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Orientación Universidad
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Brown Prejuicio Su Psicología social capitulo 1, Resúmenes de Psicología Social

Texto Brown (1995) Prejuicio su psicologia social capitulo 1 solamente

Tipo: Resúmenes

2018/2019

Subido el 14/06/2019

emile-forceville
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PSICOWCfA y
EDUCACIÓN
ENSAYO
EL
UBRO
UN
IVERSITARIO
,
RUPERT BROWN
PREJUICIO
SU PSICOLOGÍA SOCIAL
Versión de
María Soledad Andr
és
mez
,
Alianza
Editorial
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Vista previa parcial del texto

¡Descarga Brown Prejuicio Su Psicología social capitulo 1 y más Resúmenes en PDF de Psicología Social solo en Docsity!

PSICOWCfA y EDUCACIÓN

ENSAYO

EL UBRO UN IVERSITARIO

,

RUPERT BROWN

PREJUICIO

SU PSICOLOGÍA SOCIAL

Versión de

María Soledad Andr és Gó mez

,

Alianza Editorial

---------------- ~~~ ---------------

scx.ism: plus (j2 changc:. plUJ úsr parca., Pmo1llllity 4"¿ Sorial ~

"'v Bul/ni", en 13 prensa;

  • lbe Soci"y for libe Psychological Study of Social Is:\U<'$, por la Figura

8.1 de D. L Hamihon y C. D. Sishop, «A ttirudinaJ and beh2Vioral

df«u of initia] inrc:gr.uion of while suburban ncighborhoods..jouN/al

ofStKial !gues. 32 (1976) 47-67; y la "-¡gur:¡ 5.2 de S. R. Ashc: r )' V. L

Allen,. Racial prckrc:ncc a no social comparison proa:sses., JOUfflIl/ 01

Socil/llwln, 25 (1969) 157-66;

  • T he Soc ic:cy fO TRescaTeh in Child Dcvelopmcnt, por la Figura 5.4 de P:

La Frcnil"I"C y Olros, «lbe c:mcrgcnce of SilIJIc-sex affiJi¡ui~ práerences

among pre-schol pcel"$: a drvelopmenWJethological perspectivo., Child

IRwwpmrnt. 55 (1984) 19 58-65; y las figuras adaptadas 5.5, 5.6 y 5.

de M. O. Ya: y R. J. Brown, .Sclf evaluations ano jrergroup :UtifUd es in c hildT('n agaI mree ro nine., Chij¿ lJnJdqpmffll, 63 (1994) 619-29;

  • Jonn Wiley & Sons lId ., por la !-¡gura 6.5 de R C. lripalhi)' R. Srivu-

lava, .Rd:uivc depriv;uion and imergroup attitudes., EMTO~4n JouTMI

of&dlll Psychofoo, 1/ (1981) 3 13- 18 ; Tabla 3,6 de M. G. Billig Y H.

Tajrd, _Social calq;oriz.ation and similarity in intergroup behaviouf'lo,

EUTO~an JouTMi of5«iai PsychoiDV 3 (1973) 27-52; Tabla 3.! de H.

Tajfel y onos, .Soci al catq;orizalion and imergroup behaviouf'lo, Eu-

roptan Joumal of Social ltychology, J (1971) 149-78; Figura 6.2 de l.

5.ao:hdev y R. Bourhis, .Snrus difTerelllials and intergroup behaviour.,

Europra" JounUli ofSocial ltyrholDV /1(1987) 277-93;

Se ha realiz.ado el mayor ofueno posible pan encoml':lf a todos los propie-

tarios de dt'nx.hos de 2UtOr, pero si alguno se hubiera pas3do por alto de forma

inadvenida, el editor estarla dispucsto a llegar a un acuerdo a la primen opor_

tunicbd que se presentar;t.

