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Disoluciones de polímeros. Efecto de los
enlaces de hidrógeno sobre sus
propiedades termofísicas
huhiILUt~pI~M UNIVERSIDAD COMPLUTENSE
Disoluciones de polímeros. Efecto de los
enlaces de hidrógeno sobre sus
propiedades termofísicas
Madrid, Mayo 1998
En la actualidad es difícil imaginar que un ser humana pueda desarrollar sus actividades cotidianas sin entrar en contacto con algún polímero... al menos en lo que denominamos mundo desarrollado. Si somos absolutamente rigurosos, la frase anterior, si no falsa, es muy poco precisa, puesto que los polímeras forman parte de nuestro propio organismo: las proteínas y los ácidas nucleicos son buen ejemplo de ello. Sin embargo, siempre que se piensa en polímeras, se hace referido a los materiales que han entrado a formar parte de nuestras vidas en las últimas décadas en forma de recipientes, tejidos, cosméticos, mobiliario y materiales de construcción, entre muy diversas aplicaciones de interminable enumeración. De hecho, en Estados Unidos se producen anualmente más de 30.000 millones de kilos de diferentes polímeras (MODERN PLASTICS: 1993). De todos ellas, con el polietileno, el polipropileno, el policloníro de vinilo —FVC-- y las poliésteres los que se producen en mayor cantidad. Sólo el polietileno supone aproximadamente un tercio de la producción total de este tipo de materiales.
Introducción
Los polímeras naturales tienen normalmente estructuras más complejas que los
para denominar, en general, materiales gomosos con propiedades elásticas aunque de
rígidos cuando se les calienta par encima de su temperatura de transición vítrea —T5—
por encima de su Tg, momento en el que pueden ser moldeados, y se endurecen conservando la forma si se les vuelve a enfriar. Las aplicaciones de los polímeras requieren frecuentemente procesos intermedios en los que es necesario su empleo en disolución. Un ejemplo sería la
aporta características fisicoquímicas diferentes. En ocasiones, su síntesis necesita la previa disolución por separado de los componentes en un disolvente adecuado, la mezcla de las disoluciones y la posterior evaporación del disolvente. La elección de disolventes idóneos para este tipo de procesos precisa del conocimiento de las interacciones entre éstos y los polímeras. Por tanto, la interacción de moléculas de cadena larga can líquidos tiene gran interés, tanto desde el punta de vista práctico coma teórico. Es fácil encontrar liquidas en los que las polímeras lineales y ramificados se disuelvan completamente y formen una disolución homogénea. Los polímeras entrecruzados, sin embargo, sólo se hinchan en contacto con fluidas compatibles. En buenos disolventes, las interacciones moleculares entre los segmentos poliméricos y el disolvente son favorables. Así, las moléculas de éste pueden pasar a través de las cavidades que forma la cadena de polímero, como puede verse en la Ilustración 1. la. Estas cavidades se forman por la existencia de fuerzas repulsivas que impiden la proximidad entre los segmentos y que da como resultada en la aparición de un volumen excluido. La molécula de polímero está por tanto extendida y ocupa un espacio amplio en la disolución. En disolventes malos, las interacciones moleculares entre los segmentos de polímero y el disolvente no son favorables. Los segmentos no atraen a las moléculas de disolvente para que pasen a través de las cavidades que crean las cadenas. Para resistir a la aproximación de las moléculas de disolvente, los segmentos de polímero reducen la resistencia entre ellos y aparecen fuerzas atractivas.
polímera se compacta y ocupa menos espacio en la disolución. A una determinada temperatura, llamada O, se alcanza un estado en el que las fuerzas atractivas contrarrestan las repulsivas. En este estado, llamado estado O, el volumen excluido se
perturbar. Así, al estado O también se le llama estado sin perturbar o estado pseudo— ideal.
Introducción
a
Ilustración 1.1 Disposición de las moléculas de polímero y disolvente. a)buen disolvente; b) mal disolvente.
para los buenos disolventes dicha temperatura se encuentra en un intervalo difícil de alcanzar experimentalmente. Para los malos no ocurre así, con la que la temperatura O se asocia normalmente a los disolventes malos y éstos se denominan a menudo disolventes O. Cabe mencionar que la bondad o maldad de un disolvente depende única y exclusivamente del polímero: el ciclohexana, por ejemplo, es mal disolvente del poliestireno pero bueno del polimetilmetacrilato. Existen numerosos métodos
difusión, sedimentación, presión de vapor y equilibrio de fases.
