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El documento analiza la concepción del objeto en la teoría psicoanalítica de freud y lacan. Se abordan los diferentes tipos de objeto (objeto de deseo, objeto de la pulsión parcial, objeto de la elección de amor) y su relación con el deseo y la falta. Se explica el concepto del objeto 'a' como objeto causa del deseo, que es inasible e impronunciable. También se analiza la noción de fantasma y su función en la relación del sujeto con el objeto. Además, se estudia la problemática del deseo en la obra de hamlet, donde se evidencia la importancia de la castración para acceder al objeto de amor. En general, el documento profundiza en la concepción psicoanalítica del objeto y su papel fundamental en la constitución del sujeto y su deseo.
Tipo: Resúmenes
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(1901, Francia - 1981, Francia) Lacan no se trazó como objetivo reinventar el Psicoanálisis, sino RETORNAR A FREUD, porque había una vuelta de posfreudianos que no lo interpretaron bien, inflan al Yo. Decía que él era el único que ha leído a Freud. Uno de los conceptos más polémicos que utiliza Lacan para corregir a los post- freudianos es el concepto de Yo. El Yo es retomado por la corriente psicoanalítica del Yo de una forma muy diferente a la que lo hace Lacan, tan diferente que ordena la dirección de la cura hacia otro puerto: está pensada como el fortalecimiento del Yo. En cambio, según Lacan, el Yo es una instancia de desconocimiento (tomando a Freud, el Yo no es amo en su propia casa), por lo tanto, la cura es pensada de otra manera. Lacan en la introducción de uno de sus primeros trabajos: “De nuestros antecedentes” dice que su teoría del Yo se fundamenta en dos elementos de la teoría freudiana del Yo: la imagen del propio cuerpo y la teoría de las identificaciones. Para Freud el Yo se constituye secundariamente. En primer lugar, ubica la fase autoerótica caracterizada por las pulsiones parciales que se satisfacen anárquicamente. Allí, viene a agregarse un nuevo acto psíquico que da lugar a la fase narcisista, en la cual se pasa del plural de las pulsiones al singular de la libido. El objeto total y único es el cuerpo que es tomado como primer objeto de amor. Otra noción que comparte la misma característica que la de la constitución del Yo, es la noción de realidad. Freud define la realidad de un modo totalmente diferente a como se la usa vulgarmente. Para Freud la realidad no es eso que siempre está ahí, sino que al igual que el Yo se construye, no es un dato que está de entrada. Esto le lleva a pensar que la realidad puede perderse y lo trabaja en “Pérdida de la realidad en la neurosis y psicosis”. Valiéndonos de esta manera de pensar, puede pensarse al cuerpo como una realidad. Si la realidad al igual que el Yo se construyen, entonces en Lacan lo real como registro no es la realidad. La noción de realidad implica la representación del mundo pero también la del cuerpo, en la medida en la que el cuerpo también forma parte de ella. Freud marca una equivalencia entre estas dos representaciones. El cuerpo, el Yo, es el primero objeto que surge como total. Eso es narcisismo, este es un acto secundario por lo tanto necesario. El Yo está presente como un objeto que se construye y que en consecuencia puede ser investido libidinalmente. Pensar al Yo como objeto de libido del narcisismo, es marcar una fuerte oposición entre sujeto y Yo. Se tiende habitualmente a pensar al Yo del lado del sujeto y esto confunde las cosas. Al Yo, se lo debe ubicar del lado del objeto y no del sujeto. El otro concepto que tomó Lacan de Freud en esta forma de presentar al Yo, es la de la identificación. Al comienzo de su enseñanza, la identificación aparece como transitoria en Freud, más adelante en: “El Yo y el ello”, la presentará como constitutiva y constituyente. A ese nuevo acto psíquico que propone en “Introducción al narcisismo” no lo llama identificación. El que piensa que la identificación está vinculada a la formación del Yo es Lacan. En este punto, es posible ubicar la relación entre la teoría del narcisismo freudiana y los desarrollos de Lacan alrededor del estadio del espejo. El estadio del espejo es el momento en el cual el niño, entre los 6 y los 18 meses, anticipa el dominio de su unidad corporal por la captación de su imagen en un espejo. Freud consideraba al Yo como el sistema percepción-conciencia. Lacan sostiene que es por identificación a la imagen de otro que el sujeto adquiere un Yo, porque el otro tiene cuerpo y Yo soy como el otro, entonces tengo cuerpo. Es decir que mi Yo es esa imagen del sí mismo, es un Yo especular que se refleja en el espejo del Otro y que me es devuelto. ¿A quién es devuelto? Al Sujeto. De modo que el Yo es esencialmente ilusorio. Es así que Lacan inventa el estadio del espejo producto de la lectura de la teoría freudiana, y es en la teoría del estadio del espejo que está volcada la manera en la que Freud piensa la constitución del Yo, en el sentido de un Yo corporal. Y es a través de este trabajo que Lacan hace su entrada al psicoanálisis. Cabe aclarar que esta identificación para Lacan es imaginaria. Parte de la observación del comportamiento, se vale de los elementos de la psicología animal, de la etiología y los compara con la fisiología humana. Dialéctica entre Amo y Esclavo de Hegel: tiene su origen en la lucha entre las conciencias. Permitió a Lacan concebir al Sujeto y afirmar que el Sujeto se haya dividido. Hegel plantea que cuando intento tomar conciencia de mí mismo, de mi existencia, me veo obligado a solicitar el reconocimiento de dicha existencia al Otro. Y como consecuencia, el Otro se convierte en el Amo de mi propio ser.
