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Este documento explora los desafíos que enfrentan los líderes en diferentes contextos, clasificándolos en tres categorías: externos, internos y aquellos que surgen de la naturaleza del rol de liderazgo. Se analizan las causas de estos desafíos y se ofrecen estrategias para superarlos, como la creatividad, la colaboración, la búsqueda de apoyo mutuo y la gestión del tiempo personal. El documento destaca la importancia de la visión, la comunicación, la motivación y la gestión de conflictos para un liderazgo efectivo.
Tipo: Apuntes
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http://www.upsocl.com/inspiracion/30-rasgos-de-un-empatico-como-saber-si-eres-uno/ 30 Rasgos De Un Empático. ¿Cómo Saber Si Eres Uno? TWITTEAR COMPARTIR Captura de pantalla 2014-06-24 a la(s) 8.49. Por Simona Villela ¿Qué significa ser empático? Ser empático es cuando te afectan las energías de otras personas, y tienes una capacidad innata de sentir intuitivamente y percibir a los demás. Tu vida está inconscientemente influenciada por los deseos, sueños, pensamientos y estados de ánimo de los otros. Ser empático es mucho más que ser muy sensible y no se limita sólo a las emociones. Los empáticos pueden percibir sensibilidades físicas e impulsos espirituales, así como simplemente saber las motivaciones e intenciones de los demás. O eres empático o no lo eres. No es un rasgo que se aprende. Estás siempre abierto, por así decirlo, para procesar los sentimientos y la energía de las otras personas, lo que significa que realmente sientes, y en muchos casos cargas con las emociones de los demás. Muchos empáticos experimentan diariamente cosas como fatiga crónica, sensibilidades al medio ambiente, o dolores y sufrimientos inexplicables. Estas son todas cosas que son más propensas a ser adquiridas de influencias externas y no tanto de uno mismo. Esencialmente, estás caminando por el mundo con toda la acumulación del karma, emociones y energía de los demás. Captura de pantalla 2014-06-24 a la(s) 8.48. Los empáticos suelen ser triunfadores reservados. Se pueden tomar un tiempo para aceptar un cumplido; son más propensos a señalar los atributos positivos de otros. Son muy expresivos en todas las áreas de conexión emocional, y hablan abiertamente, y, a veces, son bastante francos. Pueden tener algunos problemas al hablar sobre sus propios sentimientos si otro quiere escuchar (sin importar lo mucho que escuchen a los demás). Sin embargo, pueden ser exactamente lo contrario: solitarios y aparentemente insensibles. Incluso pueden aparecer ignorantes. Algunos son muy buenos para “bloquear” a los demás y eso no es
siempre algo malo, al menos para el aprendizaje empático luchando con un aluvión de emociones de los demás, así como con los propios sentimientos. Los empáticos tienen una tendencia a sentir abiertamente lo que está fuera de ellos más que lo que está dentro de ellos. Esto puede provocar que los empáticos ignoren sus propias necesidades. En general un empático no es violento ni agresivo y se inclina más hacia ser el pacificador. Cualquier zona llena de desarmonía crea una sensación incómoda en un empático. Si se encuentran en medio de una confrontación, se esforzarán por resolver la situación lo antes posible. Si expresan palabras duras al defenderse a sí mismos, probablemente van a disgustarse por su falta de auto-control, y tendrán una preferencia por resolver pacíficamente el problema lo más rápido posible. Captura de pantalla 2014-06-24 a la(s) 8.49. Los empáticos se inclinan más a recoger los sentimientos de los demás y proyectarlos sin darse cuenta de su origen. Hablar las cosas es un factor importante para la liberación de las emociones en el aprendizaje empático. Ellos pueden desarrollar un grado aún mayor de entendimiento para poder encontrar paz en la mayoría de las situaciones. La desventaja es que los empáticos pueden reprimir las emociones y construir barreras gigantes a fin de no dejar que los demás sepan de sus pensamientos y/o sentimientos más íntimos. Esta retención de la expresión emocional puede ser un resultado directo de una experiencia traumática, una educación sin expresión, o simplemente de que se les decía cuando niños, “¡Los niños están hechos para ser vistos pero no oídos!” Sin lugar a dudas, esta retención emocional puede ser perjudicial para la salud. Mientras por más tiempo uno no libere sus pensamientos y/o sentimientos, estos construyen más poder. Los pensamientos y/o sentimientos con el tiempo pueden convertirse en explosivos, si no paralizantes. La necesidad de expresarse con honestidad es una forma de sanarse y es una elección abierta a todos. No hacerlo puede resultar en una ruptura de la persona y en una inestabilidad emocional y mental, o la creación de una dolencia física o una enfermedad. Los empáticos son sensibles a la TV, vídeos, películas, noticias y transmisiones. La violencia o los dramas emocionales que representen escenas impactantes de dolor físico o emocional en adultos, niños o animales pueden llevar a un empático fácilmente a las lágrimas. A veces, pueden sentirse físicamente enfermos o ahogarse en lágrimas. Algunos empáticos tienen dificultades para
