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Personajes en 'El Amor en los Tiempos del Cólera' de García Márquez, Monografías, Ensayos de Estrategia Empresarial

Un análisis profundo de los personajes principales y secundarios de la novela 'el amor en los tiempos del cólera' de gabriel garcía márquez. Se explora la complejidad de las relaciones entre florentino ariza, fermina daza y el doctor juvenal urbino, así como el papel de otros personajes que influyen en el desarrollo de la trama. El análisis se centra en las motivaciones, características y evolución de cada personaje, proporcionando una comprensión más profunda de la obra.

Tipo: Monografías, Ensayos

2023/2024

Subido el 24/11/2024

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LOS PERSONAJES DE EL AMOR EN LOS TIEMPOS DEL CÓLERA
LOS PERSONAJES DE EL AMOR EN LOS TIEMPOS DEL CÓLERA
Lo primero que llama poderosamente la atención es el hecho del número tan
exagerado de personajes a los que se hace mención a lo largo de la novela, a pesar de
que el protagonismo de algunos de ellos es muy escaso y sólo tiene unas apariciones
efímeras, como ocurre, por ejemplo, con algunos familiares de los protagonistas o con
algunas de las amantes de Florentino Ariza.
Además, la caracterización de los personajes, tanto protagonistas como
secundarios, la va realizando el narrador, progresiva y minuciosamente, a lo largo de los
capítulos o secuencias en que se divide la novela, lo cual dificulta en buena medida el
seguimiento de los caracteres de los personajes.
1. LOS PERSONAJES PRINCIPALES
El amor en los tiempos del cólera se estructura en torno a lo que podríamos
llamar un triángulo amoroso: el formado por los tres personajes principales, Florentino
Ariza, Fermina Deza y el doctor Juvenal Urbino.
Los dos primeros forman la pareja de enamorados que, desde la infancia,
parecen destinados a protagonizar una hermosa, tierna y romántica historia de amor.
Hasta que entre ellos se cruza la persona de un hombre algo mayor que ellos, más culto
y de mejor posición social y económica, que ofrece a Fermina lo que no podía darle
Florentino: seguridad frente a aventura, sensatez frente a locura, cariño frente a pasión.
Pero, una vez desaparecido el tercer vértice del triángulo, el protagonismo final
de la novela correrá a cargo, de nuevo, de la pareja protagonista.
1.1. Florentino Ariza
Es un hombre con setenta y seis años, calvo, con un bigote romántico de
punteras engomadas, que usa lentes para la miopía y que gusta de leer y escribir poemas
de amor, pues está locamente enamorado de Fermina Deza, quien en esos momentos
tiene setenta y dos. De él se dice que había gastado mucho dinero y mucha fuerza de
voluntad para que no se le notaran los años que tenía.
Su profesión había sido la de telegrafista, como también lo fue el padre de
Gabriel García Márquez. De hecho, el propio novelista cuenta en su autobiografía Vivir
para contarla que la historia de Florentino y de Fermina es un homenaje a la memoria
del amor de sus padres. Pero, con el paso de los años, se acabó convirtiendo en el
presidente de una compañía de buques, la Compañía Fluvial del Caribe, en uno de los
cuales, el Nueva Fidelidad, va a conseguir materializar su amor con Fermina.
Su aparición en las páginas de la novela se produce con ocasión de la muerte del
que podríamos considerar su rival en el amor, el doctor Juvenal Urbino. Él es ya un
anciano que está dispuesto a llevar a cabo su proyecto de amor con Fermina. Ahora es
cuando, después de medio siglo, su lealtad hacia ella y su eterna esperanza se verán
compensadas.
Era un gran lector, sobre todo de poesía, lo que le sirvió para escribir las
primeras cartas de amor a Fermina. Su amor hacia éste tiene, también, algo de libresco,
pues cuando Lorenzo Daza amenaza con pegarle un tiro, si no se aparta de su hija, él le
dice que lo haga, porque “no hay mayor gloria que morir por amor” (pág. 124).
En Florentino todo es exagerado, desmedido. Lo es su forma de vestir y de llevar
su paraguas de raso negro aunque no fuera a llover. Lo es su amor de tantos años por
Fermina. Lo es el número de sus amantes, casi seiscientas, y lo es su empeño y su
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MANUEL CIFO GONZÁLEZ Universidad de Murcia
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LOS PERSONAJES DE EL AMOR EN LOS TIEMPOS DEL CÓLERA

