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Este documento aborda el milagro eucarístico ocurrido en bolsena, italia, en el siglo xiii, donde un sacerdote alemán llamado pedro de praga, que dudaba de la presencia real de cristo en la hostia consagrada, vio cómo esta comenzaba a sangrar durante la celebración de la misa. Este hecho llevó al papa urbano iv a instituir la fiesta del corpus christi. El documento también explora el significado simbólico del pan en la biblia, tanto en su sentido físico como espiritual, y reflexiona sobre el significado de esta festividad para los creyentes. La descripción detallada del milagro y su impacto en la iglesia, así como el análisis bíblico y teológico del simbolismo del pan, hacen de este documento un recurso valioso para comprender la importancia de la eucaristía y la celebración del corpus christi en la tradición católica.
Tipo: Resúmenes
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El milagro de Bolsena En el siglo XIII, el sacerdote alemán, Pedro de Praga, se detuvo en la ciudad italiana de Bolsena, mientras realizaba una peregrinación a Roma. Era un sacerdote piadoso, pero dudaba en ese momento de la presencia real de Cristo en la Hostia consagrada. Cuando estaba celebrando la Misa junto a la tumba de Santa Cristina, al pronunciar las palabras de la Consagración, comenzó a salir sangre de la Hostia consagrada y salpicó sus manos, el altar y el corporal. El sacerdote estaba confundido. Quiso esconder la sangre, pero no pudo. Interrumpió la Misa y fue a Orvieto, lugar donde residía el Papa Urbano IV. El Papa escuchó al sacerdote y mandó a unos emisarios a hacer una investigación. Ante la certeza del acontecimiento, el Papa ordenó al obispo de la diócesis llevar a Orvieto la Hostia y el corporal con las gotas de sangre. Se organizó una procesión con los arzobispos, cardenales y algunas autoridades de la Iglesia. A esta procesión, se unió el Papa y puso la Hostia en la Catedral. Actualmente, el corporal con las manchas de sangre se exhibe con reverencia en la Catedral de Orvieto. A partir de entonces, miles de peregrinos y turistas visitan la Iglesia de Santa Cristina para conocer donde ocurrió el milagro. En Agosto de 1964, setecientos años después de la institución de la fiesta de Corpus Christi, el Papa Paulo VI celebró Misa en el altar de la Catedral de Orvieto. Doce años después, el mismo Papa visitó Bolsena y habló en televisión para el Congreso Eucarístico Internacional. Dijo que la Eucaristía era “un maravilloso e inacabable misterio”. Es el pan que satisface nuestros mayores anhelos y alimenta nuestros sueños más hermosos. En una palabra, es la prenda de la vida eterna, es decir, una anticipación concreta de lo que se nos dará. La Eucaristía es la marca, la reserva del paraíso. Papa Francisco Evangelio Jn 6, 51- En aquel tiempo, Jesús dijo a los judíos: “Yo soy el pan vivo que ha bajado del cielo; el que coma de este pan vivirá para siempre. Y el pan que yo les voy a dar es mi carne para que el mundo tenga vida”. Entonces los judíos se pusieron a discutir entre sí: “¿Cómo puede éste darnos a comer su carne?” Jesús les dijo: “Yo les aseguro: Si no comen la carne del Hijo del hombre y no beben su sangre, no podrán tener vida en ustedes. El que come mi carne y bebe mi sangre, tiene vida eterna y yo lo resucitaré el último día. Mi carne es verdadera comida y mi sangre es verdadera bebida. El que come mi carne y bebe mi sangre, permanece en mí y yo en él. Como el Padre, que me ha enviado, posee la vida y yo vivo por él, así también el que me come vivirá por mí.
