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El Estrés Laboral: Un Análisis de sus Causas, Consecuencias y Manejo, Resúmenes de Psicopedagogía

Este documento explora el estrés laboral, sus causas, consecuencias y estrategias de manejo. Se analizan las teorías de selye sobre el síndrome general de adaptación y se distinguen entre eutrés y distrés. Se destaca la importancia de la salud mental del trabajador y la necesidad de medidas preventivas para evitar la incapacidad laboral.

Tipo: Resúmenes

2022/2023

Subido el 02/12/2024

saul-luduena
saul-luduena 🇦🇷

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UNIDAD 10: ENFERMEDADES PSIQUICAS
ENFERMEDADES MARGINALES. EL STRESS
El hombre y la industrialización
Mención especial merece la consideración médica y legal de las llamadas
"enfermedades marginales" por J. Dantín Gallego 1, las que se deberían al desajuste
del hombre respecto de su actividad y su medio ambiente. Ellas parecen depender de
la falta de satisfacción y de seguridad, que impide el goce de un estado saludable de
vivir (lo que se ha dado en llamar el goce de las "tres eses") que hacen que el
trabajador - cualquiera sea su actividad - viva su personalidad y su circunstancia
laboral de convivencia y ociosa, en un desequilibrio, en un desbalance permanente y
en un clima de intranquilidad cambiante y dependiente de su status.
De ahí que la fatiga, que normalmente sucede al esfuerzo de una jornada
laboral, no es sólo física sino que puede acentuarse psíquicamente por displacer,
disconformidad, agitación y complejidad emocional atribuible, entre otras razones, al
desempeño no querido del trabajo.
Pierre Chanoit se ha ocupado de las repercusiones de la industrialización en la
salud mental y expresa que "el término industrialización comprende el conjunto de
procesos técnicos, económicos y sociales que repercuten en la vida comunitaria, en
las modalidades de trabajo y en la salud mental del trabajador, cualquiera sea su nivel
en el orgánico de la estructura laboral donde se desempeña"2. Y agreguemos que no
escapan a esta repercusión anímica ni el hombre de vigilancia, ni el peón de limpieza,
ni los mandos intermedios ni el presidente o director de la compañía.
La etiología de estos desajustes responde a causas objetivas externas que
provocan afecciones internas del organismo humano vinculadas con la actividad
profesional y/o el ambiente donde la desarrolla, que provoca displacer o rechazo
subjetivo. Se trata de situaciones "marginales", subconscientes muchas veces que se
manifiestan por la insatisfacción que produce, bien el desempeño del trabajo, bien su
circunstancia, sean estructurales (locales, puestos, turnos), humanas (trato, salario,
jornada, estimación, participación, etc.).
Cuando Hans Selye publica el libro Síndrome general de adaptación, que
condensa su teoría de la reacción del hombre al "stress", y que caracteriza como una
situación que pasa por tres estados o fases: el estado de alerta, el estado de
resistencia y el estado de agotamiento, traza el camino hacia la explicación de
fenómenos hasta entonces ignorados o poco comprendidos, que responden a los
cambios físicos y psíquicos que se producen en el ser humano precisamente a raíz del
desencaje de los intercambios entre su organismo y el medio ambiente que lo circunda
día y noche. La repercusión de la vida social en el quehacer del hombre se remonta a
los albores de la existencia de la especie humana hace miles de millones de años, aún
antes del descubrimiento del fuego y de la rueda En el Mioceno, hace 25 millones de
años, aparece el antepasado del hombre. El antropoide reemplaza al mono primitivo y,
con el transcurso del tiempo, estos homínidos comienzan a erguirse (antropoide: el
que mira hacia arriba) y a caminar, lo que de pronto le confiere una nueva capacidad
vital: las manos quedan libres para asir y llevar objetos. Las manos, diferencia
zoológica relevante respecto de las demás especies animales; las manos, el
instrumento más delicado de la anatomía, cuya obra es insustituible (no existe prótesis
capaz de maniobrar como la mano humana) y que se ha identificado en sus valores
creativos, como "la mano de obra".
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UNIDAD 10: ENFERMEDADES PSIQUICAS