CAPfTt]LO I

LA NATURALEZA DEL PREJUICIO

l. FOlo fija del dOOlm~m:al de la 8Be Blm:/t.nJ Whilt (l9Sn. En I~gb\e r ra: a

medi:ados lk los aliOlI ochenta, CAOS dOll hombra plieron en busca del mISmO :aloJa-

mien.o, empko y formas de ocio, IleY.tndo eada uno una dm.:u:a oculta y un micrófo-

no. AJ hombre de la izqu¡~rd... k mchaz:uon en di$tintas ocasiona, mienlns que si attp-

t2ron al lk la derech:a. El doeumen.:oI de tdmsión rauh:ante $UPUSO una da ...

lklllO!llnción <k la r=lidad <k b discriminación de muchas minorlas "nie;¡,¡ en Cl1In

Brcu.I.a.

plU¡jurao

mla, sociologla, etc,). Al asumir el pumo dc vista que sostienen LeVine y

~pbdl (1972), conduyo que Cld3 un3 de estas diferemes perspectivas 3por-

t3 Interpm3ciones valiosas sobre 13 n.3ruraleza del prejuicio, sin est<l.f rubordi-

~adas o poder ~ucirse 3 un nivel de :m:l!isis más fumumental. Al mismo

u~mpo ~nozco que, 3 la lug;¡, en una finura utopla de ciencia social, I{)$ dlrerentes up05 de. :ucllisis tendrán que mamenef cieno grado de coherenci emre si y podrían Imponer rcstricciollCS emplricas y conceptUales 3 las n~orfas de los rcst<l.mes :l.mbiIOS.

(QuJ ~ ti prrjllkio!

Son las cino:o de' la larde en un sitio indetermin3do de' Bri stol, al oeste de Ingl3- te~1'll 3 med iados de lo.s años ochent3. A GeoffSmall, un hombre negro de unos veinte años, le aClban de' ensc:l\ar un pi50 pat:l alquilar, propiedad de un hom- bre' blanco.

SMAU.: ¡Soyd primero que lo ha vi~to? CASI;RO: ••• sr, pero hay 01l":1J (X'rwnas que también están interesada.!. IRnlro de un momemo, a y din, IItga Olro y a la Kis espero mis gente. SMAI.1.: Df; acuerdo. ,Y I¡ué criterio va a &eguór para adjudicarlo? CASERO: Bueno, voy 3 ir viendo a la gt'nte que va llegando. Despu6; les llamaré por teléfono pu" avw.rJes.

Diez minutos después un segu n do hombre, t"mbién de unos veinte años llama preguntando po r el mismo piso. Se llama 'fim Marshal l. Casual mem e ~ blan-

co. Odpués de ver el pi50, le pregunta al casero cómo decidi rá quién Se' quedar.!.

con él.

~HAU..: Si eslUvitto imcresado... ¡Se Ioof= al primero en 1kpF.

CUfJlO: (dUlbndo) ... bueno ... s/ .•. en principio ... a alguien ad~ yo ledilÚ que ~.$upoogo. ~ro ... en aI<IIquieraso ... siempre punto dccirql.lC 0ya lcavÍ5a- rb (nsa embaruosa). WJWIALL: IR acuc:rdo. d piso me gusta. ~rod aso es que ... lengo ... CASUO: ¡ ...0ItOs pisos que ver?

MAllS~. SI. dos más. Me rerlM) a que si lengo que competir con a1gui<:n. Es

decir, ¡le ¡nlel"CS:l. a alguie n mis? CASERO: Ver:l USted. Vine a las 4 en pumo. A las 6 negó un tipo -----(nlre 6 y 7-

y ... bueno... suena un poco raCÍ5la ... el caso es que el"ll negro -un tipo en-

ca~(;IJor- pero pen~ que podr!a haber problemas, as! que le dije que ya I~ av'sarla. MMUHAIJ.: ,UJled no le alquilarla a un negro ..?

olA NATUIlALEZA DEl. P ulo"'oe'__________ CASfJtO: No. Era un lipo encantador, no creo. Pero, por OTI"lI panc, el"ll muy grandullón y parecía W1 poco dificil de tl"lltar. Mr que pensé que ¡><><Iría CK~r problemas. MARSHAU-: Vaya por Dios. No si que decir. No quiero perderlo, pero i2JTlpooo le puedo ruponder que si con seguridad. CAStRO: Bueno, tnlg<> ¡ambitn otra habitación para alquilar ... MAllSHALJ.: Bueno. me:uri<-sg:ut. porque dice tü{nI que nO K lo va a of=r al chico negro, ,no? CASERO: Eso .s..

