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Un análisis del proceso imperialista iniciado por los países europeos, estados unidos y japón a finales del siglo xix y principios del xx. Se abordan los aspectos ideológico-políticos y económicos implicados en la expansión colonial, así como las motivaciones y consecuencias de este fenómeno. Se incluyen fragmentos de textos académicos, apuntes de cátedra, fuentes históricas y material visual que permiten comprender la dinámica del imperialismo en el contexto de la sociedad capitalista. Una visión integral del tema, examinando las diferentes formas de dominación formal e informal ejercidas por las potencias sobre los territorios colonizados.
Tipo: Guías, Proyectos, Investigaciones
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Historia Social Moderna y Contemporánea. Cátedra Scirica
MATERIAL DE CÁTEDRA IMPERIALISMO
En este cuadernillo presentamos, en forma sintética, diversos materiales para abordar la problemática del imperialismo. Ellos incluyen fragmentos de textos académicos, apuntes de cátedra, fuentes históricas (testimonios de contemporáneos) escritas y visuales, así como mapas. Esperamos que este material les resulte provechoso para aproximarse a la problemática y establecer lazos con dilemas del presente.
Introducción Este trabajo es un intento de analizar el proceso imperialista iniciado por los países europeos -a los que se sumaron Estados Unidos y Japón- a partir de fines del siglo XIX hasta el siglo XX deteniéndonos en aquellos aspectos ideológico-políticos y los económicos implicados, en la medida en que ambos niveles coadyuvaron en su formación y desarrollo. Creemos que tanto el análisis del proceso como las interpretaciones del mismo nos permitirá entender al imperialismo dentro de la dinámica propia de la sociedad capitalista^1. En principio, el concepto de imperialismo o de colonialismo imperialista comenzó a utilizarse hacia la década de 1890 y se utilizó para referir a la ocupación efectiva -militar- de una minoría extranjera sobre un determinado territorio con el consiguiente uso de la fuerza directa. Todo el aparato militar, político y administrativo de las potencias estaba puesto al servicio de la dominación que adoptó la forma de robos y saqueos junto con la explotación de la mano de obra nativa. La conquista incluyó al continente africano, el sudeste asiático y algunas regiones del Pacífico por parte de Gran Bretaña y Francia – las dos más importantes potencias imperialistas–, Alemania – aunque entra tardíamente al proceso–, los Países Bajos, Estados Unidos, Rusia y el Imperio Japonés. Aunque menos poderosos, también participaron España, Italia y Portugal. Las zonas de ocupación británica bajo el largo reinado de Victoria (1819-1901) fueron la región occidental y parte de la oriental del África (Somalía) y la Unión Sudafricana formando un corredor con posesiones que conducían desde El Cairo a El Cabo. En Asia, el Indostán y un protectorado en
(^1) Para un análisis del Imperialismo como respuesta a la crisis de 1873-96, ver en este mismo volumen Sofía, P., “La conformación del mercado mundial capitalista”.
Birmania. Por su parte, Francia sumó a sus antiguas colonias en el Caribe, Argelia y algunos territorios en la costa occidental africana, el sureste asiático con Vietnam, Laos y Camboya – la denominada Indochina francesa–. Alemania ocupó Camerún, Tanganika y África del suroeste. Holanda ocupó las Indias Orientales holandesas (sureste asiático) entre las principales; Italia, Libia, Eritrea y una parte de Somalía; Portugal, Mozambique y Angola mientras el Congo quedó en manos del rey belga Francisco I. España tomó posesión de la zona de Melilla y Ceuta (que mantiene hasta hoy) así como el Sahara español. Por su parte, Japón y Estados Unidos dirimieron su poderío en los territorios del Pacífico. Finalmente, el imperio Ruso avanzó sobre el Turquestán. Ahora bien, frente a este tipo de dominación “formal” coexistía una dominación “informal ” que se define por el control económico de los países desarrollados o industrializados por sobre los no desarrollados. Ejemplo de esta situación son los lazos económicos de dependencia entre América Latina y las economías centrales (basta recordar la estrecha relación comercial entre los estancieros argentinos de la pampa húmeda y sus compradores ingleses en el siglo XIX). Asimismo, se dieron formas intermedias que asumieron el status de protectorado o de zonas de influencia, que incluía a países nominalmente independientes o políticamente limitados como el caso de Persia, Afganistán, China y Turquía. Si bien las políticas de conquista no eran nuevas en la historia europea, fue notorio su aumento a partir del año 1883 llevando a algunos autores a hacer referencia a este período como el del “reparto” de los territorios ultramarinos, división oficializada en el Congreso de Berlín un año más tarde (Fieldhouse:1984). En efecto, en poco menos de cuatro décadas, aproximadamente una cuarta parte de la superficie del planeta fue distribuida o redistribuida entre media docena de estados. La resultante del proceso aquí abordado fue la constitución de una economía global con un tejido denso de transacciones comerciales, comunicaciones y movimientos de productos, personas y capitales que vinculó a las zonas desarrolladas del mundo con las atrasadas (Hobsbawm:1988).