Lacan llevo hasta el extremo la lógica hegeliana según la cual mi discurso tiene su causa en el Otro. Si la causa de mi discurso es siempre el Otro, existe un verdadero lugar del Otro, que es precisamente ese tesoro de significantes donde, en cierta manera, se estructura la lengua. Eso es lo que me proporciona los fragmentos del discurso que voy a articular. Por otro lado, el lugar del Otro es el lugar donde se organiza la estructura misma de mi deseo. Lacan estudia las estructuras simbólicas de la subjetividad. Por lo que el punto de partida de Lacan será: “El psicoanálisis solo es posible si se entiende al inconsciente estructurado como un lenguaje.” Inconsciente como el lugar de una cadena de significante. Influencia de Lèvi-Strauss. Estas estructuras simbólicas están regidas por el lenguaje. “Cadena de significantes” refiere a que cuando hablamos movilizamos en un orden totalmente aleatorio estructuras, es decir diferencias. El lenguaje está marcado por diferencias: diferencias de fonemas, diferencias de palabras. Estas diferencias se articulan siguiendo una lógica, se ‘encadenan’ (sin cierre) siguiendo esta lógica. “Una cadena es tan fuerte como su eslabón más débil”. El punto donde ese eslabón se ‘rompe’ es, como decía Lacan, “la causa de todo”. Y ese eslabón es el objeto del deseo. Es decir, el inconsciente es isomorfo con respecto al lenguaje en lo que respecta a su estructura y Freud lo descifra constantemente, así como los mecanismos de condensación y desplazamiento. Los descubrimientos Freudianos, en opinión de Lacan, solo pueden demostrarse bajo ese axioma, dándole orden, claridad y lógica al descubrimiento del inconsciente. Freud había intentado reabsorber el psicoanálisis en las ciencias de la naturaleza. Para Lacan, no hay Teoría sobre el inconsciente, sino una Teoría de la Práctica analítica y la estructura de esta práctica se reconoce como la del inconsciente. El analista forma parte del concepto del inconsciente. LOS TRES REGISTROS En sus últimas obras, Lacan propone que la estructura como tal está constituida por los tres órdenes, considerando cada uno de ellos como un redondel de cuerda, que se anudan gracias a un cuarto redondel (nudo borromeo). Este nudo borromeo es la estructura misma. La naturaleza humana y la subjetividad van a depender de la articulación particular de los tres registros, en cada sujeto. Las patologías dependerán, por lo tanto, de cómo los tres órdenes se anudan entre sí. Cabe destacar que no se puede hablar en términos absolutos de ninguna patología y un orden, no es correcto hablar de una patología de lo imaginario, de lo simbólico y de lo real. Se puede hablar de la patología producto del lazo entre ellos, de los tres, de su ordenamiento. Ninguno de los registros tiene jerarquía por sobre los demás, pero sí hay momentos o situaciones donde uno de los registros predomina sobre los demás, pero esto es contingente (nunca el predominio es total). La constitución subjetiva es explicada entonces, como una “estructura dinámica” que tiene anudadas estos tres registros. Lacan va a denominar esta yuxtaposición (nudos) entre los registros: “NUDO BORROMEO” (al soltar un registro, se desarman los otros dos). Lo que siempre se mantiene es el lugar de la Falta, ya que está siempre en el centro: todos los registros tienen un punto de Falta. Entonces, Lacan piensa la estructura en relación a los tres registros: 1- Lo imaginario : es el registro de las ilusiones, de las imágenes. Este registro se caracteriza por el predominio de la relación con la imagen del semejante. Es decir que la base del orden imaginario es la formación del yo en el estadio del espejo. Desde el punto de vista intrasubjetivo, refiere a la relación fundamentalmente narcisista del sujeto para con su Yo. Desde el punto de vista intersubjetivo, hace referencia a la relación dual basada en la imagen de un semejante. Su función es brindar una completud aparente e ilusoria que viene a tapar la falta. Desconoce lo real ya que aquí se considera que el todo es posible: Imaginario de creer que si tenemos ESO, tenemos TODO. Todo es posible, todo puede lograrse. Realización alucinatoria del deseo. Lo imaginario es el orden de las apariencias superficiales (ilusorias) que son los fenómenos observables, engañosos, y que ocultan estructuras subyacentes. La oposición entre lo imaginario y lo simbólico no significa que lo imaginario carezca de estructura. Por el contrario, lo imaginario está siempre ya estructurado por el orden simbólico. En el narcisismo se observa un predominio excesivo de este registro, ya que se relaciona con el Yo moi a la manera de un Yo Ideal freudiano, es decir “un lugar de engaño, de mentira, de ficción” debido a que la función del Yo moi es la del desconocimiento de la falta. El hombre queda capturado por la imagen de su cuerpo y el privilegio que la imagen de su cuerpo tiene para él. Es así que en el estadio del espejo, el niño se apodera de la imagen del otro y se identifica con la imagen del semejante, dando lugar a la formación del Yo Moi, que es definido como un conjunto de identificaciones desordenadas a la manera de un cuadro
biológica, no existe biología en estado puro, y por ende, tampoco tenemos instinto-, dado que Otro transforma nuestro grito en un llamado – pone en palabras nuestro grito, transforma la necesidad biológica en necesidad lógica-, es decir, en demanda. Lo simbólico no logra a pesar todo, queda un resto que no es atrapado por lo simbólico. Por otro lado, lo simbólico es el reino de la falta. La falta en Lacan En la obra de Lacan, la falta siempre está relacionada con el deseo (se desea lo que no se tiene, lo que falta). Es una falta que causa el surgimiento del deseo. Cuando Lacan introduce al Otro barrado (Ⱥ), la falta designa la falta de un significante en el Otro. Aparece el símbolo S (Ⱥ) para designar “el significante de la falta en el Otro”. Por más significantes que se le añadan a la cadena de significantes, ella es siempre incompleta (des- completada): le falta siempre el significante que podría completarla. Este “significante que falta” es constitutivo del sujeto. La falta es la razón de que el Otro no pueda interpretar de manera total la demanda del sujeto, y por lo tanto la necesidad no pueda ser totalmente satisfecha, y quede un resto que es el deseo. 