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CICLO VITAL- INFANCIA-ADOLESCENCIA-MADUREZ-SENECTUD, Resúmenes de Psicología

Resumen del capítulo de Ciclo Vital- Del libro de Psicología Médica del autor Ramón De La Fuente

Tipo: Resúmenes

2024/2025

Subido el 03/05/2025

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UNIVERSIDAD JUAREZ DEL ESTADO DE DURANGO
FACULTAD DE CIENCIAS DE LA SALUD
CARRERA: MEDICO CIRUJANO
PSICOLOGIA
“EL CICLO VITAL”
EQUIPO:
DANIELA ROMERO REYES
BARBARA MYRANDA ROJAS QUIÑONES
RUBEN ALEJANDRO ZUÑIGA REYES
ENRIQUE ARTURO SILVEYRA DE LOS SANTOS
MICHELLE VAZQUEZ MORALES
DOCENTE:
LIC. ADELICIA MEDRANO TORRES
TERCER SEMESTRE
SECCION “C”
FECHA DE ENTREGA: 28.02.2025
GOMEZ PALACIO, DURANGO
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UNIVERSIDAD JUAREZ DEL ESTADO DE DURANGO

FACULTAD DE CIENCIAS DE LA SALUD

CARRERA: MEDICO CIRUJANO

PSICOLOGIA

“EL CICLO VITAL”

EQUIPO:

DANIELA ROMERO REYES

BARBARA MYRANDA ROJAS QUIÑONES

RUBEN ALEJANDRO ZUÑIGA REYES

ENRIQUE ARTURO SILVEYRA DE LOS SANTOS

MICHELLE VAZQUEZ MORALES

DOCENTE:

LIC. ADELICIA MEDRANO TORRES

TERCER SEMESTRE

SECCION “C”

FECHA DE ENTREGA: 2 8 .02.

GOMEZ PALACIO, DURANGO

INTRODUCCION

El ciclo vital humano es un proceso de desarrollo continuo que abarca desde la concepción hasta la vejez y la muerte. A lo largo de la vida, el ser humano experimenta transformaciones biológicas, psicológicas y sociales que influyen en su identidad, comportamiento y bienestar general. Estas etapas del desarrollo no solo están determinadas por factores genéticos, sino también por la interacción con el entorno, la educación y las experiencias individuales. Comprender el ciclo vital es fundamental para el estudio de la psicología, la medicina y otras disciplinas que buscan mejorar la calidad de vida de las personas a lo largo del tiempo. Desde la infancia, el ser humano depende de su entorno para satisfacer sus necesidades básicas y desarrollar sus habilidades cognitivas y emocionales. Durante esta etapa, la plasticidad cerebral permite una rápida adquisición de conocimientos y comportamientos, influenciada en gran medida por la interacción con los padres o cuidadores. La teoría del desarrollo de Jean Piaget, por ejemplo, describe cómo los niños pasan por distintas fases de aprendizaje, desde el pensamiento sensoriomotor hasta el pensamiento abstracto. A su vez, Erik Erikson plantea que en la infancia temprana se establecen los cimientos de la confianza básica, lo que impactará la manera en que la persona se relaciona con los demás en el futuro. La adolescencia representa un periodo de transición en el que el individuo se enfrenta a cambios físicos, hormonales y emocionales significativos. Es una etapa de búsqueda de identidad, independencia y adaptación a nuevas responsabilidades. En este contexto, surgen conflictos internos derivados del deseo de autonomía y la necesidad de pertenencia a un grupo social. La adolescencia también es un periodo crítico en el que pueden manifestarse problemas psicológicos como la ansiedad, la depresión y los trastornos de la conducta alimentaria, influenciados por factores biológicos y socioculturales. En la adultez, el individuo alcanza la madurez emocional y social, consolidando su identidad y su papel dentro de la sociedad. Esta etapa está marcada por la estabilidad en el ámbito laboral, familiar y afectivo, aunque también puede estar acompañada de crisis relacionadas con la búsqueda de propósito, el estrés laboral o los cambios en las relaciones interpersonales. El climaterio, que ocurre en la adultez media, trae consigo cambios hormonales que pueden afectar la salud física y emocional, especialmente en las mujeres con la llegada de la menopausia y en los hombres con la andropausia. La vejez, por su parte, es una etapa en la que el ser humano enfrenta una serie de retos fisiológicos y psicológicos. La disminución de la funcionalidad física, la pérdida de seres queridos y la jubilación pueden generar sentimientos de soledad, ansiedad y depresión. Además, enfermedades neurodegenerativas como el Alzheimer y la demencia senil se vuelven más prevalentes, afectando la independencia y calidad de vida de los adultos mayores. En este sentido, la psicología de la senectud busca comprender y mitigar los efectos del