Miradas de contemporáneos sobre el imperialismo. Intereses económicos (necesidad mercados) enlazados con otras problemáticas
Jules Ferry. Político francés. Ministro de Educación (1879-1881) y presidente del Consejo de Ministros (1880/81 y 1883/85). // Discurso en Cámara de Diputados (fragmento). 28/03/1884. Se puede relacionar el sistema de expansión colonial con tres tipos de ideas: ideas económicas, ideas de civilización [...] e ideas de orden político y patriótico. Lo que le falta a nuestra industria [...], lo que más le falta son mercados. La ley de la oferta y la demanda, la libertad de intercambios, la influencia de la especulación, todo eso alcanza un radio que se extiende hasta la otra punta del mundo [...]. Es preciso buscar mercados.
Colonias, protectorados y zonas de influencia en el Sudeste Asiático
Intereses, representaciones y alusiones contemporáneas A fines del siglo XIX, los principales países desarrollados se vanagloriaban de su expansión imperialista. La conquista de territorios otorgaba un estatus de potencia a la metrópoli, que a su vez era exacerbado por un discurso nacionalista articulado con presupuestos racistas. Justamente, este proceso fue acompañado por el crecimiento de un nacionalismo agresivo y xenófobo, enlazado con perspectivas racistas y la difusión del darwinismo social.^2 Estos factores, junto con la defensa de rutas comerciales, la búsqueda de equilibrio de poder entre potencias, e incluso intereses científicos y religiosos, fueron elementos importantes que contribuyeron a la expansión imperialista. Pero, ¿por qué se produjo en ese período y con ese énfasis? En las últimas décadas del siglo XIX avanzó la (^2) El darwinismo social se basó en la extrapolación, al campo del análisis social, de conceptos biológicos desarrollados por Charles Darwin en su teoría de la evolución de las especias. En particular, las nociones de “selección natural” y “supervivencia del más apto” fueron retomadas para justificar el dominio y superioridad de los fuertes sobre los débiles.
“Segunda Revolución Industrial” en el occidente europeo, Estados Unidos y Japón. El aumento de la producción mundial, posibilitado por cuantiosas inversiones y la incorporación de novedosas innovaciones tecnológicas, derivó en una caída de los precios y de los beneficios empresariales. Ante esta situación, los sectores afectados reclamaron por la adopción de políticas proteccionistas para amparar su producción frente a la de países rivales. Al mismo tiempo, avanzó la concentración económica – a través de fusiones o nuevos lazos entre empresas para evitar la competencia y eliminar a otras–, y comenzaron a difundirse nuevas formas de organizar la producción, como la “gestión científica del trabajo” (taylorismo) para ampliar las ganancias empresarias a expensas de los trabajadores. En este marco, se insertó el énfasis por la conquista de nuevas áreas en las que se pudiera colocar la producción y realizar inversiones lucrativas. Los mismos analistas contemporáneos reconocían la importancia de los factores económicos en el imperialismo. En particular, la consabida búsqueda de mercados para la creciente producción industrial. Pero también, el interés por el aprovisionamiento de nuevas materias primas para ese desarrollo, la adquisición de bienes exóticos, la búsqueda de áreas en las cuales continuar realizando inversiones provechosas y el aprovechamiento – explotación– de la mano de obra nativa, entre otros. Esas motivaciones económicas, junto con las acciones políticas necesarias para lograrlas – conquista, anexión, administración…– evidenciaron la interpenetración entre economía y política. Si en el continente africano predominó la anexión y colonización formal de territorios, en Asia fueron comunes el establecimiento de “protectorados”, concesiones y zonas de influencia.
A continuación reproducimos algunas imágenes visuales (fotos, caricaturas) que dan cuenta de distintas representaciones vinculadas al imperialismo de fines del siglo XIX.
La primera de ellas se tituló ´China, pastel de reyes y emperadores´. Fue publicada en 1885 por el periódico francés ´´Le petit Journal´´. El rótulo hacía referencia a uno de los tratados desiguales por los que importantes potencias (Gran Bretaña; Alemania; Rusia; Francia y Japón) se repartieron esferas de influencia en China para conseguir determinadas concesiones. De este modo, ejercieron una dominación política y económica de forma indirecta – sin colonizarla formalmente–. De todas formas, el milenario país asiático tuvo que ceder algunos territorios, como la isla de Hong Kong y la península de Kowloon, que cayeron en manos británicas.
“El coloso de Rhodes”, imagen publicada en revista inglesa Punch, 1892.
Esta representación alude al empeño que puso en el tendido de una red telegráfica y ferroviaria que conectara al Cairo – en Egipto– con el Cabo – en África del sur– a través del territorio británico.
Cecil Rhodes fue un magnate minero y político británico. Experimentado en el comercio de diamantes – con grandes yacimientos al sur de África–, su empresa De Beers dominó el mercado mundial de esa piedra preciosa. Asimismo, como director de la Compañía Británica de Sudáfrica, en 1895 impulsó la fundación del territorio de Rodesia (actuales Zimbabue y Zambia). Poco antes, en 1890, ofició de Primer Ministro del Cabo (1890-1896) Desde esa posición, expropió tierras a los nativos africanos valiéndose de la Ley Glen Grey.
El presentador de shows “excéntricos” Guillermo Antonio Farini posa con pigmeos del Acuario Real de Londres. Foto: Pitt Rivers Museum, Universidad de Oxford.
Mujer de la etnia Achanti, de Ghana, exhibida en el jardín zoológico de Acclimation, París, en 1903.