ENFERMEDADES MARGINALES. EL STRESS

El hombre y la industrialización Mención especial merece la consideración médica y legal de las llamadas "enfermedades marginales" por J. Dantín Gallego 1, las que se deberían al desajuste del hombre respecto de su actividad y su medio ambiente. Ellas parecen depender de la falta de satisfacción y de seguridad, que impide el goce de un estado saludable de vivir (lo que se ha dado en llamar el goce de las "tres eses") que hacen que el trabajador - cualquiera sea su actividad - viva su personalidad y su circunstancia laboral de convivencia y ociosa, en un desequilibrio, en un desbalance permanente y en un clima de intranquilidad cambiante y dependiente de su status. De ahí que la fatiga, que normalmente sucede al esfuerzo de una jornada laboral, no es sólo física sino que puede acentuarse psíquicamente por displacer, disconformidad, agitación y complejidad emocional atribuible, entre otras razones, al desempeño no querido del trabajo. Pierre Chanoit se ha ocupado de las repercusiones de la industrialización en la salud mental y expresa que "el término industrialización comprende el conjunto de procesos técnicos, económicos y sociales que repercuten en la vida comunitaria, en las modalidades de trabajo y en la salud mental del trabajador, cualquiera sea su nivel en el orgánico de la estructura laboral donde se desempeña"2. Y agreguemos que no escapan a esta repercusión anímica ni el hombre de vigilancia, ni el peón de limpieza, ni los mandos intermedios ni el presidente o director de la compañía. La etiología de estos desajustes responde a causas objetivas externas que provocan afecciones internas del organismo humano vinculadas con la actividad profesional y/o el ambiente donde la desarrolla, que provoca displacer o rechazo subjetivo. Se trata de situaciones "marginales", subconscientes muchas veces que se manifiestan por la insatisfacción que produce, bien el desempeño del trabajo, bien su circunstancia, sean estructurales (locales, puestos, turnos), humanas (trato, salario, jornada, estimación, participación, etc.). Cuando Hans Selye publica el libro Síndrome general de adaptación, que condensa su teoría de la reacción del hombre al "stress", y que caracteriza como una situación que pasa por tres estados o fases: el estado de alerta, el estado de resistencia y el estado de agotamiento, traza el camino hacia la explicación de fenómenos hasta entonces ignorados o poco comprendidos, que responden a los cambios físicos y psíquicos que se producen en el ser humano precisamente a raíz del desencaje de los intercambios entre su organismo y el medio ambiente que lo circunda día y noche. La repercusión de la vida social en el quehacer del hombre se remonta a los albores de la existencia de la especie humana hace miles de millones de años, aún antes del descubrimiento del fuego y de la rueda En el Mioceno, hace 25 millones de años, aparece el antepasado del hombre. El antropoide reemplaza al mono primitivo y, con el transcurso del tiempo, estos homínidos comienzan a erguirse (antropoide: el que mira hacia arriba) y a caminar, lo que de pronto le confiere una nueva capacidad vital: las manos quedan libres para asir y llevar objetos. Las manos, diferencia zoológica relevante respecto de las demás especies animales; las manos, el instrumento más delicado de la anatomía, cuya obra es insustituible (no existe prótesis capaz de maniobrar como la mano humana) y que se ha identificado en sus valores creativos, como "la mano de obra".

