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Ensayo sobre la Economía Neoclásica
Tipo: Monografías, Ensayos
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Economía Neoclásica, concepto y origen. El término “economía neoclásica” es impreciso y se usa de diferentes maneras. La mayoría de los economistas de la “corriente principal” ( mainstream) no se identifican como miembros de la escuela neoclásica. El término “neoclásico” fue acuñado por Thorstein Veblen en 1900. Describe la síntesis de la teoría subjetiva y objetiva del valor en un diagrama de oferta y demanda, que fue desarrollado por Alfred Marshall. Marshall combinó la idea clásica de que el valor de un producto proviene de los costes de producción con los nuevos hallazgos del marginalismo, afirmando que el valor está determinado por la utilidad individual. Hasta la actualidad, el diagrama de mercado que representa la intersección de la oferta y la demanda es un elemento central de la economía neoclásica. El núcleo paradigmático de la teoría neoclásica forma la “corriente principal” económica actual y domina la educación e investigación en economía. Según la perspectiva neoclásica, el problema económico central es la organización y asignación de recursos escasos. Esto implica que la eficiencia, entendida como el uso óptimo de los recursos disponibles para maximizar la utilidad individual y, en consecuencia, el bienestar de un país es el criterio de evaluación más relevante. Los campos de investigación centrales de la economía neoclásica son: la microeconomía, que analiza el comportamiento de los hogares y las empresas; la macroeconomía, que examina los agregados económicos y la interacción de los mercados; y la econometría, que sirve de herramienta analítica. En general, se utilizan principalmente modelos matemáticos para el análisis del sistema económico. Estos modelos, según los economistas neoclásicos, son los más apropiados para descubrir relaciones causales. Al igual que todas las escuelas de pensamiento, la economía neoclásica está sujeta a cambios y desarrollos continuos. En las últimas décadas, la economía neoclásica se ha vuelto cada vez más diversa e integra las nuevas críticas en sus hipótesis. Un ejemplo de este desarrollo es la “desrracionalización” de los actores humanos en la economía conductual, una subescuela de la economía neoclásica. Por lo tanto, es difícil presentar una imagen coherente del campo actual de la economía neoclásica.
EI termino neoclásico se deriva del entendimiento de que los economistas de la "revolución marginal" estaban extendiendo y mejorando la teoría económica. sobre las bases o fundamentos de los economistas clásicos. especialmente Ricardo y J. S. Mill. Los fundadores del sistema neoclásico utilizaron el análisis marginal, los conceptos de utilidad y productividad marginales, para determinar la formaci6n de los precios de los bienes, servicios y factores de producción. en mercados competitivos. Ellos enfatizaron la escasez como el elemento determinante de los precios. En particular, los economistas marginalistas estudiaron la posibilidad de que un conjunto de precios asegurase la igualdad de la oferta y la demanda. en todos los mercados. En general los economistas neoclásicos sostienen que:
marginales, de acuerdo con los postulados del marginalismo, sirven como factores importantes. El término “utilidad marginal” se refiere al aumento marginal en la utilidad debido a una unidad adicional y el término “costes marginales” describe los costes marginales de esta unidad adicional. “Alguien que tome decisiones racionales solo decide llevar a cabo una determinada acción si la utilidad marginal de la acción es mayor que los costes marginales" (Mankiw 2004, S.7). En este contexto, se utiliza con frecuencia el concepto abstracto del homo economicus. Representa a un individuo ideal que actúa racionalmente, es decir, maximiza la utilidad, mientras se centra en su utilidad personal. Al agregar todas las funciones de utilidad individuales, se puede derivar la demanda agregada. En el mercado, esta última se encuentra con la oferta agregada. Mediante el mecanismo de precios, que a su vez no se modela, la oferta y la demanda convergen hacia un equilibrio donde la oferta es igual a la demanda y donde el mercado se aclara. Esta propiedad hace que el mecanismo de precios sea un instrumento óptimo para la asignación. Al elaborar los requisitos previos de dicho mecanismo de precios, Arne Heise destaca en su definición de economía neoclásica el axioma de sustitución bruta según