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Explica detalladamente lo que ocurre en el crecimiento de los jóvenes en etapa de adultez temprana
Tipo: Apuntes
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Adultez emergente: patrones y tareas Cuatro enfoques del desarrollo de la personalidad Bases de las relaciones íntimas Estilos de vida marital y no marital Paternidad Cuando el matrimonio termina
históricamente y entre culturas, los matrimonios arreglados por los padres o casamenteras profesionales son la forma más común de encontrar pareja? en 1970, sólo 4% de las mujeres de 35 a 44 años ganaban más dinero que su marido y que para 2007 esta cifra aumentó a 22%? la mitad de los padres jóvenes dicen que pasan muy poco tiempo con sus hijos, de acuerdo con encuestas nacionales?
Las decisiones personales que se toman en la adultez emergente y la adultez temprana trazan un marco para el resto de la vida. En este capítulo vamos a examinar las decisiones que enmarcan la vida personal y social: adoptar un estilo de vida sexual, casarse, cohabitar, o escoger la soltería; tener o no tener hijos y trabar y cultivar amistades.
—Erich Fromm, The Sane Society, 1955
1. ¿Qué factores influyen en las variadas rutas actuales hacia la adultez y de qué forma los adultos emergentes desarrollan un sentido de identidad adulta y una relación autónoma con sus padres? 2. ¿La personalidad cambia durante la adultez? Si es así, ¿cómo? 3. ¿Cómo se expresa la intimidad en la amistad y el amor? 4. ¿Cuándo y cómo los adultos tempranos deciden permanecer solteros, establecer relaciones homosexuales, cohabitar o casarse? ¿Hasta qué punto satisfactorios y estables son esos estilos de vida? 5. ¿Cuándo se convierten en padres la mayoría de los adultos y cómo afecta la paternidad al matrimonio? 6. ¿Cuáles son las tendencias de las tasas de divorcio y cómo se ajustan los adultos tempranos al divorcio, segundas nupcias e hijastros?
Adultez emergente:
patrones y tareas
DIVERSAS TRAYECTORIAS A LA ADULTEZ Las trayectorias a la adultez son mucho más diversas que en el pasado. Antes de la década de 1960 en Estados Unidos, lo común era que los jóvenes terminaran la escuela, se fueran de casa de sus padres, consiguieran un trabajo, se casaran y tuvieran hijos, en ese orden. Para la década de 1990, sólo uno de cada cuatro adultos tempranos seguía esa secuencia (Mouw, 2005). En la actualidad, para mucha gente joven, la adultez emergente es una época de experimen- tación antes de asumir los roles y responsabilidades de los adultos. Un joven, hombre o mujer, puede conseguir un trabajo, un apartamento y disfrutar de la soltería. Un matrimonio joven puede mudarse con los padres mientras terminan la escuela o empiezan de nuevo después de perder el trabajo. Las tareas tradicionales del desarrollo, como encontrar un trabajo estable y desarrollar una relación romántica de largo plazo, pueden ser pospuestas hasta los treinta e incluso más tarde (Roisman, Masten, Coatsworth y Tellegen, 2004). ¿Qué factores influyen en esos diferentes caminos a la adultez?
Factores que influyen en los caminos hacia la adultez En los caminos hacia la edad adulta influyen factores como el género, capacidades académicas, primeras actitudes hacia la educación, raza y origen étnico, expectativas al final de la adolescencia y clase social. Cada vez es más común que los adultos emergentes de los dos sexos continúen sus estudios y demoren la paternidad (Osgood, Ruth, Eccles, Jacobs y Barber, 2005), decisiones que, normalmente, son determinantes para la prosperidad futura en el trabajo (Sandefur, Eggerling-Boeck y Park, 2005), así como para el bienestar en general. En un estudio longitudinal en el que se siguió a una muestra nacional representativa de alumnos de último año de preparatoria cada año desde 1975, los adultos emergentes con mayor bienestar fueron los que todavía no se habían casado, no tenían hijos, asistían a la universidad y vivían lejos del hogar familiar (Schulenberg et al ., 2005). En otro estudio, los jóvenes que mostraban poca ambición dejaron antes el hogar, recibieron menos apoyo de sus padres, renunciaron a la educación superior y tuvieron hijos antes. En particular, la paternidad temprana limita las perspectivas del futuro (Boden, Fergusson y Horwood, 2008; Mollenkopf, Waters, Holdaway y Kasinitz, 2005).
¿Qué factores infl uyen en las variadas rutas actuales hacia la adultez y de qué forma los adultos emergentes desarrollan un sentido de identidad adulta y una relación autónoma con sus padres?
Pregunta
(^1) de la guía
¿Qué camino siguió o sigue usted rumbo a la edad adulta? ¿Tiene amigos que hayan seguido otro camino?
o a la dad
en el que se cristalizan de manera gradual los compromisos del papel de adulto. En la actualidad, en los países posindustrializados es cada vez más frecuente que la búsqueda activa de una identidad se extienda a la adultez emergente (Côté, 2006).
Recentramiento Se propuso el término recentramiento para denominar el proceso que funda- menta el cambio a una identidad adulta. Es la principal tarea de la adultez emergente. El recen- tramiento es un proceso de tres etapas donde el poder, la responsabilidad y la toma de decisiones pasa gradualmente de la familia de origen al adulto temprano independiente (Tanner, 2006):
La moratoria contemporánea Una sociedad posindustrial fragmentada ofrece pocas guías a muchos adultos emergentes y menos presión para crecer (Heinz, 2002). Deben establecer el curso de su vida a partir de las oportunidades y restricciones que se les presentan. No todos están igualmente preparados para la tarea (Côté, 2006). En general, hay un cambio en las metas rela- cionadas con el proceso de recentración. Muchos adultos jóvenes se alejan de las metas relacio- nadas con la educación, los viajes y los amigos para orientarse a metas relacionadas con la salud, la familia y el trabajo (Salmela-Aro, Aunola y Nurmi, 2007). La investigación sobre el estatus de la identidad encontró que sólo alrededor de la tercera parte de los jóvenes occidentales parecen pasar por lo que Marcia (cuyo trabajo fue presentado en el capítulo 12) denominó estatus de moratoria , una crisis en que adquieren una mayor conscien- cia de sí mismos que los lleva a una resolución. De hecho, durante este lapso se observa un retroceso en aproximadamente 15% de ellos y cerca de la mitad no muestra ningún cambio sig- nificativo (Kroger, Martinussen y Marcia, 2009). En lugar de dedicarse a la exploración activa y concienzuda de su identidad, muchos adultos tempranos muestran poca reflexión activa y consciente y más bien adoptan un enfoque pasivo (difuso) o siguen la guía de sus padres (exclu- sión). No obstante, cerca de tres de cada cuatro se decide por algún tipo de identidad ocupacio- nal cerca de los 30 años. La confusión de la identidad persiste en 10 a 20% de ellos, que carecen de lo que Erikson llamó fidelidad : la fe en algo mucho mayor que ellos mismos (Côté, 2006).