personalidad del niño. Las influencias en el ambiente inmediato se pueden clasificar en dos tipos: aquellas que actúan de manera explosiva y en momentos críticos del desarrollo, y aquellas que actúan lentamente mediante actitudes y gestos cotidianos. Es precisamente esta última, la influencia persistente y gradual, la que resulta fundamental para el moldeado de la mente infantil. Simbiosis y separación La interacción entre madre y feto se inicia desde la concepción, marcando el comienzo de un vínculo afectivo que se prolonga durante el embarazo. Sin embargo, el nacimiento representa una interrupción abrupta de esta simbiosis, un trauma fisiológico en el que el neonato, al abandonar el útero, debe activar inmediatamente sus funciones vitales mediante reflejos innatos para respirar, succionar y tragar. Durante las primeras semanas de vida, el bebé se caracteriza por una inestabilidad vegetativa: su respiración es irregular, experimenta sobresaltos y reacciones como estornudos, bostezos o regurgitaciones, lo que refleja la fragilidad de su organismo. En estas primeras semanas, el recién nacido aún no posee imágenes mentales o representaciones de objetos, ni de sí mismo, y su capacidad para evocar estímulos externos se encuentra en desarrollo. No obstante, a partir de la segunda semana comienza a mostrar respuestas parciales ante la presencia de ciertos estímulos, como el reconocimiento de un rostro sonriente. Hacia la décima semana, el niño empieza a emitir sonrisas espontáneas, especialmente en respuesta a la figura de su madre, lo que indica el establecimiento de un contacto emocional significativo. Según Mahler, en esta etapa inicial, denominada fase de simbiosis, el niño se experimenta unido a la madre, considerándola parte de su propio ser. Conforme el niño crece, se manifiesta la ansiedad ante la separación. Entre los 5 y 6 meses, al enfrentarse a la presencia de personas extrañas, el bebé reacciona con llanto y agitación, pero se calma al regresar a los brazos de su madre. Este fenómeno, que constituye una experiencia precursora de futuras ansiedades, marca el inicio del proceso de separación- individuación. A partir del sexto mes, el niño entra en una fase de separación más activa, en la que experimenta angustia cada vez que se aleja de la figura materna y comienza a explorar el mundo por sí mismo. Este proceso es esencial para la formación de una identidad individual