3- Lo real : es el imposible lógico, lo que no es conceptos. Lo real es lo que siempre está ahí (no hay ausencia en lo real, a diferencia de lo simbólico, lo que vuelve al mismo lugar. Lo Real no es la realidad psíquica, esta última funciona como una pantalla protectora frente a lo Real, es ese escenario que se monta para nosotros y cuyo sostén fundamental es el fantasma, término con el cual Lacan sustituye el término de fantasía. Lo real tampoco es el fantasma, es lo imposible lógicamente, es el encuentro fallido con el objeto. Esto se produce una vez que el sujeto se desliza por el desfiladero de los significantes. Una vez que el sujeto entró en el desfiladero de lo simbólico, ya su objeto de alimento no será nunca más aquello que venga a responder a la necesidad. Es un objeto parcial, parcial porque nunca podrá ser satisfecho en su totalidad, que se desliza, que corre y que jamás podrá ser atrapado. Esta es la forma que tiene Lacan de replantear el objeto perdido en Freud. Pero el objeto no está perdido en la historia, está perdido en la estructura, está perdido estructuralmente porque somos dominados y determinados por el lenguaje. Lo real es lo que está fuera del lenguaje es inasimilable a la simbolización. Lo real es “lo imposible” porque es imposible de imaginar, imposible de integrar en el orden simbólico e imposible de obtener de algún modo. Es este carácter de imposibilidad y resistencia a la simbolización lo que le presta a lo real su cualidad esencialmente traumática. Lo real es el objeto de la angustia; lo que se presenta en forma de trauma es el encuentro que falta con este objeto real; lo real es el encuentro fallido con el objeto. Cuando nos topamos con lo Real, nos relacionamos con la angustia (lo real es el objeto de la angustia), con aquello que sentimos a nivel del organismo. Es el agujero que bordean las zonas erógenas del cuerpo. Lo Real está ligado a la repetición. Para Lacan, la repetición freudiana (más allá del principio de placer) será llamada AUTOMATÓN, la memoria significante provoca en su despliegue sus puntos de imposibilidad, igual que cualquier sistema formal. Justamente porque se trata de un sistema formal cuyas leyes particulares Freud describió cuando formuló la condensación y el desplazamiento (metáfora y metonimia en Lacan) como las leyes que de algún modo marcan la forma de cómo se combinan los significantes a nivel de los procesos inconscientes. Objeto petit a: Das Ding. La Cosa muda, un agujero, la nada. La falta estructural. El objeto a es el objeto causa del deseo, es decir, gracias a que existe una falta estructural, nos movilizamos en la búsqueda –metonimia- de que aquello que venga a completarnos – algo que nunca vamos a encontrar, pero que el sujeto jamás pierde como ilusión. Este objeto articulándose con el sujeto del inconsciente, Lacan lo denomina “el fantasma” EL SUJETO DEL INCONSCIENTE (Yo Jé) Somos a partir del Gran Otro, de su deseo, y por lo tanto el Gran Otro está incorporado en el inconsciente. El sujeto es un ser hablante, somos sujetos en la medida en la que hablamos y somos hablados antes de nacer. O sea que desde antes de nacer estamos tomados por lo simbólico, rodeados por los significantes (pura diferencia que cava un surco en lo real). El sujeto que habla no es amo y señor de lo que dice; no hay nada que uno diga en lo que pueda NO proyectar algo inconsciente. Nosotros somos sujetos del inconsciente, y este está estructurado como un lenguaje. El sujeto del inconsciente es una falta en ser y un ser en falta: tiene una falta estructural, no hay nada que lo defina como ser, ningún significante que lo signifique por completo. Es la falta la que provoca el no saber que hay detrás del deseo (es decir, que no podamos poner nuestro deseo en palabras, que no sepamos realmente lo que deseamos). Así, entendemos el objeto como causa y motor del deseo. YO JÉ YO MOI Sujeto que habla desde su estúpida e inefable existencia y no sabe lo que dice Conjunto de identificaciones idealizadas, desordenadas a la manera de un cuadro
surrealista, que entrañan una falta. Con estas identificaciones hemos sido mirados. Conformado a partir de la identificación a la imagen del otro semejante. El Yo Lacaniano (moi) es definido como una trampa, esta constitutivamente desintegrado y busca completud, es negador de la falta. EL SUJETO Y EL OTRO Freud dice que las experiencias de dolor y deseo son lo que va a constituir al Otro. En Lacan, para que el sujeto se constituya tienen que contemplarse dos campos: el del sujeto y el Otro. 1- El pequeño otro (a): es el otro que no es realmente otro, sino un reflejo y proyección del Yo. Es simultáneamente el semejante y la imagen especular. De modo que el pequeño otro está completamente inscripto en el orden de lo imaginario. 2- El gran Otro (A): designa la alteridad radical e irreductible, la otredad que trasciende la otredad ilusoria de lo imaginario, porque no puede asimilarse mediante la identificación. Lacan equipara esta alteridad radical con el lenguaje y la ley, de modo que el gran Otro está inscripto en el orden de lo simbólico en cuanto está particularizado para cada sujeto. El Otro es entonces otro sujeto, en su alteridad radical y su singularidad inasimilable, y también el orden simbólico que media la relación con ese otro sujeto. No obstante, el significado de “el Otro como sujeto” es estrictamente secundario respecto del sentido de “el Otro como orden simbólico”; “el Otro debe en primer lugar ser considerado un lugar, el lugar en el cual será constituida la palabra”. Solo es posible hablar del Otro como un sujeto en un sentido secundario, en el sentido de que un sujeto puede ocupar esa posición y de tal modo ‘encarnar’ al Otro para otro sujeto. Al sostener que la palabra no se origina en el Yo, ni siquiera en el sujeto, sino en el Otro, Lacan subraya que la palabra y el lenguaje están más allá del propio control consciente; vienen de otro lugar, desde fuera de lo consciente, y por lo tanto “el inconsciente es el discurso del Otro”. Es la madre la que primero ocupa la posición del gran Otro para el niño porque ella es quien recibe el llanto del niño y lo interpreta como un mensaje particular. El complejo de castración se constituye cuando el niño descubre que el Otro no es completo, que el Otro hay una falta. En otras palabras, que en el tesoro de los significantes constituido por el Otro siempre falta un significante. Lacan presenta gráficamente a este Otro incompleto como el Otro barrado (Ⱥ) En el campo del Otro se sitúa la cadena de significantes, preexiste al sujeto, ya está en la cultura, ya habla, ya pasó por la castración, es decir que es un Otro que ya tiene faltas. En el seminario 11 Lacan escribe “el Otro es el lugar donde se sitúa la cadena de significante que rige todo lo que, del sujeto, podrá hacerse presente, es el campo de ese ser viviente donde el sujeto tiene que aparecer” El sujeto: Lacan hace una distinción entre el sujeto y el Yo (moi) El Yo es una formación que se despliega en la dimensión de lo imaginario. Es la sensación de un cuerpo unificado producida por la asunción por parte del sujeto de su imagen en el espejo. La consecuencia es que el Yo termina situado sobre un eje imaginario en oposición a su propia imagen (narcicismo) o a la de un semejante (pequeño otro). Mientras que el Yo forma parte del orden imaginario, el sujeto es parte del orden simbólico. De modo que no equivale simplemente a la sensación consciente de agencia, que es una mera ilusión producida por el Yo, sino al inconsciente. El “sujeto” de Lacan es el sujeto del inconsciente, el sujeto de deseo, efecto de la inmersión en el lenguaje (el deseo es un efecto del lenguaje). El sujeto es lo supuesto por el psicoanálisis desde que hay un deseo inconsciente. Lacan tacha la letra S que representa al sujeto para producir el sujeto barrado ($), con lo cual indica que el sujeto está esencialmente dividido (desde el momento en que es atravesado por el lenguaje). FUNCION TOPOLOGICA DE BORDE Lacan dice que el sujeto es hablado antes de nacer. El sujeto al nacer trae un ser: un organismo + un significante, ya que antes de nacer ya es nombrado, es deseado, lo espera un mundo que lo preexiste (significantes primordiales). Entonces, antes de que seamos sujetos, ya vamos a tener un significante que nos represente (S1). En S1 van a estar todos los ideales del Gran Otro, es decir, todo lo que se espera que seamos.