Exploración de la identidad racial y étnica La exploración de la identidad es diferente entre las minorías étnicas y raciales que entre la mayoría blanca de la población. En el capítulo 12, se vio que la identidad étnica puede definirse como la identidad de una persona que es integrante de un grupo étnico particular (Phinney, 2003) y forma parte de la identidad social más amplia del individuo (Tajfel, 1981). Muchos jóvenes de grupos minoritarios, a menudo fuera de las preocupaciones económicas, deben asumir responsabilidades adultas antes que sus pares. Al mismo tiempo, valoran las relaciones familiares estrechas e interdependientes y llegan a sentirse obligados a ayudar económicamente a su familia. A veces sufren presiones para casarse y tener hijos pronto, o ingresar de inmediato a la fuerza de trabajo en lugar de dedicar años a la edu- cación superior. De esta forma, para ellos se acorta la adultez emergente. Por otro lado, tienen que enfrentar problemas de identidad especiales respecto de su etnicidad, este proceso puede extenderse después de los veinte (Phinney, 2006). Si viven en contextos diferentes de su cultura de origen, pueden comenzar a cuestionar los valores tradicionales de su grupo étnico. Para alcanzar una identidad étnica segura, es necesario que se sientan parte de un grupo étnico y de una sociedad más amplia y diversa y tener una opinión positiva de las dos culturas, minoritaria y mayoritaria, en que viven. Los jóvenes multi- rraciales enfrentan la dificultad adicional de tener que averiguar cuál es su lugar en el mundo.
recentramiento Proceso en que se funda el cam- bio hacia una identidad adulta.
Sin embargo, muchos encuentran una solución que los conduce a conseguir una identidad, como se expresa en el párrafo siguiente:
Cuando era menor, sentía que no había un lugar para mí. Pero llegué a la conclusión de que [...] así es como soy [...] y que mi hogar está en mi interior [...] Ya no siento la compulsión de tener que encajar, porque si uno trata de hacerlo, nunca lo logra. [Alipuria, 2002, p. 143] Como era de esperarse, la formación de una identidad étnica segura tiene amplias reper- cusiones. La identidad étnica segura se relaciona con una mayor autoestima (Phinney, Horen- czyk, Liebkind y Vedder, 2001; Umana-Taylor y Updegraff, 2006), y dado que involucra sentimientos positivos acerca de la identidad personal propia y de la cultura más amplia (Phin- ney, 1989), no sorprende encontrar que se relaciona con mayor aceptación de otros grupos (Phinney, Ferguson y Tate, 1997). Es de suponer entonces, que dichos sentimientos podrían producir interacciones más positivas entre grupos distintos y reduc- ciones en la discriminación (Phinney, Jacoby y Silva, 2007).
DESARROLLO DE LAS RELACIONES ADULTAS CON LOS PADRES
Cuando los jóvenes se van de casa, tienen que completar la negociación sobre la autonomía que comenzó en la adolescencia y volver a definir la relación con sus padres para que ésta sea una relación entre adultos. Los padres que no pueden aceptar este cambio retrasan el desarrollo de sus hijos (Aquilino, 2006).
Influencias en las relaciones con los padres Aunque ya no son niños, los adultos emergentes todavía necesitan la aceptación, empatía y apoyo de sus padres, y el apego a ellos no deja de ser un elemento fundamental del bienestar. El apoyo económico de los padres, en especial para la educación, acrecienta la posibilidad de que los adultos emergentes tengan éxito en sus papeles de adultos (Aquilino, 2006). En un estudio longitudinal de más de 900 familias neozelandesas, la relación positiva entre padres e hijos durante los comienzos de la adolescencia pronostica una relación más cordial y menos conflictiva con madres y padres cuando los hijos cumplen 26 años (Belsky, Jaffee, Hsieh y Silva, 2001). Estas relaciones fueron mejores cuando los adultos tempranos estaban casados, aunque sin hijos; cuando desarrollaban una actividad productiva (escuela, trabajo o las faenas del hogar) y no vivían en el hogar familiar. Este resultado indica que los padres y sus hijos adultos tempranos se llevan mejor si éstos han seguido una línea de vida normal, pero pospusieron la responsabilidad de ser padres hasta no haber establecido otros papeles adultos (Belsky, Jaffee, Caspi, Moffitt y Silva, 2003). La relación entre la madre y el padre repercute en la calidad de la que establecen con sus hijos adultos (Aquilino, 2006). El hecho de que el adulto temprano quede “atrapado” entre dos padres en conflicto, retransmitiendo mensajes de un padre al otro y tratando de minimizar los conflictos entre ellos (Amato y Afifi, 2006), puede tener consecuencias nega- tivas. Por ejemplo, un estudio realizado con 426 adolescentes demostró que dichas situacio- nes resultaban tres años más tarde en niveles más altos de síntomas de internalización y pensamientos depresivos (Buehler y Welsh, 2009).
Incapacidad para independizarse En la película de 2006, Soltero en casa ( Failure to Launch ), Matthew McConaughey interpreta a un treintañero que para consternación de sus padres, todavía vive con ellos. Esta situación se ha vuelto cada vez más común en Estados Unidos, en especial en familias de altos ingresos (Hill y Holzer, 2007). En general es equivo- cada la visión estereotipada de que esos adultos tempranos que no se mudan del hogar de sus padres son holgazanes que se niegan a aceptar la responsabilidad (Arnett, 2007b). Más bien, se ven forzados a mantener cierta dependencia debido a las dificultades económicas y a la necesidad de obtener entrenamiento o un grado académico mayor que las generaciones
Aunque los adultos emergentes ya no dependan de sus padres para mantenerse, todavía se benefician de la compañía y el apoyo social de ellos.
Control ¿Puede... definir el recentramiento y resumir sus tres etapas? comentar la situación de las investigaciones sobre la adultez emergente en las sociedades posindustriales? explicar por qué es complejo el desarrollo de la identidad entre las minorías raciales y étnicas?
¿Cuáles serían algunos ejemplos de la forma en que la identidad étnica de su comunidad inàuye en las interaccio- nes entre grupos?
MODELOS DE ETAPAS NORMATIVAS
Los modelos de etapas normativas establecen que los adultos siguen una secuencia básica de cambios psicosociales relacionados con la edad. Los cambios son normativos en el sentido de que parecen comunes de la mayoría de los integrantes de una población; además, aparecen en perio- dos sucesivos, o etapas , que a veces están marcadas por crisis emocionales que preparan el camino para nuevos avances. Lo que se considera normativo depende de las expectativas de esa cultura acerca del momento en que deben presentarse los eventos de la vida.
Erikson: intimidad frente al aislamiento La sexta etapa del desarrollo psicosocial de Erikson es intimidad frente al aislamiento. Si quienes transitan por ella no pueden establecer compromisos personales profundos con los demás, decía Erikson, corren el riesgo de aislarse y ensimismarse. Sin embargo, necesitan algún grado de aislamiento para reflexionar sobre su vida. Al tiempo que resuelven las exigencias contradictorias de intimidad, competitividad y distancia, desarrollan un sentido ético que Erikson consideraba la nota distintiva del adulto. Las relaciones íntimas exigen sacrificios y compromisos. Los adultos tempranos que desarrollaron un sentido sólido del yo están listos para fundir su identidad con la de otra persona (como dijimos, para muchas personas, la formación de la identidad se extiende a los años adultos, y por eso, según Erikson, también se pospone la consecución de la intimidad). La resolución de esta etapa da por resultado la virtud del amor : la devoción mutua entre parejas que decidieron compartir su vida, tener hijos y ayudar a éstos a lograr un desarrollo sano. Según Erikson, la decisión de no cumplir el impulso natu- ral de procrear tiene graves consecuencias para el desarrollo. Su teoría ha sido criticada por excluir a los solteros, célibes, homosexuales y personas sin hijos de su concepción de desarrollo sano, además de tomar como norma el patrón masculino de desarrollo de la intimidad después de la identidad.
Los herederos de Erikson: Vaillant y Levinson La convicción de Erikson de que la personalidad cambia durante la vida inspiró los estudios clásicos de George Vaillant y Daniel Levinson. En 1938, Vaillant seleccionó a 268 estu- diantes de Harvard de 18 años, independientes y sanos emo- cional y físicamente, para realizar el estudio Grant. Cuando los estudiantes llegaron a la mitad de la vida, Vaillant (1977)
TABLA 14-1 (^) Cuatro enfoques del desarrollo de la personalidad
Modelos Preguntas planteadas Métodos usados Cambio o estabilidad Modelos de etapas normativas
Modelos del momento de los eventos
Modelo de rasgos
Modelos tipológicos
Entrevistas exhaustivas, materiales biográficos
Estudios estadísticos, entrevistas, cuestionarios
Inventarios de personali- dad, cuestionarios, análi- sis factoriales
Entrevistas, juicios clínicos, clasificaciones Q, califi- caciones conductuales, autorregistros
¿La personalidad cambia de manera característica en ciertos periodos del curso de la vida?
