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Este documento elogia la mansedumbre y la importancia de la honradez en la vida, especialmente en el contexto de los derechos humanos. El autor hace referencia a una carta política publicada por un ministro del gobierno, donde se destaca la necesidad de la mansedumbre en el liderazgo y la importancia de respetar los derechos humanos. Además, se hace un llamado a la gente pudiente y a la alta sociedad de colombia para mantenerse en la más estricta línea de la honorabilidad.
Tipo: Guías, Proyectos, Investigaciones
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Tenemos^2 una tendencia natural a criticar todo lo malo que vemos, o imaginamos ver, en los demás. Pero pocas veces elogiamos el bien. El esfuerzo generoso por construir un nuevo orden de cosas, más humano, más civilizado, más cristiano queda ordinariamente sin ningún estímulo, sin ningún encomio. Hoy quiero hacer la brevísima alabanza de una carta política publicada por los diarios esta mañana. Es del señor ministro de gobierno, doctor Augusto, a nombre del Presidente. En ella dice esta palabra que me pareció bella: “Definitivamente, la causa de este gobierno es la de la mansedumbre y definitivamente se declara alérgico a los estímulos de la cólera e incapaz de sentirla contra cualquier compatriota”. A todos nos ha parecido maravillosa esa expresión: “La causa de la mansedumbre”. La mansedumbre es una expresión de fortaleza. “Bienaventurados los mansos, dice Jesucristo, porque ellos recibirán la tierra por heredad”. Sólo el hombre fuerte es capaz de ser manso. El violento es incontrolado y débil. La playa de arena no es menos fuerte que el acantilado, pero ella no quebranta, sino apacigua todas las marejadas. La causa de la mansedumbre es la de Cristo, es la más difícil, la más fecunda. Es más fácil la violencia. La ira no ha construido nada, ha destruido mucho; todos los desiertos han sido labrados por la ira: la de la naturaleza o la del hombre. El espíritu de Cristo es amor ilimitado. Perdón indefinidamente renovado. Jesús habló duro a los fariseos, pero si hubiera visto sufrir a un fariseo, hubiera tenido piedad de él, como de cualquier desgraciado. La venganza es absolutamente extraña al espíritu de Cristo. Por esto, porque es cristiana, porque es fecunda, porque indica fortaleza, nos ha gustado, a todos sin excepción, esta palabra del ministro, que interpreta al señor presidente. La repito: “Definitivamente, la causa de este gobierno es la de la mansedumbre y definitivamente se declara alérgico a los estímulos de la cólera e incapaz de sentirla contra cualquier compatriota”.
El 10 de diciembre^4 de 1948 fueron declarados por la ONU los Derechos Humanos. Ese día fue un día trascendental para la historia de los hombres. Estos derechos deben ser conocidos y exigidos por todos los colombianos; deben ser celosamente practicados en el país. El primer derecho inalienable es el derecho a la vida. Nadie puede ser privado de su derecho absoluto a vivir. Nadie puede ser asesinado; nadie puede ser abortado; nadie puede ser mutilado. El hombre y la mujer tienen los mismos derechos; tienen derecho a la verdad, tienen derecho a la libertad. Nadie puede ser privado de la libertad ni puede ser detenido arbitrariamente. El hombre tiene derecho a la educación primaria y secundaria, porque esto es parte de su integridad humana. Tiene derecho a recibir, de sus padres y de sus maestros, una educación a la honradez y a la cultura. Tiene derecho a una religión para adorar a Dios; tiene derecho a que se le enseñe esa religión. El hombre tiene derecho a la vivienda digna y a un nivel de vida adecuado; no puede vivir en un tugurio. (^1) Tomado de García Herreros R. (2009) Constructores de la nueva Colombia Colección Obras Completas No. 19 Bogotá p. 82 (^2) Enero 19, 1961 (^3) Tomado de García Herreros R. (2009) Constructores de la nueva Colombia Colección Obras Completas No. 19 Bogotá p. 105 (^4) Junio 21, 1988
El hombre tiene derecho, por su trabajo, a una remuneración equitativa, donde pueda participar también de las ganancias de la empresa donde labora. Tiene derecho a una alimentación sana y suficiente. Nadie puede vivir una vida afectada por el hambre. El hombre tiene derecho al vestido y al abrigo. El hombre tiene derecho a la propiedad privada, con tal que ésta esté en función social y no lesione la comunidad. Este derecho se subordina al derecho que tiene todo hombre de tener lo necesario para subsistir y para progresar. El campesino tiene derecho a tierra apta para trabajar sus cultivos y el gobierno tiene la obligación de proporcionársela, por medio de una reforma agraria audaz y efectiva, equilibrada y razonable. El hombre tiene derecho a participar en el progreso científico y en los beneficios que de él resulten. El hombre tiene derecho a la seguridad; a vivir tranquilo en el mundo, a no vivir atemorizado. Cuando los colombianos conozcan estos derechos y cuando se cree un ambiente propicio para que todos tengan acceso a ellos, habremos entrado en la verdadera Colombia, civilizada, que estamos buscando desde hace tiempo. El deber primordial del gobierno es salvaguardar estos derechos, hasta en el más humilde de los ciudadanos, y dar la posibilidad de disfrutar de ellos y de hacer cumplir los deberes que corresponden a estos derechos.
Cuando uno oye las noticias de Colombia y lee en los periódicos que se denuncian casos gravísimos de falta de honradez, de falta de honorabilidad, provenientes de personas que pertenecen muchas veces a familias que habían sido el honor de Colombia, que eran el patrimonio de honradez del país; cuando uno ve que a algunos de esos descendientes se les acusa de estar mezclados en negocios turbios que son una afrenta para el país, piensa que se está destruyendo lo más valioso que tenía Colombia: toda la honorabilidad, toda la grandeza, todo el legado antiguo de los fundadores de esas familias y de la alta sociedad. Se me ocurre que todas esas familias debieran hacer un momento de pausa para reflexionar sobre el tema de la honradez que recibieron de sus antepasados, y para advertir a todos los hijos, desde los pequeños hasta los que ya tienen puestos importantes, que deben evitar hasta el más mínimo detalle que desdiga de su honorabilidad, que la ponga en duda. Esas familias que todavía tienen puestos claves en la economía y en las influencias no deben valerse de su situación para aumentar dolosamente sus riquezas. Yo quiero hacer un llamado a toda la gente pudiente de Colombia, a todos los influyentes, a que se mantengan en la más estricta línea de la honorabilidad. No podemos seguir siendo escandalizados con la noticia de que personas distinguidísimas están envueltas en negocios turbios. Si algunos de ellos me escucharan, yo les diría que debieran hacer consejos de familia para renovar el más estricto sentido de la delicadeza y de la honorabilidad tradicional. El país no quiere seguir siendo lastimado en lo más íntimo, al tener conocimiento de que personas vinculadas a la más honorable tradición del país están envueltas en negocios sucios que manchan a Colombia aquí y en el exterior. Este es un llamamiento a la alta sociedad de Colombia, a restaurar absolutamente su honorabilidad, a que ninguno de ellos se aproveche de ciertas oportunidades que les brinda la confianza del país, para llenar el fondo insaciable de su codicia abierta últimamente. (^5) Tomado de García Herreros R. (2009) Constructores de la nueva Colombia Colección Obras Completas No. 19 Bogotá p. 113