). Viviendo y gobernando en la simulación, se niegan a concebir al auténtico feminismo que analiza y toma en cuenta para sus propuestas las relaciones económicas y sociales, políticas y culturales, con el poder, con el Estado, con los partidos políticos, con las instituciones nacionales e internacionales, además de analizar también lo que ningún partido ni sindicato tradicionales han hecho: las relaciones con nuestros padres y con nuestros hijos, tanto en la familia como fuera de ella, abordando cada uno de los temas mencionados en toda su integralidad. Esto es: con profundo sentido de humanidad.