Para el estudio de las disoluciones de polímeras es especialmente importante delimitar las condiciones en las que la región homogénea es estable. En el apartado que sigue se sentarán las bases termodinámicas que justifican la estabilidad de fases en tales disoluciones. A continuación se hará una breve revisión histórica de los modelos histéricos aparecidos para el estudio de sistemas poliméricos. Por último, se expondrán de forma detallada los objetivos de este trabajo.
disoluciones de polímeros
¿Es realmente necesario tener en cuenta la naturaleza compresible de una disolución para describir de forma adecuada sus propiedades termodinámicas? La experiencia demuestra que es necesario, especialmente para disoluciones de polímeros. La compresibilidad finita de una disolución afecta a su estabilidad de fases y a sus potenciales químicos significativamente (SANCHEZ e! al: 1994). Para ilustrar este hecho consideremos una mezcla fluida binaria a una temperatura, una presión y una
intensiva, esto es, por mal o por unidad de masa. Nuestra mezcla es estable --o al menos metaestable-- can respecto a fluctuaciones de concentracion sí
Introducción
presión para mantener el volumen constante. Para una disolución polimérica, sin embargo, A es del orden de lú3bares, lo que refleja un elevado grado de desajuste entre las propiedades de ecuación de estado de polimero y disolvente. Normalmente, la compresibilidad isoterma aumenta exponencialmente con la temperatura, mientras Px decrece lentamente, con lo que el término vic 2p~ aumenta con la temperatura. A temperaturas suficientemente altas, este término desfavorable hace que cambie el signo de la ecuación (1 .8), con lo que aparece una inestabilidad de fases. Este fenómeno de separación de fases térmicamente inducido es bien conocido en disoluciones de polímeras y en blends. En la
Ilustración 1.2 se muestra el diagrama de fases típico de un sistema polímero— disolvente.
3-’ C.D
Ilustración 1.2 Diagrama de fases de un sistema polímero—disolvente. TCI: Temperatura consoluta Inferior. TCS: Temperatura Consoluta Superior.
Desde el descubrimiento del fenómeno de separación de fases térmicamente inducida o temperatura crítica consoluta inferior —TCI-- en sistemas no polares polímero-disolvente en 1960 (FREEMAN el aL: 1960), ha aparecido un gran número de publicaciones en las que se trata esta cuestión, así como el fenómeno contrario, esto es, la temperatura crítica consoluta superior —TCS-— (KIJRPEN cl aL: 1 963; MYRAT cl aL: 1965; Síow eta!: 1972; MAMADA eta!: 1973; 5Am cIa!; 1976; KODÁMA eta!: 1978; SOMCYNSKL 1982; WALSH claL§1988; KIRAN eraL: 1993). En los sistemas formados por disoluciones no polares de polímeras amorfos, la solubilidad se ve favorecida incrementando la temperatura como consecuencia de un descenso en las fuerzas
Aspectos termodinámnicosgenerales de las disoluciones de po/lineros
atractivas entre moléculas iguales, can lo que aparece una TCS. Un aumento en la solubilidad al subir la temperatura va asociado a un proceso de mezcla endotérmica, par la que la TCS está unida a un efecto energética desfavorable.
El fenómeno de TCI se ha observado en disoluciones en las que polímero y disolvente son bien altamente polares bien altamente apolares. En los sistemas polímero—disolvente, la existencia de una TCI es la regla y no la excepción. Normalmente sucede entre 0,7 y 0,9 veces la temperatura crítica gas—liquido del disolvente. Para los sistemas muy polares, la TCI aparece por debajo de su punto normal de ebullición, pero en los sistemas no polares se encuentra normalmente a temperaturas próximas a la temperatura crítica del disolvente. Existen dos causas por las que este fenómeno aparece: fuertes interacciones polares, incluido el enlace de hidrógeno, y efectos de ecuación de estado o compresibilidad. En ambos casos, la separación de fases está dominada par cambios en la entropía y la justificación termodinámica es muy simple. En el espacio T, p, x, la superficie que separa los estados termodinámicamente estables —o metaestables— de los inestables está definida por la condición espinodal:
Puesto que g~<O dentro de la espinadal y g~pO fuera, en la curva se verifica:
J
Por otra parte tenemos:
donde ~ y s~ tienen el mismo signo. Sistemas en los que las fuertes interacciones son importantes llevan asociados cambios desfavorables de entropía: la orientación de los grupos que interaccionan requiere una configuración especial y ello supone siempre pérdida en los grados de libertad rotacianales. Así, las interacciones débiles siempre tienen más entropía que las fuertes. A bajas temperaturas la ganancia en energia potencial gracias a las interacciones supera el cambio desfavorable en entropía. Sin embargo, a medida que la temperatura aumenta este cambio se hace más importante y el sistema entonces se separa en fases. En sistemas no polares, los efectos de la compresibilidad dominan este comportamiento. El efecto entrópica desfavorable surge por la diferencia en volumen libre entre el polímero y el disolvente. A medida que se aproxima la temperatura crítica del disolvente, sus moléculas sufren una expansión mucho más rápida que las moléculas del polímero. Estas confinan a las moléculas de disolvente en una matriz más rígida —las moléculas de disolvente se condensan alrededor del polímero-, dando lugar a una disminución en la entropía de mezcla y, consecuentemente, a una separación de fases (SoMcx’NSM et al.: 1971). La diferencia en volumen libre entre el polímero y el disolvente disminuye can la presión y, por tanta, aumenta la miscibilidad.