y para el desarrollo de mecanismos de defensa que le permitan gestionar emociones contradictorias, tales como el amor y la hostilidad. El vínculo madre-hijo se configura como un sistema transaccional: el niño emite señales (como sonrisas y gestos) que son interpretadas por la madre, quien responde a su vez con estímulos afectivos. Esta interacción bidireccional es crucial para el desarrollo psíquico del infante y para la formación de la constancia objetual, es decir, la capacidad de evocar mentalmente la imagen de la madre incluso en su ausencia. La calidad de esta relación afecta de manera decisiva el desarrollo emocional, y su interrupción prolongada puede dar lugar a trastornos psicológicos persistentes. El Crecimiento de la Mente Infantil según Jean Piaget Mientras que la relación afectiva y emocional sienta las bases de la personalidad, el pensamiento infantil se desarrolla progresivamente a través de etapas. Piaget sostiene que, a pesar de que el pensamiento infantil puede parecer ilógico a primera vista, este es sorprendentemente sofisticado y se organiza en fases que permiten al niño avanzar hacia un pensamiento adulto. En la primera fase, el niño utiliza el método del ensayo y error. Un ejemplo es que, inicialmente, el infante chupa cualquier objeto que se acerca a su boca; sin embargo, pronto aprende a discriminar y a reconocer que sólo debe succionar cuando sus labios se encuentran con el pezón materno. Este reconocimiento es el primer indicio de que el niño empieza a aplicar procesos lógicos, aunque rudimentarios, para interactuar con su entorno. La segunda fase, que abarca aproximadamente desde los 2 hasta los 7 años, se caracteriza por un pensamiento egocéntrico. En esta, el niño interpreta el mundo basándose en sus propias percepciones y experiencias, sin comprender completamente que otros pueden tener puntos de vista diferentes. La tercera etapa, que suele presentarse entre los 7 y los 11 años, marca el umbral de la lógica concreta. En esta fase, el niño empieza a operar de forma lógica en el plano de lo concreto; aprende a conservar cantidades a pesar de cambios en la apariencia, como darse cuenta de que un vaso alto y delgado contiene la misma cantidad de agua que otro más bajo y ancho.

APRENDIZAJE DEL NIÑO

El aprendizaje infantil es un proceso complejo y multifactorial que abarca aspectos biológicos, psicológicos y sociales. En sus primeras etapas, el niño desarrolla habilidades cognitivas, emocionales y motoras esenciales para enfrentar los desafíos de la vida. Ramón de la Fuente subraya la necesidad de considerar al niño como un ser integral, en el que estos factores interactúan constantemente. Factores Biológicos El sistema nervioso central cumple un rol fundamental en la adquisición de habilidades. Durante la infancia, la neuroplasticidad permite que las conexiones neuronales se fortalezcan mediante la estimulación adecuada. El desarrollo motor y sensorial también es clave, ya que facilita la exploración del entorno y la comprensión del espacio. Alteraciones genéticas, metabólicas o neurológicas pueden afectar el ritmo de aprendizaje, generando dificultades en áreas como la memoria, la atención o la coordinación motora. Factores Psicológicos El aprendizaje no solo depende de la madurez cerebral, sino también de factores emocionales y motivacionales. La relación afectiva con los cuidadores brinda seguridad emocional, lo que favorece la disposición para aprender. Emociones como la alegría pueden potenciar la retención de información, mientras que el estrés crónico o la ansiedad pueden inhibirla. La autoestima, construida a partir de experiencias positivas y reconocimiento, influye directamente en la perseverancia y el rendimiento académico. Factores Sociales y Ambientales El entorno donde crece el niño impacta significativamente su desarrollo. La estimulación temprana en el hogar, mediante juegos, lectura y conversación, promueve habilidades lingüísticas y cognitivas. La escuela proporciona un espacio para el aprendizaje formal y la interacción social. Sin embargo, las condiciones socioeconómicas desfavorables pueden limitar el acceso a recursos educativos y provocar desigualdades en el desarrollo infantil.

EFECTOS DE LA DESNUTRICIÓN EN EL APRENDIZAJE

La desnutrición infantil representa uno de los principales obstáculos para el desarrollo integral. De la Fuente destaca que la carencia de nutrientes esenciales durante las etapas críticas del crecimiento tiene consecuencias a corto y largo plazo, tanto a nivel físico como mental. Impacto en el Desarrollo Cerebral La desnutrición prenatal y en los primeros años de vida puede alterar la formación de conexiones neuronales y la mielinización, procesos fundamentales para la transmisión eficiente de los impulsos nerviosos. Esto se traduce en un menor volumen cerebral, reducción de la densidad dendrítica y déficits en áreas como la corteza prefrontal, responsable de la atención, planificación y control de impulsos. Consecuencias Cognitivas y Académicas Los niños que padecen desnutrición suelen presentar:

