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ejemplo de ficha de tamizaje en adulto mayor, Apuntes de Salud Pública

La atención geriátrica incluye la prevención y el diagnóstico de enfermedades, así como el tratamiento de enfermedades, discapacidades y otros problemas de salud en personas ≥ 65 años de edad. Se presta especial atención cuando se abordan múltiples aspectos que son específicos del envejecimiento. Las medidas preventivas, como la vacunación así como el tamizaje para el cáncer y otras enfermedades, son esenciales en este grupo de edad debido al alto riesgo de infecciones, enfermedades crónicas.

Tipo: Apuntes

2021/2022

Subido el 17/03/2023

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angelica-toro-rivera 🇨🇴

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ANEXO 1. La nutrición es fundamental en cada etapa de la vida, específicamente en los adultos mayores, ya que ésta debe ajustarse a sus necesidades y debe seguir un patrón que ayude a mejorar la calidad de vida de las personas durante esta etapa. Debido a los cambios que trae el envejecimiento desde la parte física, patológica, sumado a la situación emocional, cultural y social pueden llegar a presentar deficiencias nutricionales o desnutrición más rápidamente que en una persona joven. La antropometría, del griego ανθρϖποζ (‘hombre’) y μετρια (‘medida’), es la ciencia que estudia las medidas del cuerpo humano con diferentes fines. En este capítulo estudiaremos las medidas antropométricas con el fin de usarlas en la clasificación del estado nutricional de los individuos. Los primeros estudios sobre composición corporal datan de mediados del siglo XIX. A partir de entonces el interés por la composición química del cuerpo y sus variaciones cuantitativas y cualitativas, fisiológicas y patológicas ha ido creciendo progresivamente hasta la actualidad. La antropometría puede estimar indirectamente las reservas de grasas y de proteínas somáticas, al medir e interpretar ciertos parámetros antropométricos con diferentes criterios de clasificación nutricional. Las medidas antropométricas son muy útiles para la evaluación del estado nutricional, son fáciles de obtener y baratas si se aplican a poblaciones de ancianos ambulantes, sanos y sin deformidades. La obtención de estas medidas se complica cuando los sujetos presentan deformidades esqueléticas importantes de su columna vertebral u otras deformidades anatómicas o en ancianos enfermos, frágiles, encamados o en silla de ruedas. La malnutrición en los ancianos es crónica en la gran mayoría de los casos, asociándose a pér- dida de peso; el porcentaje de pérdida de peso es uno de los parámetros más comúnmente considerado como indicador de desnutrición. El peso tomado aisladamente no es más que un valor que no nos informa prácticamente de nada, son sus variaciones en el tiempo las que aportan un mayor interés y es un valor que en relación con otras medidas antropométricas como la talla nos es útil para la construcción de índices como el de masa corporal, a partir del que podemos clasificar en el espectro de normalidad, en referencia con la población general de referencia. Las medidas antropométricas más utilizadas para la valoración del estado nutricional son el peso y la talla, a partir de los cuales calculamos el índice de masa corporal, los perímetros y los pliegues cutáneos. Una buena alimentación/nutrición es necesaria para mantener el buen funcionamiento del cuerpo, prevenir las enfermedades y cuando estas aparecen poder superarlas y recuperarse. Esta afirmación es una realidad en cualquier etapa de la vida, pero mucho más cuando el individuo empieza a ser vulnerable, como sucede en el envejecimiento. Realizar un cribado nutricional va a permitir detectar a las personas que presenten riesgo de malnutrición y mediante la valoración nutricional completa, identificar las alteraciones de su estado nutricional. La población anciana es el grupo etario de mayor riesgo de problemas nutricionales. Esto se debe al propio proceso de envejecimiento que produce una menor capacidad de regulación en la ingesta, asimilación y metabolismo de alimentos, y a otros factores asociados como son; cambios físicos, psíquicos, sociales y económicos, además de la coexistencia de patologías muy prevalentes en este grupo poblacional. Existe una dificultad añadida en los ancianos, los signos clínicos del déficit calórico y/o proteico suelen ser tardíos y es complicada su interpretación al poder ser originados por causas no nutricionales. Para la valoración del estado nutricional en muchas ocasiones, ni la exploración clínica, ni la antropometría, ni los parámetros bioquímicos son útiles en periodos muy tempranos de la desnutrición. Tardan demasiado tiempo en manifestarse, y ese tiempo puede resultar muy importante en el manejo adecuado del anciano. La malnutrición se asocia con aumento de la comorbilidad, fragilidad y aumento de la dependencia y de la mortalidad. La detección precoz de la desnutrición es por tanto un elemento muy valioso en los planes de atención a la población geriátrica. Es por esta razón y teniendo en cuenta que una valoración nutricional completa necesita tiempo y medios que se han desarrollado instrumentos de cribado nutricional.