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Es un documento en el que se explica el desarrollo cognitivo durante la adolescencia.
Tipo: Traducciones
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Adultez emergente
DESARROLLO FÍSICO Salud y condición física Cuestiones sexuales y reproductivas
DESARROLLO COGNOSCITIVO Perspectivas sobre la cognición adulta Razonamiento moral Educación y trabajo
en Estados Unidos los adultos de entre 20 y 40 años de edad tienen mayores probabilidades de ser pobres y menores de contar con seguro médico? la tendencia a involucrarse en el pensamiento reflexivo parece surgir entre los 20 y 25 años de edad? debido a los beneficios tanto inmedia- tos como a largo plazo, el hecho de realizar estudios universitarios es más importante que la universidad a la que se asiste?
En este capítulo revisaremos el funciona- miento físico de los adultos tempranos e identificaremos los factores que pueden incidir en su salud y condición física, así como las cuestiones sexuales y reproduc- tivas. Analizaremos aspectos de la cognición y cómo influye la educación en el crecimiento cognoscitivo. Examinare- mos el desarrollo moral. Por último, revisaremos una de las tareas del desarrollo más importantes de este periodo: la entrada al mundo del trabajo.
—Los diarios de Anais Nin (1931-1934), escrito cuando tenía entre 28 y 31 años
se ha convertido en una etapa distinta del curso de la vida, la adultez emergente. Se trata de una etapa exploratoria, una época de posibilidades, una oportunidad para probar nuevas y dife- rentes formas de vida. En esencia, es un periodo durante el cual la gente joven ya no es adoles- cente, pero todavía no se han asentado en los roles adultos (Arnett, 2000, 2004, 2006; Furstenberg et al., 2005). Aunque la incertidumbre y la confusión que puede marcar este proceso puede ser muy angustiante, la mayoría de las personas jóvenes tienen una visión positiva de su futuro y esperan su vida adulta (Arnett, 2007a) Veremos más de cerca las diversas rutas de la adultez emergente más adelante en este capí- tulo y en el capítulo 14. Sin embargo, es importante advertir que no todos los adultos tempra- nos del mundo comparten este proceso de exploración, el cual está ligado en gran medida al desarrollo en los países occidentales, en especial entre la gente joven de mayor poder adquisitivo.
DESARROLLO FÍSICO
Salud y condición física
Los adultos tempranos en Estados Unidos por lo general disfrutan los beneficios de la buena salud, pero cada vez son más los riesgos para la salud que experimentan en relación con los estilos de vida modernos. En la siguiente sección revisamos algunas de las influencias más impor- tantes.
ESTADO DE SALUD Y PROBLEMAS DE SALUD
Durante este periodo se establece el cimiento del funcionamiento físico de por vida. La salud puede verse influida por los genes, pero los factores conductuales —la alimentación de los adul- tos tempranos, si duermen lo suficiente, cuánta actividad física realizan, y si fuman o consumen alcohol o drogas— contribuyen de manera importante a alcanzar un estado de salud y de bien- estar. Además, esos factores medioambientales pueden dar lugar a cambios epigenéticos en la expresión de algunos genes que pueden tener consecuencias permanentes (Dolinoy y Jirtle, 2008). En Estados Unidos, la mayoría de los adultos emergentes y tempranos informan de una salud es excelente. Las causas más comunes de limitaciones a la actividad son la artritis y otros trastornos musculares y esqueléticos (NCHS, 2006). Los accidentes son la causa principal de muerte de los jóvenes estadounidenses entre las edades de 20 a 44 años (Xu et al ., 2010). En los útimos 50 años disminuyó casi a la mitad la tasa de mortalidad de este grupo de edad y se observó también una disminución de la tasa de mortalidad de otros grupos de edad (Kochanek, Murphy, Anderson y Scott, 2004; Pastor, Makuc, Reuben y Xia, 2002). Los problemas de salud de esta etapa son un reflejo de los problemas de la adolescencia; no obstante, aumentan las tasas de lesiones, homicidios y consumo de sustancias. Los blancos y los asiáticos tienen mayor probabilidad de disfrutar de buena salud, aunque la salud de los primeros tiende a deteriorarse a medida que entran en la adultez. Los peores pronósticos de salud suelen encontrarse en los indios estadounidenses seguidos por los afroamericanos; los latinos por lo general ocupan una posición intermedia (Harris, Gordon-Larson, Chantala y Udry, 2006). En la adultez emergente, la gente joven suele ser dada de baja de muchos pro- gramas de atención social como Medicaid, programas estatales de atención médica para niños o sistemas de apoyo dentro del sistema escolar. Además, muchos se mudan de casa y empiezan una vida independiente. Los adultos emergentes y adul- tos tempranos tienen la tasa de pobreza más alta y el nivel más bajo de seguro de salud que cualquier otro grupo de edad, y a menudo no cuentan con acceso regular a la atención médica (Callahan y Cooper, 2005; Park, Mulye, Adams, Brindis e Irwin, 2006). Debido en parte a que los adolescentes ya no disponen de esta red de seguridad que los protege, a medida que se acercan a la adultez les resulta más sen- cillo involucrarse en conductas no supervisadas que ponen en riesgo su salud.
adultez emergente Periodo de transición que se de- sarrolla entre la adolescencia y la adultez que suele encontrarse en los países industrializados.