  • Disminución en la capacidad de concentración y retención de información.
  • Retraso en la adquisición del lenguaje y habilidades matemáticas.
  • Mayor probabilidad de bajo rendimiento escolar y repitencia.
  • Dificultades en la resolución de problemas y pensamiento abstracto. Estos déficits se agravan si la desnutrición es crónica, pudiendo afectar el potencial intelectual de forma permanente. Repercusiones Emocionales y Sociales La falta de nutrientes no solo afecta las funciones cognitivas. Los niños desnutridos pueden experimentar:
  • Apatía, lo que reduce su participación en actividades escolares y recreativas.
  • Irritabilidad y cambios de humor, dificultando la convivencia con sus pares.
  • Baja autoestima, producto de su bajo rendimiento y dificultades sociales.
  • Aislamiento social, al no poder integrarse adecuadamente en su entorno. Estas dificultades emocionales pueden perpetuar un ciclo de exclusión y bajo rendimiento académico.

Fobias simples Son miedos intensos a objetos o situaciones específicas, como la oscuridad o los perros. No tienen una base lógica y, aunque suelen desaparecer con el tiempo, en algunos casos requieren terapia. Depresión Sentirse frustrado o triste a causa de una pérdida es normal, siempre que esos sentimientos se desvanezcan en un corto tiempo. Se ha comprobado que uno de cada 10 niños de entre 6 y 12 años sufren depresión, en la que los sentimientos negativos persisten sin una causa identificable. Los síntomas, que no difieren sustancialmente de los de los adultos, incluyen tristeza, desesperanza, sentimiento de devaluación personal, cambios en el apetito, pérdida de interés en las actividades cotidianas, pensamientos recurrentes de muerte o suicidio, fatiga, incapacidad para concentrarse y alteraciones en el sueño. Dado que los niños no poseen el vocabulario adecuado para describir su estado subjetivo ni comprender conceptos complejos como la autoestima o la culpa, expresan sus problemas mediante cambios en la conducta (por ejemplo, disminución inesperada del rendimiento escolar, inquietud al frotarse las manos o al arrancarse el cabello, lentitud en los movimientos o monotonía del discurso, junto con quejas de dolores diversos, irritabilidad, crisis de llanto, miedo, agresividad y resistencia a cooperar). Se conoce en parte el papel de los cambios bioquímicos y de la herencia, así como la influencia del ambiente familiar en la génesis de este trastorno. La inteligencia y el retraso mental La inteligencia, entendida como la capacidad para aprender, razonar y resolver problemas, varía en función de la dotación genética y del ambiente.

  • Retraso mental leve: Se incluye al 85% de los retrasados mentales, quienes presentan retardo en la adquisición del lenguaje, del control de esfínteres y en la marcha, lo que se hace notorio en el ámbito escolar y puede conducir a actitudes antisociales.
  • Retraso mental moderado y grave: En esta categoría, el niño alcanza apenas dos años de escolaridad en la primaria y su edad mental no supera los 7 años, presentando dificultades en la comunicación y en la adaptación a las exigencias del entorno.
  • Retraso mental profundo: Afecta a una pequeña proporción y se caracteriza por la incapacidad para comunicar o comprender el pensamiento de los demás, con severas limitaciones cognitivas y motoras, requiriendo supervisión y cuidado constantes. Trastornos generalizados del desarrollo Se manifiestan en la afectación de las habilidades intelectuales, la percepción y la comprensión del lenguaje. El autismo, forma más común en esta categoría, se hace aparente hacia los 30 meses, siendo tres veces más común en niños que en niñas. Los niños autistas muestran dificultades para comunicarse, evitan el contacto social y presentan comportamientos repetitivos. Dislexia Es un trastorno específico en la lectura, atribuible a una disfunción estructural o funcional del cerebro, que se evidencia al quedar rezagada la habilidad lectora en relación con otras capacidades intelectuales. Suele asociarse con inseguridad y angustia, y tiene un componente hereditario importante. Trastorno de déficit de la atención Caracterizado por la dificultad para concentrarse, finalizar actividades y controlar impulsos, este trastorno se manifiesta en la alteración de la capacidad de aprender y mantener un nivel normal de actividad, a menudo combinándose con hiperactividad. Su manejo requiere programas educativos específicos, medicación y psicoterapia. Trastornos de la conducta Inician en la infancia, frecuentemente antes de los 10 años, y se expresan a través de conductas antisociales que pueden incluir mentir reiteradamente, abandonar la

