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El problema de la causalidad: una perspectiva de Hume sobre la conexión causa-efecto, Apuntes de Filosofía

Este texto discute el principio de causalidad y el problema que surje al aplicarlo a la explicación de relaciones entre hechos. Hume critica la idea de que la causalidad es una conexión necesaria entre hechos y argumenta que solo es una operación mental basada en la costumbre y la creencia. Una reflexión filosófica sobre la naturaleza de los hechos y el conocimiento contingente.

Tipo: Apuntes

2019/2020

Subido el 05/02/2020

vicky-durigon
vicky-durigon 🇦🇷

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1. El problema de la causalidad
El principio de causalidad dice que todo lo que existe tiene una causa y que, por tanto,
podemos establecer entre los hechosuna relación de causa-efecto.
El problema deviene cuando aplicamos esta manera depensar a la explicación de las
relaciones entre hechos, es decir cuando por medio de la causalidad tratamos de
expresarnuestro conocimiento de hechos. Cierto es que si no recurriésemos al principio de
causalidad, entonces nuestroconocimiento se quedaría en la mera percepción de
datossensoriales aislados, es decir, en la evidencia de nuestrossentidos, y a lo sumo en un
recuerdo o memoria de esas evidencias.
Sin embargo, nuestra mente, para poner orden en laserie de acontecimientos que componen
la realidad, necesitaencadenar esos acontecimientos (en eso consiste explicarlos) yla forma de
esa cadena, la estructura de ese orden, es la causalidad: necesitamos inferir qué pasará
mañana a partir de lo observado hoy, necesitamos inferir que cuando veo que una bola de
billar golpea a otra y esta segunda se mueve, podré afirmar que eso mismo sucederá cuando
de nuevo me encuentre ante semejante situación. A la vez, necesitamos establecer un orden
temporal en la sucesión de fenómenos: que el golpea de la bola A sobre la bola B es anterior al
desplazamiento de esta última, por ejemplo.
Así pues, la causalidad es, en definitiva, la afirmación de una conexión necesaria entre el
hecho presente y el que se infiere de él. Pero, en primer lugar hay que tener en cuenta que los
hechos son siempre contingentes y particulares, porque una cosa que es puede también no ser
y porque no pueden existir hechos absolutos, universales: un hecho es que ahora está
lloviendo, pero la existencia de este hecho no impide la posibilidad de su contrario, es decir,
bien podría ser que ahora no estuviese lloviendo. Por tanto, el acontecimiento de los hechos
es contingente y particular. Así que llover no es un hecho universal: no siempre y en todos los
casos llueve. Unas veces llueve y otras no llueve. En segundo lugar, si los hechos son
contingentes y particulares, el conocimiento que podamos tener de ellos será de idéntica
naturaleza, es decir, conocemos casos particulares, conocemos por experiencia (los hechos
nunca se conocen a priori, es decir, de manera anterior a la experiencia): en el estado X, bajo la
función Y, ocurre N. En el siglo pasado todos los cisnes observados eran blancos. O bien: he
observado que los cuerpos X e Y se dilatan con el calor. Pero el problema reside en que este
conocimiento contingente e inductivo necesita dar el salto hacia lo general y necesario, a lo
válido en todos los casos, con lo que tendemos a inferir, por ejemplo, que si X cuerpos se
dilatan con el calor, entonces el calor dilata los cuerpos. O bien que si los cisnes conocidos son
blancos, entonces todos los cisnes son blancos. Pero, ¿por qué se produce este salto? Porque
la causalidad, esa conexión causa-efecto con la que pretendemos explicar nuestro
conocimiento de hechos, tiende a afirmarse necesariamente. Y aquí es donde Hume pone el
acento crítico argumentando que no hay razón para pensar que lo ocurrido en N número de
experiencias vuelva a suceder en la experiencia N+1; es decir, porque en el pasado todos los
cisnes que he conocido fueran blancos, no tengo razón suficiente para afirmar que todos los
cisnes del mundo (pasados, presentes y futuros) han de ser blancos.