el cual todos los bienes (y servicios) generalmente son mutuamente intercambiables. Solo a través de este axioma se puede asegurar que el mecanismo de precios funciona como un instrumento de asignación y que los equilibrios de mercado pueden existir. Mientras no exista una deficiencia del mercado – por ejemplo, efectos externos o la creación de estructuras de monopolio u oligopolio– el mecanismo del mercado se autorregula hasta llegar a una situación económicamente óptima. Esto se denomina una asignación eficiente en el sentido de Pareto, ya que ninguna de las partes puede mejorar su propia situación sin empeorar la de los demás. El argumento que subyace a la necesidad de tales micro fundamentos es que las reglas para la toma de decisiones individuales no son estables, por ejemplo, en el caso de un cambio en las condiciones económicas inducido por políticas concretas (cf. Lucas 1976, cuya intervención se conoce como la “Crítica de Lucas”). La forma particular de modelación de la economía neoclásica ofrece las herramientas estadísticas y matemáticas para comprobar modelos matemáticos y fenómenos económicos. El
maximización de la utilidad, de la manera más eficiente posible. Si bien se da por sentado que la lógica de la maximización es una característica universal de todos los seres humanos, el contenido de las preferencias es variable. En consecuencia, los individuos no solo aspiran a maximizar paquetes de consumo, sino también a realizar posibilidades sociales o éticas preferentes. Con todo, las decisiones y acciones en el nivel micro conducen a un equilibrio general en el nivel macro. El propio mercado tiende normalmente hacia un estado de equilibrio, por lo que se considera generalmente estable. Sin embargo, esto no significa que el mercado permanezca en equilibrio constante, sino que se mueve hacia un estado estático y estable a largo plazo. Sin embargo, a partir de esta comprensión del mercado, se puede concluir que la economía neoclásica generalmente asume que hay leyes económicas generales que existen independientemente del tiempo y el espacio. La concepción del tiempo apunta a identificar, comparar y evaluar estados estáticos en lugar de comprender y reconstruir secuencias de procesos dinámicos.
Valor de los bienes La teoría del valor es un componente fundamental de la teoría económica. Según se siga una concepción objetiva o subjetiva en esta materia, tendremos consecuencias fundamentales en el orden social: o una sociedad más totalitaria o una sociedad más libre. La ciencia distingue varias etapas en la vida económica: producción, intercambio y consumo. Algunos autores agregan otra etapa, la de distribución, pero no en el sentido físico del transporte, sino como distribución de la renta entre los que han realizado la producción, pero creemos que es otra manera de ver la producción, su contracara. En la realidad las distintas etapas no son compartimientos estancos separados. Todas están entrelazadas y la etapa del consumo (no ahorro) es determinante de la etapa productiva. Solamente se separan metodológicamente en el análisis teórico. A lo largo de la historia del pensamiento económico, los economistas hicieron hincapié en una u otra de esas etapas. Por ejemplo, los economistas clásicos y sus continuadores hicieron hincapié en la etapa de la producción. Los economistas neoclásicos (austríacos y walrasianos) en la etapa del intercambio. Unos y otros buscaban una unidad de medida que les permitiera valorar los distintos bienes y la distribución de la renta. El precio natural ocupa un lugar central en la comprensión de la teoría del valor de Adam Smith. Esta teoría es un elemento fundamental para el análisis de la sociedad comercial que lleva a cabo este autor. Una sociedad basada sobre los intercambios de excedentes de producción requiere la existencia de un lenguaje común y de una equivalencia entre los objetos a intercambiar. Todos los miembros de esta sociedad viven del intercambio y, en esta medida, todos son considerados comerciantes. Cada uno de ellos vive la experiencia del intercambio, la experiencia del valor. Esta experiencia pasa por los precios nominales expresados en términos monetarios. Sin embargo, estos precios, por su carácter contingente, no pueden ser el objeto de un estudio dinámico tendiente a fundar una teoría del crecimiento económico. En consecuencia, Smith utiliza los precios reales, precios en términos de tiempo de trabajo. Este precio hace referencia a una unidad universal de medida que permite aprehender la magnitud del valor.