estado de trance; se convierten en uno sólo con la música, a través de la expresión de sus cuerpos físicos. Ellos describen esta sensación como un tiempo cuando todo lo demás alrededor de ellos es casi inexistente. La personas de todas las clases y los animales se sienten atraídos por la calidez y la compasión genuina de los empáticos. Sin importar si los otros se dan cuenta de que alguien es empático, ¡se sienten atraídos por ellos al igual como a un objeto de metal le atrae un imán! Incluso a completos desconocidos les resulta fácil hablar con empáticos de sus cosas más personales, y antes de darse cuenta, han derramado sus corazones y almas sin proponérselo conscientemente. Es como si en un nivel subconsciente esa persona sabe instintivamente que los empáticos los van a escuchar de manera compasiva. Estos son los oyentes de la vida. Pueden ser extrovertidos, entusiastas y un placer de estar con ellos, ¡así como altamente humorísticos en los momentos más insólitos! Por otro lado, los empáticos pueden tener cambios de humor que harán que otros alrededor de ellos quieran saltar por la borda y abandonar el barco. Los pensamientos y sentimientos empáticos que reciben de todos pueden ser tan abrumadores (si no se entienden) que sus estados de ánimo pueden fluctuar con la velocidad del rayo. En un momento pueden ser realmente felices y, de la nada, miserables. Abandonar a un empático en la angustia de sus alternados cambios de ánimo puede crear efectos perjudiciales. Un simple retorno de un amor-escucha empático y preocupación compasiva sin prejuicios o condenas – puede hacer que la recuperación de un empático sea un largo camino. Muchos empáticos no entienden lo que está ocurriendo en su interior. Ellos literalmente no tienen idea de que las emociones de otra persona ahora se sienten como propias y las reflejan hacia el exterior. Están confundidos en cuanto a por qué en un momento todo estaba bien, y luego el siguiente, se sienten tan deprimidos, solos, etc. La necesidad de entender las posibilidades de conexión empática es una parte vital del viaje de los empáticos para ellos mismos y para quienes los rodean. Los empáticos son a menudo solucionadores de problemas, pensadores e investigadores de muchas cosas. En lo que concierne a los empáticos, donde hay un problema, también hay una respuesta. A menudo buscarán hasta que encuentren una – aunque sólo sea por la paz mental. Esto sin duda puede resultar beneficioso para los demás en sus relaciones, en el trabajo, o en la casa. Donde hay voluntad, hay un camino y el empático lo encontrará. Las empáticos pueden
literalmente (probablemente sin el conocimiento de lo que está ocurriendo en realidad) utilizar conocimiento universal y orientarse a la solución de cualquier cosa en la que ponen su cabeza y corazón. Los empáticos a menudo son soñadores vivos y/o lúcidos. Pueden soñar en detalle y son inquisitivos acerca del contenido del sueño. A menudo sienten que de algún modo los sueños están vinculados a su vida física, y no son sólo un montón de imágenes sin sentido e irrelevantes. Esta curiosidad lleva a muchos soñadores empáticos a desentrañar algunos de los “misteriosos” contenidos de los sueños desde una edad temprana y a conectar la interpretación con la relevancia en sus vidas físicas. Si no es así, pueden soñar con interpretaciones a través de otros medios. Los empáticos son soñadores con dificultades para mantenerse enfocados en lo mundano. Si la vida no es estimulante, un empático va a entrar en un estado desconectado de la mente. Van a ir a alguna parte, a cualquier lugar, en un pensamiento que aparece alejado de la realidad física. Si un profesor imparte clases con poca o ninguna interacción emocional, los empáticos no serán receptivos a este tipo de enseñanza y pueden (inintencionadamente) derivar en un estado de ensoñación. Captura de pantalla 2014-06-24 a la(s) 8.52. Si se le da al estudiante empático un profesor que habla con estímulos y emociones (a través de la experiencia real de un tema determinado), serán receptivos y alertas. Los empáticos son un público cautivado. Este mismo principio se aplica en la actuación. Un actor puede cautivar a la audiencia a través de la expresión (en todos los aspectos) de emociones (como si en realidad experimentaran el papel que están representando) o los perderá por completo. Los empáticos pueden ser actores destacados. Los empáticos con frecuencia experimentan “déjà vu” y sincronicidades. Lo que puede comenzar inicialmente como, “Oh, qué casualidad”, dará lugar a la comprensión de las coincidencias. Estas sincronicidades se convertirán en acontecimientos bienvenidos y en continua expansión. Las sincronicidades pueden provocar un sentimiento de euforia cuando los empáticos se identifican con ellas y aprecian la conexión a su naturaleza empática.