¿Cuándo ocurren normalmente los eventos importantes de la vida? ¿Qué pasa si se adelantan o se retrasan? ¿Los rasgos de personalidad se pueden clasificar en grupos o conjuntos? ¿Estos conjuntos de rasgos cambian con la edad? ¿Es posible identificar tipos básicos de personalidad? ¿En qué medida pronostican el curso de la vida?
Los cambios normativos de la perso- nalidad que se relacionan con las metas, trabajo y relaciones se suce- den en etapas. El momento no normativo en que ocurren los eventos de la vida pue- den causar estrés y afectar el desa- rrollo de la personalidad. Sustancialmente, los cambios de per- sonalidad ocurren antes de los 30 años; después, son más lentos.
Los tipos de personalidad muestran una continuidad de la niñez a la adul- tez, pero ciertos eventos pueden cambiar el curso de la vida.
modelos de etapas normativas Modelos teóricos que describen el desarrollo psicosocial en tér- minos de una secuencia definida de cambios según la edad.
intimidad frente al aislamiento Sexta etapa del desarrollo psico- social de Erikson , en la que los adultos tempranos establecen vínculos sólidos y duraderos con amigos, parejas románticas o en- caran un posible sentido de aisla- miento y ensimismamiento.
Según Erikson, los adultos tempranos que tienen un fuerte sentido del yo están listos para afrontar las exigencias de una relación íntima.
vio surgir un patrón característico de desarrollo. A los 20 años, muchos hombres todavía estaban dominados por sus padres. Durante sus veinte y a veces en los treinta, se independizaron, se casaron, tuvieron hijos y fortalecieron sus lazos amistosos. Se dedicaron de manera tenaz a su carrera y a su familia, y se cuestionaron pocas veces si habían escogido a la mujer adecuada o el trabajo correcto. Levinson (1978, 1980, 1986) y sus colaboradores de la Universidad de Yale realizaron entre- vistas exhaustivas y pruebas de personalidad a 40 hombres de 35 a 45 años y formularon una teoría del desarrollo de la personalidad basados en la evolución de una estructura vital : “el patrón o diseño básico de la existencia de una persona en determinado momento” (1986, p. 6). Alrede- dor de los 17 a los 33 años, un hombre establece su primera estructura vital provisional. Deja la casa de sus padres, quizá para asistir a la universidad o para alistarse en las fuerzas armadas, y adquiere independencia económica y emocional. Escoge una ocupación, tal vez una esposa, y cul- tiva un sueño sobre lo que quiere conseguir en el futuro. Aproximadamente a los 30 años, reeva- lúa su primera estructura vital. Entonces, se establece y se fija metas (por ejemplo, una carrera como catedrático o cierto monto de ingresos) y un plazo para materializarlas (digamos, para cuando cumpla 40). Afianza su vida en la familia, ocupación y comunidad. Su manejo de los problemas de esta época influirá en la forma en que capotea la transición a la mitad de la vida. En un estudio paralelo de 45 mujeres, Levinson (1996) descubrió que éstas pasan por un patrón de desarrollo semejante. Sin embargo, por obra de las divisiones culturales tradicionales entre los papeles masculinos y femeninos, las mujeres enfrentan restricciones psicológicas y medio ambientales diferentes cuando deben modelar la estructura de su vida y su transición es más lenta.
Evaluación de los modelos de etapas normativas Tanto el Estudio Grant como las primeras investigaciones de Levinson se llevaron a cabo con grupos pequeños de hombres y mujeres nacidos en las décadas de 1920, 1930 y 1940. En el desarrollo de estos hombres y mujeres influyeron hechos sociales particulares de su cohorte, y también su posición socio- económica, grupo étnico y género. En la actualidad, los adultos tempranos siguen rutas de desa- rrollo mucho más diversificadas y, por consiguiente, maduran de forma distinta a la de los hombres y mujeres de esos estudios. Además, los resultados de los estudios normativos no se aplican necesariamente a otras culturas, las cuales pueden tener patrones de desarrollo vital muy diferentes. De cualquier manera, la investigación de las etapas normativas ha tenido un efecto continuo en el campo. Los psicólogos, apoyados de manera principal en la obra de Erikson, identificaron tareas del desarrollo que deben completarse para lograr una sana adaptación a cada etapa de la vida (Roisman, et al., 2004). Entre las tareas del desarrollo de los adultos tempranos se encuen- tran dejar la casa para seguir los estudios, trabajar o prestar servicio militar; cultivar amistades nuevas más íntimas y relaciones románticas, y adquirir un sentido de que el yo es independiente y seguro (Arnett, 2000, 2004; Scharf, Mayseless y Kivenson-Baron, 2004). Otras tareas del desarrollo en este periodo, como vimos en el capítulo 13, son terminar la escuela, incorporarse al mundo del trabajo y adquirir independencia económica. Quizá el mensaje más importante de los modelos de etapas normativas es que el desarrollo no termina al llegar a la edad adulta. Independientemente de que las personas sigan o no los patrones específicos que proponen estos modelos, en la investigación de las etapas normativas se sostiene la idea de que los seres humanos cambiamos y nos desarrollamos durante toda la vida.
MODELO DEL MOMENTO DE LOS EVENTOS En lugar de contemplar el desarrollo de la personalidad adulta sólo como una función de la edad, el modelo del momento de los eventos , elaborado por Bernice Neugarten y otros (Neugarten, Moore y Lowe, 1965; Neugarten y Neugarten, 1987) sostiene que el curso del desarrollo depende del momento en que ocurren ciertos eventos en la vida de las personas. Los eventos normativos de la vida (llamados también eventos normativos de la edad, consulte el capítulo 1) ocurren nor- malmente en ciertas épocas de la vida, y se concretan en hechos como el matrimonio, la pater- nidad, el nacimiento de los nietos y el retiro. Según el modelo, las personas son muy
estructura vital Según la teoría de Levinson, pa- trón básico de la vida de una per- sona en determinado momento, cimentada en los aspectos de la vida que esa persona considera los más importantes.
tareas del desarrollo De acuerdo con las teorías de las etapas normativas, desafíos típi- cos que es importante dominar para adaptarse a cada etapa de la vida.
modelo del momento de los eventos Modelo teórico del desarrollo de la personalidad que describe el desarrollo psicosocial adulto como una respuesta a la ocu- rrencia esperada o inesperada y al momento de los eventos im- portantes de la vida. eventos normativos de la vida En el modelo del momento de los eventos, experiencias comu- nes de la vida que ocurren en las épocas acostumbradas.
(figura 14-2), o dimensiones, que son la base de cinco grupos de rasgos conocidos como los “cinco grandes”. Éstos son (1) neuroticismo (N), (2) extroversión (E), (3) apertura a la experien- cia (A) , (4) escrupulosidad (S) y (5) agradabilidad (G). El neuroticismo es un conjunto de seis rasgos o facetas, que indican inestabilidad emocional: ansiedad, hostilidad, depresión, autoconciencia, impulsividad y vulnerabilidad. La extroversión tiene también seis facetas: cordialidad, ánimo gregario, asertividad, actividad, búsqueda de exci- tación y emociones positivas. Las personas abiertas a la experiencia están dispuestas a probar nuevas cosas y adoptar nuevas ideas. Las personas escrupulosas hacen cosas: son competentes, ordenadas, cumplidas, decididas y disciplinadas. Las personas con agradabilidad son fiables, fran- cas, altruistas, obedientes, modestas e influenciables.