Entonces, la consecuencia de esta operación es que cae el objeto a , lo que deja una falta en su lugar, y queda constituido el sujeto del inconsciente ($) y el Gran Otro queda barrado (Ⱥ). Hay algo que jamás podrá ser alcanzado, ni dicho: la falta estructural. El objeto a , será el encargado de movilizar el deseo. Esto se puede ejemplificar en el complejo de Edipo donde el sujeto da cuenta de la falta del Otro y de él mismo, dejando de ser una sola cosa con la madre (en función de Otro primordial). OBJETO EN PSICOANÁLISIS FREUD En la obra freudiana se delimitan tres series de objeto, las cuales surgen a partir de pérdidas que se deslizan en el hecho de que en lo humano no existe complementariedad sujeto-objeto: Objeto de deseo : Objeto perdido de la primera experiencia de satisfacción alucinatoria (eso que no llegó), el objeto en juego a nivel del proceso primario. Es una pérdida de satisfacción de la necesidad en aras del surgimiento de deseo. La pérdida se instala entre necesidad y deseo, entre satisfacción y realización. Hablamos aquí del objeto perdido de la primera experiencia de satisfacción, que deja en el aparato psíquico las huellas por donde circulará el deseo e inaugura el inconsciente representacional. El deseo está relacionado con el surgimiento mismo de la posibilidad de sustitución –característica principal del proceso primario-. En este sentido, el objeto de la pulsión y de la elección de amor serían ya sustituciones del objeto perdido de deseo. El deseo es transferible: encuentra satisfacción en distintos objetos, se liga a estos. Además, se genera en relación a un Otro: el deseo materno que inicialmente nos posibilitó la vida se había ligado a nosotros en tanto objetos. Fuimos tomados como “objeto que completaba a mamá”, y es esa toma la primera condición para que (luego de otros procesos) en el sujeto pueda emerger el deseo propio Es importante diferenciar: -Objeto de deseo: cualquier objeto que (se cree que) cubrirá la falta. -Objeto CAUSA de deseo: tiene que ver con generar deseo en el otro. Cuando trato de que el otro me desee para cubrir su falta. Deseo ser “objeto de deseo” del otro. Objeto de la pulsión parcial: Trata sobre una pérdida del objeto real (pecho materno) que determinará el surgimiento del autoerotismo. Lo no satisfecho en lo orgánico –lo que no se puede ligar- genera una fuerza constante que complejiza el aparato psíquico. Así la pulsión queda definida como una “medida de exigencia de trabajo que es impuesta a lo anímico a consecuencia de su trabazón en lo corporal”. La no complementariedad sujeto-objeto es la causa de esa trabazón, ya que si la pulsión se satisficiera toda autoeróticamente en el cuerpo no sería pulsión sino instinto y no habría necesidad de elección de objeto de amor, ya que no tendría sentido ir en busca de objetos para libidinizar. Siempre va a quedar un resto que no se satisface (satisfacción parcial de la pulsión) marcada por la imposibilidad estructural de ser satisfecha en su totalidad. Cuando se dice que esta serie busca la satisfacción autoerótica se hace referencia a que la satisfacción buscada no tiene que ver con objeto alguno (la pulsión es intransferible, siempre se satisface en el cuerpo, pero el objeto es contingente). El objeto perdido de deseo es condición de producción del objeto pulsional en Freud. El objeto de la pulsión adquiere rasgos que le son propios y que son inseparables del autoerotismo y de la inclusión del cuerpo. El Ser S (el Sujeto) El Sentido S (el Otro) El sin-sentido Lo que cae es el objeto a $ Ⱥ Ambos van a poder seguir existiendo con una falta cada uno La alienación
El objeto de la pulsión es aquello en lo cual o por lo cual ella puede alcanzar su objetivo. No está ligado a ella originalmente. Es su elemento más variable: la pulsión se desplaza de un objeto a otro en el curso de su destino. Es un objeto contingente ya que la pulsión se satisface en el recorrido, y su satisfacción va a ser siempre parcial, por lo tanto la pulsión será una fuerza siempre constante que busca su satisfacción. Vemos que esta serie toma al otro como apoyo en la medida en que la pulsión nace apuntalada en las necesidades vitales. De allí de habla de la tendencia a la fijación: allí donde encontró satisfacción vuelve a buscar más. Pero no puede hablarse de elección de objeto. Respecto de la constitución subjetiva se podría decir que el autoerotismo (que es la libidinización de partes del cuerpo) es condición de posibilidad del narcisismo (libidinización del cuerpo como totalidad) el cual, con la consiguiente estructuración del Yo, posibilitará posteriormente desplazarse en la búsqueda de objetos fuera del ámbito familiar [explicado mejor más adelante]. Ahí surge la tercera serie de objeto. Objeto de amor: Gracias a la pérdida estructural y el deseo que genera esta, se posibilita la elección del objeto de amor. La libido pasa de investir el Yo como totalidad a investir objetos externos. Freud plantea que el primero de esos objetos es la madre. Aunque como ya se dijo ahí no hay realmente una elección sino un apuntalamiento en ese objeto que nos satisfacía las necesidades básicas: nutrición y cuidado. Luego, con el Complejo de Edipo ese objeto se perderá por definición de un “desarrollo sano”. Esta elección remitirá a otro definido en tanto que persona (al campo de la totalización del objeto sexual). Hay un objeto de amor que adquiere una posición excepcional respecto de los otros objetos de amor: el falo. Existen dos momentos en la elección de amor: -Objeto de amor total: existe una completud ilusoria en la que el objeto todo lo puede. Luego se da el complejo de Edipo, se instauran los diques psíquicos y el niño entra en el periodo de latencia. -Supremacía genital: en la pubertad, todas las zonas erógenas se encuentran bajo la supremacía de la genital, se da entonces una elección de amor parcial (parcial porque el otro esta barrado al igual que yo), es decir que ya no lo puede todo. Freud separa la satisfacción de la pulsión de la realización de deseo. A la primera le corresponde la acción específica, mientras que a la segunda, la identidad de percepción (se vuelve a revivir esa primera percepción a través de la alucinación). La realización de deseo aparta al sujeto del camino de la satisfacción, encaminándolo hacia la repetición, hacia la búsqueda de una percepción primera idéntica. AUTOEROTISMO Y NARCISISMO La pulsión nace apuntalada a las necesidades vitales y a medida que se van satisfaciendo estas emerge “un monto de placer que proviene de otra fuente” al que Freud relaciona con el placer de órgano –zonas erógenas-. Ese placer comienza luego a buscarse por sí mismo, y es lo que Freud llama AUTOEROTISMO. Ej.: el chupeteo. Pero para que cualquier sujeto pueda hacer una elección de objeto de amor, debe estructurarse el narcisismo. Lo que no significa que el autoerotismo desaparece. Se siguen buscando y teniendo satisfacciones parciales a lo largo de toda la vida. Pero sabemos que el Yo al nacer no está desarrollado. En cambio “ las pulsiones autoeróticas son iniciales, primordiales. Por tanto algo tiene que agregarse al autoerotismo, una nueva acción psíquica, para que el narcisismo se constituya ”. La libido va a pasar de investir diferentes zonas del cuerpo (desconectadas unas de otras) a investir el cuerpo como totalidad, posibilitando que el Yo se desarrolle. Es a esta toma del cuerpo todo como objeto de amor a lo que Freud llama NARCISISMO. En “ Pulsiones y destinos de pulsión ” Freud explica como la pulsión solo puede manifestarse en el aparato psíquico a través de sus destinos, y en “ Introducción al narcisismo ” agrega que el narcisismo es también un destino pulsional, ya que las pulsiones parciales van a encontrar en él un objeto para libidinizar/ligar energía. Entonces, el narcisismo es: a) Un DESTINO PULSIONAL, la energía proveniente del autoerotismo inviste al cuerpo como totalidad. b) Un ARTICULADOR entre la serie pulsional y la de la elección de objeto de amor, en la que ya se pesquisa una elección de objeto total, que sería el propio Yo.