Según baj:m las csalcru p;u;t ensefi.arle a Marshall el o:terior de la vivienda, d

asero continúa justificindOSC' por no querer alquilar al solicitantc an terior, y

en un momefliO dado le Ilq;:.t 3 describir como oun poco arropntoo.

Los dos prauntos inquilinos, que en rmJidad es uban rali1.;tnoo un docu·

mental pan televisión, filmaron en .secreto los dos encuentros (BJ.uk and Whit~,

BBC Telcvision, 1987). Provistos de micrófonos r clmaras oculras bUSQ ron

alojamiento, empleo y fo rmas de' ocio. El documental Cta, de ho::ho, la répliCl

televisiva de una fumosa investigación inidada por una comisión nombrada por

el gobierno briclnioo e' n 1965. El objeto de' esta inveslÍgaci6n fue analizar la

nalurnlc:'M! y d alClnce de la discriminación dc las minodas c!micas en Gran Bre-

tafia (Daniels, 1968). Como en el programa de televisión, IIna de las lécnicas d~

investigación consistía en enviar tres entrey;stadol"C$, que se hada" pasar por

solicitames autémicos, en búsqueda de' alojamiemo. cmpleo y todo lipo de ser-

yicios. Los en trevistadores Se' pam;lan en casi rodos 105 aspectos: alad, aparien.

cia, cualificaciones similares, pero presentaban a1gullas diferencias cruciales: el

primer solicitante para cualquier vacantc era, casualmeme, de' piel algo más

oscura que los otros dos, porque era caribeño o asiático; el segundo solicitante

en de' piel blanca. pero hÚIIVro; y el lerecTo en sie'mpre inglés r blanco. Los rcsu],:::ados fue'ron dramáticos: de un total de 60 ClSC'1"OS aborchdos, los

hindúes recibieron idéntico rnuamiento al de los otros dos en tan sólo 15 OCI-

¡iones (Danie!s, \968). En 38 de l.u otras 45 ocasiona, Se' les comunicó que' habl3n perdido d piso cuando a los otros dos solicit3nta se les dito más 1 2rde

que 3ún esta!» I':IClme. Cuando solicita!»n empleo, Se' la aplicó igualme'me la

más pura discriminadón: se 31xmlaron 40 empresas. Como muestra la Tabla

1.1., en no menos de 37 ocasiones a los 5O l icitamC'S c:uibcños o asi:l.t icos Se' les

dijo que "o habla v;KaIltcs. Los ingl esc:s blal!S=OS recibie'ron sólo \O rechazos

rotundos de esle tipo. y los húngaros 23. Las oferras di reclas de" e'mpleo o es·

dmulos para 50 Iic itarlas mostr:aron un sesgo similar. La antigüedad de la investig:¡.ci6n podria llevarnos a ruestionar estOS resulta-

dos. Sed a posible preguntarse si tr.115 casi tIa décadas de relaciones interraeiales

y con una legislación que: favorece la igualdad de oportunidades prcsenda rl :unos

tan e:~denle discriminación h oy. Yo no sería muy oplimista. Ese documental de televISión reveló repetidos ejemplos de lratllmienlo di.Kriminafivo emre repor- lc;os blarw::os.y negros. Que la discriminación persiste se conflrma en tres repor-

tales mois re<:lemes. Uno, del Urban In.nifUte Ik Washington, EsradO$ Unidos,

usando. la .m i.sm~ t&:nica que Daniels ( 1%8), mostró que cuando se daba el

ltato dlscnmmanvo enln:: los solicitames de empleo, los blancos reciblan tres

veces más ofenas ~~ trabajo.que los solicirantes negros con cualiflcaciones equi-

vale.mes. A 10$ soll"rames hispanos sólo les iba un poco mejor, y la comparxión

equlvaleme revelaba que los anglosajones re<:ibtan dos veces y media más ofenas

(Turner'! otros, 199 1). En segundo lugar, la Comisión Briclnica para [a Igual-

dad Racial ,:,daba qu.e m~ dd 20 por ciemo de las agen ci as de alquiler en 11

pueblos y CIudades bnclmca:;; aún practican la discriminación de las minorlas

ánicas en la asignación Ik [as viviend;u de alquiler, aunque, afol"lunadameme,

10$ p~ietarios individuales y los hOleleros se mOSlraron algo menos discrimi-

na lor lOS (eStR, 1990). En tereer lugar, un estudio de la discriminación a I)(:(p~e ll a ~I a emre los mMicO$ de los hospilales br idn icos moslró que una so lt c ll ud enviada ~ r correo de alguien con apelli do que sonara inglés tellla dos

vcces mas p,"?babllidades de pasar a la lisa Ik emft'VÍsr:ldos que un solicirame

cueruneme Igual con apellido ;uiitico (Esmail and Everington, 1993).