Lo primero que llama poderosamente la atención es el hecho del número tan exagerado de personajes a los que se hace mención a lo largo de la novela, a pesar de que el protagonismo de algunos de ellos es muy escaso y sólo tiene unas apariciones efímeras, como ocurre, por ejemplo, con algunos familiares de los protagonistas o con algunas de las amantes de Florentino Ariza. Además, la caracterización de los personajes, tanto protagonistas como secundarios, la va realizando el narrador, progresiva y minuciosamente, a lo largo de los capítulos o secuencias en que se divide la novela, lo cual dificulta en buena medida el seguimiento de los caracteres de los personajes.

1. LOS PERSONAJES PRINCIPALES El amor en los tiempos del cólera se estructura en torno a lo que podríamos llamar un triángulo amoroso: el formado por los tres personajes principales, Florentino Ariza, Fermina Deza y el doctor Juvenal Urbino. Los dos primeros forman la pareja de enamorados que, desde la infancia, parecen destinados a protagonizar una hermosa, tierna y romántica historia de amor. Hasta que entre ellos se cruza la persona de un hombre algo mayor que ellos, más culto y de mejor posición social y económica, que ofrece a Fermina lo que no podía darle Florentino: seguridad frente a aventura, sensatez frente a locura, cariño frente a pasión. Pero, una vez desaparecido el tercer vértice del triángulo, el protagonismo final de la novela correrá a cargo, de nuevo, de la pareja protagonista. 1.1. Florentino Ariza Es un hombre con setenta y seis años, calvo, con un bigote romántico de punteras engomadas, que usa lentes para la miopía y que gusta de leer y escribir poemas de amor, pues está locamente enamorado de Fermina Deza, quien en esos momentos tiene setenta y dos. De él se dice que había gastado mucho dinero y mucha fuerza de voluntad para que no se le notaran los años que tenía. Su profesión había sido la de telegrafista, como también lo fue el padre de Gabriel García Márquez. De hecho, el propio novelista cuenta en su autobiografía Vivir para contarla que la historia de Florentino y de Fermina es un homenaje a la memoria del amor de sus padres. Pero, con el paso de los años, se acabó convirtiendo en el presidente de una compañía de buques, la Compañía Fluvial del Caribe, en uno de los cuales, el Nueva Fidelidad , va a conseguir materializar su amor con Fermina. Su aparición en las páginas de la novela se produce con ocasión de la muerte del que podríamos considerar su rival en el amor, el doctor Juvenal Urbino. Él es ya un anciano que está dispuesto a llevar a cabo su proyecto de amor con Fermina. Ahora es cuando, después de medio siglo, su lealtad hacia ella y su eterna esperanza se verán compensadas. Era un gran lector, sobre todo de poesía, lo que le sirvió para escribir las primeras cartas de amor a Fermina. Su amor hacia éste tiene, también, algo de libresco, pues cuando Lorenzo Daza amenaza con pegarle un tiro, si no se aparta de su hija, él le dice que lo haga, porque “no hay mayor gloria que morir por amor” (pág. 124). En Florentino todo es exagerado, desmedido. Lo es su forma de vestir y de llevar su paraguas de raso negro aunque no fuera a llover. Lo es su amor de tantos años por Fermina. Lo es el número de sus amantes, casi seiscientas, y lo es su empeño y su 1