lo que ha llevado a una comprensión parcial de esta etapa, en especial al centrarse solo en los adolescentes con problemas. La adolescencia es un proceso complejo y a menudo turbulento, en el que los jóvenes luchan por encontrar su lugar en el mundo, enfrentándose a un futuro incierto. La pubertad se distingue por la aparición de nuevos impulsos, intereses y capacidades, como el erotismo, el deseo de poder, la necesidad de autoafirmación y una mayor capacidad crítica, junto con un aumento en la introspección y la preocupación por el futuro.

DESARROLLO DURANTE LA ADOLESCENCIA

Freud interpretó la adolescencia como una fase en la que las zonas erógenas pregenitales se subordinan a la zona genital. Planteó que los conflictos adolescentes provienen de la contradicción entre las pulsiones instintivas y las restricciones morales. Sin embargo, una visión más amplia, como la propuesta por Gordon Allport, sugiere que los conflictos adolescentes son nuevos y no solo una repetición de los conflictos infantiles. La personalidad sana se caracteriza por el crecimiento y la renovación. Peter Blos describe este síndrome como una prolongación del comportamiento infantil más allá de la adolescencia, lo que puede empobrecer la personalidad. También se reconoce que la adolescencia puede acelerarse, lo que impide una adecuada adaptación a los cambios internos. El desarrollo adolescente puede describirse como una secuencia que incluye la aceptación de los cambios, la integración de una nueva identidad, el descubrimiento de la vocación, la separación de los padres, la sexualidad y la ternura, y la humanización de la conciencia moral. Aceptación de los cambios e integración de la identidad El adolescente comienza a formar una nueva identidad, alejada de la infantil, y a partir de su autoconocimiento, se vuelve más crítico consigo mismo y con los demás. La identidad es el resultado de una integración de elementos conscientes e inconscientes. Erikson menciona que algunos adolescentes rechazan violentamente los valores previos, mientras que otros se someten excesivamente a las expectativas externas.

Descubrimiento de la vocación El adolescente enfrenta la tarea de decidir qué tipo de persona quiere ser y qué lugar ocupar en la sociedad, buscando seguridad y prestigio. La decisión es difícil debido a la falta de una identidad plenamente definida y a la influencia de las expectativas sociales. Separación de los padres y fortalecimiento de la autonomía El adolescente necesita separarse de los padres para afirmar su autonomía, aunque esta separación genera conflictos debido al deseo de seguir siendo niño. Las diferencias generacionales y la autoridad parental influyen en este proceso. Los adolescentes que no logran afirmar su autonomía pueden recurrir a conductas desviadas. Sexualidad y ternura en la adolescencia Durante la pubertad, se erotiza la vida y surgen conflictos entre la sexualidad emergente y las normas sociales. La masturbación cumple una función fisiológica y psicológica, pero puede generar culpabilidad. El adolescente también enfrenta temores relacionados con la sexualidad, como la impotencia o el rechazo, y puede experimentar tendencias homosexuales. La dificultad para aceptar la madurez sexual a veces se expresa en trastornos como la anorexia nerviosa. Superación del narcisismo El narcisismo adolescente es una etapa normal que facilita la transformación y ajuste del yo a los cambios. El adolescente suele ser impenetrable a las críticas y busca su identidad a través de fantasías. A medida que madura, este narcisismo da paso al altruismo, el amor y la solidaridad. Humanización de la conciencia moral La adolescencia se caracteriza por una evolución de la moralidad, pasando de una basada en la obediencia y el miedo al rechazo a una moralidad más reflexiva y autónoma. Muchos adolescentes experimentan una crisis existencial al descubrir la falsedad de los valores de los adultos.