7,,"fA 1.1. Discriminación en el empleo en Gran Brclali> a mediados de los a~o¡ 50enta

&,p~. ,-^

lIúnpt_ (^) AliJrinIs

,.- bO_^ .tllrilNü,

OfelT2.l de empl..:> o al/mulos p= solicitarlo "

,No hay pI:w. de mommlOO pero le piden detaUes O SI: pide que Jl;mw,n de: nuevo (^15 7 ) _No hay plauso (^10 23 ) FI.IlI<n: o..,itl. (1%8), ubb 11.

y tr.u ("Seas estadísticas 5ubsiste una triste realidad de desdén ve rbal cotidia- "~, a~$O.y amena:w .de ataq~es Ilsicos par;¡ muchos miembros de los g rupos ~motllatlos. ~ún Cifras re<: l cnr~, hubo un incn::menro dI' mú dcl SO por

"elllo en cl numero de ataques r,¡CllllaJ de los que se informó a la policfa en cl

periodo de 19~8 a 1990 (e8IR, 1993). Qu i:cl la siguielllc nota anÓ ll ima que

U.cgó por debajO de la l)lIera aUlla r.'mH ia británica negra sirva como úllimo ejemplo par;¡ rIXo rdarnos que cl prej ukio puede a veces, i nduso a menudo,

'J..ANA~PEL' 100. COntener clementos de abkrta ho~tilidad y violencia: .Pron to aprelH.kcls una

buena lección, puta ncgr.t. Las de tu dase no merccen ir con hombres blancos.

Vuélvete a ÁlTica, cscom. Negra ba!;taroa, si no,,~ rojo a ti, ~n! a tUS hijos».

(lndrpnulnlt, 13 de rebn::ro de 1990.)

Todos estoS ejemplos pemnccc:n a un tipo dcternlinado dI' prejuicio: el pre-

juid o h ada micmb ros de minodas ~tnica.s. H ay, por supuesto, otras muchas cia-

ses de prrjuidos: contra las mujeres, los homosexuales, los minusv:l.lidos, como

quedad. cbro en las pigin;u de estC libro. Pero, ¿qUl! quen::mO$ decir cnctamen- te con la palabra pn::juido? Uegados a este pumo la tradición es acudi r al dkcio- nario, en donde se deflne cl pn::jukio como:" Un juicio u opinión formado dI'

antemano o sin cl debido aamen •. (Cha",¡m, Eng/iJh Dittirmdry, 1988.)

Definiciones como é$:ta han llevado a muchos psicólogos sociales a tildar

es;u caracrerística:;; de. incorn:cns» o. in CUCt2$> en sus ime ll tos de defi nir cl

prejuido. AsI, por ejemplo: o. EI pn::juicio ~tnico es una antipada basada m UII

gm("rQlirAri6n UTÓn(1l ( ;IIJkxib/(. Puede $CntitSl' o expresatSl'. Puede dirigitSl'

hacia un grupo como TOtalidad o hacia un individuo en ramo miembro de ese

gruPo' (A Upon, 1954, p.1 O Uó!. cursiva es mla]).

O este otro: o.EI juicio previo negalivo hada 10$ miembros de una tna o reli-

gión o hada los pertenecientes a cualquier otro grupo de signiflcación social, sin

consitÚmr los huhos que lo rontmdima UOlles, 1972, p. 61 [ 13 cursiva es mla]).

O este, aú n más reciente:. Una actitud negativa iJljUJrificadn hacia un indi-

vi d uo basada ún icameme en su pertenencia a un gru po' (Worchd y o rros, 1988 p. 449 [la cursiva es mCa]).

