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vemo como nos explica carnelutti el nacimeinto del derecho
Tipo: Resúmenes
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POR
JUAN BMS. VALLET DE GoYTISOLO
(1) Gumo FAssó, Historia de la filosojia del derecho, vol. 3, cap. 14, 4.ª ed., Madrid, Pirámide, 1982, págs. 290 y sig. (2) Lurs RECASENS S1cHEs, Panorama de pensamiento jurídico en el siglo XX, México, Ed. Porrúa, 1963, cap. 14, 4, págs. 290 y sig.
Verbo, núm. 365-366 (1998), 379-399 (^379)
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cotidiano con la experiencia jurtdica en sus funciones de aboga- do le hicieron sentir la urgencia de llegar a formarse una visión esencial y total del derecho". Y no sólo "por necesidad teórica", sino porque "la experiencia teórica y práctica del derecho plan- teó de un modo auténtico a CARNELUTI1 los interrogantes filosófi- cos sobre el derecho, le incitó a buscar una visión máxima en extensión y en intensidad del mundo jurtdico. Y, así, a lo largo de su carrera, CARNELUTI1 va ahondando más y más y dedicando cada día mayor tiempo a la meditación filosófica sobre los temas fundamentales del derecho. Y de esas meditaciones se engen-
del derecho (1940) y Arte del derecho (1949)". Por ese camino -sigue páginas después RECASENS (3)-, "levantándose cada vez más y más por encima del plano técnico hacia la región ética, CARNE1UTI1 ha llegado a la reivindiación rigu- rosa de los valores éticos en el mundo del derecho. Y en los últi- mos años ha llegado a hacer plena confesión de criterios iusna-
reglas que parecen haber nacido en el mundo del espíritu como las plantas han nacido en el mundo de la naturaleza•, y definió expresamente ese complejo •como derecho natural·".
2. Ciertamente resulta dramático el modo como se debatió CARNELUTI1 entre las ideas jurídicas de KELsEN y BoBBIO y su rei- vindicación de que el derecho debe imponer los valores éticos en la vida social y económica.
someter la economía a la éticd' ... "La dificultad más que la impo- sibilidad de su misión y, por tanto, su drama, resulta muy claro: la regla ética pierde su carácter cuando se formula y se impone". Así "el derecho llena", respecto de "la humanidad", "la función de un aparato ortopédico. Después de lo manifestado espero no ser
(3) !bid., pág. 297. (4) FRANCESCO CARNELUTTI, Teoría general del derecho, l." ed., 1940, § 41; cfr. en castellano, Madrid, Ecl. Revista de Derecho Privado, 1941, págs. 56 y sig.
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en el continente, porque la riorma juridica necesita una fórmula y la regla ética no se presta a esta operación. "Con frecuencia se ha dicho que el derecho representa un minimum ético. Y es verdad". De ahí su concepción de que la equidad "es justicia del dere- cho, o sea conformidad del precepto con la regla ética" o "justi- cia del caso". Y enuncia este corolario: "Cuando la conformidad no afecta ya a un precepto, sino a una regla, una parte grande o pequeña de la equidad se desvanece". Para que eso no ocurra, entiende que la norma jurídica "debe tener un minimum de rigi- dez", y la regla ética, "por el contrario, un maximum de rigidez". En contra de la necesidad de que los hombres, "más o menos, sepan escuchar la voz de la conciencia y, más o menos, posean la ciencia y el arte de traducirla en palabras" -dice- "conspiran sobre todo la falta de honestidad y la ignorancia; y a esta última va ligada aquella moderna tendencia a creer en la vir- tud taumatúrgica y, por tanto, a realizar una multiplicación de leyes que conduce a una verdadera enfermedad de transforma- ción social y determina fenómenos de hipertrofia o inflacción legislativa tan conocida como dañosa, aunque sólo fuera porque los interesados no logran encontrar el hilo en una madeja in- creíblemente grande y enmarañada".
3, En fa tercera y última edición de la misma obra, progre- sa en su enunciado esfuerzo, ya "convertido" al iusnaturalismo, tratando de superar el positivismo con nuevos fundamentos y argumentos. ''.Justicia -dice (6)- es conformidad con el orden del uni- verso, lo cual no es la misma cosa que conformidad y adecuación con una regla o ley. Quien confunda una definición con la otra o, lo que es peor, prefiera la segunda a la primera, olvida senci- llamente que la regla excluye, mientras que el orden abarca las excepciones, y no es otra cosa que una exigencia de la justicia lo que determina tanto la regla como la excepción. Puesto que el
(6) !bid., 3ª edición, l.ª parte, 1, 7; cfr. en castellano, Madrid, Ed. Revista de Derecho Privado, 1953, págs. 34 y sig.