Explica así que desde la serie pulsional, el objeto es definido como el “medio gracias al cual la pulsión alcanza su satisfacción”. El objeto es el instrumento con el que se obtiene la satisfacción y en tanto instrumento es el aspecto más variable de la pulsión. El contrapunto a esa variabilidad el objeto lo brinda el concepto de fijación, definido como “el establecimiento de una conexión intima entre pulsión y objeto, conexión que suprime la movilidad del objeto y que hace surgir la dificultad y la oposición a desprenderse de él. Así como la pulsión parcial oscila entonces entre contingencia y fijación, la elección de amor se despliega entre la elección narcisística y la elección anaclítica. Freud plantea entonces que el primer objeto no es en realidad producto de una elección sino de un apuntalamiento y que “junto a este tipo que puede llamarse el tipo del apuntalamiento (anaclítico), existe un segundo tipo: ciertas personas cuyo desarrollo libidinal experimentó una perturbación, no eligen su posterior objeto según el modelo de la madre sino según el modelo de su propia persona. Se buscan a sí mismos como objeto de amor, exhibiendo un tipo de elección que ha de llamarse narcisística”. Entonces habla de que habría dos caminos para la elección de objeto: SEGÚN EL TIPO NARCISISTA SEGÚN EL TIPO DE APUNTALAMIENTO Tiene carácter pasivo –ser amado- y todo gira alrededor de los rasgos del sujeto. Adviene sobre lo que se tuvo y se perdió, sobre lo que posee los méritos que el sujeto no tiene, lo cual de poseerlo le permitiría al Yo alcanzar el Ideal. Así, se ama: Lo que uno mismo es (Yo) Lo que se fue (objeto de la madre) Lo que se querría ser (Yo Ideal) A la persona que fue una parte del sí mismo propio (Identificaciones con objetos primarios o con el entorno inmediato) Tiene carácter activo –ser amante-. Adviene sobre la base del cumplimiento de condiciones infantiles de amor: se idealiza a lo que cumple esa condición de amor y se ama: A la mujer nutricia Al hombre protector LACAN Lacan habla de un objeto perdido por estructura. El llanto del niño, motivado por la tensión inicial se transforma en comunicación en la medida en que puede obtener una respuesta del Otro que haga cesar la tensión. Para Lacan, aquel que tiene poder de responder es el Gran Otro; es la estructura del lenguaje, y por lo tanto del inconsciente, la que interviene: el Otro como sede de la palabra. Lo que Freud reconoce como aquel que “sabe” cuál es la acción específica a realizar para calmar al bebé, aparece en Lacan a modo de “el saber cómo función del Gran Otro”, el lugar del código, el que tiene no solo los significantes sino la legalidad misma que le permite responder (o no) a la demanda. Cuando el niño percibe la falta en el Otro, es cuando surge su deseo, el deseo de encontrar lo que nunca estuvo ahí. EL DESEO Y LA PULSIÓN EN FREUD Pulsión : concepto fronterizo entre lo anímico y lo somático, representante psíquico que actúa como una fuerza constante. Al ser estímulos internos, es imposible huir de ellos (es energía ligada). Es un proceso dinámico consistente en un “empuje” que hace tender al organismo hacia un fin. Para Freud los seres humanos nos oponemos a los animales por el hecho de que nuestra sexualidad no está regulada por instintos, sino por las pulsiones, que difieren de los instintos por ser extremadamente variables, y en que se desarrolla de modos que dependen de la vida sexual del sujeto. La satisfacción pulsional tiene que ver con el cuerpo: pulsión auto-erótica, parcial y sexual. Según Freud, una pulsión tiene su fuente en una excitación corporal (estado de tensión); su fin es suprimir el estado de tensión que reina en la fuente pulsional; gracias al objeto la pulsión puede alcanzar su fin. Elementos de la pulsión:
a) Esfuerzo: factor motor de una pulsión, suma de fuerza o medida de exigencia que ella representa. b) Meta: satisfacción que solo puede alcanzarse cancelando el estado de estimulación en la fuente de la pulsión. c) Objeto: Es aquello en o por lo cual puede alcanzar su meta. d) Fuente: proceso somático cuyo estímulo es representado en la vida anímica por la pulsión. Lacan sostiene que la meta de la pulsión no es un destino final, sino el camino mismo, que es girar u oscilar en torno al objeto. La pulsión va a volver siempre al cuerpo, que es donde se origina y a donde es sentida (zonas erógenas de la pulsión). A esto Lacan lo va a llamar el “tour” o “circuito” pulsional. Las pulsiones son los aspectos parciales en los cuales el deseo se realiza. El deseo es uno e indiviso, mientras que las pulsiones son manifestaciones parciales del deseo. Diferencia entre estímulo y pulsión: Estímulo Pulsión (Trieb)
sujeto humano, que nace en un estado de desamparo, es incapaz de satisfacer sus propias necesidades, y por lo tanto depende del Otro para que lo ayude a hacerlo. Al fin de lograr la ayuda del Otro, el infante tiene que articularse como demanda. Las demandas primitivas del infante pueden ser sólo gritos inarticulados, pero sirven para llevar al Otro a atender las necesidades del niño. Esta es la teoría de la comunicación en el psicoanálisis: el sujeto es interpretado por Otro desde su posicionamiento inconsciente. El modo en el Otro accede a la demanda ilustra a cada momento la introducción del lenguaje en la comunicación. El demandar está primero en el Otro. Si ese Otro no quisiera interpretar, ese niño no tendría lugar. De esa primera experiencia de satisfacción quedan huellas, queda otro que aloja, cuida, desea la vida de ese bebé. El Otro necesita que el bebé necesite. El mecanismo normal de la demanda es crear constantemente demandas renovadas. Entonces hay una doble demanda:
no. Se trata de una demanda incondicionada que exige la presencia absoluta del Otro, que debe estar siempre ahí. Pero sabemos que eso es imposible. Entonces, hay momentos donde se empieza a introducir esta ausencia del otro. Así se empieza a perfilar un segundo nivel, el del par alternante presencia-ausencia. Se dibuja aquí la pregunta del porqué de la ausencia del Otro. Esto crea una enunciación inconsciente que se abre de una pregunta: ¿Qué quiere? Este ¿qué quiere? Se plantea en relación a la presencia-ausencia del Otro y abre la dimensión del deseo del Otro (y de la demanda de amor). Cuando pasamos de la dimensión del Otro del Código a la dimensión del deseo del Otro, pasamos a una dimensión en la cual el Otro se presenta como caracterizado por una falta, es un Otro que no lo tiene todo. Así, el sujeto que demanda no cubre toda su falta y desea alguna otra cosa (el deseo es deseo de otra cosa). Va a pasar a ser no más el Otro del Código, sino el Otro tachado (Ⱥ). El Otro de la demanda aparece como otro todo- en el sentido de consistente, de completo. Las oscilaciones de presencia-ausencia de este Otro completo y sin fallas son recibidas en función de lo que Lacan llama “el capricho del Otro” (el “capricho del Otro” no es lo mismo que el “deseo del Otro”) El capricho del Otro en la primera forma en que se presenta este esbozo del deseo, de la falta del Otro. Implica que el Otro responde según su arbitrio, porque se le da o no la gana, no porque tiene una falta por efecto de la estructura. Desde este punto de vista, este Otro sin