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La educación es un fenómeno que afecta a todos desde el nacimiento y configura nuestra forma de ser. Es una visión del mundo, una concepción de la mente y del conocimiento, una forma de satisfacer necesidades humanas. La educación no es solo aprender herramientas, sino formar sujetos y completar la condición humana. Sin embargo, la educación actual se enfrenta a desafíos, como la priorización de la memorización sobre el aprendizaje autónomo y la falta de formación necesaria para los docentes.
Tipo: Apuntes
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La educación es un fenómeno que nos concierne a todos desde que nacemos. Los primeros cuidados maternos, las relaciones sociales que se producen en el seno familiar o con los grupos de amigos, la asistencia a la escuela, etc., son experiencias educativas, entre otras muchas, que van configurado de alguna forma concreta nuestro modo de ser. Es por este motivo por el que nos resulta familiar hablar de educación. Incluso, a veces, las personas creen que entienden de educación, y no dudan en dar su opinión sobre aspectos relacionados con la misma, apoyándose en sus vivencias como escolares.
La educación presupone una visión del mundo y de la vida, una concepción de la mente, del conocimiento y de una forma de pensar; una concepción de futuro y una manera de satisfacer las necesidades humanas. Necesidad de vivir y estar seguro, de pertenecer, de conocerse y de crear y producir. Todas las herramientas, para entender el mundo, vivir, pertenecer, descubrirse y crear, las proporciona la cultura. Para asegurarse además, a sí misma y a todos, los que en ella y con ella viven, que serán parecidos y distintos. Pero en el hombre hay un espíritu que lo aviva y lo inspira a entenderse y a volverse sobre sí mismo, sobre su lenguaje y sobre su mente; sobre sus propios pensamientos.
Educar es formar sujetos y no objetos, tiene el propósito de completar la condición humana del hombre, no tal y como la naturaleza la ha iniciado, la ha dado a luz.
La educación no admite las pretensiones del pensamiento hegemónico que se propone imponerlo todo coercitivamente, ni tampoco a las ideologías únicas, las religiones únicas. Un modo único de ser. Porque ello facilita el dominio y el control del comportamiento humano. Afortunadamente, el pensamiento y las ideologías hegemónicas duran muy pocas generaciones.
En la mayoría de los países, cada cambio de gobierno con lleva un cambio en el sistema educativo. Esto provoca que se encadenen reformas de las leyes educativas que tienen como principal consecuencia currículos inabarcables y cambios metodológicos sin sentido que, además, casi nunca van acompañados de la formación necesaria para los docentes.
Los gobernantes suelen sentirse mucho más cómodos con una educación que funciona como elemento conservador de lo establecido que con una educación que alimenta el espíritu crítico y el cambio. Por ello, la educación debe quedar al margen de los vaivenes políticos.
Otra de las problemáticas de la educación actual es la creencia fuertemente arraigada de que la excelencia educativa tiene que ver con la memorización de datos, fechas y conceptos más que con la capacidad de utilizar los conocimientos adquiridos para aplicarlos en la resolución de problemas reales. Todavía son muchos los que están convencidos de que la letra con sangre entra y, por ese motivo, relacionan el estudio con el esfuerzo y el sufrimiento y no con el esfuerzo y el gozo.
Los sistemas de evaluación de muchos de nuestros centros educativos premian a los alumnos que son capaces de recitar lo que el docente les ha enseñado, cuando lo que debería premiarse es la capacidad de aprender de manera autónoma, la capacidad de producir el propio aprendizaje. Así nuestras escuelas son lugares donde se va a aprobar y no a aprender.