El hombre primitivo y la lucha por la supervivencia. Como ha dicho Spranger, "el hombre lo es por sus manos". Para el hombre primitivo, la lucha. por la supervivencia en condiciones ambientales ingobernables es crucial. Ya en posición erecta, ese primate, en su camino hacia el futuro de la humanidad, descubre la "herramienta" manual que logra con el "bifase" de granito, punta aguda y bordes cortantes, que servirá para cazar, pescar y cultivar la tierra, machacando, cavando, raspando o cortando. Pero también como arma: un puño desnudo puede volverse mortal si empuña una piedra Ya en el Pleistoceno, en plena Edad de Piedra, el homínido sufre cambios estructurales profundos en su conformación antrópica para transformarse de lleno en su espécimen de hoy: el Hombre. Y así, hace 50.000 años. surge definitivamente el homo erectus que se vale ahora del fuego e inicia, sin saberlo, la contaminación del aire atmosférico en su hábitat natural por el humo y, en los últimos 40.000 años, el cerebro humano adquiere sus dimensiones y peso definitivos y aquel "hombre vertical" se transforma en el homo sapiens. "El ser humano inteligente hereda los útiles de piedra, de madera y hueso, el arco y la flecha, y esas ventajas, unidas al uso del fuego y su andar erecto, le permitieron colonizar el planeta", dice Segerberg, pero también destruirlo, porque si al principio ese hombre fue presa de las fieras se convirtió luego en depredador de la naturaleza, extinguiendo gran cantidad de especies animales, verdaderas matanzas masivas con sus armas y con el fuego, o bien "dirigiendo los rebaños o manadas hacia los acantilados para que se despeñaran": se han encontrado restos de más de 100.000 caballos de ayer... y campos con millones de cruces, hoy. Ya en pleno período Holoceno, la experiencia agrícola desemboca en una producción de alimentos con el cultivo del trigo, la avena y la cebada y se logra la domesticación de animales de granja, todo a través del aprovechamiento de la energía solar, única captable en esa época. Estamos ya frente al homo faber. La civilización progresa siglo a siglo y grupos humanos dispersos se avienen a convivir en grupos en un mismo lugar, con lo que se inicia la división del trabajo, que ya no se limita a los productos agrícolas, sino que comienza la industrialización del cobre, el oro y las piedras preciosas, apareciendo los primeros carpinteros, herreros, alfareros, zapateros, orfebres y tejedores. La revolución cultural que invade la existencia del hombre lo erige en la especie predominante de la tierra, pero también en el usurpador ecológico del planeta. Hacia 1650 comienza la tercera revolución, que es la industrial, científica o tecnológica para unos y una revolución energética para otros, mediante el aprovechamiento - más allá del Sol - del calor de los combustibles fósiles, de la hulla y la madera; el uso del agua y el viento como fuerza motriz; el empleo de animales de carga y el incremento de los alimentos como fuente de energía calórica y química, a partir de los siglos XII y XIII. El hombre no escapa a la selección natural de las especies que señala la ecología. Su lucha por la supervivencia se hace cada vez más notoria, y la "capacidad de carga" de su hábitat, que es la disponibilidad de todos sus recursos para sobrevivir, deberá adaptarse a la curva asintótica sigmoidal que establezca una adecuada concordancia con su curva de crecimiento. Todo ello representa un desafío permanente que exige del hombre un esfuerzo constante para detener los factores negativos que limitan su existencia y le obligan a grandes esfuerzos que, a la postre, redundan en desequilibrios y desadaptaciones no ya puramente convivenciales o socio-económicas, sino más bien a imposiciones de