Control ¿Puede... explicar cómo ha cambiado la entrada a la adultez en las sociedades industrializadas?
¿Cuál es la condición física del adulto temprano típico y qué factores infl uyen en su salud y bienestar? Pregunta
(^2) de la guía
El esquí acuático requiere fuerza, energía, resistencia y coordinación muscular. La ma- yoría de los adultos tempranos, como éste, se encuentran en excelente condición física.
INFLUENCIAS GENÉTICAS EN LA SALUD El mapeo del genoma humano ha permitido a los científicos descubrir las raíces genéticas de muchos trastornos, desde la obesidad hasta ciertos tipos de cáncer (como los de pulmón, de prós- tata y de mama) además de ciertos problemas de salud mental (como el alcoholismo y la depre- sión). Los científicos también han descubierto un componente genético en el VIH/SIDA. Las personas con muchas copias de un gen que ayuda a combatir el VIH son menos propensas a infectarse con el virus o a desarrollar SIDA que la gente con menos copias del gen (Gonzalez et al ., 2005). La investigación también ha descubierto genes relacionados con un alto riesgo de cáncer de mama para las mujeres que portan la mutación (Wooster et al ., 1995). Si bien se requiere de algo de colesterol para un funcionamiento óptimo, una dieta poco saludable aunada a una propensión genética puede dar lugar a un elevado nivel de colesterol y a un mayor riesgo de enfermedad coronaria (Verschuren et al ., 1995). Al igual que las cardio- patías relacionadas con el colesterol, la mayor parte de las enfermedades involucran tanto a la herencia como al medio ambiente. En un estudio, las probabilidades de que una persona desa- rrollara síntomas de depresión era pronosticada por una variante genética muy afectada por influencias medioambientales, como el apoyo de la familia (S. E. Taylor, Lehman, Kiefe y See- man, 2006). Es muy probable que la tasa de hallazgos acerca de los genes que contribuyen en las enfermedades se incremente en el futuro.
FACTORES CONDUCTUALES QUE INFLUYEN EN LA SALUD Y LA CONDICIÓN FÍSICA La relación entre la conducta y la salud ilustra la interrelación entre los aspectos físicos, cognos- citivos y emocionales del desarrollo. Lo que las personas saben acerca de la salud influye en lo que hacen, y lo que hacen incide en cómo se sienten. No es suficiente tener información acerca de los buenos (y malos) hábitos de salud. Con frecuencia, la personalidad, las emociones y el entorno social pesan más que lo que las personas saben que deberían hacer y las conducen a una conducta poco saludable. Veamos algunos factores del estilo de vida que tienen una fuerte conexión con la salud y la condición física; la dieta y el control de peso, la actividad física, el sueño, el tabaquismo, el consumo de alcohol y drogas y el estrés. En la siguiente sección de este capítulo consideramos influencias indirectas sobre la salud: posición socioeconómica, raza u origen étnico y relaciones.
Dieta y nutrición El dicho “Somos lo que comemos” resume la importancia de la nutrición para la salud física y mental. Lo que la gente come incide en su apariencia, en lo que siente y en la probabilidad de que enferme e incluso muera. Se calcula que, cada año, en Estados Unidos mueren 365 000 adultos por causas relacionadas con una mala dieta y falta de actividad física (Mokdad, Marks, Stroup y Gerberding, 2005). En un estudio longitudinal que se llevó a cabo durante 15 años con adultos de 18 a 30 años de edad, se encontró que eran menos propensos a desarrollar hipertensión, los que comían muchas frutas, vegetales y alimentos de origen vegetal frente a los que consumían una dieta rica en carne (Steffen et al. , 2005). La Organización Mundial de la Salud recomienda una dieta estilo mediterráneo rica en frutas, vegetales, granos enteros y grasas no saturadas. Aunque dicha dieta se asocia con un menor riesgo de una gran variedad de cánceres diferentes (LaVecchia, 2004), ese menor riesgo puede ser resultado de otros factores, por ejemplo, el hecho de que las personas que consumen una dieta de ese tipo suelen llevar vidas en general más sanas (Boffeta et al ., 2010).
Obesidad/sobrepeso En términos generales, las tenden- cias mundiales indican que la obesidad va en aumento, con una tasa promedio de prevalencia de aproximadamente 10 a 15%. Aunque en comparación con otros países las tasas de África subsahariana y Asia suelen ser bajas, también ahí se observan incrementos considerables (Seidall, 2000). En Estados Unidos, el hombre o la mujer promedio pesan 10.8 kilos más que a inicios de la década de 1960, pero son apenas 2.54 centímetros más altos. Entre 2007 y 2008, alrededor de
El estadounidense promedio consume comidas rápidas alrededor de dos veces a la semana. Pereira et al., 2005.