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L4 CONVERSIÓN DE CARNEI.lffTI AL IUSNATURAIISMO REALISTA SIN SAJJR DEL NORMA11VISMO problema de tal conformidad se plantea respecto el obrar del hombre y es, precisamente el problema del mas o del ethos, la justicia de un acto se resuelve en su moralidad o eticidad. Por eso el orden del universo, en cuanto juzga la conducta del hom- bre, se llama orden ético o moral. "El orden imprevisible o inconcebible en si mismo, o sea en su infinitud, se descompone, a fines de poder ser conocido, en un complejo de leyes o reglas que toman el nombre de derecho natural". Como vemos, ahí resulta ya patente su conversión al iusna- turalismo. Aunque no alcance a diferenciar el derecho de la moral por el distinto punto de vista que tienen (el de la conduc- ta, aquélla, y el de la determinación de lo que es justo en el reparto de los bienes de toda clase, el derecho) y siga centrando el derecho principalmente en un "complejo de leyes o reglas"; en cambio incluye en él también las excepciones, y, asimismo, con- sidera como leyes las dimanantes del orden de la naturaleza. Reconoce, además, a las reglas de derecho natural el carácter de derecho, puesto que -sigue explicando- "sirven para resol- ver conflictos de intereses y, por eso, para procurar la paz"; e, incluso, reconoce que se produce una interacción entre el dere- cho natural y el positivo, porque "la naturalidad de las reglas en que se descompone el orden ético no excluye la obra del hom- bre", que "tiene el carácter inventivo propio del arte". Dos epígrafes después (7), insiste en que el fin del derecho consiste en "reducir la economía a la étícd', advirtiendo: "No es ésta una opinión formada a priori, sino deducida a posteriori, o sea de la experiencia adquirida acerca del modo como se com- portan los hombres para obtener aquella composición de los con- flictos intersubjetivos de los intereses sin la que no podrían vivir". Por eso, a su juicio, el derecho "tiene una posición interme- dia entre la ética y la econonúa"; y su "drama" resulta de que "la ética pierde su naturaleza cuando queda formulada e impuesta". Porque -sigue- "al formularse e imponerse, el orden pierde su verdadera naturaleza"; y, siendo así, "el derecho, aunque se
(7) Jbtd .• 9, págs. 37 y sig.
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L4 CONVER.SIÓN DE CARNELC!I'll Al IUSfl'A7VRAIJSMO REALISTA SIN SA/JR DEL NORMA11VISMO más dramática resulta su lucha por apartarse de él basándose en las dos premisas antes indicadas, que le hemos rectificado, y de tomar por punto de partida uno de los presupuestos básicos del positivismo legalista (10): "La sociedad, al transformarse por obra del derecho, o sea, según el modo acostumbrado de hablar,
bien -recogiendo la tesis de KEi.sEN- dice que "al existir en esta fase el Estado ético, la única forma de Estado es el jurídico, de donde Estado y Estado jurídico significan una misma cosa", lo rebate diciendo que "si el Estado es jurídico en cuando recibe la vida del derecho, no puede ser [el Estado] el mismo derecho que se le da". A partir de ahí, va razonando circularmente: "Sólo a condi-
dad, queremos decir la misma cosa. Se puede añadir que si por in.'ititución se entiende, a su vez, un conjunto de cosas adecuado para no disgregarse (de ius-tare, casi un hacerle estar en un único continente), el Estado en una especie de este tipo; y si, como se dijo, ordenamiento jurídico y Estado son dos conceptos que se resuelven el uno en el otro, lo mismo debe decirse de ins- titución jurídica y de ordenamiento, que son ambos dos aspectos de la misma cosa. En cambio, a propósito de la equiparación, no entre Estado y ordenamiento Jurídico, sino entre ordenamiento jurídico y derecho, surge inmediatamente de las mismas palabras una grave duda: puesto que jurídico significa algo que corres- ponde al derecho, no puede ser el derecho, al mismo tiempo, lo que da y recibe la juridicidad. Ciertamente, es lícito, por general asentimiento, llamar derecho al ordenamiento juridico y, por tanto equipararlo con el Estado; pero esto no excluye que la pala- bra derecho pueda, y más bien deba, tener un significado distin- to. Lo que el derecho significa en este otro sentido es ciertamen- te algo que no puede existir sin el Estado, pero no es precisa- mente el mismo Estado. En otras palabras: hay entre Estado y derecho no identidad sino causalidad. Pero en este sentido se
(10) CARNELUTI1, op. y ed. ult. Cít., 10, págs. 38 y sigs.
