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Resumen y conclusión de apuntes sobre autoestima de como influye este concepto a lo largo de nuestra vida y reconocer su importancia para poder desarrollarla
Tipo: Apuntes
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Desde que somos pequeños, escuchamos hablar sobre la autoestima. Nos dicen que es importante tenerla “alta”, que hay que quererse a uno mismo, que no debemos compararnos con los demás. Pero la verdad es que, muchas veces, no entendemos bien qué es la autoestima ni cómo se forma. A lo largo de mi vida —aunque solo tengo 19 años— he notado que la autoestima no es algo que se tenga o no se tenga, sino algo que se va formando, cambiando y reconstruyendo según lo que vivimos. En este ensayo quiero reflexionar sobre cómo se desarrolla la autoestima en las distintas etapas de la vida, desde la infancia hasta la vejez, y por qué es tan importante cuidarla en cada momento. Infancia: En la infancia, la autoestima nace de cómo nos tratan las personas que más queremos: nuestros padres, abuelos o cuidadores. Cuando nos dicen “¡muy bien!” por un dibujo, cuando nos abrazan sin razón o cuando nos dejan equivocarnos sin gritarnos, nuestra mente empieza a registrar que valemos, que merecemos amor y que somos importantes. Si, por el contrario, crecemos con gritos, indiferencia o incluso abandono emocional, es más difícil sentirnos seguros de nosotros mismos. Según la psicóloga Silvia Congost (2021), los primeros años de vida son fundamentales para desarrollar una base sólida de autoestima. Si esa base no se construye bien, más adelante en la vida podemos sentir que no somos suficientes, aunque logremos muchas cosas. Adolescencia La adolescencia, que es donde muchas personas empiezan a pensar más en su autoestima, es una etapa muy complicada. Todo cambia: el cuerpo, los pensamientos, las emociones. Empezamos a compararnos con otros, a querer encajar en ciertos grupos, a preocuparnos por cómo nos ven los demás. Yo misma recuerdo que en el colegio me sentía mal si no sacaba buenas notas o si no me hablaban ciertos compañeros. Y en redes sociales, la comparación nunca termina. Como dice Brené Brown (2010), una investigadora que habla mucho sobre la vulnerabilidad y la autoaceptación, “la comparación es el ladrón de la felicidad”. En esta etapa, es clave que tengamos personas adultas a nuestro alrededor que nos escuchen sin juzgar, que nos ayuden a ver lo valioso que hay en nosotros más allá de lo que los demás opinan. A veces un profesor, una tía, o incluso una amiga mayor puede hacer una gran diferencia con solo unas palabras de aliento.