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El caso de seung hui cho, un estudiante universitario de virginia tech que cometió un tiroteo masivo en el campus en 2007, matando a 32 personas e hiriendo a otras 25 antes de suicidarse. El documento analiza los antecedentes psicológicos de cho, incluyendo su historial de aislamiento social, comportamiento extraño y acoso por parte de sus compañeros. También se discuten los intentos de su familia y la comunidad por buscar ayuda y tratamiento para cho, así como las fallas en el sistema que permitieron que este trágico evento ocurriera. Una perspectiva clínica y de salud mental sobre este caso, explorando los factores que pueden haber contribuido a las acciones violentas de cho y las oportunidades perdidas para intervenir y prevenir esta tragedia.
Tipo: Esquemas y mapas conceptuales
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El 16 de abril de 2007, el estudiante universitario Seung Hui Cho usó dos pistolas semiautomáticas en el campus de Virginia Tech para matar a 27 estudiantes y cinco profesores, herir a otros 25 y suicidarse con un tiro en la cabeza El alboroto en Virginia Tech comenzó en las primeras horas de la mañana, cuando Cho le disparó a una estudiante y a un asistente residente en un dormitorio. Aproximadamente dos horas después, se dirigió a Norris Hall, donde se impartían clases, y cerró las puertas del edificio con cadenas para evitar un escape fácil. Ahí disparó unas 174 balas, con las que mató e hirió a muchos estudiantes y profesores mientras iba de salón en salón. Aunque el segundo ataque duró solamente nueve minutos, para quienes estaban atrapados en el edificio debió parecer una eternidad. El caos se suscitó cuando los estudiantes huían para salvar sus vidas. Algunos saltaron desde las ventanas del segundo piso para escapar, otros intentaron formar barricadas en las puertas de los salones. Hubo múltiples informes de acciones heroicas de profesores y alumnos que intentaban salvar a otros pero en general resultaron en sus propias muertes (resumido de Panel de revisión de Virginia Tech, agosto de 2007). En la universidad se le conocía como “el chico del signo de interrogación” porque sólo escribía un signo de interrogación como su nombre. No contestaba cuando lo saludaban, se sentaba durante horas en su dormitorio mirando por la ventana y se refería a una novia imaginaria con el nombre de “Jelly”, una súper modelo que vivía en el espacio. En una ocasión, informó a un compañero de cuarto que estaba de vacaciones con Vladimir Putin, el presidente de Rusia Por ejemplo, a Cho se le llevó a una agencia de salud mental en Virginia, donde se le practicó una evaluación psiquiátrica. Debido a que tenemos acceso limitado a los registros, la naturaleza precisa de las observaciones del terapeuta es tentativa. Los exámenes del estado mental son efectuados por profesionales de la salud mental para establecer el grado en el que los pacientes están en contacto con la realidad, si sufren de alucinaciones o delirios y si son potencialmente peligrosos. Basado en las observaciones clínicas, el análisis de su historia y la posible evaluación psicológica, el terapeuta concluyó que Cho era un “inminente peligro para él mismo y para otros”, “enfermo mental” y que requería hospitalización. El diagnóstico psiquiátrico preciso se desconoce debido a las leyes de confidencialidad. Por desgracia, en vez de designar la reclusión en una institución mental, un juez de un tribunal ordenó sólo el tratamiento externo. Como sabemos ahora, Cho nunca cumplió con la orden de buscar terapia HISTORIA Cuando era niño, los miembros de su familia, describian a Cho como mudo, frio y tímido. Su madre especuló que era “autista”, una condición asociada con el aislamiento social, retraso en el lenguaje y conducta repetitiva que, según se cree, tiene un fuerte componente genético. Algunos parientes dicen que era diferente desde el nacimiento y sugieren que su problema era biológico. En general Cho era objeto del acoso y las burlas más crueles por parte de sus compañeros tal vez debido a sus conductas extrañas. Por lo común lo molestaban, le ponían
apodos y le decían que “regresara a China”. Aunque rara vez mostró enojo, abundaban rumores de que tenía una “lista” de los estudiantes que quería matar. ¿Pudieron tales actos malintencionados de sus pares contribuir a sus acciones homicidas y suicidas? Cho era un ciudadano de 23 años de Corea del Sur con residencia estadounidense permanente en Virginia. Migró a ese país a los ocho años de edad con sus padres y hermana. Algunas personas creen que nunca se adaptó por completo a su nueva vida en Estados Unidos y tuvo conflictos culturales. Se sintió aislado, solo y distanciado de otros. Sin la capacidad o la voluntad de crear vínculos con las personas, Cho tuvo dificultad para distinguir entre la fantasía y la realidad. Cho provenia de condiciones de mucha pobreza y vivia en un sotano de tres habitaciones con su familia en Corea. Su padre era dueño y trabajador de una tienda de libros de segunda mano que producía poco dinero y llevó a su familia a Estados Unidos para mejorar su estado financiero. Cho parecía muy cohibido por ser pobre y resentía a los “niños ricos”, el materialismo y el hedonismo. Sus escritos y videos enviados a NBC News contenían declaraciones en extremo hostiles hacia quienes “tenían dinero”. Cho estuvo involucrado en tres incidentes de acoso en el campus de Virginia Tech. Los tres se relacionaban con alumnas en las que había desarrollado un interés breve pero intenso. Sus contactos los realizó a través de mensajería instantánea en su computadora. Les envió mensajes molestos, apareció sin invitación en el dormitorio de una de ellas y dejó graffitis en su pizarra de anuncios. La policía del campus amonestó a Cho para que detuviera sus contactos indeseados con ellas. Aparentemente, él accedió a tales amonestaciones. Varios profesores informaron que Cho era amenazador, que tenia una veta malvada y que sus escritos a veces eran atemorizantes, obscenos y violentos. Sostienen que tales escritos “desbordaban enojo”, eran gráficos y molestos, y tenían una violencia macabra. Una profesora tuvo tanto miedo por su seguridad y la de los otros que reportó a Cho en la oficina de asuntos estudiantiles, la oficina del director y con la policía del campus. Cada unidad respondió que nada podía hacerse si Cho no había amenazado de manera abierta a otras personas. La conducta de Cho motivó a su madre a buscar la ayuda de las iglesias del norte de Virginia. Una congregación presbiteriana sintió que Cho estaba poseído por un poder demoniaco y necesitaba una liberación espiritual. Otros especularon que Cho era el epítome del mal. Aunque las aseveraciones de que estaba poseído por fuerzas sobrenaturales parezcan inverosímiles, dichas explicaciones de una conducta extraña alguna vez fueron comunes.