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presenta otro problema: ¿el Estado es causa del derecho, o lo es el derecho del Estado?". Los modernos --dice refiriéndose a los positivistas de su tiempo en Italia, en especial a Bosmo- adoptan la primera solu- ción. CARNELIJITI, en cambio, sigue la segunda -dice--, "puesto que considero al Estado como un resultado del derecho. Ji/ orde- namiento es juridico porque es producto del derecho, 110 porque produzca el derecho". Y, a lo largo de las siguientes páginas, trata de demostrarlo, como vamos a ver. Para ello, comienza CARNELIJITI (11) por advertir que al dere- cho, "la historia, entendida como reconstrucción de la vida de los pueblos, lo encuentra ya formado". "Lo que se llama el orden .o el principio ético es la suprema expresión del orden del universo: para él, el bien responde al bien y el mal al mal. Esta correspondencia no se entiende sola- mente en el sentido de un premio o un castigo ultraterreno, sino en el de que el bien engendra el bien y el mal engendra el mal en el curso de la historia: el llamado deber ético o moral no es sino un reflejo del precepto derivado de la constancia de esta relación, en la que se halla la más alta de las leyes conocidas por los hombres". Pero, "como los hombres no tienen la sabiduria suficiente para comprender que el cumplimiento de ese deber se resuelve en un provecho", ese cumplimiento se refuerza con una sanción para quien lo incumple. Según nuestro autor entiende: "en cuanto el orden ético es sancionado ya no es orden ético en su simplicidad y pureza; por virtud de la sanción se convierte en ordenamiento juridico. También el significado original de ius, que alude a una unión o ligazón (reflexiónese en la raíz común de ius y de iusgere) entre los hombres, sirve para descubrir mejor esa verdad; en cuanto a la sanción sirve para garantizar la observancia del orden ético convierte el mos en tus porque reúne mejor, es decir, mantiene unidos a los hombres en la sociedad". Para CARNELIJITI, precepto "es la indicación del compotta- miento que debe mantenerse para evitar la sanción".
(11) /bid., 11, págs. 44 y sigs.
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camino con otra perspectiva (12). Las normas no son el derecho propiamente hablado; no son sino conclusiones y determinacio- nes instrumentales a fin de facilitar la orientación en el camino para hallar lo justo y lo equitativo (13).
(12) Cfr. lo que digo en De la virtud de la justicia a lo justo jurídico, R.D.E. y A. 18-26, págs. 81 y sigs., recogido en, En tomo al derecho natura~ págs. 135- 172, y en Metodología de las leyes, 102, págs. 241 y sigs. (13) Cfr. SANTO TOMÁS DE AQUINO, s. Tb., 2~-2.. , 57, 1 ad 2 y lo que digo en la Introducción general a mi Metodología de la determinación del derecho, 4, vol. 1, págs. 7 y sigs. (14) CARNELUTil, op. y ed. Cits., 21, págs. 69 y sigs.
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lA CONVERSIÓN DE CARNELUI11 AL IUSNATUR.ALISMO REALISTA SIN SAllR DEL NORMATIVISMO en cambio la verdad es que de la sociedad nace el ordenamien- to, y de igual modo el Estado. "En la sociedad, considerada como fuente jurídica, están comprendidos tanto los hombres que mandan como los hombres mandados". Es así porque en ella se precisa: "Una elemental adhesión por parte de los súbditos y, por eso, para la formación del derecho". "En ese sentido fuente del derecho es el grupo social entero". Con esta perspectiva, CARNELUTTI clasifica las fuentes jurídi-
Habla aquí CARNEwrn de órgano del Estado en un senti- do que yo preferiría llamar órgano social. Y, en ese sentido,
entre legislación y ejecución", "sino entre heteronomía y auto-
fuentes". Pero, además, observa que ciertas órdenes no se forman
ración de las parles con uno o varios terceros'. Para definir este último concepto advierte que puede ser una fórmula exacta "la
puede ser creada por ese tercero más que en cuanto haya pre- cedido una actividad de las partes" [demanda y contestación que producen la litis contestatio, o bien convenio arbitral, que trazan los carriles por los cuales se debe mover la sentencia o el laudo].