Es así como surge una sociedad comercial, esta sociedad está basada en los intercambios entre individuos, lo cual implica que éstos deben respetar ciertas reglas en sus transacciones, Smith dedicará los capítulos restantes del primer libro a explicar las reglas que determinan el valor relativo o valor de cambio de las mercancías. Smith se propone elucidar y hacer explícito el lenguaje de quienes intercambian: aquel que les permite establecer una equivalencia entre sus productos y, en consecuencia, transar. Lo que los individuos intercambian son valores; y es, precisamente, porque los excedentes de producción tienen un valor para aquel que desea adquirirlos por lo que pueden ser intercambiados. Por lo tanto, el valor implica que una cosa es sustituible por otra en un proceso de intercambio. El uso que hace un individuo de cantidades físicas producidas por otro implica la experiencia del intercambio, del valor y de los precios. Pero todo esto aparece de manera confusa y desordenada en la realidad. A través de su teoría del valor y de los precios, Smith tratará de diferenciar cada fenómeno con el fin de establecer sus relaciones y su naturaleza. Comenzará estableciendo la que considera verdadera medida del valor de cambio, a la cual llamará precio real; luego, las diferentes partes de este precio y, finalmente, las diferencias entre el precio de mercado y el precio natural. Esta teoría será el objeto de múltiples interpretaciones y, sobre todo, de gran cantidad de críticas. La revisión de estas críticas nos permitirá entender no sólo la teoría de Smith sino también los desarrollos recientes en la búsqueda de una solución al nuevo problema de Adam Smith. Se debe observar que la palabra "valor" tiene dos significados diferentes: algunas veces significa la utilidad de un objeto particular, y otras significa la facultad que otorga la posesión de este objeto de comprar otras mercancías. Al primero se le puede llamar valor de uso, y al segundo, valor de cambio. Smith continúa este párrafo con el ejemplo del agua y el diamante para ilustrar que un objeto con un gran valor de uso puede tener un muy pequeño valor de cambio y, por lo tanto, que no hay una relación entre la utilidad y el valor de cambio. Esto constituye la
paradoja del valor y ha sido considerado por algunos comentadores como la prueba de que Smith no propone una teoría del valor utilidad. La explicación sería que Smith comparaba la utilidad total producida por diversos objetos, en lugar de considerar la utilidad marginal. Además, Smith no continuó su análisis sobre la utilidad, debido a su "sentido moral", que no le permitía reconocer que un bien cualquiera, incluso si no fuera "bueno" para el individuo, podría tener valor únicamente por ser deseado. Smith no habría hecho la diferencia entre valor ético y valor económico. Consideremos la primera parte de la argumentación: el ejemplo del agua y el diamante muestra que Smith establece una diferencia estricta entre valor de uso y valor de cambio. Así, no hay relación entre el uno y el otro. La manera en que Smith formula su frase puede dar pie a confusión y parecería sugerir que la utilidad, en el sentido de la "deseabilidad", no es una condición para que un bien tenga valor. Sin embargo, esto no implica que un objeto con valor de cambio no sea deseable. Por valor de cambio Smith entiende la utilidad objetiva de un bien, el que un bien, por sus cualidades físicas, pueda satisfacer una necesidad. No se debe confundir este argumento con una posición moralista, la cual pretendería determinar cuáles son los "buenos" y los "malos" objetos de consumo. El argumento de Smith tiene como base el que los individuos, al proteger su integridad y su supervivencia, tienen un orden de preferencias que puede ser determinado por el teórico. Esto es lo que Smith trata de demostrar cuando afirma que los individuos, en primer lugar, buscan las cosas estrictamente necesarias; en seguida, intentan hacerlas agradables y, finalmente, tratan de diversificarlas y refinarlas por el placer estético. En consecuencia, para que un objeto tenga un precio, primero que todo debe ser deseado. Sin embargo, esto es insuficiente; también debe tenerse en cuenta la escasez del objeto, el segundo elemento considerado por Smith. Por esto el agua en el desierto adquiere un precio que no tendría en otras circunstancias y por esto los diamantes tienen un precio tan alto. El tercer elemento restringe la demanda libre (esto es, demanda nocional) y define lo que Smith llamará, en La Riqueza de las Naciones, demanda efectiva.