Estas deflnidones de la psicologla social resultan mil recomendables que

las basad as en enfoques formales del l6:ico. En pan ic ular transmiten, acertada- me nte, un aspecto esencial dd fenómeno de prejuicio: Sil oriema ci ón $OCial, ranto h.tcia grupos de pcnonas como totalidad o hacia individuos tl ellusa de su pel"lenencia a un grupo delerminado. El mTO f:tClor común en e5las deflnicio- nes es que destacan el aspecto negativo del prejuicio de grupo. Por supuesto,

lógicameme, el pn::juicio put de tene r l;1nlO forma positiva como negativa. Por

ejemp lo, yo estoy pa ni c;;ulannellle bi(,n dispuesto hac ia todo lo italiano: me

encanta la comida italiana, el cine ilaliano, y no dejo puar una oportunidad

para pr;¡elicar mi nefasto italiano con cualquicr.t qüe estt dispuesto a CSQldar-

me (para vergüenza de mi familia y amigos). Sin embargo, tan inofensivo capri- cho apenas constituye un problema social de impor tanda que reclame n U('S tra atención como ciemlficos sociales. Más bien, el tipo de prrjuicio que sub)'3ce en muchas sociedades del mundo de hoy y que requiere nuestra comprensión con urgencia ('$ la variedad negal iva: el trato receloso, temcroso, sospechoso, despectivo, hostil y, en t\hima instancia, asesi no de un grupo por parle de otro.

Por lalllO y ~gún los aurores mencionados InM arriba, en esle li bro me ocupan!

dc las variaciollCS que se producen en cstaS diversas rormas de anrip:u!a.

JI PR§!UIQO los 3 Y 4). Sin embargo ignorar que la naruraleza del prejuicio conlleva una gran carga emocional -incluso se podrfa hablar de saruración-, ral y como se da y experimenta en la vida cotidiana es, me parece a mí, pasar por alto algo

completamente fundamental. Por tanto, en las páginas que siguen el tema re-

currente será la interacciÓn entre los procesos cognitivos y procesos más moti- vadonales implicados en el prejuicio.

VII mfolJul! dI! la psicologla social

Al halx-r definido lo que entiendo por prejuicio deberfa decir unas palabras sobre el enfoque analítico general que adoptaré a lo largo del libro. En esta fase presentaré una visiÓn muy amplia sin ofr~er demasiados daTOS ni argumentos que apoyen la teoría. En capftulos posteriores aportaré documentaciÓn más dcullada. w primero en Jo que quiero insistir es que considero el prejuicio, ante todo, como un fenómeno que se origi na en procesos de grupo. Hay tres aspcv

1m; eslrc<:hamenre relacionados entre si en donde esco es así. En primn- lugares,

como he escogido defin irlo, una orientaciÓn hacia la toralidad de categorías de

personas antes que hacia individuos aislados. Aun en el caso de que su objetivo

en un ejemplo concreto fuera sólo un único in dividuo (como en el ejemplo con

el que comencé la secciÓn anterior), aun asf, las caracterCsticas individ uales de

esa persona importan mucho menos que Jos indicadores que le sitúan a él o a (

el la en un grupo ames que en Otro -por el nombre, el acento, el color de piel,

etc.-. La Sfl,Ullda razón por la que el prC'juicio deberfa considerarse como un pro-

ceso de grupo es que, muy frecuentemC'nte, tiene una orientaciÓn socialmente compartida. Es decir, un gran número de personas de cualquier Se'gmento social estarán en general de acuerdo con los cstereotipos negativos de cualquier exogrupo dado y se comportarán de forma similar hacia ellos. AunquC', como vef'('mos en el próximo Clpflulo, hay algunas rawnes para creer que, C'n sus for- mas m~s CJ¡tremas y crónicas, el prejuicio se podrla asociar con algunos tipos parriculares de personalidad, no debemos eludir la conclusiÓn de que Se' trata de un fenÓmeno demasiado extendido y frecuente como para consignarlo, sim- plemente, a la esfera de la patologfa individual. La rurua raZÓn pl"OCl.'de direc-

tamente de las dos primeras. Ya que el prejuicio se dirige normalmente tÚsdl!