Cambio y continuidad según el modelo de cinco factores En análisis de muestras grandes longitudinales y transversales de hombres y mujeres estadounidenses de todas las edades, Costa y McCrae (1980, 1988, 1994a, 1994b, 2006; Costa et al ., 1986; McCrae, 2002; McCrae y Costa, 1984; McCrae, Costa y Busch, 1986) observaron una continuidad notable en las cinco dimensiones entre la adolescencia y los 30 años, con cambios mucho más lentos en adelante. Ahora bien, la dirección del cambio varió de acuerdo con los factores de personalidad. En general, la agradabilidad y la escrupulosidad aumentaron, mientras que aminoraron el neuroticismo, la extroversión y la apertura a la experiencia (McCrae et al ., 2000). Con la edad, estos patrones de cambio parecen generalizarse entre las culturas y, por ende, según los autores, ser propios de la maduración (McCrae, 2002). En contradicción parcial, en otros análisis de muchos estudios longitudinales y transversales se encontraron cambios importantes en casi todos los rasgos de personalidad durante la edad adulta (Roberts y Mroczek, 2008; Roberts, Walton y Viechtbauer, 2006a, 2006b). Es cierto que los rasgos cambiaron de manera más marcada en la adultez temprana que en otro periodo, pero en una dirección siempre positiva y en particular con grandes incrementos en el dominio social (asertividad, una faceta de la extroversión), escrupulosidad y estabilidad emocional. Ahora bien, según veremos en los capítulos 16 y 18, la personalidad también mostró un claro cambio positivo general después de los 30 años, incluso en la vejez, y los cambios ocurridos tendían a quedarse. Además, hubo pocas pruebas de causas genéticas o de maduración de los cambios producidos en la adultez temprana: “Creemos que las experiencias de la vida [...] centradas en la adultez temprana son la razón más probable de los patrones de desarrollo que vemos” (Roberts et al ., 2006a, p. 18). Desde luego, algunas personas cambian más que otras y no todos los cambios son positivos. Las personas con carreras prósperas y gratificantes en la adultez temprana muestran aumentos desproporcionados de estabilidad emocional y escrupulosidad, mientras que quienes flojean o son agresivos en el trabajo exhiben deterioro de estos rasgos (Roberts y Mroczek, 2008). Los “Cinco Grandes” parecen vincularse a varios aspectos de la salud y el bienestar. En un estudio de muestras representativas de adultos de 25 a 65 años en Estados Unidos y Alemania, los “cinco grandes” (en particular neuroticismo) se asociaron con sentimientos subjetivos de salud y bienestar (Staudinger, Fleeson y Baltes, 1999). La escrupulosidad se ha relacionado con conductas higiénicas que contribuyen a una vida larga (Bogg y Roberts, 2004). Los “cinco grandes” rasgos también se han asociado con la satisfacción matrimonial (Gattis, Berns, Simpson y Christensen, 2004), relaciones entre padres e hijos (Kochanska, Friesenborg, et al ., 2004), conflictos en el trabajo y familia (Wayne, Musisca y Fleeson, 2004), y trastornos de la personalidad. Las personas con niveles elevados de neuroticismo son presas de ansiedad y depresión; las personas poco extrovertidas son proclives a la agorafobia (miedo a los espacios abiertos) y fobia social (Bienvenu et al ., 2001).
Evaluación del modelo de los cinco factores Este conjunto de estudios representó originalmente un poderoso argumento a favor de la continuidad de la personalidad, sobre todo después de los 30 años. Investigaciones más recientes han cuestionado esa conclusión de manera tal que, ahora, Costa y McCrae aceptan que los cambios ocurren durante toda la vida. Sin embargo, la pregunta sobre las causas requiere mayores investigaciones. ¿Los cambios de maduración impulsan a las personas a buscar papeles sociales que correspondan a su personalidad madura o los adultos cambian para cumplir con las exigencias de nuevos papeles? ¿O acaso el cambio sigue los dos sentidos? En un estudio longitudinal de 980 personas que se llevó a cabo
¿Tiene usted un blog? De ser así, las palabras que utiliza pueden reà ejar cómo caliß caría en las medidas de los Cinco Grandes. Las personas con puntuaciones elevadas en neuroticismo tienden a emplear palabras asociadas con emocio- nes negativas y muestran predilección por la pala- bra “ironía”. Las personas extrovertidas usan palabras positivas, son más pro- pensas a usar la palabra “copas” y es menos proba- ble que empleen la palabra “computadora”. Las perso- nas abiertas usan muchas preposiciones y palabras largas, así como, curiosa- mente, la palabra “tinta”. A las personas escrupulosas les gusta la palabra “cum- plido” mientras que las per- sonas agradables favorecen la palabra “maravilloso” y no son particularmente afectas al “porno”. Yarkoni, 2010.
g? ras qu
en Nueva Zelanda, los rasgos de personalidad a los 18 años influyeron en las experiencias labo- rales en la adultez emergente, experiencias que incidieron en los cambios de personalidad medi- dos a los 26 años. Por ejemplo, los adolescentes que eran sociables y afables ascendieron más de prisa. Además, quienes tenían un trabajo de mejor calidad y más satisfactorio se hacían más sociables y afables (Roberts, Caspi y Moffitt, 2003). Por todo ello, parece que la personalidad en la adultez es más maleable y más compleja de lo que se indicaba en investigaciones anteriores. Otras críticas al modelo de los cinco factores son de orden metodológico. Jack Block (1995a, 1995b) afirma que, debido a que el enfoque se basa en medidas subjetivas, si no se apoya en otras medidas carece de validez. Además, la selección de factores y de sus facetas asociadas es tanto un arte como una ciencia, quizá no exhaustiva. Otros investigadores han escogido factores diferentes y han dividido sus rasgos de otra manera. Por ejemplo, ¿la cordialidad es una faceta de la extro- versión, como establece el modelo de los “Cinco Grandes” o está mejor clasificada como un aspecto de la agradabilidad? Por último, la personalidad es más que una colección de rasgos. Un modelo en el que se estudien sólo las diferencias individuales en los agrupamientos de rasgos no ofrece ningún marco teórico para entender cómo funciona la personalidad de cada individuo.