¿Qué cosas concre- tas podría llevar a cabo para tener un estilo de vida más sano?
ab
Comer una dieta saludable, rica en frutas y otros alimentos de origen vegetal disminuye el ries- go de hipertensión.
corazón, apoplejías, diabetes, distintos tipos de cáncer y osteoporosis (un adelgazamiento de los huesos que es más prevalente en las mujeres de edad media y avanzada); alivia la ansiedad y la depresión, y alarga la vida (Barnes y Schoenborn, 2003; Bernstein et al ., 2005; Boulé, Haddad, Kenny, Wells y Sigal, 2001; NCHS, 2004; Pan, Ugnat, Mao y Canadian Cancer Registries Epidemiology Research Group, 2005; Pratt, 1999; OMS, 2002). Además, la investigación sugiere que el ejercicio también se relaciona con el funcionamiento cognoscitivo y que un cuerpo sano es una de las variables asociadas con la obtención y mantenimiento de una mente saludable (Kramer, Erickson y Colcombe, 2006). Incluso el ejercicio moderado brinda beneficios para la salud. La incorporación de más actividad física en la vida diaria —por ejemplo, caminar en lugar de conducir distancias cortas— puede ser tan eficaz como el ejercicio estructurado. Sin embargo, para mantener un peso ade- cuado por lo general se requiere tanto de actividad física como de cambios en la dieta. En una prueba aleatoria que se aplicó a 201 mujeres sedentarias en un programa de control de peso organizado por una universidad, la combinación de dieta y ejercicio (sobre todo caminar) durante 12 meses produjo pérdidas de peso importantes y mejoró la condición cardiorespiratoria (Jakicic, Marcus, Gallagher, Napolitano y Lang, 2003). Por desgracia, aunque la gente es consciente de la necesidad de supervisar su peso y estable- cer hábitos saludables, es más fácil decirlo que hacerlo. A pesar de las recomendaciones públicas de los Centros para el Control de Enfermedades (Centers for Disease Control) y del American College of Sports Medicine (Colegio Americano de Medicina del Deporte) sobre los niveles apropiados de ejercicio y entrenamiento de fortaleza para la salud, los estadounidenses no han progresado mucho en la implementación de dichas recomendaciones (CDC, 2000a). Por lo general, los adultos de 18 a 64 años deberían realizar a la semana dos horas y 30 minutos de ejercicio moderado o 75 minutos de ejercicio vigoroso (USDHHS, 2008b). A pesar de que esto representa menos de media hora de ejercicio al día, muchos estadounidenses no llevan a cabo esas recomendaciones. Además, la mayoría de las dietas son infructuosas a largo plazo y muchas personas se involucran en dietas “yo-yo” que, además de ser poco saludables, a la larga producen una disminución del metabolismo y por ende más dificultades para el control del peso. Las tendencias actuales sugieren que la obesidad y el sobrepeso seguirán siendo los principales facto- res de riesgo para la salud en los próximos años.
Estrés A pesar de las experiencias por lo general positivas de la mayoría de los adultos emergentes, la dinámica de esta etapa de la vida puede dar lugar a aumentos en el estrés percibido (Arnett, 2005; Brougham, Zail, Mendoza y Miller, 2009). Cada vez son más los estudios que sugieren que la salud psicológica tiene impacto en la salud física y que niveles elevados de estrés crónico se relacionan con muy diversos problemas físicos e inmunológicos (Ho, Neo, Chua, Cheak y Mak, 2010). Existen diferencias individuales en la forma en que los adultos tempranos manejan el estrés. En algunos casos, el estrés puede llevar a los adultos a tratar de control arlo por medio de con- ductas de riesgo como fumar o consumir alcohol (White et al ., 2006), las cuales tienen conse- cuencias para su salud. Además, los universitarios estresados son más propensos a comer comida rápida o chatarra, a no dormir lo necesario y a no hacer el ejercicio suficiente (Hudd et al., 2000). Existen diferencias de género en la forma en que los adultos tempranos suelen manejar el estrés. Por lo general, el afrontamiento se divide en dos categorías generales. El afrontamiento enfocado en la emoción consiste en intentos por controlar las emociones asociadas con la expe- rimentación de un evento particular por medio de tácticas como negarse a pensar en un problema o redefinir el hecho bajo una luz positiva. El afrontamiento enfocado en el problema implica abordarlo directamente y desarrollar formas orientadas a la acción para manejar y cambiar una mala situación (Lazarus y Folkman, 1984). Las mujeres de edad universitaria son más proclives que los hombres de esa edad a emplear estrategias enfocadas en la emoción y, al mismo tiempo, a experimentar mayores niveles generales de estrés (Brougham et al ., 2009). Las relaciones pueden ayudar a la gente a afrontar el estrés. En un estudio se encontró que los individuos que estaban seguros de sus relaciones con los demás experimentaban menos estrés interpersonal y empleaban estilos de afrontamiento más adaptados (Sieffge-Krenke, 2006).
