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ensayo critico y reflexivo sobre la coyuntura vivida en Colombia en el primer semestre del año 2021, tomando aportes de M. Weber y A. Gramsci para su a análisis. Las categorías empleadas para dicho análisis son de mucha relevancia para entender la realidad y así poder llegar a una conclusión del porqué de los hechos.
Tipo: Monografías, Ensayos
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Estado, poder y dominación Crisis humanitaria y política en Colombia. Como consecuencia de las políticas neoliberales implementadas en la gran mayoría de los Estados de todo el mundo se ha generado una crisis política, económica y social, llevando a ocasionar la expulsión de millares de personas de sus territorios de origen, como también protestas sociales sobre todo en América Latina. La total vulnerabilidad de los derechos humanos por parte de países que ven como “amenaza” la presencia de sujetxs que presentan un estado de falta de recursos desde lo económico y social , es decir una mirada insensible y selectiva por parte de los Estados bajo políticas-administrativas de índole racistas, pero sobre todo un total rechazo hacia “el pobre”. En el marco de las movilizaciones del Paro Nacional que comenzaron el 28 de abril de 2021 en Colombia, en repudio por las políticas del gobierno de Iván Duque, las cuales beneficiaban a grandes empresarios y compañías financieras. Vemos como el estado hace uso y abuso del poder de la violencia física una vez más, y como el apoyo o silencio de los demás países es una forma de legitimar el accionar violento contra la sociedad civil colombiana, “el Estado es un instituto político de actividad continuada con un cuadro administrativo capaz de sostener con éxito el monopolio legitimo de la coacción física para mantener el orden vigente” (Weber, 1979).Por otro lado la feroz represión por parte de las fuerzas militares es la evidencia de que al gobierno solo le interesa mantener el orden de la sociedad; orden de una sociedad capitalista que legitima la violencia, la guerra y las masacres, solo para garantizar “ese” orden, y los privilegios de la clase dirigente. “Clase que ha sabido construir una ideología hegemónica imponiendo su visión del mundo” (Thwaites, 1996), es decir imponiendo sus intereses generales por sobre los intereses particulares. En ese sentido, los reclamos por parte de la sociedad civil colombiana se encauzaron en dos lineamientos: contra las políticas neoliberales y el mal manejo de la crisis desatada como consecuencia de la pandemia Covid-19, en otras palabras, un reclamo socio-histórico de las economías dependientes que atraviesa a toda América Latina. El estado colombiano adopta una forma autoritaria y represiva, existiendo una base consensual en la sociedad colombiana, por algunos sectores sociales(empresarial, clase alta, y algunos sectores medios) la cual le da una legitimidad al accionar represivo por parte del Estado, “el Estado burocrático autoritario es ,
también, en gran medida, una reacción a la extendida activación política del sector popular” (O’Donnell, 2013, p.106), me parece pertinente citar a O’Donnell ya que de alguna manera nos arroja luz para entender la represión sistemática que está atravesando actualmente el pueblo colombiano, específicamente el sector popular. Por otro lado, “el poder nunca esta fijo en la sociedad, sino constituido por relaciones de fuerzas entre las clases sociales. Los revolucionarios jamás deben ser pasivos, deben tomar la iniciativa para modificar las relaciones de poder y de fuerza” (Thwaites, Rey, 1994), en este sentido las protestas masivas en todo el territorio colombiano nos ponen en evidencia la falta de hegemonía^1 por parte del sector popular, es por eso que la “clase obrera debe conquistar la hegemonía antes de tomar el poder” (Thwaites, Rey, 1994). Sino el avance de la reacción será peor en términos represivos y de abusos, como sucede en la actualidad. Es por eso que Gramsci, rescata del leninismo tres componentes estratégicos: una teoría de la revolución (para poder lograr un estado que tenga como punto de partida a las masas, en este caso la sociedad colombiana); una teoría del imperialismo (como etapa superior del