MODELOS TIPOLÓGICOS
Jack Block (1971; Block y Block, 2006) fue un pionero del enfoque tipológico. Mediante la investigación tipológica se pretende completar y ampliar la investigación de los rasgos a través del examen de la personalidad como un todo funcional. Los investigadores han identificado tres tipos de personalidad: yo resiliente, sobrecontrolado y subcontrolado. Estos tres tipos difieren en la resiliencia del yo , que es la capacidad de adaptarse bajo estrés, y el control del yo , el control de uno mismo. Las personas con yo resiliente están bien adaptadas, son confiadas, independientes, articuladas, atentas, serviciales, cooperadoras y se con- centran en sus labores. Los individuos sobrecontrolados son tímidos, callados, ansiosos y depen- dientes; se guardan lo que piensan, evitan conflictos y tienden más a la depresión. Las personas subcontroladas son activas, enérgicas, impulsivas, tercas y se distraen con facilidad. La resiliencia y el control del yo interactúan para determinar si la conducta es adaptada o inadaptada. Por ejem- plo, la falta de control puede dar lugar a la creatividad y al ingenio o a conductas antisociales y de externalización. Del mismo modo, el control excesivo contribuye a la concentración y planifi- cación de la persona o puede dar lugar a un estilo de conducta inflexible e inhibida. Las formas más extremas de exceso o falta de control por lo regular se asocian con niveles bajos de resiliencia del yo (Kremen y Block, 1998). Estos tipos de personalidad u otros semejantes se presentan en los dos sexos, entre culturas y entre grupos étnicos, y en niños, adolescentes y adultos (Caspi, 1998; Hart, Hofmann, Edelstein y Keller, 1997; Pulkkinen, 1996; Robins, John, Caspi, Moffitt y Stouthamer-Loeber, 1996; van Lieshout, Haselager, Riksen-Walraven y van Aken, 1995). Un estudio longitudinal en Munich respalda la hipótesis de la influencia duradera de la personalidad infantil. Maestros y padres evaluaron anualmente a 103 niños entre los tres y los 12 años y luego entre los 17 y los 23 años. Los niños que habían sido sobrecontrolados entre los cuatro y los seis años, eran tímidos al final de la adolescencia y la adultez emergente, mien- tras que los que habían sido subcontrolados al comienzo de la niñez fueron mucho más agresivos. Los rasgos se acentuaron entre los 17 y los 23 años. Además, los dos tipos, subcontrolado y sobrecontrolado, tuvieron más dificultades que los resilientes para asumir los papeles sociales adultos: dejar la casa de los padres, establecer relaciones románticas y conseguir trabajo de medio tiempo (Denissen, Asendorpt y van Aken, 2008). Desde luego, encontrar una tendencia a la continuidad de actitudes y conductas no significa que la personalidad no cambie ni que ciertas personas estén condenadas a una vida mal adaptada. Los hijos subcontrolados tienen una mejor vida al comienzo de la adultez si encuentran escena- rios en los cuales se considere ventajosa su energía y espontaneidad. Los jóvenes sobrecontrolados salen de su enconchamiento si ven que se valora su confiabilidad apacible. Además, si bien los tipos de personalidad establecidos en la niñez pronostican trayectorias o patrones de conducta de largo plazo, ciertos eventos pueden cambiar el curso de la vida (Caspi, 1998). Por ejemplo, para los jóvenes con problemas de adaptación, casarse con una persona que brinde apoyo puede generar resultados más positivos.
Es más probable que los perßles de Face- book reà ejen diferencias individuales reales en los factores de personalidad de los “cinco grandes” que una versión idealizada de la per- sona. Esto es cierto sobre todo para la extroversión y la apertura a la experiencia y menos probable para el neuroticismo. ¡De modo que tenga cuidado con lo que escribe! Back et al., 2010.
¿Cuál de los mode- los que se han presentado describe mejor el desarrollo psicosocial en la adultez?
Control ¿Puede... comparar los cuatro enfoques teóricos del desarrollo psicosocial de los adultos?
enfoque tipológico Perspectiva teórica que identifica tipos o estilos generales de la personalidad. resiliencia del yo Capacidad dinámica para modifi- car el nivel del control del yo en respuesta a influencias medio ambientales y contextuales. control del yo Autocontrol y autorregulación de los impulsos.
conexiones con amigos y familiares a través de distancias geográficas (Subrahmanyam, Reich, Waecheter y Espinoza, 2008). Por otro lado, según un estudio longitudinal, en la actualidad cada vez menos adultos tempranos tienen confidentes íntimos. En 19 años, se triplicó el número de personas que dije- ron que no tenían nadie con quién hablar de asuntos importantes. El descenso fue más acusado entre personas educadas de clase media, que se mantienen en contacto con amigos y familia por correo electrónico o teléfono, pero no en persona (McPherson, Smith-Lovin y Brashears, 2006).
AMOR
A casi todos les gustan las historias de amor, entre las cuales se incluyen las propias. Según la teoría triangular del amor de Robert J. Sternberg (1995, 1998b, 2006), la manera en que el amor se desarrolla es, en efecto, una historia. Los amantes son los autores y la historia que crean refl eja su personalidad y su concepción del amor. Pensar en el amor como una historia ayuda a ver la forma en que la gente selecciona e hilvana los elementos de la trama. Según Sternberg (1986, 1998a, 2006), los tres elementos o componentes del amor son intimidad, pasión y compromiso. La intimidad , el elemento emocio- nal, incluye autorrevelación, lo que lleva al vínculo, la calidez y la confianza. La pasión , el ele- mento motivacional, se basa en impulsos internos que traducen la estimulación fisiológica en deseo sexual. El compromiso , el elemento cognoscitivo, es la decisión de amar y quedarse con el ser amado. El grado en que está presente cada uno de los tres elementos determina qué tipo de amor siente una persona (tabla 14-2). La comunicación es una parte esencial de la intimidad. En un estudio transcultural, 263 parejas de adultos tempranos de Brasil, Italia, Taiwán y Estados Unidos expresaron su comuni-
TABLA 14-2 (^) Patrones del amor
Tipo Descripción Sin amor Faltan los tres componentes del amor: intimidad, pasión y compromiso. Se refiere a la mayoría de las relaciones entre personas, que son meras interacciones casuales. Gusto La intimidad es el único componente presente. Hay cercanía, comprensión, apoyo emocional, afecto, apego y cordialidad. Ninguna pasión ni compromiso. Infatuación La pasión es el único componente presente. Es el “amor a primera vista”, una fuerte atracción física y estimulación sexual, sin intimidad ni compromiso. El enamoramiento puede surgir o morir de manera rápida, o dadas ciertas circunstancias puede durar por largo tiempo. Amor vacío El compromiso es el único componente. El amor vacío se encuentra a menudo en las relaciones de largo plazo que perdieron la intimidad y la pasión o en los matrimonios arreglados. Amor romántico Hay intimidad y pasión. Los amantes románticos se sienten físicamente atraídos uno por el otro y están emocionalmente unidos. Sin embargo, no se comprometen uno con el otro. Amor de compañía Hay intimidad y compromiso. Es una amistad comprometida de largo plazo que ocurre en matrimonios en los que se apagó la atracción física pero la pareja se siente cercana e hizo el compromiso de permanecer unida. Amor fatuo Hay pasión y compromiso sin intimidad. Es el amor que lleva a un torbellino de cortejo, en el que una pareja se compromete por pasión, sin darse tiempo para alcanzar la intimidad. Este amor no dura, a pesar del intento inicial de compromiso. Amor consumado Los tres componentes se encuentran en este amor “completo”, por el que mucha gente se esfuerza, en especial en las relaciones románticas. Es más fácil alcanzarlo que soste- nerlo. Cualquiera de los dos puede cambiar de opinión sobre lo que quiere de la relación. Si el otro cambia también, la relación puede persistir con otra forma. Si el otro no cambia, es posible que la relación se disuelva.
Fuente: Basado en Sternberg, 1986.
¿Le gustan los dramas? Bueno, esas pelícu- las pueden tener un efecto inesperado. Se ha demostra- do que las lágrimas femeni- nas conducen a niveles más bajos de excitación sexual entre los hombres. Los investigadores creen que el contacto cercano envía al cerebro del hombre un mensaje olfativo químico y el mensaje que las lágrimas envían es “aléjate”. Gelstein et al., 2011.
teoría triangular del amor Teoría de Sternberg que postula que los patrones del amor de- penden del equilibrio de tres ele- mentos: intimidad, pasión y compromiso.
cación y su satisfacción con sus relaciones románticas. En los cuatro lugares, las parejas que se comunicaban de manera constructiva se sentían más satisfechas con sus relaciones que las otras (Christensen, Eldridge, Catta-Preta, Lim y Santagata, 2006). La adquisición de un sentido de logro de la identidad también parece influir en la calidad de las relaciones románticas. En un estudio realizado con 710 adultos emergentes, el estatus de logro de la identidad se asoció con sentimientos más fuertes de compañía, valor, afecto y apoyo emocio- nal en las relaciones románticas (Barry, Madsen, Nelson, Carroll y Badger, 2009). Esto apoya las aseveraciones de Erikson (1973) de que se requiere la formación de un sentido seguro de la iden- tidad para el establecimiento de relaciones íntimas de alta calidad.