obstinación hasta conseguir hacer realidad su sueño y su deseo de conseguir el amor de Fermina. E incluso lo es su estreñimiento crónico que lo obligó a aplicarse lavativas purgantes durante toda su vida. Y, también, su preocupación por la calvicie, que le llevó a probar cuanto remedio pudiera poner fin a la misma, hasta que, finalmente, viendo que era imposible frenarla, a los cuarenta y ocho años, se hizo cortar los polos pelos que le quedaban y así asumió su destino de calvo absoluto. Cuando vio, por primera vez, a Fermina embarazada, decidió dedicar toda su vida a recuperarla. Y, para aliviarse durante la espera, tras su relación con la viuda de Nazaret, se dedicó a cazar “las pajaritas huérfanas de la noche durante varios años” (250). Finalmente, conseguirá hacer realidad su sueño, pronunciando la frase que tenía preparada desde hacía cincuenta y tres años, siete meses y once días: “Toda la vida”. 1.2. Fermina Deza De ojos almendrados, con pelo largo rubio y siempre se peinaba con una sola trenza. Era una joven de buena familia, que vivía al cuidado de su viudo padre y de su tía soltera. Aunque desde joven estaba enamorada de Florentino, se convirtió en la esposa de Juvenal Urbino y acabó aferrándose a éste, hasta llegar a acostumbrarse a vivir con él, de tal modo que, al cabo de treinta años de casados, “eran como un ser dividido, y se sentían incómodos por la frecuencia con que se adivinaban el pensamiento sin proponérselo” (pág. 321). Tenía una pasión irracional por las flores ecuatoriales y los animales domésticos, comenzando por los dálmatas y continuando con toda clase de gatos y de pájaros de Guatemala. Y ello en contra de la voluntad de su marido que, en un momento determinado, había llegado a prohibir que en esa casa entrara ningún tipo de ser vivo que no hablase. Una de las cosas que más asco le producía era la costumbre de su marido de orinarse fuera del inodoro, motivo por el cual, y para no romper la paz doméstica, ella iba detrás de él secando los bordes de la taza con papel higiénico. Otra cualidad de Fermina era su gran olfato, que le servía para seguir cualquier rastro de una persona e incluso para orientarse en su vida social. Fue gracias a su olfato como pudo descubrir las novedades que habían ido apareciendo en la vida de su esposo a raíz de echarse una amante, la señorita Bárbara Lynch, a la que Fermina reconoció por su olor a negra, aunque en realidad era una mulata, alta, bella, elegante y dulce, doctora en teología, de la que el doctor Urbino se prendó locamente. Antes de cerrar el ataúd de su marido, se quitó el anillo de casada, se lo puso al marido muerto y se despidió de él diciendo: “Nos veremos muy pronto” (pág. 76). Algo que le dolió oír a Florentino, que estaba presente en el funeral. Cuando éste se le acercó para decirle que llevaba más de medio siglo guardándole fidelidad y amor eternos, ella lo despidió airadamente, diciéndole que no volviera a dejarse ver nunca más; aunque, después, a solas, lloró, por la muerte de su marido, por su soledad y por el drama que ella misma había provocado cuando tenía 18 años y había abandonado a Florentino. 2

2. PERSONAJES SECUNDARIOS

Tránsito Ariza y don Pío Quinto Loayza, padres de Florentino Ariza: Don Pío Quinto murió cuando el hijo tenía 10 años. Pero nunca lo reconoció como su hijo, no le dio su apellido ni le dejó herencia alguna. Al morir su padre, Florentino tuvo que dejar el colegio para emplearse como aprendiz en la Agencia Postal. Cuando Florentino rompió con Fermina, él tenía 22 años y vivía con su madre en una pequeña casa alquilada, en donde ella tenía un pequeño negocio de mercería. Lorenzo Daza y Fermina Sánchez, padres de Fermina Daza: Lorenzo Daza había llegado a la ciudad, en compañía de su única hija, Fermina Daza, con trece años, y su hermana soltera Escolástica, poco después de la peste del cólera. Su esposa había muerto cuando la niña era muy pequeña. Cuando supo que Florentino estaba dispuesto a morir por amor a su hija, emprendió con ésta el “viaje del olvido”, un largo viaje con el que pretendía que ella se olvidara de Florentino. Su oposición a que su hija tuviera relaciones con Florentino contrasta con el hecho de que él mismo, que había sido un inmigrante sin origen y que tenía un negocios de mulas, consiguió casarse con Fermina Sánchez, gracias a la determinación personal de la joven y a pesar de la oposición de la familia de ésta. La tía Escolástica: La hermana de Lorenzo Daza se llamaba Escolástica, tenía cuarenta años y estaba cumpliendo una manda con el hábito de San Francisco cuando salía a la calle, y sólo el cordón en la cintura cuando estaba en casa. Ella fue la que, tras la muerte de la madre, se dedicó con todo cariño y comprensión al cuidado de su sobrina. Cuando Florentino se decidió a conquistar a Fermina Daza, su madre le dijo que era a la tía Escolástica a la primera que tenía que conquistar. Porque ésta tenía una gran instinto para la vida y una gran vocación de complicidad. De ahí que sintiera una gran emoción cuando Florentino se interesó por Fermina. Además, pensaba que Florentino Ariza hablaba por inspiración del Espíritu Santo. Por eso decidió ayudarlo en la conquista de su sobrina, con lo que contribuyó al inicio de un amor apasionado entre ambos. El tío León XII Loayza: Tío de Florentino y hermano de su padre, fue quien se dedicó a ayudar a Tránsito Ariza y a su hijo Florentino, cuando el padre de éste murió de un cólico, sin dejar nada dispuesto para la atención de su hijo ilegítimo. A pesar de ser un hombre con mucho dinero que podía vivir como un emperador romano, su vida era muy austera, lo que provocaba que la gente lo considerara un avaro. Pero, en realidad, era un lunático genial, gracias a cuyo empeño Florentino empezó a 4