capitalismo, tratar de revertir las políticas neoliberales que afectan a toda sociedad periférica), y una teoría del partido como fuerza dirigente (crear alianzas entre las diferentes fracciones de las clases subalternas, como elemento necesario para la conformación hegemónica), este último punto, nos lleva a reflexionar, en como la clase dirigente a través de inculcar valores basados en una clase elite, donde dichos valores fueron arraigados en toda la sociedad, lo cual impide esa unidad en las clases subalternas, lo que lleva a que la gran mayoría de la sociedad apoye y/o consienta el accionar represivo y violento por parte del Estado., es decir el estado ejerce un poder que puede definirse como “la probabilidad de imponer la propia voluntad, dentro de una relación social, aun contra toda resistencia” (Weber, 1976), un poder que se impone contra las manifestaciones del pueblo colombiano y de manera mas allá de la violencia, sino a modo de virulencia. Empero las manifestaciones sociales son criminalizadas, vistas como algo que amenaza la “democracia^2 ”, aun cuando existan pruebas de que se vulneraron los derechos humanxs de la sociedad civil de dicho país latinoamericano. La realidad en Colombia es de violencia, que viene (^1) Para Gramsci la hegemonía es un proceso que expresa la conciencia y valores organizados dominantes en un proceso social, vividos de manera contradictoria (^2) Anderson nos dice que democracia es cuando se permite asentar el dominio en el consenso. En donde la burguesía logra asentarse como clase dirigente y sus intereses logran expresarse materialmente en la sociedad como un todo.
formales, sin derechos a una cobertura médica. El poder utiliza a el sexo “como articulación entre las disciplinas individuales del cuerpo y las regulaciones de la población” (Foucault, 1993). Es importante considerar que esta técnica de poder ha integrado una nueva forma política cuyo origen se encuentra en las instituciones cristianas el cual implica un conocimiento de la conciencia y la habilidad para dirigirla a través de un poder individualizante, por lo tanto el Estado es una moderna matriz de individualización (Foucault, 1993). La política del sexo, se integra al interior de la política de la vida: la bio-politica. Foucault nos dice que la bio-politica es una modalidad moderna del poder soberano vinculado con el cuidado de la vida, donde estos cuidados y formas de crianza y de educación provienen de las elites y se instituyeron como universales bajo parámetros “normales” que obviamente no representan a todas las experiencias sociales, y lo vemos en los integrantes de los grupos minoritarios citados anteriormente (Frente Transfeminista Marikon). La corporeidad “revolucionaria” de lxs integrantes del Frente, no es más que otra forma de protestar ante el Estado represivo y conservador, ellxs con su sola presencia en el territorio de protesta tratan de orientar hacia nuevas políticas que actúen sobre y a través de las subjetividades de les sujetxs, en palabras de Foucault: problematizar estas modernas tecnologías de poder^3. Para ello es necesario una conciencia histórica de nuestras circunstancias actuales, sobre todo de nuestro país hermano Colombia. El estado cuando utiliza nuestra sexualidad como manera de disciplinarnos no hace otra cosa que materializarnos, nuestras vidas entran en el dominio del poder, es decir el sexo se vuelve una pieza capital (Foucault, 1976). En ese sentido vemos cristalizado en las manifestaciones masivas del pueblo colombiano y de diversos grupos minoritarios como el Frente Transfeminista Marikon, como no se respetan los valores de sus culturas, en contrapartida con el paradigma de aquellos valores que se esparcen en toda la sociedad, cuyos cimientos se encuentran en la clase dominante. (^3) Foucault en “Ensayos sobre bio-politica. Excesos de vida. Bs.As, 2007, nos dice que la bio-politica, es un poder que reclamándose defensor de los cuerpos y de las poblaciones en su salud y en su potencia; los sujeta a mecanismos violentamente normalizadores, los interviene con una intensidad sin precedentes, los codifica bajo el signo del capital y la productividad, legitimando así las más persistentes violencias, guerras y genocidios mas atroces.