empáticos y no se sorprenden fácilmente. Incluso en la revelación de lo que muchos otros consideran impensable, por ejemplo, los empáticos habrían sabido que el mundo era redondo cuando otros creían que era plano. 13 Creativos: Desde cantar, bailar, actuar, dibujar o escribir, un empático tendrá una fuerte vena creativa y una vívida imaginación.
pueden sentirse, para ellos, como que el mundo les está sonriendo, tranquilo y relajado. Las tardes de domingo, los lunes y los martes, de una semana de trabajo, tienen un sentimiento muy pesado.
debemos aprender a aceptarlas, sean buenas o malas. Aquí te decimos cinco pasos para aceptar todo tipo críticas sin sentirnos mal, según Héctor G. Barnés. Toma nota: No te pongas a la defensiva La tentación, nada más recibir una crítica, es la de defendernos. Lo más probable es que comencemos a pensar en razones por las que nuestro interlocutor está equivocado, y así se lo haremos saber. Es natural: se trata del proceso mediante el cual protegemos nuestro orgullo y nuestra autoestima. Pero ¿a quién pretendemos engañar? Si se nos hace saber que hemos hecho algo mal, es probable que haya cierta razón en dichas palabras o que quizá estemos dando una imagen que no nos corresponde. Peor aún que defendernos es contraatacar y echar otras cosas en la cara de aquel que nos ha criticado. Es ese “tú más” que no puede deparar nada bueno, ya que sólo perjudicará la relación sin que ninguno ponga nada por su parte para solucionar los problemas. Como recuerda la escritora Gretchen Rubin, autora de The Happiness Project, lo mejor es repetirse lo siguiente: “Doy la bienvenida a las críticas. Esa persona me está ayudando. Tengo ganas de escuchar lo que sea necesario para mejorar mi trabajo”. No proyectes tus inseguridades en la crítica ¿De verdad nos están criticando o simplemente es que somos demasiado inseguros? Como explica Susan Krauss en Psychology Today, tendemos a proyectar nuestra falta de confianza personal en las palabras de los demás. Cuanto más daño nos hace una crítica, más probable es que haya tocado un punto sensible que, incluso inconscientemente, sabemos que no es precisamente nuestro fuerte. En ocasiones, nos tomamos lo que es un comentario constructivo como algo destructivo, por lo que debemos conocer nuestras limitaciones para entender qué es aquello que nos pueden reprochar con razón. También debemos tener presente la posibilidad de tocar en nervio cuando critiquemos a los demás, por lo que hay que tener cuidado. Krauss sugiere que sigamos la estrategia de la “crítica sandwich”, es decir, introducir el reproche entre dos elogios. Ello no solo atenuará su efecto negativo, sino que hará más probable que nuestro interlocutor se muestre proclive a escucharnos.
No reacciones inmediatamente Ante la crítica, lo mejor, en muchos casos, es callarse y asentir. Suena a mansa sumisión, pero especialmente si somos pasionales, es mejor darnos tiempo cuando estemos a solas para reflexionar sobre aquello que nos han dicho. Sólo entonces podremos distinguir lo útil de lo accesorio, y extraer una valiosa enseñanza. Uno de los grandes problemas de ser criticado es que podemos reaccionar exageradamente mal, lo que provocará que la otra persona no esté dispuesta a ayudarnos nunca más. Si contestamos en menos de diez segundos, será nuestro corazón quien hable; si lo hacemos un día más tarde, de forma calmada, será nuestra mente quien lo haga. Además, como recuerda Lori Deschene de Tiny Buddha, es un buen momento para practicar la escucha activa, y analizar cuidadosamente las palabras de la otra persona. Identifica la fuente de la crítica Hasta este momento, hemos hablado de estrategias de aguante. Pero también es posible que la crítica no tenga nada de razón (algo que pensamos quizá con demasiada frecuencia). De igual manera que proyectábamos nuestras inseguridades sobre las palabras de los demás, puede ser que los demás proyecten sus problemas sobre nosotros. ¿Quién ha hecho la crítica? ¿En qué tono la ha realizado? ¿Tiene alguna razón para estar envidioso de nosotros? Puede ser una estrategia, incluso inconsciente, para hacernos fracasar, especialmente si es nuestro competidor. Piensa si la crítica puede ser en realidad un argumento ad hominem, y réstale importancia. Incluso en dicho caso, es preferible callar que contraatacar. Deshazte de lo dañino y quédate con lo útil Las críticas más despiadadas pronunciadas por nuestros peores enemigos pueden tener parte de razón. Para evitar que nuestro orgullo salga herido, solemos quedarnos con la forma y no con el contenido. Las palabras fieras pueden encubrir una gran verdad, así que, aunque no aceptemos ser tratados injustamente, en nuestro fuero interno debemos hacer ejercicio de autocrítica y juzgar si de verdad debemos cambiar algo de nuestro comportamiento. Al final, nosotros debemos ser nuestros mejores (y más rigurosos) críticos. Los demás simplemente nos proporcionan las pistas para que cambiemos nuestro comportamiento a mejor. No es fácil, pero sólo ello nos permitirá subsanar nuestros defectos.