Estilos de vida marital
y no marital En muchos países de Occidente, las normas que rigen los estilos de vida aceptables son más flexibles ahora que en la primera mitad del siglo xx. Las personas se casan más tarde o no se casan, más personas tienen hijos fuera del matrimonio o no los tienen y más terminan su matrimonio. Algunas personas se quedan solte- ras, otras se vuelven a casar y otras viven con una pareja de cualquier sexo. Algunas parejas casadas y con carreras diferentes tienen matri- monios de traslado , en los que están juntas pero viven separadas (Adams, 2004). En términos generales, no existe algo como un matrimonio o familia “típicos”. En esta sección veremos de cerca estilos de vida dentro y fuera del matrimonio. En la siguiente sección examinaremos la paternidad.
LA VIDA DE SOLTERO La proporción de adultos tempranos estadounidenses de 25 a 34 años que no se han casado casi se triplicó entre 1970 y 2005. En el caso de las mujeres, el aumento fue de 9 a 32%, y entre los hombres, de 15 a 43% (U. S. Census Bureau, 2007b). La tendencia es más pronunciada entre las mujeres afroamericanas, pues 35% siguen solteras hacia el final de sus 30 años (Teach- man, et al ., 2000). Entre 1970 y 2006 se observó una disminución significativa en la tasa de matrimonios en casi todos los países (figura 14-3). Existen indicaciones de que las creencias religiosas podrían influir en la tasa de matrimonios. La probabilidad de que las mujeres de la ciudad que tuvieron un hijo fuera del matrimonio a la larga se casaran fue mayor si asistían a la iglesia de manera regular. Es posible que la participación en un grupo social en que las cuestiones del matrimonio y la familia son modeladas y apoyadas de manera sistemática socialice a esas mujeres para esperar y desear en mayor grado el matrimo- nio (Wilcox y Wolfinger, 2007). Algunos adultos tempranos están solteros porque no han encontrado la pareja correcta; pero otros eligen estar solteros. En la actualidad son más las mujeres que se mantienen y hay menos presiones sociales por casarse. Al mismo tiempo, muchos adultos solteros están posponiendo el matrimonio y la paternidad debido a la inestabilidad económica (Want y Morin, 2009). Algu- nas personas quieren libertad para recorrer el país o el mundo, progresar en su carrera, proseguir con su educación o hacer trabajo creativo sin tener que preocuparse por cómo su búsqueda de autorrealización podría afectar a otra persona. Algunos disfrutan de la libertad sexual. Otros consideran estimulante este estilo de vida. Unos más prefieren la soledad. Otros posponen o evitan el matrimonio por miedo de terminar en un divorcio.
Control ¿Puede... enumerar las habilidades que fomentan y mantienen la intimidad? identificar características de la amistad en los adultos tempranos? identificar los tres componentes del amor, según Sternberg?
¿Cuándo y cómo los adultos tempranos deciden permanecer solteros, establecer relaciones homosexuales, cohabitar o casarse? ¿Qué tan satisfactorios y estables son esos estilos de vida?
Pregunta
(^4) de la guía
Un consejo para los hombres: cuando quieran obtener el número telefóni- co de una mujer, tóquenla ligeramente en el brazo. Se ha demostrado que eso re- sulta en un mayor éxito.
Guegen, 2007.
i ran
Oprah Winfrey es una de tantas mujeres afroamericanas que están solteras en la adultez temprana y media.
Cada vez más personas usan sitios en línea para conocer posibles pa- rejas románticas. ¿Pero podemos conßar en lo que dice la gente? En general, pare- ce que sí, aunque las personas tienden a mentir (en orden) acerca del peso, la edad y la estatura. De modo que cuando ande a la búsqueda de una relación, asegúrese de pedir una foto actual. Toma, Hancock y Ellison, 2008.
hombre y una mujer (National Public Radio, 2011). Buena parte de la oposición al matrimonio gay se relaciona con la orientación política: aproximadamente 72% de los demócratas apoyan el matrimonio entre personas del mismo sexo, mientras que 81% de los republicanos se oponen a él. La religión también influye. De las personas que se caracterizan como no afiliadas con ninguna religión, 60% apoyan el matrimonio gay. En contraste, 85% de las personas que asisten a servi- cios religiosos al menos una vez a la semana se oponen al mismo. También se ha implicado a la edad en este debate, ya que la aceptación del matrimonio entre personas del mismo sexo es cada vez mayor entre las generaciones más jóvenes (Pew Research Center, 2009b).
COHABITACIÓN La cohabitación es un estilo de vida cada vez más común, en la que una pareja que no está casada tiene una relación de carácter sexual y vive bajo el mismo techo. Su aumento en las últimas décadas refleja la naturaleza exploratoria de la adultez emergente en la tendencia a posponer el matrimonio.
Tipos de cohabitación: comparaciones internacionales En encuestas que se llevaron a cabo en 14 países europeos, Canadá, Nueva Zelanda y Estados Unidos, se encontraron varia- ciones amplias en las tasas de cohabitación que van de más de 14% en Francia a menos de 2% en Italia (vea la figura 14-4). En todos los países, la abrumadora mayoría de mujeres en coha- bitación no se han casado nunca. Quienes cohabitan sin casarse se quedan más tiempo juntos en los países donde la cohabitación es una alternativa o equivalente del matrimonio que en los países donde por lo regular lleva al matrimonio (Heuveline y Timberlake, 2004). Las uniones consensuales o informales , casi indistinguibles del matrimonio, se aceptan desde hace tiempo como matrimonio en muchos países de Latinoamérica, sobre todo entre parejas de posición socioeconómica baja (Phillips y Sweeney, 2005). En estos países, las parejas que cohabitan tienen casi los mismos derechos legales que las parejas casadas (Popenoe y Whitehead, 1999; Seltzer, 2000). También en Canadá, las parejas que cohabitan tienen beneficios y obligaciones legales parecidos a los de las parejas casadas (Cherlin, 2004; Le Bourdais y Lapierre-Adamcyk, 2004). En la mayor parte de los países occidentales, las parejas que cohabitan tienen la intención de casarse y, en efecto, lo hacen; por lo general, estas cohabitaciones son breves (Heuveline y Timberlake, 2004). La cohabitación premarital en Inglaterra y Estados Unidos es acompañada por una tendencia a retrasar el matrimonio (Ford, 2002).
La cohabitación en Estados Unidos En 2010 se calculó que 7.5 millones de parejas vivían juntas sin casarse en Estados Unidos, lo que representó un incremento de 13% respecto a 2009 (Kreider, 2010). Este incremento en la cohabitación se observa en todos los grupos raciales y étnicos así como en todos los niveles educativos, aunque es más probable en las personas con menor edu- cación que en las personas con educación superior (Fields, 2004; Seltzer, 2004). También es más probable que las personas en cohabitación sean menos religiosas, menos tradicionales, con menos confianza en sus relaciones, más aceptación del divorcio, que sean más negativas y agresivas en sus interacciones con sus parejas románticas y con una comunicación menos eficaz (Jose, O’Leary y Moyer, 2010). Aunque en la actualidad la legislación familiar estadounidense concede a esas parejas pocos de los derechos y beneficios legales del matrimonio, la situa- ción está en proceso de cambio, en particular con respecto a la protección de los hijos de esas parejas (Cherlin, 2004; Seltzer, 2004). La cohabitación es menos satisfactoria y menos estable que el matrimonio (Binstock y Thornton, 2003; Bramlett y Mosher, 2002; Heuveline y Timberlake, 2004; Seltzer, 2000, 2004). En particular, es muy probable que si los miembros de las parejas que cohabitan tienen diferentes expectativas con respecto a la división de las faenas domésticas, terminen la relación (Hohmann-Marriott, 2006). Muchas personas en cohabitación que desean casarse postergan el matrimonio hasta que sienten que sus circunstancias económicas se los permite (Smock, Manning y Por- ter, 2005). Esos adultos tempranos por lo general no usan la cohabitación como reemplazo del matrimonio, sino que más bien la consideran como un paso en el camino al casamiento (Manning, Longmore y Giordano, 2007).