unm; grupos determinados hacia otros, no debería sorprendernm; demasiado

descubrir que las relaciones entre esos grupos juegan un papel imponantc en su deTerminaciÓn. Por tanto, rales relaciones inrergrupalcs como un conflicto a Clusa de la escasez de recursos, o la relaciÓn de poder de un grupo sobre otro, o una gran disparidad en tam año o esta tus, pueden tener implicaciones cruciales en la dirección, nivel e intensidad del pf'('juicio, como mostraré en caprtulos « LA NATURAlEZA DEL PR~!lIC;IO"'-, _________ _ posteriores. En efecto, la naturaleza ¡Ilurgrupa/ del prejuicio es el tema central que subyace a todo c1libro. El segundo aspectO general a considerar acclCl de la perspecriva que se va a

adoptar es que el centro de mi análisis será predominantemente el individuo. En

otros términos, me ocuparé del impacto que diversos f.tcrores causales tienen en las percepciones de los individuos, en sus evaluaciones y en sus reacciones eon- ductuales hacia miembros de otros grupos. Estos faerores causales podrían pre- sentar var ias formas. Algunas se podrían localiur individualmente (como en el caso de cierta personalidad y procesos cognitivos; v<'anse Capftulos 2-4). Por aira parte, muchos de los agentes causales mJ.s poderosos, como veremos, proceden de las C31'3cterfsticas de la situaciÓn social en las que se encuentran las personas

(por ejemplo, la inAuencia social de sus iguales o la naturaleza de las relaciones de

las metas intergrupalcs; véanse Capltulos 6 y 8). Otros, incluso, podrían tener sus origen en una sociedad mJ.s amplia, eomo revelar:! nuestra exposición de la

influencia de la socialiución (Capitulo 5) y el análisis de nuevas formas de prejui-

cio (C apf tulo 7). Pero incluso en lodos esos ejemplos, lo que a mí me concierne como psicólogo social son sus implicaciones en la COnducta social del individuo. Ahora bien, ya que esro parece entrar en contradicción con la afirm aciÓn

anterior de que el prejuicio era esencialmente un proceso de grupo, es preciso

elaborarla un poco m:is. En efecto, como ya he argumentado en alguna pane, esta contr.tdicciÓn es m:is aparente que real (Brown, 1988). Afirmar la impor-

tancia causal y las caracrerísticas distintivas de los procesos de base grupal en

psicologla social es simplement e r~onocer que los individuos y la conducta

individual se puede lransformar en contCJ¡tns de grupo igual que un objeco

metálico puede vC'rse afectado por la presencia de un campo magnético. La pre-

sencia del campo magnético -----IIlgo externo al propio objeto-- no nos impide describir y predecir lo que le sucederá al objeto. De la misma manera es posible analiur la conducta de los individuos como parte de un modelo coherente de procesos de grupo!. Examinemos las acciones de protesta durante una manifes- tación por los derechos de los homosexuales o en un episodio de un conA icto étnico. Efectivarneme, esas acciones ----su forma, direcciÓn e inrensidad- pr<r lxtblemenre van a estar conformadas por las normas y las metas de los que están en su entorno y por las re laciones emre los grup06 implicadm;. Sin embargo no por esto esas acciones inciden menos en la conducta social de las personas indi· viduales, y como tales caen de lleno en la csfera de la RSicologf a social. Ahora ya podemos ver la resoluciÓn de la aparent~ contradicciÓn entre la

pretensión de estudiar el prejuicio simultáneamente como fenómeno d~ base

¡ En =Ii<hd. lun.k>gja 0Xl loo ca "'pos nugnt<i cco no .. muy p"'¿I> porque. a diferencio de 1", obje- ,o;s in;mim.Jos, 1 "" ..... hmanO;S tic""" b ~u1 d< 01,,,., y !<'Crear loo campos. nugniticoo. de grupo en 1", que .. encu. mr:ut. FJ Dun,o ronu". en quc: Sta ¡nten,,,, de ~rlo. a pesar d< todo. 5< pue-_ den anaii= romo ro ...,i'u".n, ,," individuales de un ,i.te"" organiudo (A.ch. 1952: S,tiner, 1986).

I'UJUICO

gruJM/Y r:unbitn a nivd de la eognici6n, la emoci6n y la conducta individuales.