Éste es el pan que ha bajado del cielo; no es como el maná que comieron sus padres, pues murieron. El que come de este pan vivirá para siempre”. Yo soy el pan de vida. El que viene a mí no tendrá hambre jamás; El que cree en mí no tendrá sed jamás. Yo soy el pan de vida. El que viene a mí no tendrá hambre jamás; El que cree en mí no tendrá sed jamás. Job 6: Fui crucificado con Cristo. Así que ya no vivo yo, sino que Cristo vive en mí. La vida que ahora vivo en el cuerpo, la vivo por la fe en el Hijo de Dios, el cual me amó y se entregó a sí mismo por mí. Gálatas 2: La procesión, sostenida por la comunión, perpetúa el amor de Cristo en nuestra vida cotidiana y une las iglesias celestiales y terrenales con la bendición del Espíritu Santo. 8 Pidamos la gracia de sentir hambre de Dios, de no cansarnos nunca de recibir lo que Él nos prepara. Papa Francisco Senhor, quando te vejo no sacramento da comunhão, sinto o céu se abrir e uma luz a me atingir, esfriando minha cabeça e esquentando meu coração. Nelsinho Corrêa Que el cuerpo y la sangre de Cristo estén presentes el día del Corpus Christi. Para seguir alimentando tu alma, revisa también las frases bíblicas de reflexión y entra en comunión con el Señor. Juan 6:35- Reina-Valera 1960 35 Jesús les dijo: Yo soy el pan de vida; el que a mí viene, nunca tendrá hambre; y el que en mí cree, no tendrá sed jamás. 36 Mas os he dicho, que aunque me habéis visto, no creéis. 37 Todo lo que el Padre me da, vendrá a mí; y al que a mí viene, no le echo fuera. 38 Porque he descendido del cielo, no para hacer mi voluntad, sino la voluntad del que me envió. 39 Y esta es la voluntad del Padre, el que me envió: Que de todo lo que me diere, no pierda yo nada, sino que lo resucite en el día postrero. 40 Y esta es la voluntad del que me ha enviado: Que todo aquel que ve al Hijo, y cree en él, tenga vida eterna; y yo le resucitaré en el día postrero. Juan 6:35 (RVR60) "El respondió y dijo: Escrito está: No sólo de pan vivirá el hombre, sino de toda palabra que sale de la boca de Dios." Mateo 4:4 (RVR60) "Anda, y come tu pan con gozo, y bebe tu vino con alegre corazón; porque tus obras ya son agradables a Dios." Eclesiastés 9:7 (RVR60) "Y el que da semilla al que siembra, y pan al que come, proveerá y multiplicará vuestra sementera, y aumentará los frutos de vuestra justicia." 2 Corintios 9:10 (RVR60)
Jesús dijo: “Yo soy el pan de vida; el que a mí viene, nunca tendrá hambre; y el que en mí cree, no tendrá sed jamás.” Aunque algunos no creían a pesar de haberlo visto, Jesús afirmó que todo aquel que el Padre le diera vendría a él, y él no lo rechazaría. La voluntad del Padre era que Jesús no perdiera a ninguno de los que le habían dado, sino que los resucitara en el día postrero. Además, quien ve al Hijo y cree en él, tendrá vida eterna1. Juan 6:48-58 (RVR1960): Jesús reiteró: “Yo soy el pan de vida”. Hizo referencia al maná que los padres de Israel comieron en el desierto, pero afirmó que él era el verdadero pan descendido del cielo. Quienes comieran de este pan vivirían para siempre, y ese pan era su carne, que él daría por la vida del mundo2. En resumen, Jesús se presenta como el “pan de vida”, ofreciendo una metáfora espiritual que simboliza la satisfacción de nuestras necesidades más profundas. Su mensaje va más allá del alimento físico y apunta a la vida eterna y la comunión con Dios. El pan como alimento físico: En el Antiguo Testamento, el maná es un ejemplo importante. Cuando los israelitas vagaban por el desierto después de salir de Egipto, Dios les proporcionó maná del cielo para alimentarlos. Este maná era un pan especial que aparecía cada mañana en el campamento. Los israelitas debían recogerlo y comerlo para sobrevivir. El maná era un regalo divino, y su provisión constante simbolizaba la fidelidad y el cuidado de Dios hacia su pueblo. El pan como alimento espiritual: En el Evangelio de Juan, Jesús se presenta como el “pan de vida”. Esta metáfora se encuentra en varios pasajes: Juan 6:35: Jesús dice: “Yo soy el pan de vida; el que a mí viene, nunca tendrá hambre; y el que en mí cree, no tendrá sed jamás”. Juan 6:48: Jesús reitera: “Yo soy el pan de vida”. Aquí, Jesús va más allá del alimento físico. Él se ofrece como la fuente de satisfacción espiritual y vida eterna. Así como el maná alimentó a los israelitas en el desierto, Jesús es el alimento que satisface nuestras necesidades más profundas. La Última Cena: Durante la Última Cena, Jesús tomó pan, lo bendijo y lo partió, diciendo: “Esto es mi cuerpo que por vosotros es dado; haced esto en memoria de mí” (Lucas 22:19). Aquí, el pan representa su sacrificio en la cruz. El pan compartido en la comunión cristiana también simboliza la participación en la vida de Cristo y la unidad de los creyentes. En resumen, la metáfora del pan en la Biblia abarca tanto lo físico como lo espiritual. Representa la provisión divina, la satisfacción y la vida eterna a través de Jesús.