Tasas de matrimonio y cohabitación de individuos de 20 años en adelante por país. Fuente: National Healthy Marriage Resource Center, s.f.
0 5 10 15 20 25 30 35 40 45 50 55 60
Porcentaje de individuos de 20 años y más
Noruega (2001)
Italia (2001)
España (2001)
Portugal (2001)
Alemania (2001-2003)
Francia (2007)
Reino Unido (2001)
Canadá (2006)
Estados Unidos (2000)
Dinamarca (2001)
Casados En cohabitación (estimaciones recientes)
En algunas investigaciones se propone que las parejas en cohabitación que se casan tienen matrimonios menos felices y mayor probabilidad de divorciarse que las que esperan hasta después del matrimonio para vivir juntas (Bramlett y Mosher, 2002; Dush, Cohan y Amato, 2003; Popenoe y Whitehead, 1999; Seltzer, 2000). Sin embargo, en una encuesta representativa nacio- nal transversal de 6 577 mujeres de 15 a 45 años, las mujeres que vivieron o tuvieron sexo premarital sólo con su futuro esposo no corrieron un riesgo especial de disolución del matrimonio (Teachman, 2003). Además, parece que existen diferencias fundamentales en los tipos de parejas en cohabitación en el sentido de que las parejas que al final se casan tienen relaciones más esta- bles y felices que las que no lo hacen, lo que posiblemente sea resultado de un mayor compromiso inicial con su relación (Jose et al ., 2010). Las creencias acerca de la cohabitación, los patrones de cohabitación y la estabilidad de la misma varían entre los grupos raciales y étnicos y su naturaleza es muy compleja. En promedio, las parejas en cohabitación son más jóvenes, negras y menos religiosas (Pew Research Center, 2007a). Quizá por razones económicas, las parejas negras e hispanas son menos propensas que las parejas blancas no hispanas a considerar la cohabitación como un matrimonio a prueba y es más factible que la vean como un sustituto del matrimonio (Phillips y Sweeney, 2005). La probabilidad de terminar la relación es mayor entre las parejas blancas en cohabitación que en otros grupos, y el riesgo de sus hijos de pasar por la separación de sus padres es 10 veces mayor (Osborne, Man- ning y Smock, 2007). Los adultos mayores y los más jóvenes muestran una clara diferencia en sus opiniones sobre la moralidad de la cohabitación, siendo mucho más probable que los adultos más jóvenes no consideren que es incorrecto vivir juntos sin estar casados (Pew Research Center, 2007a). La cohabitación después de un divorcio es más común que la premarital, pues parece fun- cionar como una forma de seleccionar pareja para las segundas nupcias. Sin embargo, la cohabi- tación después de un divorcio, especialmente con parejas en serie, demora mucho las segundas nupcias y contribuye a la inestabilidad del nuevo matrimonio (Xu, Hudspeth y Bartkowski, 2006).
MATRIMONIO
En la mayor parte de las sociedades, la institución del matrimonio se considera la mejor manera de proteger y criar a los hijos. Permite dividir el trabajo y compartir los bienes materiales. Ideal- mente, ofrece intimidad, compromiso, amistad, afecto, satisfacción sexual, compañía y una opor- tunidad de crecimiento emocional, así como nuevas fuentes de identidad y autoestima (Gardiner y Kosmitzki, 2005; Myers, 2000). En ciertas doctrinas filosóficas orientales, la unión armoniosa de un hombre y una mujer se considera esencial para la plenitud espiritual y la supervivencia de la especie (Gardiner y Kosmitzki, 2005). Sin embargo, en Estados Unidos y otras sociedades posindustriales se ha observado un debilitamiento de la norma social que, en otro tiempo, hacía que el matrimonio fuera casi universal y que su significado se entendiera en todas partes. En Estados Unidos, el matrimonio se ha visto afectado por grandes cambios demográficos y económicos en la población. Por ejemplo, es más probable que las cohortes más recientes de mujeres jóvenes hayan alcanzado un nivel educativo más alto que las generaciones previas y en general disfrutan de mayor éxito económico, lo cual alteró las dinámicas del matrimonio para muchas parejas. En concreto, en 1970 sólo 4% de las mujeres de 35 a 44 años ganaban más dinero que sus maridos, pero para 2007 esta cifra se incrementó a 22%. Una consecuencia de ello es que ahora el matrimonio se asocia con aumentos en la seguridad económica para hombres y mujeres (Cohn y Fry, 2010).
Significado del matrimonio para los adultos emergentes y tempranos de hoy En Estados Unidos, a pesar de los grandes cambios demográficos del último medio siglo, 90% de los adultos optan todavía por casarse en algún momento de su vida (Whitehead y Poponoe, 2003). La proporción de adultos emergentes y tempranos en Estados Unidos que se casan no es muy diferente que la de los adultos de comienzos del siglo xx (Fussell y Furstenberg, 2005), pero lo consideran de manera diferente. Este resultado procede de entrevistas abiertas exhaustivas a personas de 22 a 38 años en tres zonas urbanas y en la región rural de Iowa. Los entrevistados pensaban que el matrimonio tradicional, con sus rígidos roles de género, ya no era viable en el mundo actual. A cambio, esperaban mayor espacio para los intereses y empeños per- sonales, dentro y fuera del matrimonio. Otorgaban más importancia a la amistad y a la compati-
Con base en su ex- periencia u observación, ¿es buena idea cohabitar antes de casarse? ¿Por qué? ¿Hay alguna diferencia si existen hijos de por medio?
Control ¿Puede... señalar los motivos de que las personas nunca se casen? comparar las relaciones homosexuales con las heterosexuales?
Inglaterra, Irlanda, Alemania, Suecia y Polonia, aunque el grado de desaprobación varía. Estados Unidos tiene actitudes más restrictivas que cualquiera de estos países, excepto Irlanda, donde la influencia de la Iglesia católica es fuerte (Scott, 1998).
Satisfacción marital Las personas casadas son más felices que las solteras, aunque quienes sostienen matrimonios infelices son menos felices que los solteros o los divorciados (Myers, 2000). Las personas que se casan y permanecen casadas, en especial las mujeres, tienen un mejor nivel económico que las que no se casan o se divorcian (Hirschl, Altobelli y Rank, 2003; Wilmoth y Koso, 2002). Sin embargo, nada indica que el matrimonio genere riqueza; podría ser que las personas que buscan bienestar económico y que tienen habilidades para obtenerlo son las más propensas a casarse y seguir casadas (Hirschl et al ., 2003). Tampoco es seguro que el matrimonio produzca felicidad; podría ser que la mayor felicidad de los casados exprese una tendencia de la gente feliz a casarse (Lucas, Clark, Georgellis y Diener, 2003; Stutzer y Frey, 2006). Los matrimonios, por mucho, son básicamente tan felices como eran hace un cuarto de siglo, aunque en la actualidad conviven mucho menos tiempo. Estas conclusiones proceden de dos encuestas nacionales de personas casadas. En el éxito de un matrimonio ejercen una influencia positiva el aumento de los recursos económicos, las decisiones equitativas, las actitudes de género no tradicionales y el apoyo a la norma del matrimonio para toda la vida, pero también opera el peso negativo de la cohabitación premarital, las infidelidades, las exigencias del trabajo de la esposa y el aumento de sus horas de trabajo. El aumento de la participación de los maridos en las faenas domésticas reduce la satisfacción matrimonial de ellos, pero mejora el de las esposas (Amato, Johnson, Booth y Rogers, 2003). De hecho, alrededor de 62% de los participantes estadounidenses considera que “compartir las tareas domésticas” es muy importante para el éxito del matrimonio (Pew Research Center, 2007b). Las grandes diferencias en el salario potencial se asociaron con disminuciones en la felicidad (Stuzer y Frey, 2006). En un estudio de 197 parejas israelíes, una tendencia a la inestabilidad emocional y la negatividad de cualquiera de los dos fue un sólido factor de pronóstico de la infelicidad matrimonial (Lavee y Ben-Ari, 2004). Un factor que sustenta la satisfacción marital puede marcar una diferencia entre las expec- tativas de hombres y mujeres hacia el matrimonio. Las mujeres le dan más importancia a la expresividad emocional (la suya y la de su esposo) que los hombres (Lavee y Ben-Ari, 2004). Los esfuerzos de los hombres por expresar emociones positivas a su esposa, prestar atención a la dinámica de la relación y dedicar tiempo a actividades dirigidas a fortalecer la relación son importantes para la percepción que tienen las mujeres de la calidad del matrimonio (Wilcox y Nock, 2006).