La clave estl. en comprender que no moy proponiendo d estudio simultl.neo de conducta individual y condue la de grupo en si mismas; son, lllI.turalmen te,

niveles de an~lisis basume diJCremes. Más bien me gusuría distinguir enlre

individuos ifU,,/ldÚ4n (omo minnbrtll& unfl'UJ'I'-e5 decir, en ruón de 5U per-

tenencia al grupo- e indilliJut1l ifW QrfÚlln romo indilliJUQs (Sherif, 1966; Taj-

fd, 1978). Es de la primera clase de conduCla --c u ando las personas actúan

como. mujeres» u. hombres. , como .homos _ o .heteros», como. negrtl$JO o

como .blancos- de la que me ocuparé principalrneme a lo largo de este libro.

Al defender esu tipo de enfoque de la psicologb social debería dejar claro inmediaramenre que no creo en ningún momen¡o que la psicología $Ocial tenga ninguna posición disciplinar privilegiada al proporcionar cxpliaciones y remedios COnlra d prejuicio. Probablcmenle, sólo $Cría posible una completa comprensi6n del fen6meno si tomáramos debida cuenta de la compleja mezcla de fuerzas estructurales hist6ricas, pollticas, econ6micas y sociales que actúan en un comcxto dado. Otros m;is cu.alificados que yo mm argumentado, persua- sivameme, a F.lVor de la importancia de talcs perspectivas macroscópicas en el an¡i]isis del prejuicio y yo me limit.ut a examinar ----;lunque someramentc--lo que creo que es la escncia de sm argumentaciones. (Para una aposici6 n más completa vbsc: las contribuciones disias y contemporineu de Barllon (1983), Cox (1948), LeVine y Ca.m pbell (1972), Miles (1982), Myrdal (1944), Ro: (1973), Simpson y Yinger (1985), van den Berghe (1967).) l La historia es impolunte porque es quien nos lega nuestra lengua, nuesu1LS tradiciones culturales y sus normas y nu estras instituciona sociales. Todas ellas cumplen un papel significativo sobre cómo llegamos a consu uir nucstro mundo en tüminos de las diferentes c.negarlas socialcs, el p rimer e indispensa- ble precursor de todu las formas de prejuicio (véase Capítulo 3). De la misma manera. no se pueden ignorar los procesos po líticos porque éstos ayudan a determinar la legislaci6n de un pals en 10 que $C refiere a los derechos civiles

bisicos o a su polftica de inmigraci6n (por nombrar dos temu). Además, al

afectar dilUtamenre 3. las vidas de los grupos minoritarios (normalmente en su detrimento), tales polfticas contribuyen al encuadre ideológico en el que dife-

ren tes grupos ¿micos (y otr(5) $C valoran difercnciadamcnte en la sociedad.

Miles (1989), por ejemplo, ha descrito cómo el asentamiento europeo en Aus- tralia y d subsiguienrc desarrollo de una polftica de la -Australia blanca> en los primeros afios de este siglo estuVO hist6ricamc:nte acompañada por 12 emergen- cia de varios tt'rminos raciales, tanto en lenguaje oficia.! como en d lenb'WIje cotidi ano. Ha y algo de ¡clgica ironía cn d ho:ch.o de que el .éxito" de esa políli-

, Eou. ................. ~, ..... 1 ... decitu m il)' od<crin y cd&ti<:o y ........ "-juMici.o a lo ~ ....... dad de 1»bIiotr>Ila oob .. 1as mao y las Jdadone< i","""paIos film. de la pUo;oIop> tociaI.

dA N,I.·ruRALI'.ZA I)EL ~ , o.

ca de la .AU5tra.1ia bl::l.lIca > al perpetrar d as:a.lto y la opresi6n sistem~tica de 105

pobladores abodgena haya tenido como resultado su desaparici6n vinual de todas lu .historias> del continente (Pilge r, 1989).