Sueño La época entre los veinte y los treinta es de mucha actividad, por lo que no sorprende que muchos adultos emergentes y tempranos a menudo no duerman lo suficiente. Entre los
La incorporación de más activi- dad en la vida diaria, digamos, como ir en bicicleta al trabajo en lugar de hacerlo en automóvil, puede ser tan eficaz como una actividad física estructurada.
¿Estresado? Reírse después de un mal día puede ser útil. Aunque la inves- tigación todavía es ambigua, existen indicadores de que el humor puede ser una estra- tegia eßcaz para el manejo del estrés. De modo que a reírse un poco. Moran y Hughes, 2006.
ía pu d
universitarios, el estrés de la vida familiar unido al que genera la actividad académica se asocia con altos niveles de insomnio (Bernert, Merrill, Van Orden y Joiner, 2007). La privación de sueño no sólo afecta la salud, sino también el funcionamiento cognos- citivo, emocional y social. En una encuesta de la National Sleep Foundation (2001), los parti- cipantes dijeron que eran más propensos a cometer errores, a impacientarse o exasperarse cuando tenían que esperar, o a molestarse con sus hijos u otras personas cuando no habían dormido lo suficiente la noche anterior. La privación de sueño puede ser fatal en la carretera. De hecho, se ha demostrado que los deterioros en el desem- peño relacionados con una privación de sueño incluso parcial son similares a los que se encuentran después de ingerir alcohol (Elmenhorst et al ., 2009). La falta de sueño tiende a dañar el aprendi- zaje verbal (Horne, 2000), algunos aspectos de la memoria (Harrison y Horne, 2000b), la toma de decisiones de alto nivel (Harrison y Horne, 2000a) y la articulación del habla (Harrison y Horne, 1997), así como a incrementar las distracciones (Blagrove, Alexander y Horne, 1995). La privación crónica de sueño (menos de seis horas de sueño cada noche durante tres o más noches) puede afectar gravemente el desempeño cognoscitivo (Van Dongen, Maislin, Mullington y Dinges, 2003). Por último, la privación crónica de sueño ha sido relacionada con la depresión (Taylor, Lichstein, Durrence, Reidel y Bush, 2005), y el insomnio y las alteraciones del sueño también se relacionan con el riesgo de la depresión posparto (Wisner, Parry y Piontek, 2002). Un sueño adecuado mejora el aprendizaje de habilidades motoras complejas (Walker, Brake- fi eld, Morgan, Hobson y Stickgold, 2002) y consolida el aprendizaje previo. Incluso una siesta corta puede prevenir el agotamiento, es decir, la saturación excesiva de los sistemas de procesa- miento perceptual del cerebro (Mednick et al ., 2002).
Tabaquismo Fumar es la principal causa evitable de muerte entre los adultos estadounidenses, no sólo está ligada con el cáncer de pulmón, sino también con mayores riesgos de cardiopatía, apoplejía y enfermedad pulmonar crónica (NCHS, 2004). Se ha demostrado que la exposición pasiva al humo de segunda mano ocasiona problemas circulatorios e incrementa el riesgo de enfer- medad cardiovascular (Otsuka et al ., 2001) y puede aumentar el riesgo de cáncer cervical (Trimble et al ., 2005). En 2000, el tabaquismo mató a casi cinco millones de personas en todo el mundo, la mitad en los países en desarrollo y la mitad en los países industrializados (Ezzati y López, 2004). A pesar de los intentos recientes en ciudades como Nueva York y Portland de limitar o prohibir el cigarro en lugares públicos, el tabaquismo sigue siendo un factor de riesgo importante y común. En Estados Unidos, en la actualidad son fumadores más de 26.3% de los hombres y 21.7% de las mujeres mayores de 12 años (SAMHSA, 2009a). Los adultos emergentes son más propen- sos a fumar que cualquier otro grupo de edad. Más de 40% de las personas de 21 a 25 años informan que fuman cigarrillos (SAMHSA, 2007a). En vista de los riesgos conocidos, ¿por qué fuma tanta gente? En primer lugar, fumar es adictivo. La tendencia a la adicción puede ser genética y ciertos genes pueden afectar la capacidad para dejar el hábito (Lerman et al ., 1999; Pianezza, Sellers y Tyndale, 1998; Sabol et al ., 1999). No sorprende el hallazgo de un grupo de investigadores de que la gente que empezó a fumar antes de los 16 años es más propensa a sufrir adicción a la nicotina y que la conexión entre susceptibilidad genética y probabilidad de adicción fue mayor en los que empezaron a fumar a una edad temprana (Weiss et al ., 2008). El taba- quismo tiene también una fuerte asociación con el nivel socioeconómico; los adultos con una educación inferior a la preparatoria tienen una probabilidad tres veces mayor de ser fumadores que los que tienen una licenciatura o un grado superior (NCHS, 2008). Dejar de fumar reduce los riesgos de cardiopatía, cáncer y apoplejía (Kawachi et al ., 1993; Wannamethee, Shaper, Whincup y Walker, 1995). Las gomas de mascar, los parches y los aero- soles e inhaladores nasales con nicotina, en especial cuando se combinan con terapia, pueden ayudar a las personas adictas a reducir el consumo de manera gradual y segura (Cepeda-Benito, Reynoso y Erath, 2004). También puede ser de ayuda el consumo de fármacos que ayudan a controlar el antojo sin el suministro de nicotina (González et al ., 2006). Dejar de fumar es
La gente joven tiene mayor proba- bilidad que los adultos mayores de soñar a color , un fenómeno que puede estar ligado a la exposición a la televi- sión y películas en color y no en blanco y negro. Murzyn, 2008.