Sin duda el gran reto para sentirse feliz es ser capaz de conseguir una mejor autoestima, y tener confianza en uno mismo. ¿Cómo lograr amarse y valorarse a pesar de todos los pensamientos negativos que afirman lo contrario? Te propongo cuatro pistas. 1- Aprende a conocerte mejor Es muy fácil para cualquier persona vivir en la reacción permanente al entorno. Reaccionamos a través de nuestras emociones. Recibimos una noticia que nos contraria y nos sentimos enfadados, estresados, avergonzados, o miedosos. Al contrario, nos dan un dato positivo y nos sentimos eufóricos. Todo esto viene de que no reflexionamos seriamente sobre las cosas. Apenas identificamos las emociones y ponemos una explicación rápida sobre las causas. Por ejemplo “estoy estresado porque el bus viene con retraso, y de nuevo voy a llegar tarde al trabajo”. Aprender a conocerse mejor significa procurar escapar de la emoción y pararse a pensar un momento en lo que realmente nos preocupa o nos alegra. No es una tarea fácil, pero si lo procuras hacer para emociones pequeñas, entenderás de que estoy hablando, y poco a poco lo podrás hacer para situaciones con más carga emocional. Si vuelo al ejemplo anterior, quizás seas capaz de darte cuenta que el estrés no hará que llegues más temprano al trabajo, y que es una respuesta emocional que no te sirve. A través tus reacciones emocionales, aprenderás a conocerte mejor, más allá de lo que creías que sabías sobre ti (tu personalidad, tus defectos, tu gustos). 2- Acepta tu imperfección Tras conocerte mejor, el siguiente paso es aceptarte tal como eres. Y esta vez me refiero a todos los aspectos de tu vida, tanto a las emociones, como tu situación personal, o incluso tu propio aspecto físico. Nadie es perfecto (o todo el mundo lo es, según se mire). Sobre todo, hay muchos aspectos de tu vida que no puedes cambiar, así que acéptalos y deja de preocuparte por ello.
3- Intenta ser mejor persona Aceptar que nunca alcanzarás la perfección y conformarse son dos cosas muy distintas. Una de las mejores formas de sentirse bien es procurando mejorar los aspectos que no nos gustan y que podemos cambiar. ¿No te gusta tu trabajo? Puedes cambiar. ¿No va bien tu relación de pareja? Puedes procurar mejorarla, y si no, puedes terminar la relación. ¿Sientes que pesas demasiado? Puedes hacer más ejercicio y comer mejor. No caigas en la trampa de la queja, algo por desgracia muy habitual en nuestros reflejos. Si algo no te va, solo tienes dos alternativas: o aprender a vivir con ello o procurar cambiarlo. La queja no sirve de absolutamente nada, es un desahogo provisional que no soluciona tus problemas a largo plazo. 4- La opinión de los demás no importa El cuarto y último consejo para conseguir una mejor autoestima, y como consecuencia, sentirse bien con uno mismo es olvidarse de la opinión de los demás. Le damos muchísima importancia a lo que dicen otras personas sobre nosotros, sean lejanas o cercanas. Incluso, nos imaginamos lo que pueden estar pensando y nos hacemos películas sobre como nos ven (y normalmente es una visión negativa la que anticipamos). La buena noticia es que la opinión de los demás no importa para nada. No es que a los demás en realidad les importamos muy poquito (que también es cierto). Simplemente, la opinión que tienen sobre nosotros es irrelevante, por muy cercanos que sean. Como decíamos antes: en la vida estamos solos. Nadie vive nuestros sentimientos, ni padece nuestros sufrimientos. Por lo tanto no debemos dejar que las opiniones ajenas (positivas y negativas) tengan el menor impacto sobre nuestra felicidad.