El cofre de las emociones.
Había una vez un pequeño pueblo en el que las emociones eran consideradas como tesoros valiosos.
Cada persona poseía un cofre mágico en el corazón que guardaba sus emociones más preciadas.
Había un cofre para la alegría, otro para la tristeza, uno más para el miedo y, por supuesto, también
había un cofre para el amor.
tomas era un joven aventurero. Un día, mientras exploraba el bosque cercano al pueblo, tropezó con
una cueva misteriosa. La curiosidad se apoderó de el, así que decidió adentrarse en ella. Al llegar al
fondo de la cueva, se encontró con un cofre dorado que parecía emitir una luz especial. Sin pensarlo
dos veces, lo abrió y de repente, todas mis emociones escaparon de él y se dispersaron por el aire.
La alegría se transformó en un destello de risas doradas, la tristeza se convirtió en una suave lluvia
de lágrimas, el miedo se materializó en una sombra esquiva y
el amor se convirtió en una cálida brisa que acariciaba el rostro de tomas nudo y perdido sin
soluciones. Comprendió entonces lo importante que eran en su vida
ya que cada una de ellas aportaba un color único a su existencia.
Decidió render un viaje para recuperar emociones y devolverlas a sus cofres. Siguió la risa dorada
hasta encontrar a la alegría. Se acurruco junto a la tristeza y la consoló con sus palabras de aliento.
Rastreo la sombra esquiva y abrazo al miedo, reconociendo su papel en el crecimiento personal. Y
finalmente siguió la cálida brisa hasta alcanzar al amor, recordando lo vital que era amar y ser
amado en esta vida.
Una vez que todas las emociones estaban de vuelta en sus cofres, sintió un gran alivio, se dio cuenta
de que no podía elegir solo las emociones agradables y desechar las que consideraba negativas,
porque todas ellas formaban parte de el y le permitían ser completo. Entendió que todas las
emociones tienen su importancia y función en la vida, y que negar las o reprimirlas solo lleva a un
desequilibrio Y así, tomas volvió al pueblo con una valiosa lección aprendida y un nuevo aprecio por
sus emociones. Desde entonces, se convertí en un defensor de la importancia de honrar y entender
las emociones
Moraleja: las emociones son un regalo valioso y deben ser reconocidas y aceptadas en su totalidad.
Cada una de ellas tiene su propósito y nos ayuda a experimentar y comprender el mundo que nos
rodea. Solo cuando abrazamos todas nuestras emociones, podemos vivir una vida plena y auténtica