Factores del éxito marital ¿Es posible predecir el resultado de un matrimonio antes de que la pareja anude sus lazos? En un estudio, investigadores siguieron durante 13 años a 100 parejas estadounidenses de origen europeo, desde antes del matrimonio. Factores como los ingresos premaritales y la escolaridad, la cohabitación o las relaciones sexuales premaritales , el tiempo que tenían de conocerse o si habían salido antes de casarse no incidieron en el éxito del matrimonio. Lo relevante era la felicidad de la pareja con la relación, la sensibilidad de uno hacia el otro, la validación de los sentimientos del otro y su capacidad de comunicarse y manejar los conflictos (Clements, Stanley y Markman, 2004). En el mismo sentido, la investigación longitudinal rea- lizada con parejas recién casadas demostró que la empatía, la validación y el cuidado se relaciona- ron con sentimientos de intimidad y con una mayor calidad de la relación (Sullivan, Pasch, Johnson y Bradbury, 2010). Las parejas que recibieron asesoría premarital se sintieron más satisfechas y comprometidas con su matrimonio y fue menos probable que terminaran en divorcio (Stanley, Amato, Johnson y Markman, 2006). La manera en que la gente describe su matrimonio dice mucho sobre la probabilidad del éxito. En un estudio longitudinal nacional representativo, se preguntó a 2 034 personas casadas de no más de 55 años qué las mantenía unidas. Quienes percibían que la cohesión de su matri- monio se basaba en recompensas , como amor, respeto, confianza, comunicación, compatibilidad y compromiso con la pareja, eran más felices en el matrimonio y seguían casadas después de 14 años, a diferencia de las personas que se refirieron a las barreras para salir del matrimonio, como hijos, convicciones religiosas, interdependencia económica y compromiso con la institución matrimonial (Previti y Amato, 2003).
Control ¿Puede... identificar varios benefi cios del matrimonio? comentar las diferencias entre las ideas tradicionales del matrimonio y la manera en que los adultos emergentes y tempranos lo ven en la actualidad? señalar las diferencias culturales entre los métodos de selección de pareja y los cambios históricos de la edad para casarse? citar los resultados sobre las relaciones sexuales dentro y fuera del matrimonio? identificar los factores de la satisfacción y el éxito del matrimonio?
Paternidad En las sociedades industriales, las personas tienen menos hijos hoy que en generaciones anteriores y empiezan a tenerlos más tarde, en muchos casos porque dedican los años de la adultez emergente a la educación y a establecer una carrera. En 2008, la edad promedio del primer parto en Estados Unidos se había elevado a 25. años (Martin, Hamilton et al ., 2010; figura 14-5), y el porcentaje de mujeres que dan a luz por primera vez a finales de los treinta e incluso en los cuarenta y cincuenta ha aumen- tado considerablemente, a menudo con la ayuda de tratamientos de fertilidad (Martin et al ., 2010). La edad del primer parto varía según los orígenes étnicos y culturales. En 2008, las mujeres estadounidenses originarias de Asia y de las islas del Pacífico tuvieron su primer bebé a una edad promedio de 28.7 años, mien- tras que las amerindias y esquimales dieron a luz por primera vez, en pro- medio, a poco menos de los 22 (Martin et al ., 2010). En el último medio siglo aumentó el número de hijos nacidos de madres solteras; sin embargo, la proporción de madres solteras aumentó de manera particularmente abrupta desde 2002 (Cohn, 2009). En 2008, 40.6% de los nacimientos en Estados Unidos fueron de mujeres solteras, un incremento de alrededor de 3% anual desde 2002 (Martin et al ., 2010). La tasa de fertilidad en ese país es mayor que en otros países desarrollados, como Japón e Inglaterra, donde la edad promedio del primer parto es de alrededor de 29 años (Martin, et al ., 2002; van Dyk, 2005). Al mismo tiempo, una proporción creciente de parejas estadouniden- ses no tiene hijos. El porcentaje de hogares con hijos bajó de 45% en 1970 a 32% en la actualidad (Fields, 2004). El envejecimiento de la población, así como la demora del matrimonio y la paternidad explicaría estos datos, pero, sin duda, algunas parejas deciden no tener hijos. Algunas consideran el matrimonio como una forma de aumentar su intimidad, no como una institución dedicada a tener y criar hijos (Popenoe y Whitehead, 2003). A otras las disuaden las cargas financieras de la paternidad y la dificultad de combinarla con el trabajo. Mejores guarderías y otros servicios de apoyo ayudarían a las parejas a tomar decisiones realmente conscientes.
LA PATERNIDAD COMO EXPERIENCIA DEL DESARROLLO El primer hijo marca una importante transición en la vida de los padres. Además de los senti- mientos de emoción, maravilla y asombro, la mayoría de los padres experimenta cierta ansiedad por la responsabilidad de cuidar un niño, el compromiso y el tiempo que entrañan y la sensación de permanencia que la paternidad impone a un matrimonio. El embarazo y la recuperación del parto pueden afectar la relación de una pareja; algunas veces acrecienta la intimidad; otras, levanta barreras. Además, muchas parejas encuentran que su relación se vuelve más “tradicional” luego del nacimiento de un hijo, siendo las mujeres las que suelen encargarse de la mayor parte del cuidado y las tareas domésticas (Cox y Paley, 2003).
Participación de hombres y mujeres en la paternidad Aunque ahora la mayoría de las mujeres trabajan fuera de casa, dedican más tiempo al cuidado de los hijos que las madres de la década de 1960, cuando 60% de los niños vivían con un padre que salía a trabajar y una madre que se quedaba en casa. En la actualidad, sólo alrededor de 30% de los niños vive en esas familias. No obstante, en 2000, las madres casadas dedicaron 12.9 horas por semana al cuidado de los hijos, en comparación con 10.6 horas en 1965, mientras que las madres solteras destinaron 11.
¿Cuándo se convierten en padres la mayoría de los adultos y cómo afecta la paternidad al matrimonio? Pregunta
(^5) de la guía
Tanto las madres como los padres preßeren sostener a los bebés sobre el lado izquierdo del cuerpo. Scola y Vauclair, 2010.
Edad promedio de la madre en el primer parto, Estados Unidos. Muchas mujeres inician una familia a edad más tardía que la generación de sus padres, lo que eleva la edad promedio del primer parto.
Fuente: Martin, Hamilton et al ., 2010.
Año
Edad
24
26
22
28
20
0 1970 1975 1980 1985 1990 1995 2000 2005 2010
Primer parto