Modelos para el estudio de las disoluciones de polímeros
En la segunda categoría, la forma generalizada de AG de Flary--Huggins se emplea en un sentido puramente fenomenológico, independiente del concepto original de red: se toma como referencia un sistema hipotético cuya AG se representa únicamente como combinación de términos de entropía. Un parámetro de interacción salva cualquier desviación del sistema real con respecto al de referencia (NIES el aL: 1985; PUJITA elaL: 1987). Por último, en la tercera categoría de esta clasificación, se altera la expresión original de la energía libre de mezcla para mejorar determinadas insuficiencias que surgen como consecuencia de la suposición de red rígida del modelo de Flory y Huggins. Para ello se introducen formalismos de ecuación de estado o de teorías de campo medio (ELoRY: 1965,1970; LACOMBE el aL: 1976; VAN OFSTAL eta!: 1992). Uno de los avances más importantes en la termodinámica de disoluciones de las últimas tres décadas ha sido el desarrollo de los modelos de ecuación de estado. Can el empleo de leyes de estados correspondientes, Prigogine el al (1952, 1953,
Introducción
descripción de sistemas sin interacciones específicas. Se han presentado varios modelos aplicables a este tipo de sistemas cuyo punto de partida consiste en factorizar la función de partición en dos términos: uno físico, que da cuenta de la contribución de las fuerzas dispersivas, y otro químico, relacionado con las interacciones específicas. Para la contribución física puede emplearse un modelo generalizado de van der Waals (EArruzsoN: 1976) o un modelo de red (LAcOMBE el a!: 1976). El término químico se ha calculado muy frecuentemente suponiendo que las interacciones específicas conducen a la formación de diferentes especies asociadas de acuerdo a un conjunto bien definido de reacciones químicas. Cada una de ellas está caracterizada por una constante de equilibrio. Más recientemente, Veytsman (1990) ha desarrollado un método alternativo para las mezclas con enlaces de hidrógeno. Este se ha combinado con el término físico del modelo de Panayiotou y Sanchez (1 991) y se ha aplicado a la descripción de sistemas polímero-disolvente (COMF’osTízo el al.: 1934, 1995, 1998; CRESPO eta!.: 1997) y de blenás (LUENGO cIa!: 1994). Fainter eta! (1 994) han afirmado, sin embargo, que ambos métodos pueden considerarse equivalentes.
Como ya ha sido mencionado, con frecuencia, los polímeros requieren ser manejados en disolución, bien como paso intermedio en un proceso de fabricación —formación de blends-, bien como producto final en el caso de la industria farmacéutica y cosmética, por ejemplo, en que polímeras tales como el polietilenglicol o el polipropilenglicol se emplean como excipientes o lubricantes. Disoluciones en las que existen interacciones especificas no son sólo interesantes desde el punto de vista práctico —las indudables ventajas del empleo del agua como disolvente y la consecuente importancia de las disoluciones acuosas dan buena cuenta de ello-, sino también desde el punto de vista teórico. El hecho de que su comportamiento se aleje del propio de disoluciones sin interacciones supone un reto a los modelos establecidos para el estudio de este tipo de sistemas. Por todo ello nos ha parecido atractivo abordar el estudio sistemático de sistemas poliméricos fluidos en los que existan interacciones mediante enlaces de hidrógeno. El estudio se ha llevado a cabo de forma gradual modificando la proporción de dichas interacciones a través del cambio en la naturaleza del monómero o en la del disolvente.
Como técnica experimental principal se empleará la densitometría de tubo vibrante, en los intervalos de 0,IMPa a 40MPa y 298,15K a 328,15K. En el capítulo 2 se hace una descripción detallada de la técnica experimental empleada, así como del método seguido para realizar las medidas. Como polimeros fundamentales se han escogido dos de características fisicoquímicas diferentes: el poli(4—hidroxiestireno) — P4HS— y el polipropilenglicol -TPO—. El PEO es un poliéter líquido cuyo interés reside fundamentalmente en ser soluble en agua a temperatura ambiente. Ello, junto a su inercia química y a sus propiedades mecánicas hacen del Epa un polímero de emplea habitual en cosmética y farmacología (OL’ETA el al.: 1997). La longitud de su cadena hidrocarbonada, de
Introducción
se comparan dichas predicciones con la modificación para enlaces de hidrógeno de Panayiotou y Sanchez (199¼,199½).Bar último, en el mismo capítulo, se emplea la teoría del gradiente cuadrado de Cahn—Hilliard en combinación con la ecuación de estado de Sanchez y Lacombe para calcular teóricamente la tensión superficial de los sistemas medidos. Se presenta la comparación entre las resultados obtenidos empleando los parámetros característicos de Sanchez y Lacombe —ajustados a datos de equilibrio líquido-vapor—, y los obtenidos en el presente trabajo mediante el ajuste a datos PVT.
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