El mal desempeño cognoscitivo debido a la pri- vación de sueño es la razón por la que es una mala idea desvelarse toda la noche para un examen.
Debido al carácter adictivo del tabaco, es difícil dejar de fumar a pesar de conocer los riesgos para la salud. El tabaquismo es en especial dañino para los afroamericanos, cuya sangre metaboliza la nicotina con rapi- dez, lo que aumenta su riesgo de contraer cáncer de pulmón.
cación y la raza u origen étnico. También las relaciones parecen marcar una diferencia, lo mismo que las rutas que sigue la gente joven en la adultez. Por ejemplo, las borracheras son más comunes entre los estudiantes universitarios que viven lejos de casa y el consumo de drogas disminuye con mayor rapidez entre los adultos tempranos casados (Schulenberg et al ., 2005).
Posición socioeconómica y raza u origen étnico La relación entre posición socioeconómica (PSE y salud se ha documentado ampliamente. Las personas con mayores ingresos tienen mejor salud y viven más tiempo que las personas de bajos ingresos (NCHS, 2004, 2006). También la educación es importante. Cuanto menos educación haya recibido la gente, mayor es la posibilidad de que desarrolle y muera por enfer- medades transmisibles, lesiones o dolencias crónicas, o que sean víctimas de homicidio o suicidio (NCHS, 2004; Pamuk, Makuc, Heck, Reuben y Lochner, 1998). Las circunstancias socioeconómicas en la niñez y la adultez son determinantes del riesgo de enfermedad cardiovascular, e incluso más de apoplejía (Galobardes, Smith y Lynch, 2006). Esto no significa que el ingreso y la educación sean la causa de la buena salud; más bien se relacionan con factores medioambientales y de estilo de vida que suelen ser determinantes. Las personas mejor educadas y más adineradas suelen tener dietas más sanas, mejor atención médica preventiva y tratamiento médico. Hacen más ejercicio, es menos probable que tengan sobrepeso, fuman menos, son menos propensas a consumir drogas ilícitas y es más factible que su consumo de alcohol sea moderado (NCHS, 2004; Pamuk et al ., 1998; SAMHSA, 2004b). Además, es más probable que los menos ricos vivan cerca de una instalación contaminante (Mohai, Lantz, Morenoff, House y Mero, 2009) y presenten altos nive- les de plomo y otros tóxicos en su sangre (Bellinger, 2008). La asociación entre posición socioeconómica y salud esclarece el estado relativamente malo de salud en algunas poblaciones minoritarias (Kiefe et al ., 2000). Treinta y nueve por ciento de los hombres afroamericanos y 43% de las mujeres afroamericanas de 20 años en adelante sufren hipertensión (CDC, 2011a). Los afroamericanos también son más propensos a recibir un diag- nóstico de diabetes y su probabilidad de morir finalmente por esa enfermedad también es mayor (Kirk et al ., 2006), su probabilidad de morir en la adultez temprana es casi el doble que entre personas de raza blanca, lo que en parte se debe a que los afroamericanos jóvenes son mucho más propensos a ser víctimas de homicidio (NCHS, 2006). Los factores asociados con la posición socioeconómica no cuentan toda la historia. Por ejemplo, si bien los afroamericanos fuman menos que los blancos, metabolizan más nicotina en la sangre, enfrentan riesgos más altos de cáncer de pulmón y les resulta más difícil romper el hábito. Las posibles razones pueden ser genéticas, biológicas o conductuales (Caraballo et al ., 1998; Pérez-Stable, Herrera, Jacob y Benowitz, 1998; Sellers, 1998). Es desafortunado que a pesar de las consecuencias potencialmente elevadas del tabaco para la salud de las personas de grupos minoritarios, las empresas tabacaleras hayan decidido enfocar sus diversas campañas de mercadotec- nia directamente en grupos étnicos minoritarios (American Heart Association, 2011). Una revi- sión de más de 100 estudios reveló que las minorías raciales y étnicas tienden a recibir atención médica de menor calidad que la gente blanca, incluso cuando la condición del seguro médico, ingreso, edad y gravedad de las condiciones sean similares (Smedley, Stith y Nelson, 2002). En el capítulo 15 revisamos más a fondo la relación entre origen étnico y salud.