trabajar en los muelles, primero recogiendo la basura y, después, pasando por todos lo cargos de la empresa familiar de buques. Había tenido un matrimonio estable durante sesenta años, con cuatro hijos y una hija, a todos los cuales quiso convertir en herederos de la empresa de buques. Pero todos ellos habían muerto sin que el padre pudiera hacer realidad su deseo. Por eso, trató a Florentino como si fuera un hijo más y su futuro sucesor, hasta convertirlo en Presidente de la Junta Directiva y Director General. Él fue quien le dio un empleo en la empresa familiar de navegación, le regaló dos vestidos de paño y le dio un pasaje para el buque Pío Quinto Loayza. En ese buque, Florentino tuvo su primera relación con Rosalba, la mujer que lo despojó de su virginidad. También fue él quien le compró dos dentaduras postizas a su sobrino Florentino, el cual había perdido buena parte de sus dientes a causa de la chapucería de un dentista errante que intentaba cortar por lo sano una ordinaria infección en su boca. Jeremiah de Saint-Amour : De él se dice que era un refugiado antillano e inválido de guerra, que había escapado a un pelotón de fusilamiento en alguna de las islas de las Antillas. Había sido condenado a cadena perpetua en Cayena, pero consiguió escaparse. Luego, se había hecho fotógrafo de niños, siendo muy apreciado su trabajo. Además, llegó a ser el compañero de ajedrez del doctor Juvenal Urbino. Su amigo el doctor lo define como un santo ateo. Tenía el hábito de fumar en pipa, como los viejos lobos de mar. Y le encantaba asistir al patio de cine que había abierto Galileo Daconte. Su obsesión era la de no llegar a viejo, pues tenía la decisión firme e irrevocable de quitarse la vida a los sesenta años, como así hizo la víspera del día de Pentecostés del año en que los cumplió. Marco Aurelio Urbino Daza y Ofelia Urbino Daza : Los hijos del matrimonio de Florentino y Fermina. Del hijo se dice que fue médico como su padre, aunque no llegó a hacer nada notable en su vida, pues a los cincuenta años no había capaz de hacer ni siquiera un hijo. Por su parte, Ofelia, casada con un buen empleado de banco en Nueva Orleans, tuvo tres hijas y ningún varón. De ahí que el doctor Juvenal Urbano se muriera con la frustración de no haber tenido un nieto varón que perpetuase su apellido. Tras la muerte del padre, el hijo se llevó la biblioteca de su padre, para que en esa habitación pudiera poner Fermina su costurero. La hija, por su parte, se llevó algunos muebles y muchos objetos que le pudieran servir para las subastas de antigüedades de Nueva Orleans. Lotario Thugut: El telegrafista, jefe de Florentino, que además tocaba el órgano en las ceremonias mayores de la catedral y dava clases de música a domicilio. Se ocupó de enseñar a Florentino el código Morese, el manejo del telégrafo y a tocar el violín. También quiso iniciar a Florentino en las artes amatorias con las pájaras de la noche; pero éste le dijo que había decidido perder su virginidad sólo por amor. Lotario tenía 5

Leona”. Y con ella hubiera deseado el tío León XII que se casara su sobrino Florentino, pues estaba seguro de que le hubiera hecho feliz. De ella se dice que, a pesar de vivir en el otro extremo de la ciudad, estaba dispuesta a cualquier hora del día y de la noche para cualquier actuación compasiva que necesitara Florentino. 7