El hombre, al decir de Pichon Rivière, es "cuerpo, mente y mundo". Con lo que está todo dicho. En cualquier arte u oficio, sea manual o intelectual, independiente o dependiente, está presente no sólo el cuerpo, sino la mente y la circunstancia que rodea al ser humano en todos los actos de su vida que es, precisamente, su mundo. Pero muchas veces no se entiende así en la relación y se reduce el hombre a la expresión de su simple cuerpo. La monotonía, la automatización, la robótica, la cibernética, la escasa integración de grupos humanos muy numerosos, la indiferencia de la dirección en apoyo de la gestión individual, el ritmo, la distribución de los horarios tanto como las horas extraordinarias, son factores a tener en cuenta en el proceso de conversión y de adaptación del trabajador a los nuevos métodos y regímenes de trabajo. La repercusión de la industrialización en la salud mental tiene aspectos negativos tales como los disturbios psíquicos originados en la mutación de las características del trabajo. En Francia, las enfermedades mentales se han duplicado en los últimos 100 años. La OMS aconseja que en los países altamente industrializados se reserven 3 camas por cada 1000 habitantes para enfermos psiquiátricos. Suecia cuenta con 5 camas por 1000 habitantes. En cambio, Turquía y Venezuela cuentan con 1 a 0,5 cama por 1000 habitantes, respectivamente. Alphen de Veer 4 - médico de Philips de Holanda - probó que la "calidad patógena" de las condiciones de trabajo en ese país alcanzan la cifra del 30 al 40 % del personal víctima de alteraciones neuróticas. El equilibrio de las funciones psicofísicas hace necesaria la existencia de una adecuación entre el trabajo y quien lo realiza, lo cual, en el presente, se reduce a una expresión declamatoria en la mayoría de los países, cualquiera sea su grado de desarrollo. Observemos, sin ir más lejos, la situación laboral del hombre de campo, del que tendremos que ocuparnos tarde o temprano. No obstante, la industrialización tiene aspectos positivos tales como la disminución de la jornada laboral. A este respecto, Jean Fourastie dice que en el año 1875, a los 12 años de edad el niño trabajaba a razón de 6 días semanales en jornadas de 12 horas Si estimamos que la esperanza de vida de esa época era de 35 años, ese "niño-obrero" trabajó un promedio de 222.000 horas durante el transcurso de su vida. Actualmente, un hombre trabaja entre los 14 y los 60 ó 65 años, en jornadas de 8 horas y semanas de 5 días, con un total de 49 semanas por año, sumando 96 000 horas trabajadas en total durante toda su vida La diferencia es altamente significativa 5. Según Sivadón, la fatiga acompañada de insomnio es el primer síntoma del síndrome de "enfermedad marginal" a lo que se agregan cefaleas, nucalgias y lumbalgias, desórdenes gástricos y úlcera de estómago 6. Esto lleva al individuo al alcohol, con las consiguientes alteraciones del carácter y la conducta, intolerancia a los contactos sociales y marcada irritabilidad 7. Consecuentemente, acompaña a estas alteraciones psíquicas y físicas, una marcada disminución del rendimiento laboral acompañada por una sensación subjetiva de incapacidad que se asocia a la fatiga precoz para el esfuerzo tanto físico como mental, con una acentuada pérdida de la autoestima que lleva al sujeto a la predisposición a sufrir accidentes inexplicables y repetitivos (individuos accidentógenos). Este estado preambular culmina con la instalación de una severa neurosis de muy escasa especificidad laboral caracterizada por crisis de angustia que se acompaña con malestares generalizados, crisis cardiovasculares de diferente exteriorización, vómitos que incapacitan al trabajador para el desempeño de sus tareas.