Relaciones y salud Las relaciones sociales parecen ser fundamentales para la salud y el bien- estar. La investigación ha identificado al menos dos aspectos interrelacionados del ambiente social que pueden fomentar la salud: la integración social y el apoyo social (Cohen, 2004). La integración social es la participación activa en una amplia variedad de relaciones, activi- dades y roles sociales (cónyuge, padre, vecino, amigo, colega, entre otros). Las redes sociales
Vivir en la pobreza, como hacen esta madre y su hija que comparten un cuarto en un albergue, puede afectar la salud a través de la mala nutrición, vivienda que no cumple los requisitos para ser habitable y atención médica inadecuada.
pueden influir en el bienestar emocional así como en la participación en conductas saludables, como el ejercicio, la alimentación nutritiva y la abstención del consumo de sustancias (Cohen, 2004). La integración social ha sido asociada de manera repetida con tasas más bajas de mortalidad (Berkman y Glass, 2000; Rutledge et al ., 2004). Las personas con redes sociales amplias y múl- tiples roles sociales tienen mayor probabilidad de sobrevivir a ataques cardiacos y son menos propensas a la ansiedad o depresión que las personas con redes y roles sociales más limitados (Cohen, Gottlieb y Underwood, 2000), e incluso son menos susceptibles a resfriarse (Cohen, Doyle, Skoner, Rabin y Gwaltney, 1997). Además, parece que los sitios de redes sociales en línea como Facebook pueden ofrecer algunos de esos beneficios a través de la interacción y apoyo en línea (Ellison, Steinfield y Lampe, 2007). Algunos de esos procesos pueden ser mediados por hormonas del estrés como el cortisol. En otras palabras, los efectos benéficos de la integración social pueden deberse en parte a las disminuciones en los niveles del estrés generadas por los vínculos sociales fuertes (Grant, Hamer y Steptoe, 2009). El apoyo social se refiere a los recursos materiales, de información y psicológicos que se derivan de la red social, con los que puede contar la persona para afrontar el estrés. En las situa- ciones de estrés muy elevado, las personas que están en contacto con otros tienen mayores probabilidades de comer y dormir de manera razonable, de hacer suficiente ejercicio y evitar el abuso de sustancias, y es menos propensa a angustiarse, mostrarse ansiosa o deprimida o incluso de morir (Cohen, 2004). Dado que el matrimonio ofrece fácil acceso a un sistema de integración y apoyo social, no es sorprendente que genere beneficios para la salud, en especial para los hombres (Wu y Hart, 2002). Una encuesta realizada a 127 545 adultos estadounidenses reveló que las personas casadas, en particular en la adultez temprana, tienden a gozar de mayor salud física y psicológica que quienes nunca se casaron, los que cohabitan, los viudos y los separados o divorciados (Schoen- born, 2004). La disolución del matrimonio o la cohabitación suele tener efectos negativos sobre la salud física, mental o ambas, pero al parecer sucede lo mismo si uno se mantiene en una mala relación (Wu y Hart, 2002). Las personas en un matrimonio conflictivo tienen peor salud que los adultos solteros y este efecto no puede ser amortiguado ni siquiera por la red de apoyo de amigos y familiares (Holt-Lundstad, Birmingham y Jones, 2008). Sin embargo, existe una confusión potencial en las conexiones entre matrimonio y salud. Es más probable que las familias con dos fuentes de ingresos tengan acceso a seguros médicos, y
Esta pareja felizmente casada es la imagen de la buena salud. Aunque existe una clara asocia- ción entre las relaciones y la sa- lud, no queda claro cuál es la causa y cuál el efecto.
gas genera costos considerables para el consumidor en lo personal y para la sociedad en general. La Oficina de Política Nacional para el Control de Drogas (Office of National Drug Control Policy, 2004) estima que las drogas ilegales representan para la sociedad un costo anual aproxi- mado de 181 millones de millón dólares. Cerca de 20% de las personas con trastornos por consumo de sustancias también presentan trastornos del estado de ánimo (depresión) o ansiedad y viceversa (Grant et al ., 2004). Además, existe una relación entre la incidencia de trastornos de personalidad y el abuso de drogas ilegales y de alcohol (Grant et al ., 2007). La relación causal no queda clara. Puede ser que el consumo de drogas ilegales ponga a la gente joven en riesgo de desarrollar diversas psicopatologías; una alternativa es que las personas que sufren de problemas psicológicos se automediquen y por ende sean más propensas a la adicción y a otras conductas de riesgo.