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lA CONVERSIÓN DE CARNELUITI AL IUSNA1URALISMO REAIJSTA SIN SALIR DEL NORMA11VISMO
dad, que es su bondad, por la cual cada causa tiene su propia consecuencia y no hay ninguna otra causa que tenga la misma consecuencia como no hay otra consecuencia que tenga la
indispensable para juzgar". Explica, seguidamente (20), con otro parangón, cuál es la relación entre la ley y ese orden: "¿Qué es el todo: la luz o los colores? Las leyes son al orden como los colores a la luz o los sonidos al silencio. De la misma manera que los hombres no pue- den descubrir todas las leyes, en las cuales se descompone el orden, tampoco llegan a descubrir todos los sonidos o los colo- res, que resultan de la ruptura del silencio o la luz. Bastaría para demostrarlo que no hay ley sin excepción; ahora la excepción no es menos que una ley que nuestros pobres ojos no llegan a ver, como el infrarrojo o el ultravioleta. "Los juristas, por lo demás, han intuido, desde el principio,
última cual una justicia que no se deja formular en una ley". Con ese guión, veamos ahora lo que este eximio jurista dice acerca del juicio de legalidad y del juicio de equidad:
Su concepto fundamental de referencia "es el orden del universo
te autónomo", ni "tampoco un juicio libre". Verdad -----<lice---- que
ro, la fórmula cuando se asigne a la palabra libertad su propio significado; si ésta se entiende rectamente, como la capacidad de
(20) Ibtd., págs. 74 y sig. (21) /bid., Teoría general, ed. ult. cit., 217, págs. 516 y sigs.
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JUAN BMS. VAl/J·tr DE GOYnSOLO obedecer, o sea, de poner en obra el orden, el juicio de equidad es su verdadera expresión". Recordando la diferencia expuesta, también por él mismo, entre el orden y las leyes, advierte acerca de aquél que, el hom- bre "lo descubre (invenit), pero no lo establece". Y esto -dice- explica además su naturaleza. La justicia de legalidad, en apariencia no tiene lugar -indi- ca (22)- "si el juicio crítico ya ha sido dado por quien ha formu- lado el mandato sobre el que se funda el juicio de equidad". No obstante --{lñade-- queda "la duda de si el juicio de legalidad es la simple conclusión de un silogismo, o si, por el contrario, bajo esta simple vestidura, se esconde un verdadero y propiamente jui- cio crítico". La clave para resolverlo -estima- "se encuentra pro- bablemente en aquella relación entre derecho y moral, o ética". El derecho -dice-- "brota de la moral y desemboca en la moral; el orden ético es como la atmósfera, en la que el ordenamiento jurí- dico está inmerso; y sin la cual no podría vivir". Aunque, según el criterio de CARNELUTI1, el derecho contiene un mandato, en la ley advierte que, en "un último análisis, el jui- cio en torno a la eficacia del hecho jurídico implica el juicio en torno a la justicia de lo mandado, y más aún de la norma que define esa juridicidad; y el juez es 1 al mismo tiempo, más o menos conscientemente, el juez de la parte y el juez del legis- lador". Por otra parte -añade-, "cuanto más se abstrae el manda- to, tanto más pierde, o corre el peligro de perder, en eticidad. Esta es la íntima contradicción del derecho, que desde hace tiem- po vengo representando en los términos de la oposición entre la exigencia de justicia y la exigencia de certeza. Oposición y con- traste que se presenta, inexorablemente, no sólo en el momento de la formación, sino también en el de la aplicación de sus nor- mas. El trabajo de valoración a posteriori renueva así el trabajo
Concluye: "siempre, más o menos, de modo imperceptible o manifiesto, esta última fase de la dinámica del derecho se liga de
(22) Jbi,d., 218, págs. 518 y sigs.
