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bioquimica de los problemas medicos
Tipo: Resúmenes
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En los últimos años, la prevalencia de enfermedades relacionadas con el desgaste laboral ha aumentado considerablemente, lo que refleja un cambio en los patrones de salud en el ámbito profesional. Este fenómeno está vinculado directamente con una variedad de trastornos tanto de salud mental como física, los cuales son desencadenados o exacerbados por el estrés crónico. Comprender los biomarcadores directos e indirectos del estrés resulta fundamental para los profesionales médicos, ya que esto permite un enfoque más preciso y efectivo en el diagnóstico y tratamiento de condiciones relacionadas con el estrés. El estrés activa dos ejes principales en nuestro organismo. El primero es el eje simpático-adreno-medular , que responde de manera rápida y autónoma a situaciones estresantes mediante la secreción de catecolaminas. Este eje genera respuestas inmediatas como aumento de la frecuencia cardíaca y presión arterial. El segundo eje, hipotálamo-hipófisis-adrenal , se activa más lentamente y produce la secreción de cortisol, hormona encargada de aportar energía a nuestro cuerpo para enfrentar la situación de estrés. A través de estos ejes, el organismo se adapta para mantener un equilibrio, pero el estrés crónico puede generar consecuencias negativas si no se regula adecuadamente. El cortisol, a largo plazo, tiene efectos perjudiciales para la salud. Su persistente secreción favorece la producción de interleucinas proinflamatorias, lo que aumenta la inflamación en el cuerpo. Además, reduce la formación de hueso, promueve la resistencia a la insulina y disminuye la masa muscular, lo que afecta a la calidad de vida de quienes lo experimentan de forma constante. En paralelo, el también existen biomarcadores indirectos de estrés como el aumento de grasa visceral, un factor clave en la obesidad, que en países como el nuestro ha alcanzado proporciones epidémicas. Esta grasa no solo es un indicador de estrés, sino que también es un tejido endocrino que produce citocinas proinflamatorias, lo que aumenta el riesgo de enfermedades cardiovasculares, diabetes tipo 2, y otros trastornos metabólicos. Un estrés constante también afecta la calidad del sueño, reduciendo la producción de melatonina y aumentando el estrés oxidativo en el cuerpo. Estos efectos pueden tener consecuencias a largo plazo, como un mayor riesgo de desarrollar enfermedades neurodegenerativas, cáncer o envejecimiento prematuro debido a la acumulación de radicales libres. Si bien es cierto que algunas estrategias de afrontamiento, como la alimentación inadecuada, fumar, etc, pueden parecer soluciones inmediatas, estas a menudo solo agravan la situación, generando hábitos poco saludables que impactan negativamente en la salud física y emocional. Por ello, es crucial que el personal médico no solo comprenda los aspectos biológicos del estrés, sino también que fomente un ambiente saludable tanto en el ámbito laboral como familiar. La prevención y el manejo adecuado del estrés mediante estrategias de afrontamiento positivas, como el ejercicio, la meditación, la correcta gestión del
tiempo y la creación de entornos de apoyo social, son fundamentales para mitigar los efectos del estrés y promover un bienestar integral en la población.