tachar, sin fallas, el Otro de la demanda, está sujetado a la ley (otro nombre de la ley en Lacan es la castración); es otro que aparece como no castrado, como no deseante. Este Otro de la demanda es también el Otro de la frustración, es decir, que tiene la capacidad, y de hecho lo hace, de producir un daño imaginario. La paradoja es que este daño imaginario es provocado por un Otro que es de orden simbólico. La frustración tiene como base la ruptura de la promesa: el Otro no cumple con lo que esperamos de él, con la promesa de una presencia absoluta e incondicional. Es en este momento en que el Otro de la demanda se convierte en el Otro de la falta, el Otro tachado que todo no lo puede. DAS DING El Ding es el elemento que es aislado en el origen por el sujeto, en su experiencia del complejo del prójimo, como siendo por naturaleza extranjero. El Ding es aquello en torno a lo cual se organiza todo el andar del sujeto en relación al mundo de sus deseos. Sirve para ubicarse en relación a ese mundo de anhelos y de espera, orientado hacia lo que servirá, dada la oportunidad, para alcanzar a Das Ding. Es claro que lo que se trata de encontrar no puede volver a ser encontrado. El objeto está perdido como tal por naturaleza, nunca será vuelto a encontrar. Esto es los que Freud nos designa cuando nos dice que el objetivo primero y más cercano de la prueba de realidad no es encontrar en la percepción real un objeto que corresponda a lo que el sujeto se representa en ese momento, sino volver a encontrarlo, testimoniarse que esta aun presente en la realidad. Ese objeto, Das Ding, en tanto que Otro absoluto del sujeto es lo que se trata de volver a encontrar. Como mucho, se vuelven a encontrar sus coordenadas de placer, no el objeto. En este estado de anhelarlo y de esperarlo, será buscada, en nombre del principio del placer, la tensión óptima por debajo de la cual ya no hay ni percepción ni esfuerzo. En relación a ese Das Ding original se realiza la primera orientación, la primera elección, se regulara desde entonces toda la función del principio de placer. Es decir, el principio de placer gobierna la búsqueda del objeto y le impone sus rodeos. Freud aporta, en lo tocante al fundamento de la moral, la afirmación del descubrimiento de que la ley fundamental es la ley de interdicción de incesto (Lévi-Strauss). Pero Lévi- Strauss solo llega a explicarnos porque el padre no se casa con sus hijas-es necesario que las hijas sean intercambiadas. ¿Pero, porque el hijo no se acuesta con su madre? La ley tiene como consecuencia el excluir siempre el incesto fundamental, el incesto hijo- madre, que es aquel que Freud enfatiza. Lo que encontramos en la ley del incesto se sitúa como tal a nivel de la relación inconsciente con Das Ding, la Cosa. El deseo por la madre no podría ser satisfecho, pues sería la abolición de todo el mundo de la demanda, que es el que estructura profundamente el inconsciente del hombre. En la medida en que la función del principio del placer reside en hacer que el hombre busque siempre lo que debe
“esa nada” simbólica, que es un signo de la buena o la mala voluntad de ese Otro, que encarna un poder en lo real. Es decir, que el acceso a la realidad humana en cuanto tal depende de este tipo de frustración, el sujeto queda preso de la dialéctica por intercambio de la constitución del don como forma simbólica de objeto. Esto equivale a sostener que el acceso a la realidad humana depende del orden de la alianza, de la Ley de la prohibición del incesto y no de una experiencia empírica de la realidad. El don surge cuando el agente simbólico (la madre) muta a agente real (madre como poder), un poder que en lo real brinda objetos que son dones, y que por ello son simbólicos, es un objeto que sólo puede ser otorgado mediante la palabra (esa es la fuente primordial del don). La característica misma del don en tanto que simbólico es su posibilidad de ser revocado, anulado. Implica un circuito de circulación de dones, el intercambio, las estructuras de parentesco, la ley de la alianza, la interdicción del incesto Es así que darlo todo es igual a no dar nada, de ahí la frase: “amar es dar lo que no se tiene a quien no lo es”, se establece el intercambio por excelencia de la nada por nada, donde la anulación del objeto de goce llega a su punto máximo. Se anula el objeto de goce por la falta estructural que atraviesa a todo sujeto (podría pensarse en relación a la alienación y separación, en un primer momento el bebe es objeto de goce de la madre, luego de la separación deviene sujeto, ya que el goce absoluto de la madre queda anulado, y en consecuencia mama y bebé quedan atravesados por la falta estructural, quedan castrados) Lo imaginario ofrece una gama privilegiada de objetos, tomados del propio cuerpo en su articulación con el estadio del espejo, que serán consagrados al don. De este modo el niño encuentra en su propio cuerpo un real puesto para nutrir lo simbólico: el pecho, las heces, el falo. Y así, cada vez que la frustración de amor se hace presente surge la regresión, la cual asume la forma de una competencia a través de la satisfacción del goce del objeto En esta vertiente el Otro surge en determinado momento como herido en su potencia, en su poder. Esta herida responde a una dimensión doble. Por un lado, a la imposibilidad del Otro, de responder a la demanda, por razones de estructura; y por otro, a la pregunta que el vaivén de su ausencia- presencia genera. Esta falta estructural se sitúa más allá de la demanda, falta idéntica al deseo del Otro, al secreto de su ir y venir. Surge ese deseo que se genera en la división de la demanda y la necesidad, cae el objeto a (motor del deseo mismo). ACCIÓN OBJETO AGENTE FRUSTRACIÓN (daño imaginario) (I)de goce (II)de amor Real (pecho) Simbólico (don) Otro simbólico (madre) Otro real (madre como poder)
castración. En Lacan dicha falta se vuelve la meta del deseo como deseo del Otro, ese Otro que se inscribirá en el grafo como un A tachado, en oposición al A de la demanda (sin tachar). Con relación a la privación materna se sitúa la dialéctica de ser o no ser el falo simbólico. Siéndolo el sujeto se sitúa en una posición en la que se logra ser un señuelo eficaz del deseo del Otro. Es así que el objeto simbólico, el falo simbólico, deberá dejar su lugar al falo imaginario, a la significación fálica, este proceso implica una desidentificación. La significación es engendrada gracias a dos mecanismos fundamentales, la metáfora y la metonimia. Y por ello cuando el niño es la metonimia del deseo del falo de la madre, la sustitución metafórica no opera, sustitución que en el caso de la significación fálica requiere de la operación del Nombre-del-Padre en la metáfora paterna, quedando entonces preso de la metonimia deseante de la madre. El falo se vincula así primordialmente con el ser del sujeto en su relación con el deseo del Otro, dado que el sujeto debe competir con el falo para llegar a situarse como objeto del deseo del Otro. La lógica de la castración: los tres tiempos del Edipo Lacan desarrolla su teoría en función de 3 TIEMPOS LÓGICOS: no responden a una cronología, sino que son tiempos del Inconsciente. En cada tiempo va a predominar un registro en particular.