Todo ello como consecuencia de su inadaptación al trabajo y su circunstancia y a la instalación del stress emocional que origina un pertinaz rechazo del trabajo y la elusión del consejo médico. Para Sivadón, el lapso necesario para que aparezcan estos trastornos alcanza los dos años aproximadamente, dato de particular importancia para la interpretación de la etiopatogenia y de la consecuente imputabilidad legal del síndrome. La falta de elaboración mental de las condiciones de trabajo adversas hace que el trabajador se defienda apelando a la renuncia, al paro forzoso, al ausentismo y al alcohol, cuando no a la droga. Todo este complejo cuadro neuropsiquiátrico, que estamos describiendo en detalle porque constituye a nuestro juicio una patología moderna y actual cada vez más ostensible y difundida, puede evitarse a poco que se respeten condiciones físicas (horario, ritmo circadiano, descanso, etc.) y humanas que tienen que ver con los esquemas vinculados a las relaciones industriales en la empresa que deben apoyarse en un adecuado funcionamiento sistémico de la organización, teniendo en cuenta que, por sobre todas las cosas, el hombre debe considerarse no como un espécimen de ocho horas, sino como un ser humano de veinticuatro horas (Jonhstone). Este cuadro nosológico que acabamos de describir con algún detalle es de una actualidad incuestionable y es el origen de una patología real inherente al trabajo y, por lo tanto, científicamente diagnosticable por el perito médico - que debe contar con la participación del psiquiatra - , por lo que debe tenerse muy en cuenta como posibilidad de que se trate de una enfermedad profesional como cualquier otra vinculada al tipo de tareas. El stress. Síndrome general de adaptación de Selye Las enfermedades marginales que menciona Dantín Gallego se relacionan íntimamente con el resonante y actualizado tema del "stress" 8. Ferguson (1973) estudio a telegrafistas en los que encontró ausentismo por causa de neurosis dependientes de las CyMAT. Pudo establecer que los trabajadores acusaban una actitud negativa respecto de su trabajo, del encuadramiento de las tareas y de la inseguridad en el empleo. Los factores de riesgo de las tareas eran la monotonía debida a la distribución del trabajo que originaba largos períodos de baja solicitación entrecortada por períodos de sobrecarga afiebrada; las exigencias que requerían un conjunto de aptitudes sobresalientes, sobre todo lingüísticas (codificación y decodificación); la vigilancia selectiva; la toma de decisiones y las aptitudes neuromusculares, todo lo cual se unía a un elevado nivel tensional y de angustia ligada a la posibilidad, siempre presente, de cometer errores. Cuando asistimos a una variedad de manifestaciones subjetivas en el desempeño del trabajo ligadas a intercambios que constituyen las "variables interactivas" del sistema hombre-trabajo-ambiente, se justifica, en lo que atañe a la salud y al bienestar del trabajador, mantener a toda costa su "homeostasis" fisiológica y psicológica y proceder al análisis de ]os mecanismos que intervienen en el stress que actúan como centinelas para mantener el equilibrio psicofísico y permitir una conveniente y necesaria adaptación del organismo a las agresiones propias de la actividad cotidiana. Es entonces cuando, a través del síndrome general de adaptación de Hans Selye, se producen los cambios que permiten neutralizar momentáneamente la acción nociva actuante, que se caracteriza por un estado de alerta primario ante la agresión y que se traduce por palidez, transpiración, temblor, taquicardia. Este primer estado es generalmente de corta duración y, como ha dicho Canon, "el organismo se prepara para la lucha o para la huida".

específica ni igual y responde a mecanismos neuro-endocrinos que actúan de acuerdo con los tres estados o estadíos que hemos mencionado y que corresponden al síndrome general de adaptación de Selye. Cabe mencionar al pasar el caso de las "desincronosis" o "jet-lag" de los americanos, que responden a alteraciones del ritmo circadiano afectado por retraso o adelanto del huso horario y que provocan, como es sabido, desincronización biológica del ritmo normal del organismo (pilotos de avión, trabajos por turnos) 10. Estresopatías profesionales. Eutrés y distrés Damos al efecto stress la denominación, en adelante, de "estresopatías" generadoras del "síndrome general de adaptación" de Selye, que dividimos en dos expresiones patológicas, el "eutrés" y el "distrés", con características diferenciales y consecuencias distintas lo que resumimos en el esquema siguiente: Estresopatías profesionales Síndrome general de adaptación Causas inespecíficas Física Psíquicas Sociales Eutré s Distrés Estado I Estado III Alerta Agotamiento Estado II Incapacidad Resistencia Salud práctica