Los factores económicos pueden cumplir un papel imporrante -algullO$

dirian decisivo- al regir las relaciones entre los grupos en la sociedad. Cuando

un gtupo tiene los medios y la volumad de apropiarse: de la totalidad de los terri- torios de Otro con el propósito de su exploraci6n econ6mica, como en d caso de

la coloniuci6n briclnica de grandes partes de África, Asia y Australia, las creen-

cias racistas a menudo $C han desarrollado como justificaci6n (BanlOn, 1983). De forma al tern ativa, la demanda de Imbajo en una l:Conomla industri~iz.ada puede transfornur pUntOS de visa prrviameme aceptados sobre Las capadd.ades

y los derechos de algunos grupos vinualmente de la noche a la mafia na. Esto.ha

quedado demostrado clarameme en el documenta.! Rl1sie Iht Riwtr, que descn~

la transformaci6n absoluta de la actitud pública hacia el hecho de que las mUJe- res realiuran trabajos a tiempo completo _particularmeme en d ~or de ~u

ingenierlu- durante 1:;0. Segunda Guerra Mundial~ ~mo co n $CCuen~la del ah~

camiento de los hombres en las fuenas armadas. El Igualmente ráp,do cambIO de esas mismas actitudes y la correspondieme presi6n sobre lu mujeres p:;o.ra que

permanecieran en casa como cuid..doras en la t'poca de la .posguerra es un~ con-

finnaci6n posterior de la influencia de las fuenas econ6mlcas sob re las aCllwdes

y la conducta intergrupales. E.n frase fdiz; de Simpson y Yinger (1972):. El pre-

juicio existe porque alguien gana con ello. (p. 127). Aunque no F.icilmeme separables de los faelOre5 que $C acaban de co- memar, la esu uct urJ misma de la sociedad, su o rganizaci6n en subgrupos y la

disposici6n social de esos ~ ru pos. pu~en jugar s~ papel en la. c rctci~n y el

mantenimiento del prejuicIO. Como ejemplo consideremos la dtfc~ rencla elllre sociedades compuaras por gntpos que aumentan en tamafio e inclusi6n (fami- lia, pueblo, regi6n, etc.) y aquell as en las que 1~ grupos se cruzan un~ con otros (por ejemplo, alll donde las normas prescriben que las personas Ile~e.n

que C2Sa1"5C fuera de su comunidad inmediara; por tanto, $Olapándose la famlha

y los colectivos del pueblo). Inspirándose en ampli ::u fuemes amropol6gicas, LcVine y Campbell (1972) sugicccn que el segundo: tipo de sociedad es menos dada a conflictos internos a causa de las estructuras de Icthad conCUlTCnta cread~ por el cruce repetido de los diferemes gru pos (véa5e Capítu.lo 3). ~tros tipos de anál i5is social rcvdan c6mo las institu ciona y las pri~llcas socla~a

pueden es.:istir para regular ti acceso de los diferentes: grupos soclalcs. a I~ blt-

nes y scrvicioi. Tal acceso d isc:riminativo puede, pues, perpetuar y qUlz::\s IIlclu-

.so acentuar 135 disparidades o:istentes que, sucesivameme, pueden generar SUli

propias jUlitificaciones aUI05atisbctorias para crear prejuicio contra grupos ~r ticubres. Tomemos el acceso a la educaci6n. En Gran Brctal\a las oportunida- des de acceso a la universidad están fuerlememc re1ac i on~das con la clase social

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Bibliflf?lfia

AWOIIT. G. W. (195.). "J"M N"nnr '¡PITj"¿;rt, Glps. 1, .4. 15 .lbd ing: Addison-Walcy. BIICI'WN. R. J. (1988). Gr.,,!, Prwasn. cap. l. Oxford: &.sil BIrlwdI. SIl~IW'. M. ye W. SHEJU F (1969) (nt. .),¡nsnJisripli'l Rd.tn.lIShi" ¡ti rht-#WSdnKn._ Chiago: A1dine.

CAPITULO 2

INDIVIDUOS PREJUICIADOS

  1. &guid or del !':Inicio N:.cion:.J BriúnÍ(o. Co n (m:un><:i~:Ie p~JWI '1"" l:u prn&- nas anemacbmmte prqu icww (~n un,. Clr.!C I(IÚ,i cas tk puwnalitbd pMticula- ru. Sin embargo. 1:$10 es J6Io un ~o del problema. los fact OIU sociales y 5.ituacio). naks son. a menudo, delcrmiruntes mio impo.um a dd p.quicio.