- Primer tiempo Lo que el niño busca en cuanto a deseo de deseo, es poder satisfacer el deseo de su madre, es decir to be or not to be el falo. Así, introduce su demanda aquí. Se trata de un predominio por lo imaginario (ya que se tapa la falta), es un tiempo lógico que remite al estadio del espejo y a todo lo que este pueda significar en el sujeto. El sujeto se identifica en espejo con lo que es objeto del deseo de la madre. Existe cierta ilusión de completud Es la etapa fálica primitiva, cuando la metáfora paterna actúa en sí, al estar la primacía del falo, ya instaurada en el mundo por la existencia del símbolo del discurso y de la ley. En el sentido de que la madre ya ha sido castrada y como se sabe el hijo al llegar al mundo no sólo es tomado como objeto de deseo, sino como objeto de goce también, como aquello que le permita recuperar a la madre lo perdido en la castración simbólica. La madre toma al hijo como el falo y el hijo se posiciona como falo del deseo de la madre. Forman así, una relación narcisista y especular. El falo al igual que el deseo es un objeto metonímico se desliza entre los significantes, y adquiere sentido en su articulación con otros significantes. Por eso el brillo fálico corresponde a la lógica del uno por uno, dependerá de lo que para cada sujeto particular tenga brillo fálico. Es debido a la existencia de la cadena significante que circulará, de todas formas, como una sortija, por todas partes en el significado- y es en el significado donde resulta la existencia del significante. La experiencia nos indica que este significante adquiere para el sujeto un papel principal: el de un objeto universal. Pareciera que este momento TODO ES POSIBLE. Es así, que la madre es este momento es una “madre fálica”, una “madre toda”, porque tiene el falo (hijo). Ella es la ley, una ley omnímoda: omnipresente, omnipotente, omnisapiente (desde Freud todo funciona desde la lógica del ser). El Nombre del Padre aun no opera, está latente. La instancia paterna se introduce de una manera velada. Ello no impide que el padre existe en la materialidad mundana, debido a que en éste reina la ley del símbolo. Por eso la cuestión del falo, ya está planteada en algún lugar en la madre, donde el niño ha de encontrarla La estructura que se podría consolidar en este tiempo es por excelencia la PERVERSIÓN: Se establece la perversión porque queda fijado en la ley del “todo es posible”. El perverso hace la ley, es la ley. Aunque se muestre como amo es esclavo, porque no tiene opción de hacer otra cosa. No tiene libertad. Utiliza al otro como objeto, lo cosifica, no porque quiera hacerle daño sino porque no tiene otra alternativa. Hay un A completo, absoluto y el sujeto se ubica como objeto de goce de este A. En el perverso no hay significación fálica (la cual es la presentificación de la castración). El perverso ve la castración y la reniega. Cree así que está en la completud, pero es el que está más pendiente de la falta. Su mecanismo será la renegación. Hace referencia a que en donde hay una falta el sujeto pone una presencia, renegando la carencia. No es negar, sino decir que una cosa está a pesar de que no esté. Tapa la falta con el objeto fetiche. Falo positivizado - Segundo tiempo Es el momento en que el padre interviene como interdictor en el plano de lo imaginario, el padre interviene realmente como privador de la madre, y esto significa que la demanda dirigida al Otro (la madre), obtiene un relevo conveniente, es remitida a un tribunal superior la función paterna. Esto se manifiesta como mediado en el discurso de la madre. Hace un momento, en el primer tiempo, el
Aquí se habla de NEUROSIS fóbica, histérica u obsesiva. Su mecanismo por excelencia es la represión Se sustituye el Deseo de la Madre por el Nombre del Padre y luego a este se lo reprime (Freud: represión secundaria, diferente a la represión fundante del inconsciente, que en Lacan se produce a partir de la separación). Pero el Nombre del Padre siempre va a tener particularidades en cada sujeto que van a determinar qué tipo de estructura neurótica va a tener. CASO EMMA Emma cuenta que cuando tenía 8 fue a la tienda de un pastelero y este le pellizco los genitales por encima del vestido. A pesar de eso volvió por segunda vez, hecho que se reprocha. Siendo púber tiene la compulsión de no poder ir sola a una tienda. Recuerda un episodio en que al ir sola, vio a dos empleados y salió corriendo presa de un afecto de terror. Ella piensa que se reían de su vestido y que uno le había gustado sexualmente. La conexión asociativa entre estos dos sucesos se encuentra por el lado de la risa: la risa de los empleados le hacía acordarse de la risotada con que el pastelero había acompañado su atentado. Otra semejanza es que vuelve a encontrarse sola en una tienda. El recuerdo de la representación patógena en la pubertad despierta un desprendimiento sexual que se traspone en angustia. Con esa angustia tiene miedo de que los empleados puedan repetir el atentado y escapa. Debido a que la pubertad posibilito otra comprensión de lo vivenciado, cuando se lo recuerda al vencer la defensa, en este momento despierta un trauma. Así, se muestra la atemporalidad del aparato psíquico y la resignificación del trauma. CONCEPTO DE ESTRUCTURA EN LACAN El concepto de estructura en Lévi-Strauss hace referencia a la conceptualización de que todas las sociedades se rigen por estructuras que subyacen a los fenómenos. Por debajo de aquello que podemos observar, hay una estructura que posee sus leyes. Las estructuras elementales de parentesco nos brindan un lugar en el mundo (filiación y parentesco). Para este autor, la ley del incesto subyace a las relaciones humanas. El psicoanálisis retoma este concepto al plantear que el psiquismo se termina de constituir al finalizar su paso por el Edipo. Lacan se basa en Lévi-Strauss para acercar el psicoanálisis a la ciencia. En sus primeros trabajos, se refiere a las “estructuras sociales” por las cuales entiende un conjunto especifico de relaciones afectivas entre miembros de la familia. El niño percibe estas relaciones y las internaliza en el complejo de Edipo. En adelante la palabra “estructura” conserva este sentido de algo intersubjetivo y también intrasubjetivo, representación interna de las relaciones interpersonales. El lenguaje funda las estructuras elementales de la cultura, y esas mismas revelan una ordenación de los intercambios. El lenguaje es lo que esencialmente distingue