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las cuales si adjetivamos la equidad ya no es erróneo identificar lo justo con lo equitativo (26) ni el arte del derecho con el arte de la equidad (27). Lo genial de CARNELlITTI fue precisamente lograr salir tanto del positivismo como del iusnaturalismo idealista, a pesar de no haberse librado de esas adherencias que acabamos de observar. Pero vayamos al discurso de CARNFJ.lITTI, que comienza (28) confesando su profunda convicción de que "el derecho positivo no puede ser sin el derecho natural, y que es cuestión de conciencia meditarlo y remeditarlo, ya que probablemente es nuestro problema más grave". Razón por la cual, recuerda (29) que el derecho natural "resurge continuamente con otros nom- bres: derecho libre, derecho justo, derecho ideal.., o incluso derecho racional, derecho latente, derecho espontáneo ... ". Inicia su análisis (30) con la observación de que la naturale- za "es una especie de materia con la cual el hombre fabrica la historia" ... "nacen las dos, naturaleza e historia para el hombre o del hombre, pero, precisamente por esto, se desarrollan en direc- ción contraria; la naturaleza hacia el futuro y la historia del pasa- do". "Si el derecho es esencialmente histórico [puesto que "la experiencia muestra, en cuanto al derecho, que los hombres operan estableciendo leyes, pronunciando juicios e infligiendo penas"], ¿cómo puede ser natural?". Y, siendo el derecho histórico, por ser obra del hombre, ¿que hace el hombre para hacerlo? Pregunta a la que responde (31), que lo hace por su libertad, que opera mediante una elección, que requiere determinar los conceptos de hecho y de valor. Esto hace reflexionar a CARNELlITTI acerca del concepto de valor, y toma como módulo comparativo una moneda, que vale porque
(26) ARISTÓTELES, ENca, 5, 10, 1137 b, dijo que "lo equitativo es justo, y mejor que una clase de justicia, no que la justicia absoluta, pero si que el error produw cido por su carácter absoluto". (27) En ese sentido, dijo CELSO y lo repitió ULPIANo; "tus est ars boni et aequf'.
(28) CARNELUITI, op. y loe. ult. cit., 1, págs. 263 y sigs. (29) Jbtd., 2, págs. 264 y sig. (30) Jbtd., 3, págs. 265 y slg. (31) Jbtd., 4, 5, págs. 266 y sigs.
IA CONVERSIÓN DE CARNELUTI1 AL RJSNA7T.JRAIJSMO RFAIJSTA SIN SAllR DEL NORMA11VISMO implica posibilidades. Razona que el valor de una cosa o un hecho es "su potencia causal' o "idoneidad para producir cierto efecto". Estamos en el terreno de la causalidad. Por ello, "el valor es de hecho o está en el hecho, no sobre el hecho; en suma "el valor implica un hecho, porque no se expresa sino en el hecho; y el hecho, a su vez, implica el valor, porque no hay hecho sin valor''. Por otra parte, "existe un hecho en cuanto hay una causa: hecho y causa son, en el plano estático y en el dinámico, una misma cosa". El hombre -sigue CARNEI.UTTI (32)- "ha de hacer y, por lo tanto, ha de escoger'. No entre dos hechos, sino entre dos facti- bles, mediante su representación, en el sentido de hacer presente el hecho futuro, represándose el supuesto de hecho-''fattispecie', o sea la species del hecho-, su imagen "proyectada en esquema mental por un procedimiento psicológico". Ahora bien, el problema de la elección -advierte (33)- no sólo implica el hecho y el valor sino también, la medida para confrontar y "reducir el orden infinito a la ley, así como las leyes que son finitas, lo cual no puede lograrse sin una valoración aproximativa". Ocurre tal como en matemáticas para la medi- ción de una circunferencia, que sólo puede obtenerse inscri- biendo en ella un polígono con el máximo número posible de lados o bien a través de multiplicar su diámetro por un coefi- ciente que tiene su decimal infinito. La valoración en ambos casos es aproximativa. Y ahí viene el intento -tal como él lo concibe (34)- de medir la naturaleza con las leyes naturales. La dificultad se halla en la libertad del hombre, que es quien mide y en que la liber- tad implica su contrario, la causalidad, y, consiguientemente, la responsabilidad, que "no es sino la sujección a las consecuencias de la elección". El hombre busca estas leyes en la experiencia bistórica. Y el problema consiste en que los hombres, debido a su libertad, son
G2) /bid., 6, págs. 268 y sig. G3) !bid., 7, pág. 269. G4) /bid., 8, págs. 269 tnfiney sigs.