No indemnización Indemnización Stress y trabajo Se ha dicho, en base a experiencias de laboratorio, a observaciones sobre el terreno y a estudios epidemiológicos, que existen razones fundadas para sospechar una relación de causa a efecto entre el stress ligado al trabajo, por un lado, y la insatisfacción, los trastornos psicosomáticos y las enfermedades, por otro lado, aunque sea difícil aportar, muchas veces, pruebas irrefutables. Sin embargo, es menester aclarar que estas relaciones no son fáciles de demostrar y son muy complejas porque dependen de predisposiciones genéticas, de los rasgos personales del sujeto, así como de factores agresivos presentes en el entorno físico y psicosocial del individuo. Desde un punto de vista holístico es necesario recordar que el stress de origen profesional no puede disociarse del stress propio de la vida cotidiana, y que la insatisfacción que puede originar el trabajo no debe estimarse independientemente de las demás insatisfacciones de la existencia, que no son pocas. En nuestra opinión, el stress ligado a causas inespecíficas inherentes al trabajo debe ser considerado como enfermedad profesional, pero, en estos casos, la acción pericial diagnóstica no es simple y obliga al perito a ser muy cauteloso en la imputación de un estado patológico incapacitante (distrés) como provocado por la situación o situaciones vinculadas al ejercicio de la profesión. Debe tenerse en cuenta que el stress en sí no es incapacitante en tanto y en cuanto se mantenga en los límites de "eutrés" - estado de salud práctica - del síndrome de adaptación.de Selye. Hasta aquí no hay incapacidad laborativa y estamos frente a una situación de latencia cuya extensión temporal dependerá no sólo del individuo, sino también de la intensidad de la agresión. Es cuando este "estado de stress" vence los mecanismos defensivos del sujeto y se provoca el distrés o estado de agotamiento psicofísico, que nos encontramos con un estado-enfermedad resultante de la respuesta inespecífica del organismo, ya que hasta ese momento no sabemos qué órgano o tejido acusará el impacto lesional, provocando incapacidad para el trabajo. Analizada así la cuestión, estamos en condiciones de decir que, genéricamente considerado, el stress (término inglés que significa tensión, esfuerzo, presión) puede encajar jurídicamente en el campo de las enfermedades profesionales clásicas. Pero si nos atenemos a la conocida particularidad de "causa específica" característica de las enfermedades profesionales como las hemos definido, y siendo las causas del stress inespecíficas, aparentemente nos apartaríamos de la definición, pero, como dijimos, no es el stress enfermedad en sí mismo, sino el distrés incapacitante, que nos ubica desde el punto de vista médico y jurídico en el campo de las enfermedades profesionales. Como bien dice Selye, el stress es sólo una inadaptación, un desequilibrio entre nuestras necesidades y nuestras potencialidades, entre lo que el ambiente ofrece y lo que el organismo humano exige. Las causas del "efecto stress" no son específicas en cuanto se mantengan en el estado I y II que responden a agresiones que atañen al ser y al existir del hombre en todas sus manifestaciones vitales. Cuando los agresores son muy intensos o prolongados, se vence la resistencia, el organismo se agota y entra en el estado III incapacitante, de enfermedad clínicamente identificable.

