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Este texto reflexiona sobre el dolor oculto que llevan personas como Zoé, Mireya y Ana, y cómo el maltrato emocional puede convertirse en una piedra que limita su capacidad de ver, aprender a perdonar y superar. El autor aborda el tema de la violencia intrafamiliar y cómo se ha vuelto 'normal' en las relaciones de pareja. Además, se discute el valor de soltar lo que te pesa y cómo evitar que el maltrato maneje nuestra vida.
Qué aprenderás
Tipo: Monografías, Ensayos
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Presentado a: ALEXANDRA SÁNCHEZ DEANTONIO Presentado por: MARZO 23, 2021 CHIQUINQUIRÁ, BOYACÁ UNISANGIL SEDE CHIQUINQUIRÁ
En el ayer como en el hoy, el maltrato es un espejo que todos los seres humanos hemos tenido muy cerca o un poco lejos, tiene a su favor un tabú que limita la visión clara del vicio que consume la vida de las personas, ya sea para ayudar al otro, o a si mismo; cuando decidí estudiar derecho después de hacer tres semestres de psicología y uno de enfermería, una de mis razones mas valiosas era el maltrato de género, el que tiene lesiones físicas, pero del que duele un poco más, las lesiones psicológicas, que causa en la persona pasiva un maltrato propio emocional, por qué?, cuando era niña hablamos de tener 7 años quizás menos, por alguna razón mi papá empezó a ser violento con sus tratos en cuanto a mi mamá se trataba, sus palabras, sus ofensas, sus gritos hasta el punto de llegar un día a los golpes, fue allí donde comprendí y asimile aun siendo una niña, que duele más ese maltrato psicológico y esa represión que causaba que mi mamá nunca sonriera, tiempo después no superando los 15 años, un día de gritos, decidí ser yo la que gritara en contra de mi papá “TE ODIO”… el quedo sin respiración, solo me veía con ira, con la misma ira que yo lo veía cuando llegaba a casa a gritar sin razón alguna a mi mamá, desde ese día las cosas cambiaron un poco, nunca le perdí el respeto a mis padres, ni siquiera después de ese día, pero si crecí, y también crecía mi forma de ver el mundo, las razones de las actuaciones de mis padres, y hablo de los dos porque cuando era niña no entendí el enojo de mi papá pero tampoco el silencio y el aguante de mi mamá. Desde el primer momento tuve mucha ira, mucho odio contra él, su machismo con mi mamá era extremo, no solo era la represión de verla encerrada en casa, sino de que ella tuvo que renunciar a sus sueños obligada por él, por sus celos y centrarse en cuidarnos a mi hermano y a mí, y por supuesto a él; un día llorando decidido contarnos a mi hermano y a mi el dolor que llevaba adentro, (teníamos 7 años cuando conocimos a su
preguntarle, al pasar de los años, entendí que tenía un vacío por la pérdida de su papá, causante de esa cobardía para no permitir que nadie le pasare por encima, ella me habla muy bien de él, las consentía mucho, les traía regalos, las peinaba y al perderlo todo dio un giro aun siendo una niña. Resumo esto en esos dos polos opuestos tan valiosos que tengo, cada uno con sus tormentas guardadas, con tristezas, decepciones, lagrimas que nunca soltaron, pero dando siempre lo mejor de ellos por el hogar que tuvieron valor de construir, aunque sus patrones genéticos y de comportamientos fueran muy distintas a los que decidieron vivir hoy. Ahora se preguntarán:
misma había elegido, así decide un día estrellar su auto con ella abordo y Ana quien tuvo una experiencia en su infancia que la marcó para siempre, que la limita a mostrarse tal cual es, que le conllevo a tomar decisiones fuertes e irrevocables en su vida, que la acompañaran para siempre hasta su último suspiro por no poder más. Ellas como muchas mujeres y hombres en el mundo, niños y niñas, que cargan con maletas que no pidieron un día, que conllevan un peso que los acaba de a poco, y que así se encuentren rodeados de seres que los aprecian, o familia, nunca nadie podrá imaginarse el dolor, la zozobra y la tempestad que al cerrar los ojos tienen, los miedos con los que caminan a diario las mujeres que como Ana, fueron violentadas, fueron abusadas, unas otras que temen por pasar por esto, porque son acosadas, por que son chantajeadas, y que a simple vista, las vemos como personas normales, nunca nos imaginamos lo que enfrentan cuando ponen un pie fuera de sus casas o dentro de ellas, como Zoé, quien a pesar de tener una familia, no se siente realizada, tiene un desahucio en su alma, el cual solo quiere eliminar como muchas personas en nuestro alrededor, cerrando los ojos para siempre, perder la respiración y no tener que enfrentar el mundo; todo esto conlleva a una sola razón que desemboca esto, ese dolor, esa represión, esos fantasmas que cargamos y todo eso que nos soltamos, a lo que no nos desvinculamos, ese dolor, ira, rabia, que nos apega y no nos deja perdona, u olvidar, razonando desde la idea o perspectiva de aprender a soltar eso que nos daña , que nos lastima, eso que nos hunde en un vacío, en soledad, en depresión, ello que a lo jurídico no conlleva, nos arrastra a un proceso donde solo hay mas y mas dolor, donde no vemos la dimensión que tiene el perdón no solo en la vida del otro que nos causo dicho dolor, sino en la vida de nosotros. Leyendo el libro, analizando la situación de mis padres, mi situación, porque soy ser humano, porque también he tenido momentos que me han marcado, en los que no he querido perdonar, y me lleno de odio, de negatividad, entiendo el valor de soltar lo que te pesa, lo que te ayuda a hundirte sin