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LA CONVERSIÓN DE CARNELlJITI AL IUSNATURA!JSMO RFAIJSTA SIN SALIR DEL NORMA11VISMO hecho no basta para garantizar el orden entre los hombres''. Entiende (36) que la valoración de un hecho no puede hacerse sino por el rasero de la ley; y esta ley no puede ser sino una ley natural "que valora el supuesto de hecho que obtiene de la observación de la historia", prestando atención a la "convertibili- dad de la relación en relación fina!'; y -advierte- "no hay ley causal que no pueda ser enunciada como ley final, ni viceversa, ley final que no pueda enunciarse como ley causal". Aquí el genial jurista italiano rebate -sin decirlo- la afir- mación de HUME, que de una relación de hecho no cabe deducir otra de derecho; y lo hace con esta comparación: el médico a la vez que diagnostica, medica; y quien ordena un movimiento ferroviario no se limita a decir que quien atraviesa la vía corre el riesgo de ser arrollado por el tren, sino simplemente: no debe atravesarse la vía. Del mismo modo, "el legislador, una vez cumplida su valo- ración del supuesto de hecho, enuncia la ley causal, con la cual le es senrida la necesidad de enunciar, tanto en forma causal como final, la norma de conducta. Así, "mientras las leyes naturales enuncian lo que es; la ley jurídica observa lo que debe ser". "Por lo tanto, el análisis de la experiencia ---explica (37)- ha mostrado que las leyes jurídicas presuponen leyes naturales, en las cuales, si se me consiente repetir la metáfora, se hallan con- tenidas como la semilla en el fruto. Son leyes éticas; pero tam- bién las leyes éticas pertenecen a la gran categoría de las leyes naturales, porque, a diferencia de las leyes jurídicas, son inde- pendientes de la voluntad del hombre. "Si todos los hombres fueran no sólo sabios sino prudentes, bastarían éstas leyes para poner orden entre ellos, por eso, si derecho es un método de poner orden entre los hombres(. .. ) ¿por- que no debemos hablar de derecho natural?". Por ello, "las leyes naturales son aquellas que sirven para orientar la elección del legislador", mediante los cuales "se valo-
(36) !bid., 10, págs. 272 in.fine y sig. (37) Ibld., 11, págs. 273 In fine y sig.
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ran los hechos, o mejor los supuestos de hecho, y orientan la elección''. Son: "Leyes de las leyes; leyes naturales de las leyes juridicas; leyes que se imponen al legislador si quiere tener éxito en su fun- ción; leyes a las cuales debe obedecer al legislador si quiere ser obedecido". Sin estas leyes naturales -insiste (38}- "no podrian ser valo- radas las leyes juridicas". A su juicio (39), en la disputa entorno al derecho natural "no toda la equivocación es de los iuspositivistas". Dice que el error de los iusnaturalistas es "haber creído en la perfección. Las leyes, que presiden la formación del derecho no valen más que cualquier otra ley natural, en cuanto no son el orden o la justicia en sí, sino únicamente aquella parte que de este infini- to y, por tanto, inasequible a los hombres que, con su mente limitada, no alcanzan a captar. Por lo tanto, incluso el derecho natural, deviene, como la naturaleza de la que proviene" ... "El ídolo que no debemos adorar es el derecho natural perfecto e inmutable que es confundido con la justicia; pero esto no quie- re decir que derecho natural y derecho histórico sean una sola cosa, porque éste y no aquél proceden de la elección del hom- bre. En el plano psicológico, el derecho natural es fruto de la inteligencia; y el derecho positivo es fruto de la voluntad. En el plano lógico, el derecho natural se descubre, la ley jurídica se hace". A su juicio, "en todos sus aspectos, la historia es alimentada por la naturaleza, que suministra al hombre los medios para hacer la historia: las cosas y las leyes". El derecho es "una opus (que debiera ser, pues difícilmente alcanza a serlo, una obra de arte) ahonda sus raíces en la naturaleza. Y aquí el discurso tam- bién se ha de interrumpir, pero debería proseguir mostrando que incluso aquellas leyes que sirven para hacer el derecho son más, son principios, los principios a los cuales deberíamos retornar para interpretarla".
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(38) Jbtd., 12, págs. 274 y sig. (39) !bid., 13, págs. 275 y sig.