al ser humano de las sociedades primitivas o naturales. Y esto es lo que la lingüística sostendrá. El lenguaje preexiste a la estructura del sujeto del inconsciente ya que desde antes de su nacimiento este ya ha sido nombrado y deseado por sus padres. Entonces pensamos que el lenguaje estructura al sujeto. Además, Lacan, en su retorno a Freud, vincula a la pulsión (energía, presentada de forma articulada en formas gramaticales) freudiana con el lenguaje (“Pegar-ser pegado-comer-ser comido”). El síntoma para Freud es un mensaje a descifrar, algo reprimido que retorna en palabras. En trabajos posteriores, cuando Lacan comienza a formular sus ideas en términos de la lingüística, la palabra “estructura” queda cada vez más asociada con el modelo del Lenguaje saussureano. Saussure analizaba el lenguaje como un sistema en el que no había términos positivos o negativos sino sólo diferencias. Cada unidad se constituye puramente en virtud de sus diferencias con otras unidades. Frente a esto Lacan reformula el concepto de estructura como el conjunto de elementos co-variantes (significantes) tales que al modificar uno, se modifican los otros. Son elementos discretos, en sí mismos no significan nada, su valor depende de la posición respecto a los otros elementos. (La referencia a ‘elementos co-variantes’ muestra la influencia en Lacan del concepto de estructura de las Matemáticas) Los significantes son los elementos fonificantes de la lengua, que articulados forman palabras. El inconsciente, según Lacan, está estructurado a la manera de un lenguaje. Es decir que es un ‘conjunto’
porque se caracteriza por reunir ciertos elementos y dejar otros de lado (no cualquier cosa puede entrar en ese conjunto; lo que anula el concepto de Todo), estos “ciertos” elementos se distinguen por el hecho de que, si varía uno, varían los demás. Esto explicaría la covarianza. Además, los significantes conllevan el lugar de una falta. Es una estructura con un espacio vacío, una estructura des-completada. Decimos descompletada y no incompleta ya que no existe una “pieza perfecta” que alguna vez nos complete totalmente, sino más bien que esta hiancia permite ciertas permutaciones, es decir que lo que está en lugar vacío puede cambiar. Lacan habla de una falta estructural, es decir, la falta como condición de la existencia humana. Pero, además, el hecho de ser una falta por estructura, es lo que permite la circulación de los elementos dentro de ella. La condición del ser hablante nos condiciona a una estructura que no puede tener todos los significantes, no todo puede ser puesto en palabras. La estructura es el Otro, quien no tiene todos los significantes para poder interpretar que es lo que quiere el otro. Decir que “la estructura es el Otro” implica que hay un orden que nos preexiste y nos determina. “El inconsciente estructurado como un lenguaje” Para Lacan el inconsciente, es un conjunto de Significantes co-variantes, que nada significan por sí solos, que entrañan una falta. Ninguno vale más que otro, y su valor lo adquieren cuando se articulan entre sí. El inconsciente es actual, no se lo tiene que buscar en las profundidades sino en lo no dicho de lo dicho, en la cadena de significantes. Inconsciente … El inconsciente en Freud representa la tercera herida narcisista al orgullo humano, el Yo no es amo en su propia casa, no es amo y señor de lo que se dice. Estructurado …. Como es sabido, Lacan toma de Lévi-Strauss el concepto de Estructura para referir al inconsciente como un conjunto de significantes covariantes, que nada significan por sí solos, y que entrañan una falta, hay un real siempre en juego. Como … El inconsciente no es el lenguaje, sino que está estructurado como uno ya que responde a diferentes leyes como metáfora y metonimia. Un … Da cuenta de la singularidad del Sujeto, y refiere principalmente al concepto del “Sujeto del Inconsciente” Lenguaje… El psicoanálisis no tiene sino un medium, la palabra del paciente. La palabra siempre implica un oyente, y es en ella donde el sujeto se muestra, se halla comprometido. La verdad (una verdad subjetiva) se confiesa en la palabra: está en el discurso mismo…pero no está siempre presente. La palabra es siempre evocativa y creadora (crea significantes), y podemos identificar dos aspectos de la palabra. Por un lado, la Palabra Vacía que es aquella que tapa, que encubre el inconsciente, y por el otro lado, está la Palabra Plena en la que el inconsciente aparece a través de sus diferentes formaciones, y es en la que se agrega un plus de significado al discurso. La Palabra Vacía se relacionaría con la Metonimia, y la Palabra Plena, con la Metáfora. LA INSTANCIA DE LA LETRA EN EL INCONSCIENTE O LA RAZÓN EN FREUD El sentido de la letra, para Lacan más allá de esa frase que el inconsciente está estructurado como un lenguaje y que esto es lo que la experiencia psicoanalítica descubre y da cuenta de forma constante. Y a esa letra hay que tomarla al pie de la letra, es designada como ese soporte material que el discurso concreto toma del lenguaje, y ya esta simple definición no está diciendo que no debemos no debemos confundirla con las diversas funciones somáticas y psíquicas que le estorban en el sujeto hablante. El lenguaje preexiste a la estructura del sujeto del inconsciente ya que desde antes de su nacimiento este ya ha sido nombrado y deseado por sus padres, ha sido apalabrado (por decirlo de alguna manera) y gracias a esto el sujeto es siervo de su propio lenguaje, lo es más aun en un discurso en el movimiento universal del cual su lugar ya está inscripto, aunque solo bajo la forma de un nombre propio El lenguaje funda las estructuras elementales de la cultura, y esas mismas revelan una ordenación de los intercambios. El lenguaje es lo que esencialmente distingue al ser humano de las sociedades primitivas o naturales. Y esto es lo que la lingüística sostendrá. Entonces pensamos que el lenguaje estructura al sujeto, que no es más que su efecto de ser en lugar de amo. Y es así, que toda la problemática de la génesis del lenguaje queda así recusada, en la medida en que su adquisición durante el desarrollo evolutivo encubre la presencia ya allí de otro, el problema se transforman en cómo el lenguaje y su estructura apresan al sujeto Lacan le da prioridad al orden simbólico y propone la noción de significante un concepto que toma de la lingüística. Es decir que si el inconsciente se estructura a la manera de un lenguaje, se estructura sobre