ver la forma o formas de superar sus problemas, es como si la depresión pusiera un filtro en el pensamiento de la persona deprimida que distorsiona las cosas. Un adolescente deprimido puede sentir que no hay ninguna otra forma de escapar de sus problemas, de aliviarse el dolor emocional o de comunicar su desesperación y su profunda infelicidad, en la actualidad, la depresión es un síntoma psíquico muy frecuente; relacionado con el tipo de vida que llevamos, nuestras relaciones familiares (problemas con la pareja o con los hijos); en el ámbito académico (problemas en la escuela o universidad) o laboral (falta de empleo, remuneración insuficiente, problemas con el jefe) entre otros, las personas deprimidas se consideran desgraciadas, frustradas, humilladas, rechazadas o castigadas; miran el futuro sin esperanza, y es así como identificamos que la mayor parte de los que tienen ideas suicidas están además deprimidos. Los dos principales motivos por los que una persona se deprime son, en primer lugar, la pérdida del control sobre su situación vital y sus emociones y, en segundo lugar, la pérdida de toda visión positiva del futuro (desesperación). “El suicidio es un fenómeno complejo que falta abordar de manera integral para comprenderlo y prevenirlo cuando se ha convertido en un problema de salud en nuestro entorno” Y llega el punto que mas me trajo a este contexto con tanta pasión y entrega, es la vivencia de Mireya, aquí donde se unen los fantasmas de las tres amigas, o que vemos en un diario vivir, no solo con el genero femenino, sino el masculino y ahora muy comúnmente y dolorosamente en la infantilidad, ¿Qué las une?, el maltrato como una forma de relacionarse con el otro para establecer un control, como una forma de tener poder y autoridad sobre alguien, este maltrato o violencia se ha evidenciado a través de los tiempos, aunque no fuese muy notorio en algunas décadas atrás, debido a que las parejas solían, o suelen, crear una falsa imagen a sus cercanos para hacer ver su hogar como un remanso de amor; pero los estudios, indagaciones y demandas de parejas han empezado a evidenciar que se dan varias clases y tipos de violencia intrafamiliar, afectando
principalmente a las mujeres, y hoy podemos decir que la violencia, en las relaciones de pareja, se han convertido en algo “normal”; son muchos los casos que se presentan con este tipo de conductas agresivas, situaciones que generan un silencio profundo en la o el agredido, en cualquiera de sus estados (física, psicológica, emocional, económica, entre otras); pero, es aquí donde nos preguntamos, ¿por qué el silencio?, ¿por qué se da el maltrato? ¿qué está pasando en las relaciones para tener este tipo de conductas? pues bien, he aquí una posible respuesta, la sociedad está condicionada por un ritmo acelerado de vida, el afán del día a día afectan el tiempo y la calidad de tiempo que se le regala al otro; el cumplimiento a múltiples compromisos acrecientan los niveles de estrés, lo que conlleva a que se deterioren las relaciones y se creen inseguridades de uno o ambos individuos, todo porque no existe mucho tiempo para compartir, de la forma que se quiere, la vida con el otro, y cuando se cuenta con ello, se busca mostrar cuánto es el amor, con una estructura de poder, que pondrá en marcha las riendas del hogar; esta relación de sentirnos más que el otro, sin darnos cuenta, hace que se pierda el verdadero fin de la convivencia conyugal: la ayuda al crecimiento, la construcción y realización del ser y de cada individuo, a través de la pareja, donde logros del uno y del otro fortalecen los lazos de amor, esto por el poder masculino que se aprende a través de las prácticas familiares de socialización, de los medios de comunicación y de la educación, pues éstos reproducen patrones sexistas que mantienen vivos los rasgos patriarcales, socialmente, se enseña a los varones, desde niños, a solucionar los conflictos echando mano a la violencia; se le enseñan roles de poder. Habiendo enfocado todos los temas y subtemas que observe en el libro y en las historias a mi modo de ver las cosas reflexivamente, entiendo y asumo como respuesta neutral y definitiva que una de las razones del no poder entender las cargas del otro o de ser la parte activa que recae con peso sobre la pasiva, es la falta de respeto, si tu no tienes respeto por los procesos que vives, no los asimilas, mucho menos tendrás el valor, de asimilar las de los demás, entender y empatizar con la situación de otro,
porque no escogí nunca cargar con esa maleta, y ¿cuántas niñas, mujeres, señora, y ancianas, cargan con una maleta igual, llena de tanto peso, que causa dolor, y no han podido perdonar ni soltar, porque no hay quien les extienda una mano para desahogarse, para ser escuchadas o para ser aconsejadas?. Esta es la realidad que vivimos, los tapaojos que algunos no quieren quitarse ya sean por miedo a sacar el fantasma que llevan de lado, o porque simplemente, la comodidad esta mejor si entiendo lastima por alguien, que no pidió nunca tener tormentas o fantasmas.