solidaridad, libertad y la oportunidad de afirmar su identidad. Las pandillas suelen tener rituales, normas y una fuerte cohesión interna, y su propósito es desafiar la autoridad de los adultos. Los jóvenes se prueban a sí mismos dentro del grupo y la pertenencia se basa en la conformidad con el estilo de vida del grupo. El orgullo y el miedo a la humillación son mecanismos de control dentro de estos grupos, y el honor y la dignidad personal son fundamentales. La subcultura de los adolescentes valora profundamente el orgullo y la dignidad personal. La agresión y los conflictos pueden surgir si se ve amenazada la dignidad de un miembro del grupo. Cualquier pérdida de dignidad se percibe como el fin de la persona dentro del grupo. Las actividades que son vistas como incompatibles con la masculinidad, como ser cariñoso o recibir reprimendas en público, pueden afectar la reputación y el estatus dentro del grupo. La agresión por razones de dignidad puede llevar a conflictos intensos, y la presión social puede hacer que los grupos de adolescentes se conviertan en pandillas conflictivas. La adolescencia está influenciada por factores culturales y sociales, el papel crucial de los grupos y las subculturas juveniles, y cómo el conflicto entre generaciones y la lucha por la identidad marcan la transición hacia la adultez. Conductas riesgosas de los adolescentes Los adolescentes pueden verse influenciados por factores como la falta de oportunidades recreativas, la desintegración familiar, la violencia, y la carencia de apoyo social. Esta situación puede llevar a los jóvenes a involucrarse en actividades peligrosas como el consumo de drogas o unirse a pandillas, las cuales a menudo operan como un refugio frente a la exclusión social. La desesperanza y la falta de alternativas de cambio pueden empujar a algunos jóvenes a involucrarse en el mundo del crimen. El abuso de drogas, como la mariguana, es común en muchos grupos juveniles. En un principio, estas sustancias proporcionan placer y ayudan a escapar de problemas personales, pero también tienen un papel simbólico dentro del grupo. El consumo de drogas se asocia con la solidaridad del grupo y el desafío hacia la autoridad, y su difusión a menudo ocurre por contagio social, lo que agrava el problema.

Delincuencia juvenil La delincuencia juvenil ha aumentado, especialmente en barrios populares urbanos, y suele estar relacionada con la formación de pandillas. Estos grupos valoran el comportamiento delictivo como una muestra de valentía y prestigio, e incluyen actividades como el consumo de alcohol, drogas, robos, y agresiones. Muchos de estos jóvenes provienen de hogares desorganizados y viven en entornos urbanos donde las oportunidades para actividades constructivas son limitadas. El temor a no encontrar un lugar en la sociedad convencional los empuja hacia el crimen. La delincuencia juvenil está también vinculada a una sensación de "devaluación" en los adolescentes. Estos jóvenes, que han sufrido maltrato o abandono en la infancia, tienen una baja autoestima y una gran necesidad de afecto, lo que los hace vulnerables a la hostilidad y el egocentrismo. Su deseo de aceptación los lleva a formar parte de pandillas, donde pueden compartir su culpabilidad y ganar prestigio dentro del grupo a través de comportamientos delictivos. La angustia de sentirse inferior o no amado puede perpetuar este ciclo de conducta delictiva.

ESQUIZOFRENIA

La esquizofrenia es un trastorno psicótico que generalmente se inicia durante la adolescencia o primera juventud. Se caracteriza por la ruptura de la relación del individuo con la realidad y una regresión significativa en su funcionamiento psíquico. Es un síndrome con diversas manifestaciones y posibles causas, por lo que se considera un grupo heterogéneo de trastornos mentales, más que una única enfermedad. El diagnóstico se basa en la presencia de síntomas durante un periodo prolongado que afectan la capacidad funcional del individuo. Los síntomas incluyen alteraciones del pensamiento (como delirios y confusión), alucinaciones (frecuentemente auditivas), y cambios en el afecto, que suelen ser planos o incongruentes. El contacto con la realidad se pierde en las fases psicóticas, y la conciencia sigue clara. Los síntomas deben persistir por al menos seis meses para confirmar el diagnóstico.