  • Agitación o embotamiento psicomotor.
  • Displacer. Indiferencia.
  • Pérdida de la energía. Lasitud. Fatigabilidad fácil.
  • Sentimiento de culpa.
  • Quejas sobre disminución de la capacidad intelectual.
  • Ideas de muerte o suicidio. c) Escala de apreciación de la ansiedad de Hamilton. d) Escala maniaco-depresiva. e) Escala de evaluación clínica para los estados asteno-depresivos de Crocq- Bugard. Con medidas preventivas tomadas a tiempo, tales como cambio de tareas, interpretación de la insatisfacción, reconocimiento de los múltiples factores que condicionan el síndrome y su correlativo tratamiento, podrá evitarse ingresar a la fase de agotamiento del organismo y la recuperación efectiva del trabajador no solo en el aspecto laboral sino también en el social. En una palabra: lograr la humanización del trabajo, que permita, en conjunto, gozar con su desempeño. En los estados I y II se considera que el individuo presenta alteraciones subclínicas no incapacitantes que podrían ser asimiladas a los BTL en comparación con otros estados tóxicos de origen profesional. La "toxicidad" de las noxas estresantes son de naturaleza neuropsíquica que provoca modificaciones ligadas al sistema neuroendócrino (región talámica, hipófisis, glándula pineal, suprarrenales, sistema nervioso autónomo) expresadas en alteraciones de las catecolaminas plasmáticas. Estas sustancias de precoz aparición bien podrían considerarse la respuesta biológica a las situaciones de stress. Pero cabe preguntar: ¿qué parámetros biológicos debemos considerar para establecer la diferencia entre uno y otro estado? No conocemos a la fecha cuál es el valor umbral límite o límite biológico para poder decir cuándo un trabajador está transitando la fase I del síndrome general de adaptación. Y ello complica enormemente la labor del médico del trabajo. Es posible que investigaciones posteriores sobre este punto puedan aclararlo en el futuro. Jurídicamente, consideramos que los estados de stress I y II no provocan incapacidad laborativa y, por lo tanto, no cabe reclamo que pretenda la reparación económica de dichos estados. No así el ingreso al estado III terminal. Estimamos con fundamento científico que la situación instalada en las dos primeras fases del síndrome certificadas por el examen médico, obliga a tomar las medidas preventivas indicadas en cada caso y según las CyMAT. Ya en la tercera fase del síndrome, existe una incapacidad parcial y permanente que puede llegar a ser total y definitiva. Diagnóstico del stress profesional.

Dice Dejours que la definición de salud de la OMS como "estado de completo bienestar físico, mental y social" no existe, con lo que estamos plenamente de acuerdo. El estado de salud es un proceso variable a lo largo de la vida en el que la adaptación juega un importante rol en la búsqueda del beneficio de un bienestar total. Como se comprende, esto no es fácil, precisamente porque se trata de un camino cuyo recorrido se ve alterado por situaciones propioceptivas y estereoceptivas no sólo físicas sino también sociales, económicas y morales, que exigen al organismo un plan de movilización para responder a las agresiones del entorno que, si no resulta suficiente, provoca una usura del organismo especialmente en el sector neurovegetativo. La falta de respuesta adaptativa a los "estresores" provocará una patología psicosomática que podrá llevar a la instalación de estados de neurosis importantes. Veamos cuáles son esos estresores: a) Carga física: depende de las CyMAT y de la resistencia psicofísica del trabajador. b) Carga ambiental: ruido, luz, vibraciones, polvos, humos, gases, temperatura, etc. c) Carga mental: en ella juegan la personalidad. Ios sucesos estresantes profesionales o extraprofesionales. d) Carga dependiente de la organización del trabajo: asignación de tareas, modo de operación, división del trabajo, asignación de responsabilidades, motivación, etc. Consecuencias clínicas del stress a) Fisiológicas: metabólicas y neuroendocrinas; cardiovasculares y gastrointestinales. Cefaleas, dispepsia. trastornos del ritmo respiratorio y cardíaco. Ulcera péptica, hipertensión arterial y hasta infarto de miocardio. Astenia al levantarse, opresión torácica, precordialgias; anorexia y pesadez estomacal; alteraciones del sueño. b) Psicológicas: trastornos del comportamiento (excitación, irritabilidad) que favorecen el descontrol y la producción de accidentes de trabajo. Alteraciones del humor; retraimiento, apatía, resignación, fastidio, negativismo, insatisfacción; trastornos de la memoria, impresión de estar metido en un túnel; irritabilidad, pérdida del poder de decisión. c) Comportamentales (conductuales):

  1. Individuales: anorexia, pérdida o aumento de peso; cambios personales (hábitos, cabello, barba, vestido, etc.); agresividad, aumento del consumo de alcohol y tabaco.

