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Ensayo Mediadores de la Lesión.
Tipo: Resúmenes
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Las lesiones tisulares desencadenan una serie de respuestas celulares y moleculares que buscan restaurar la integridad del tejido afectado. Este proceso está mediado por una compleja red de moléculas que incluyen citocinas, quimiocinas, radicales libres y enzimas, cuya función es coordinar la inflamación, la reparación y, en algunos casos, la perpetuación del daño tisular. Los mediadores de la lesión desempeñan un papel crucial en la fisiopatología de múltiples enfermedades y en la respuesta del organismo a distintos tipos de agresiones, ya sean mecánicas, químicas, térmicas, infecciosas o autoinmunes. La inflamación es la primera respuesta ante una lesión, un proceso dinámico que involucra la activación del sistema inmunológico y la participación de mediadores solubles que regulan la permeabilidad vascular, la quimiotaxis y la activación celular. Entre los primeros mediadores que entran en acción se encuentran los derivados del ácido araquidónico, como las prostaglandinas y los leucotrienos, que modulan la vasodilatación y la migración de células inflamatorias hacia el sitio de la lesión. Las prostaglandinas, sintetizadas a partir de la ciclooxigenasa COX, son fundamentales para la amplificación de la respuesta inflamatoria, mientras que los leucotrienos, generados por la vía de la lipooxigenasa, tienen un papel proinflamatorio al promover la adhesión y la activación de neutrófilos. Las citocinas inflamatorias, como el factor de necrosis tumoral alfa, la interleucina- 1 y la interleucina-6, son secretadas por macrófagos y células endoteliales en respuesta a estímulos lesivos. Estas moléculas cumplen una doble función: por un lado, favorecen el reclutamiento de leucocitos y la producción de proteínas de fase aguda en el hígado; por otro, pueden contribuir a la exacerbación del daño tisular si su producción es excesiva o prolongada. La IL-1 y el TNF-α inducen la expresión de moléculas de adhesión en el endotelio, lo que facilita la migración celular a través de los vasos sanguíneos. Además, el TNF-α puede inducir la apoptosis de células epiteliales y endoteliales, comprometiendo la barrera vascular y agravando el proceso inflamatorio. El estrés oxidativo es otro componente esencial en la mediación del daño tisular. Durante la inflamación aguda, los neutrófilos y macrófagos generan especies reactivas de oxígeno, como el anión superóxido y el peróxido de hidrógeno, mediante la activación de la enzima NADPH oxidasa. Estas moléculas cumplen funciones antimicrobianas al destruir patógenos, pero en exceso pueden dañar lípidos, proteínas y ADN celular, perpetuando la lesión. De
manera similar, el óxido nítrico (NO), producido por la enzima óxido nítrico sintasa inducible, es un mediador clave con propiedades vasodilatadoras y citotóxicas. Si bien el NO contribuye a la eliminación de microorganismos y a la regulación del tono vascular, su producción descontrolada puede agravar el daño inflamatorio al inducir la nitración de proteínas y la disfunción mitocondrial. La resolución del daño inflamatorio depende de la acción de mediadores antiinflamatorios y pro-resolutivos. Las lipoxinas, resolvinas y protectinas son lípidos bioactivos que modulan la inflamación al inhibir la migración de neutrófilos y estimular la fagocitosis de células apoptóticas. Además, citocinas como la interleucina- 10 y el factor de crecimiento transformante beta tienen un papel crucial en la supresión de la respuesta inmune exacerbada y en la promoción de la reparación tisular. Estas moléculas inducen la transición de macrófagos hacia un fenotipo reparador, favoreciendo la deposición de matriz extracelular y la proliferación de fibroblastos. Sin embargo, cuando el equilibrio entre mediadores proinflamatorios y antiinflamatorios se ve alterado, la lesión puede evolucionar hacia un estado crónico. Enfermedades como la artritis reumatoide, la enfermedad inflamatoria intestinal y la fibrosis pulmonar se caracterizan por una inflamación persistente en la que la activación sostenida de citocinas y ROS genera daño progresivo en los tejidos. En estos casos, la activación de fibroblastos y la producción excesiva de colágeno conducen a la fibrosis, un proceso en el que el tejido normal es reemplazado por una matriz extracelular desorganizada y disfuncional. Los mediadores de la lesión también juegan un papel fundamental en el contexto de la isquemia-reperfusión, un fenómeno que ocurre cuando el flujo sanguíneo es restaurado tras un período de hipoxia. En esta situación, la reoxigenación de los tejidos induce una explosión en la producción de ROS, lo que exacerba la disfunción celular y la muerte tisular. Además, la activación del complemento y la adhesión masiva de neutrófilos contribuyen a la amplificación del daño. En este sentido, se han desarrollado estrategias terapéuticas para modular la actividad de estos mediadores, incluyendo inhibidores de la NADPH oxidasa, antioxidantes y fármacos que bloquean la producción de citocinas inflamatorias. En conclusión, los mediadores de la lesión representan un conjunto diverso de moléculas que regulan la inflamación, la reparación y, en algunos casos, la progresión de enfermedades crónicas. Su estudio ha permitido desarrollar intervenciones terapéuticas dirigidas a modular la respuesta inflamatoria y mitigar el daño tisular. A medida que avanza