No hay una causa única para la esquizofrenia, pero hay evidencias genéticas y bioquímicas que sugieren una predisposición familiar. Los estudios indican que los gemelos monocigóticos tienen una alta concordancia para esquizofrenia. El riesgo aumenta si ambos padres están afectados, aunque los factores ambientales también juegan un papel importante. El tratamiento debe abordar tanto los aspectos biológicos como psicosociales. Los medicamentos antipsicóticos son útiles para controlar los síntomas agudos y prevenir recaídas. Sin embargo, los síntomas residuales y cognitivos no siempre responden bien a estos medicamentos. La psicoterapia y un entorno familiar adecuado son esenciales para mejorar la calidad de vida del paciente. La relación médico-paciente y el apoyo familiar son fundamentales para el éxito del tratamiento. En algunos casos, la hospitalización es necesaria para estabilizar al paciente. Aunque el pronóstico de la esquizofrenia ha mejorado con los avances en tratamiento, muchos pacientes continúan enfrentando dificultades a largo plazo debido a la falta de adherencia al tratamiento y el rechazo social. Con el apoyo adecuado, muchos pacientes pueden llevar una vida relativamente autónoma.

LA MADUREZ Y EL CLIMATERIO: ASPECTOS PSICOLÓGICOS Y

PSICOPATOLOGÍA

La madurez es una etapa caracterizada por la consolidación de la identidad, estabilidad emocional y desarrollo de la vida profesional y personal. Durante esta fase, las personas buscan un equilibrio entre la productividad y la introspección, experimentando un sentido de realización o, en algunos casos, crisis existenciales. La madurez también está influenciada por factores socioculturales, que determinan la percepción de éxito y satisfacción personal. El climaterio es una transición biológica significativa, marcada por la disminución hormonal, particularmente en mujeres con la menopausia y en hombres con la andropausia. Los cambios fisiológicos pueden influir en la salud mental, provocando ansiedad, depresión, irritabilidad y alteraciones en la autoestima. En algunos casos, las personas atraviesan el "síndrome del nido vacío", experimentando sentimientos de soledad y pérdida cuando los hijos dejan el hogar.

Este periodo también puede estar asociado con cambios en la dinámica de pareja, afectando la vida sexual y la comunicación. Desde la perspectiva psicopatológica, el climaterio puede desencadenar trastornos afectivos, como depresión y trastornos de ansiedad, exacerbados por factores sociales y culturales que asocian el envejecimiento con una disminución del valor personal y la productividad. La percepción del envejecimiento en la sociedad tiene un fuerte impacto en la autoestima y la motivación para realizar nuevas actividades.

SECTENUT: ASPECTOS FISIOLÓGICOS, PSICOLÓGICOS Y SOCIALES

La senectud es la última etapa del ciclo vital y está marcada por cambios fisiológicos progresivos, como la disminución de la capacidad sensorial, la pérdida de masa muscular, la fragilidad ósea y la alteración en la regulación metabólica. Estos cambios afectan la autonomía y calidad de vida de la persona mayor, aumentando el riesgo de enfermedades crónicas como la diabetes, hipertensión y afecciones cardiovasculares. A nivel psicológico, la adaptación a la vejez depende de factores individuales y sociales. Algunos adultos mayores mantienen una buena salud mental gracias a una actitud positiva y una red de apoyo, mientras que otros pueden experimentar crisis de identidad, ansiedad por la cercanía de la muerte o sentimientos de inutilidad. La resiliencia juega un papel clave en el bienestar emocional de esta etapa. La actividad mental y social, como la participación en comunidades y actividades recreativas, contribuye a mantener una buena salud psicológica. Desde el punto de vista social, el envejecimiento implica una reestructuración de roles. La jubilación puede ser percibida como una liberación o como una pérdida de propósito. Además, las relaciones familiares y sociales pueden cambiar, lo que puede generar aislamiento o dependencia. Las políticas públicas y los sistemas de salud son fundamentales para proporcionar bienestar y oportunidades de inclusión. Es importante fomentar espacios de integración para los adultos mayores, evitando su marginación y promoviendo un envejecimiento activo.