Etiología del stress Como dicen Beech y colaboradores 12, el trabajo colma las necesidades humanas, pero si se fracasa o no da satisfacción, puede sobrevenir el stress. Los distintos tipos de stress profesional pueden sobrevenir por: a) Sobrecarga de trabajo. Esta puede ser cuantitativa, cualitativa o mixta. Entre las primeras citemos la sobrecarga de trabajo en tiempos breves; trabajo sin pausas, horas extraordinarias. Estas exigencias mantenidas largo tiempo pueden afectar el sistema cardiovascular (Friedman y Roseman). Respecto de la sobrecarga cualitativa, ésta responde a la ocupación que exige una competencia técnica o intelectual que no tiene el trabajador. Esta sobrecarga está vinculada a la complejidad del trabajo, a la información muy sofisticada y al alto nivel académico, lo que provoca fatiga emocional, cefaleas y alteraciones gastrointestinales. La sobrecarga mixta se observa en controladores aéreos con mucho tránsito, en los que la naturaleza polifacética de la tarea obliga a una máxima atención y a la toma de decisiones de emergencia en muy escaso tiempo. Este tipo de sobrecarga es frecuente también en cargos de alta dirección o mando. b) Déficit de trabajo. En estos casos se produce un fracaso de la ocupación motivado por monotonía, falta de oportunidades para la mostración de habilidades y experiencias, acciones repetitivas, etc., que provocan déficit de trabajo. Selye califica este estado como "stress por defecto", cuyo paradigma es el trabajo "en cadena" que provoca aburrimiento y estados de histeria que se acusan por náuseas, jaquecas, fiebre, dificultades visuales, etc. En general, se dice que el stress por defecto se acentúa cuando los trabajadores se encuentran incomunicados. c) Ambigüedad en el cometido. Esto sucede cuando el trabajador carece de información suficiente para cumplir con la orden de trabajo. d) Conflicto en el rol. Se trata de una situación estresante cuando la tarea contiene roles o responsabilidades dispares, instrucción superior deficiente o bien por enfrentamientos profesionales o sociales entre el dirigente y el dirigido. Esta condición parece ser frecuente en los mandos medios que reciben presiones del superior y del inferior. e) Elevado nivel de especialización. Demasiada especialización puede producir stress porque el empleado muy especializado carece de oportunidades de identificación con la empresa y eso le produce un estado de frustración. f) Falta de comunicación. El funcionamiento sistémico de la organización depende de la comunicación. Un único canal de comunicación de dirección descendente es siempre frustrante. En cambio, una orientación ascendente y/o horizontal entre los distintos departamentos de la empresa produce una efectiva comunicación y, consecuentemente, una mejora en la motivación y en el rendimiento.

Desincronosis o “Jet Lag” Son los trastornos que se producen después de los vuelos transmeridionales (cambio acelerado del huso horario) que afecta a los miembros de la tripulación tanto como a los pasajeros, y que produce mareos, fatiga, vómitos, trastornos del sueño y otros fenómenos nada despreciables que deben ser considerados por los hombres de negocios, hombres de estado, deportistas que se trasladan por vía aérea cuando la diferencia horaria sobrepasa las cuatro horas. La causa de este síndrome es la desincronización del tiempo fisiológico, del ritmo circadiano, que también se produce en los trabajadores a turnos. Las manifestaciones clínicas en estos casos dependen del tiempo de exposición al régimen (sea de vuelos, sea de turnos) y a la diferencia horaria en avances y retrasos de fase de 6/7 horas en forma brusca o acelerada, que provoca el fenómeno del jet lag en los vuelos transmeridionales. La primera situación referida a los turnos (cambios permanentes) se asimilaría a las formas crónicas del síndrome de desincronosis, con lo cual estaríamos frente a una condición de stress profesional. La segunda, la vinculada a los vuelos, conformaría las formas agudas de la desincronosis, asimiladas por nosotros a la enfermedad accidental.