Depresión La adolescencia y la adultez temprana parecen ser periodos sensibles para el inicio de los trastornos depresivos, cuya incidencia se incrementa de manera gradual entre las edades de 15 y 22 años (Schulenberg y Zarrett, 2006). La depresión se puede caracterizar de diferentes maneras. El estado de ánimo depresivo es un periodo prolongado de tristeza. El síndrome depre- sivo es un periodo prolongado de tristeza agregado a una variedad de síntomas como llanto y sentimientos de minusvalía o desesperanza. En contraste, un trastorno depresivo mayor es un diagnóstico clínico con un conjunto específico de síntomas, es considerado el más grave y suele requerir intervención médica. La gente a quien se le diagnostica el trastorno depresivo mayor suele exhibir estado de ánimo depresivo o irritable la mayor parte del día, todos los días; muestra poco interés y placer por las actividades que antes disfrutaba; a menudo aumenta o pierde peso de manera significativa; duerme en exceso o demasiado poco y con frecuencia muestra una varie- dad de sesgos cognoscitivos y pensamientos inadaptados recurrentes (American Psychiatric Asso- ciation, 2000). La depresión que comienza en la niñez o la adolescencia y la que empieza en la adultez parecen tener orígenes y trayectorias de desarrollo diferentes. Los adolescentes deprimidos, cuya depresión se transfiere a la adultez, suelen haber estado expuestos a factores de riesgo importan- tes en la niñez, como trastornos neurológicos o del desarrollo, familias disfuncionales o inestables, y trastornos conductuales. Es posible que les resulte difícil negociar la transición a la adultez temprana. Por otro lado, para algunos de ellos, esta etapa representa un nuevo inicio, la opor- tunidad de encontrar nuevos roles sociales y escenarios más propicios para la salud mental. El grupo que comienza en la adultez suele haber tenido niveles bajos de factores de riesgo en la niñez y poseer más recursos para lidiar con las dificultades de la adultez temprana, pero la dis- minución repentina de la estructura y apoyo que acompaña a la vida adulta puede desviarlos (Schulenberg y Zarrett, 2006). Por lo general, las mujeres jóvenes son más propensas a sufrir un episodio depresivo mayor y esta diferencia en la prevalencia se vuelve particularmente aguda después del inicio de la puber- tad (Wasserman, 2006). Las mujeres también son más proclives que los hombres a mostrar sín- tomas atípicos, a presentar una psicopatología adicional a sus trastornos depresivos y a presentar intentos suicidas no exitosos (Gorman, 2006). Además, mujeres y hombres pueden responder de manera diferente a los antidepresivos, siendo mayor la probabilidad de que las mujeres muestren reacciones adversas al fármaco (Franconi, Brunelleschi, Steardo y Cuomo, 2007).
Cuestiones sexuales
y reproductivas Las actividades sexuales y reproductivas a menudo son una preocupación fundamental de la adultez emergente y temprana. Esas funciones naturales e importantes pueden implicar también preocupaciones físicas, como son los trastornos relacionados con la menstruación, las infecciones de transmisión sexual (ITS) y la infertilidad.
Control ¿Puede... analizar los problemas de salud mental comunes en la adultez emergente y la adultez temprana?
¿Cuáles son algunos problemas sexuales y reproductivos en esta época de la vida?
Pregunta
(^3) de la guía
CONDUCTA Y ACTITUDES SEXUALES
En la actualidad, casi todos los adultos estadounidenses han tenido relaciones sexuales antes del matrimonio (Lefkowitz y Gillen, 2006). Según una encuesta nacional representativa, a los 20 años 75% de los adultos ha tenido sexo premarital y a los 44 años lo ha hecho 95%. Los por- centajes aumentan de manera abrupta en las cohortes de edad más recientes; entre las chicas que cumplieron 15 años entre 1964 y 1993, al menos 91% había tenido sexo premarital a los 30 años (Finer, 2007). Es común la variedad de las actividades sexuales. Entre las personas de 25 a 44 años, 97% de los hombres y 98% de las mujeres habían tenido relaciones vaginales, 90% de los hombres y 88% de las mujeres habían tenido sexo oral con una pareja del sexo opuesto, y 40% de los hombres y 35% de las mujeres habían tenido sexo anal con una pareja del sexo opuesto. Alrededor de 6.5% de los hombres y 11% de las mujeres habían tenido relaciones sexuales con una pareja del mismo sexo (Mos- her, et al., 2005). Los adultos emergentes suelen tener más parejas sexuales que los que componen los grupos de mayor edad, pero tienen sexo con menos frecuencia. Las personas que inician la actividad sexual durante la adultez emergente suelen involucrarse en menos conductas de riesgo (las cuales pueden dar lugar a infecciones de transmisión sexual o a embarazos no planeados) que los que empezaron en la adolescencia. Los condones son la forma de anticoncepción más utilizada, aun- que su uso es inconsistente (Lefkowitz y Gillen, 2006). El sexo casual es bastante común, en especial en los campus universitarios; otro problema en este grupo de edad son los ataques sexuales a las mujeres. Ambas conductas suelen asociarse con otras conductas de riesgo no sexual, como consumir alcohol y drogas (Santelli, Carter, Orr y Dittus, 2007). Los estudiantes universitarios, en particular, se vuelven menos críticos y prejui- ciosos acerca de la actividad sexual. Sin embargo, aún existe una doble moral según la cual se espera que los hombres tengan más libertad sexual que las mujeres. Para la adultez emergente, la mayoría de los gais, lesbianas, bisexuales y transgéneros tienen clara su identidad sexual y muchos de ellos la declaran a otros durante este periodo (Lefkowitz y Gillen, 2006). En general, en Estados Unidos las generaciones más recientes reconocen más pronto su orientación sexual. Además, es más probable que los hombres hagan pública su orien- tación a una edad más temprana (aproximadamente en dos años) que las mujeres. Es igualmente probable que los jóvenes de minorías étnicas se muestren abiertos con sus amigos acerca de su orientación sexual, pero es más probable que oculten esta información a sus padres (Grov, Bimbi, Nanin y Parsons, 2006).