Entonces, ¿qué provoca ese salto de lo particular a lo general, de lo contingente a lo
necesario? Según Hume, la costumbre, el hábito de la observación pasada y la creencia o
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  1. El problema de la causalidad El principio de causalidad dice que todo lo que existe tiene una causa y que, por tanto, podemos establecer entre los hechosuna relación de causa-efecto. El problema deviene cuando aplicamos esta manera depensar a la explicación de las relaciones entre hechos, es decir cuando por medio de la causalidad tratamos de expresarnuestro conocimiento de hechos. Cierto es que si no recurriésemos al principio de causalidad, entonces nuestroconocimiento se quedaría en la mera percepción de datossensoriales aislados, es decir, en la evidencia de nuestrossentidos, y a lo sumo en un recuerdo o memoria de esas evidencias. Sin embargo, nuestra mente, para poner orden en laserie de acontecimientos que componen la realidad, necesitaencadenar esos acontecimientos (en eso consiste explicarlos) yla forma de esa cadena, la estructura de ese orden, es la causalidad: necesitamos inferir qué pasará mañana a partir de lo observado hoy, necesitamos inferir que cuando veo que una bola de billar golpea a otra y esta segunda se mueve, podré afirmar que eso mismo sucederá cuando de nuevo me encuentre ante semejante situación. A la vez, necesitamos establecer un orden temporal en la sucesión de fenómenos: que el golpea de la bola A sobre la bola B es anterior al desplazamiento de esta última, por ejemplo. Así pues, la causalidad es, en definitiva, la afirmación de una conexión necesaria entre el hecho presente y el que se infiere de él. Pero, en primer lugar hay que tener en cuenta que los hechos son siempre contingentes y particulares, porque una cosa que es puede también no ser y porque no pueden existir hechos absolutos, universales: un hecho es que ahora está lloviendo, pero la existencia de este hecho no impide la posibilidad de su contrario, es decir, bien podría ser que ahora no estuviese lloviendo. Por tanto, el acontecimiento de los hechos es contingente y particular. Así que llover no es un hecho universal: no siempre y en todos los casos llueve. Unas veces llueve y otras no llueve. En segundo lugar, si los hechos son contingentes y particulares, el conocimiento que podamos tener de ellos será de idéntica naturaleza, es decir, conocemos casos particulares, conocemos por experiencia (los hechos nunca se conocen a priori, es decir, de manera anterior a la experiencia): en el estado X, bajo la función Y, ocurre N. En el siglo pasado todos los cisnes observados eran blancos. O bien: he observado que los cuerpos X e Y se dilatan con el calor. Pero el problema reside en que este conocimiento contingente e inductivo necesita dar el salto hacia lo general y necesario, a lo válido en todos los casos, con lo que tendemos a inferir, por ejemplo, que si X cuerpos se dilatan con el calor, entonces el calor dilata los cuerpos. O bien que si los cisnes conocidos son blancos, entonces todos los cisnes son blancos. Pero, ¿por qué se produce este salto? Porque la causalidad, esa conexión causa-efecto con la que pretendemos explicar nuestro conocimiento de hechos, tiende a afirmarse necesariamente. Y aquí es donde Hume pone el acento crítico argumentando que no hay razón para pensar que lo ocurrido en N número de experiencias vuelva a suceder en la experiencia N+1; es decir, porque en el pasado todos los cisnes que he conocido fueran blancos, no tengo razón suficiente para afirmar que todos los cisnes del mundo (pasados, presentes y futuros) han de ser blancos. Entonces, ¿qué provoca ese salto de lo particular a lo general, de lo contingente a lo necesario? Según Hume, la costumbre, el hábito de la observación pasada y la creencia o

confianza en que lo ya conocido se repetirá de igual manera en el futuro. Así pues, en opinión de Hume, la causalidad no es algo real, es solamente una operación de nuestra mente (su base es psicológica) que se apoya en la costumbre y la creencia son hechos, no explicaciones. Lo que existen son fenómenos, es decir, hechos contingentes, particulares.