sociedad, no es posible mejorar el bienestar de un individuo sin deteriorar el de por lo menos otro. El trabajo de Arrow-Debreu proporcionó una prueba rigurosa de la existencia de equilibrio de pluralidad de los mercados en una economía descentralizada, una noción que León Walras había propuesto ochenta años antes, pero que no pudo demostrarla convincentemente, teniendo que ver más con la lógica matemática que con la economía. Un modelo que no refleja la realidad de una economía. La pregunta sería ¿Qué sucede si no hay igualdad entre la oferta y la demanda? El tanteo Walrasiano parece ser la solución, esta consiste en aumentar el precio de los bienes en los cuales la demanda es superior a la oferta y disminuir el de los otros, para los que la oferta es superior a la demanda, como se estima que debe hacerlo la ley de la oferta y la demanda. El objetivo es entonces mostrar que, provisto de esta regla, el sistema es estable, es decir, que los precios convergen hacia un equilibrio. Sin embargo, no se ha logrado demostrar que las fuerzas del mercado que proceden por tanteos o aproximaciones sucesivas, lo que Walras llamó tâtonnements conduzcan al equilibrio, ni que este sea único y estable. En este orden de ideas, H. Sonnenschein, estableció que las funciones de demanda neta que resultan del modelo Arrow-Debreu pueden tener cualquier forma, así la llamada ley de la demanda resulta poco verosímil y, en cambio, parece más probable que opere la inestabilidad de los tâtonnements Walrasianos. El propio Gerard Debreu señaló la imposibilidad de poder demostrar que el equilibrio económico general fuese único y estable, a menos que se recurriera a hipótesis extremadamente restrictivas muy alejadas de la realidad. La Teoría del Equilibrio General expresa un grupo de hipótesis basado en la racionalidad maximizadora de los consumidores y productores, esto implica que los agentes seleccionan la mejor opción de acuerdo con sus preferencias para los consumidores y la utilidad para los productores. Por otra parte, según el modelo de equilibrio general la información es perfecta, es decir que todos los individuos tienen igual acceso a la información, no hay posibilidad para los productores o consumidores de tener comportamientos estratégicos. Existen muchos productores y consumidores sin que ninguno pueda tener influencia sobre los precios,
o la mano invisible aparezcan de forma milagrosa y arbitraria a mantener el control de las fuerzas del mercado; para esto están las instituciones. Sin embargo, la teoría predominante neoclásica no contempla las mismas. ¿Cómo lograr que todos los individuos tengan los mismos gustos y preferencias? ¿La realidad demuestra que no es fácil lograr que exista compatibilidad entre los distintos intereses que tienen los individuos? Sonnenschein y más adelante Mantel y el mismo Debreu, evidenciarían que las funciones de oferta y demanda del modelo de equilibrio general podrían tomar cualquier forma. En la teoría de equilibrio general los precios son exógenos a los agentes y por este motivo son determinados por el mercado (oferta y demanda). Aparece la figura del subastador quien en forma arbitraria coloca los precios. El subastador no se puede limitar a aplicar pasivamente la ley de la oferta y la demanda. Él debe, además fijar un nuevo vector de precios. Pero no tienen ninguna manera de calcularlo a partir de la única información que posee, ya que existen una infinidad de precios que verifican las desigualdades anteriores. Por consiguiente, el vector precios es necesariamente arbitrario. En la idea de A. Smith los individuos son descentralizados, este es punto de una importante crítica. La oferta y la demanda no son capaces de formar los precios de manera endógena, así que deben recurrir a la decisión arbitraria de una voluntad externa al mercado, el subastador.
El Óptimo de Pareto El economista italiano Wilfredo Pareto (1938), formuló una serie de principios, que han imperado en la sociedad, llamado Óptimo de Pareto, quien según Millar y Meiners (1989), Pareto señala “que cualquier cambio de situación afectaría a una economía sin perjudicar a otra. Es decir, las situaciones son eficientes, si al haber un cambio de esa situación, se beneficia a alguno, sin perjudicar a otro”. Esto es, una asignación de recursos tal, que cuando se compara con cualquiera otra, las partes involucradas están por lo menos en iguales condiciones de lo que estaban antes y por lo menos una de ellas está mejor de lo que inicialmente estaba. El mismo Pareto manifiesta, que, si aumenta la utilidad de un individuo, sin que disminuya la utilidad de otro, aumenta el bienestar social de los individuos (ceteris paribus). En suma, el criterio de Pareto es, a la vez, un criterio de clasificación para ciertas situaciones de la economía y de rechazo a clasificar otras. Este permite distinguir las situaciones óptimas y las sub-óptimas. En una situación óptima es imposible mejorar el bienestar de alguien sin que disminuya el de otros. En una situación sub-óptima, por el contrario, estos cambios son posibles. Pero se rechaza como ilegítima toda clasificación de situaciones en las que el bienestar de unos y otros evoluciona de manera divergente a partir de cualquier cambio en la economía. De lo anterior se deduce una demostración célebre, Pareto estableció que en una economía en que los individuos se dotan de un stock de bienes individuales, la racionalidad de sus elecciones les conducirá necesariamente hacia posiciones de equilibrio de los intercambios que, a su vez, son estados óptimos. Retomemos brevemente esta demostración con la ayuda del gráfico siguiente: Ejemplo: Imaginemos dos individuos, m y n. El individuo m posee inicialmente la cantidad OM del bien x y el individuo n la cantidad O´N del bien y cada uno está dotado de una superficie de curvas de indiferencia. Curvas de indiferencia y dotaciones de bienes pueden representarse en la "caja de Edgeworth". Digamos de paso que esta denominación tradicional no es del todo apropiada ya que la idea es de Pareto y no de Edgeworth. La situación de partida es MN. Los niveles