INFECCIONES DE TRANSMISIÓN SEXUAL (ITS)
Las infecciones de transmisión sexual, conocidas también como enfermedades de transmisión sexual (ETS), son padecimientos que se transmiten a través de relaciones sexuales. Como la gente puede portar infecciones por años sin mostrar indicios de enfermedad activa, ha llegado a preferirse el término de infecciones de transmisión sexual (ITS). En Estados Unidos, las tasas más elevadas de infecciones de transmisión sexual se dan entre los adultos emergentes de 18 a 25 años, en especial entre los que consumen alcohol y drogas ilícitas (SAMHSA, 2007b). Se estima que una de cada cuatro personas sexualmente activas, pero casi la mitad de los nuevos casos de ITS, se encuentran en ese grupo de edad, y muchas de ellas no reciben diagnóstico ni tratamiento médico (Lefkowitz y Gillen, 2006). También existen indicacio- nes de que el riesgo es mayor entre ciertos grupos étnicos. Por ejemplo, las infecciones de transmisión sexual presentan tasas elevadas entre los adultos tempranos afroamericanos (Hall-
Los besos se presentan en más de 90% de las culturas. Cuando los hombres besan suelen preferir los besos húmedos, por lo que utilizan más la lengua. Los hombres deberían pensar en lo que esta investigación ha demos- trado: que 66% de las mujeres puede ser desalentada por un mal besador. Hughes, Harrison y Gallup, 2007.
INFERTILIDAD
Se estima que 7% de las parejas estadounidenses experimenta infertilidad : la incapacidad para con- cebir un hijo después de intentarlo durante 12 meses de relaciones sexuales sin emplear métodos de control natal (CDC, 2005; Wright, Chang, Jeng y Macaluso, 2006). La fertilidad de las muje- res empieza a declinar entre los 28 o 29 años, con decrementos considerables entre los 30 y 39 años. Muchas mujeres a partir de los cuarenta años no pueden quedar embarazadas sin el uso de tecno- logías de reproducción asistida (TRA). La fertili- dad masculina es menos afectada por la edad, pero disminuye de manera significativa entre los 38 y 39 años (Dunson, Colombo y Baird, 2002). La infertilidad puede ser una carga emocional para una relación, pero sólo se asocia con dificultades psicológicas de largo plazo cuando da lugar a la falta de hijos involuntaria y permanente (McQui- llan, Greil, White y Jacob, 2003). En los hombres, la causa más común de infertilidad es la producción de muy pocos esper- matozoides. En algunos casos está bloqueado un conducto eyaculatorio, lo que impide la salida de los espermatozoides, o éstos pueden ser incapaces de nadar con la fuerza suficiente para llegar al cuello del útero. Algunos casos de infertilidad masculina parecen tener una base genética (King, 1996; Phillips, 1998; Reijo, Alagappan, Patri- zio y Page, 1996). La causa de la infertilidad de las mujeres puede ser la incapacidad para producir óvulos o que éstos sean normales; la presencia de mucosidad en el cuello del útero que impide la entrada de los espermatozoides; o una enfermedad del revestimiento del útero que impide la implantación del óvulo fertilizado. Una causa importante de la disminución de la fertilidad femenina después de los 30 años es el deterioro de la calidad de los óvulos (Van Noord-Zaadstra et al ., 1991). Sin embargo, la causa más común es el bloqueo de las trompas de Falopio que impide la llegada de los óvulos al útero. En casi la mitad de los casos las trompas están bloqueadas por cicatrices producidas por infecciones de transmisión sexual (King, 1996). Además, algunas mujeres sufren trastornos físicos que afectan su fertilidad, como el síndrome de ovarios poliquísticos (Franks,
El nacimiento de cuatrillizos es hoy menos inusual que en el pasado. La posterga- ción del embarazo, el uso de medicamentos para la fertilidad y las técnicas de re- producción asistida, como la fertilización in vitro , incrementan la probabilidad de nacimientos múltiples, por lo general prematuros.
infertilidad Incapacidad para concebir un niño después de 12 meses de re- laciones sexuales sin el uso de métodos de control natal.
Control ¿Puede... resumir las tendencias que inciden sobre la conducta y las actitudes sexuales de los adultos emergentes y tempranos? analizar la propagación de las infecciones de transmisión sexual y las maneras de controlarlas? examinar los síntomas y causas probables del síndrome premenstrual y las maneras de controlarlo? identificar causas comunes de infertilidad masculina y femenina?