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El presente texto contiene un punteo de citas y paráfrasis importantes en el capítulo XII de Los orígenes del totalitarismo. El título del capítulo en cuestión es: El totalitarismo en el poder.
Tipo: Resúmenes
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ARENDT, Hannah (1998). Los orígenes del totalitarismo. Madrid: Taurus CAPÍTULO XII: EL TOTALITARISMO EN EL PODER INTRODUCCIÓN
«próxima fase de la revolución»; y precisamente porque «el Führer y su vieja guardia sabían que la verdadera lucha había empezado justamente» (316)
estabilización de condiciones y frenaría así el impulso de los movimientos totalitarios al menos en los países donde se habían apoderado del poder. Lo que en vez de eso sucedió fue que el terror aumentó, tanto en la Rusia soviética como en la Alemania nazi, en proporción inversa a la existencia de una oposición política interna, de forma tal que pareció como si la oposición política hubiese sido no el pretexto del terror (como estaban dispuestos a afirmar los acusadores liberales del régimen), sino el último obstáculo a su completa furia. (318) -En los primeros años de su poder, los nazis desencadenaron un alud de leyes y decretos, pero nunca se molestaron en abolir oficialmente la Constitución de Weimar; incluso dejaron más o menos intacta la Administración civil, hecho que indujo a muchos observadores nativos y extranjeros a esperar que operara como un freno del partido y a que se produjera una rápida normalización del nuevo régimen (318) -Más bien existía «solamente el constante progreso hacia campos siempre nuevos», de forma tal que, finalmente, «el objetivo y alcance de la Policía Secreta del Estado», tanto como los de otras instituciones del Estado o del partido creadas por los nazis, no pudieron en manera alguna «hallarse cubiertos por las leyes y reglamentos por ellos promulgados» (318) -Teóricamente, este hecho correspondía a la afirmación de Hitler según la cual «el Estado total no debe conocer diferencia alguna entre la ley y la ética»; porque, si se suponía que la ley válida es idéntica a la ética común y procedía de su conciencia, entonces no existía, desde luego, necesidad alguna de decretos públicos. (319) -Sin embargo, la publicación de la Constitución resultó ser el comienzo de la gigantesca superpurga que en casi dos años liquidó la Administración existente y borró todos los rastros de vida normal y de recuperación económica que se habían desarrollado en los cuatro años siguientes a la liquidación de los kulaks y que habían operado la colectivización de la población rural (319) -desempeñado por la Constitución de Weimar bajo el régimen nazi: fue completamente marginada, pero jamás abolida. La única diferencia estribó en el hecho de que Stalin pudo permitir un absurdo aún mayor: con la excepción de Vichinsky, todos aquellos que habían elaborado la nunca repudiada Constitución fueron ejecutados como traidores. (319)
-todos los verdaderos estudiosos del tema se hallan de acuerdo al menos acerca de la coexistencia (o el conflicto) de una autoridad dual, el partido y el Estado. (319) -También se ha observado frecuentemente que la relación entre las dos fuentes de la autoridad, entre el Estado y el partido, es de ostensible autoridad, de forma tal que la maquinaria del Gobierno es habitualmente descrita como la fachada carente de poder que oculta y protege al verdadero poder del partido. (320) -Todos los niveles de la maquinaria administrativa del III Reich se hallaban sujetos a una curiosa duplicación de organismos (320) -los nazis se aseguraron de que cada función de la Administración del Estado estuviera duplicada por algún órgano del partido18: la división de Alemania, trazada por la Constitución de Weimar, en Estados y provincias fue duplicada por la división nazi en Gaue, cuyas fronteras, sin embargo, no coincidían, de forma tal que cada localidad pertenecía, incluso geográficamente, a dos unidades administrativas completamente diferentes. (320) -La misma división entre un Gobierno real y uno ostensible se desarrolló desde sus comienzos en la Rusia soviética. (321) -La coexistencia de un Gobierno ostensible y de un Gobierno real fue por eso parcialmente resultado de la misma revolución y precedió a la dictadura totalitaria de Stalin. Sin embargo, mientras los nazis retuvieron simplemente la Administración existente y la privaron de todo poder, Stalin tuvo que revivir su Gobierno fantasma, que a comienzos de la década de los años 30 había perdido todas sus funciones y estaba medio olvidado en Rusia; introdujo la Constitución soviética como el símbolo de la existencia, tanto como de la carencia de poder, de los soviets (ninguno de sus párrafos tuvo el más mínimo significado práctico para la vida y para la jurisdicción en Rusia). (321) -La duplicación de organismos y la división de autoridad, la coexistencia del poder real y del ostensible, son suficientes para crear la confusión, pero no para explicar la «falta de conformación» de toda la estructura (322) -No debería olvidarse que sólo un edificio puede tener una estructura, pero que un movimiento, si la palabra ha de ser tomada tan seria y literalmente como la tomaban los nazis, sólo puede tener una dirección, y que cualquier forma de estructura legal o gubernamental
inestable que en comparación con ella los caprichos de los déspotas orientales son un brillante ejemplo de firmeza; la división consistente y siempre cambiante entre la autoridad real secreta y la representación abierta y ostensible convertían a la sede real del poder en un misterio por definición, y ello hasta tal grado que los mismos miembros de la camarilla dominante no podían estar nunca absolutamente seguros de su propia posición en la jerarquía secreta del poder. (323- 324) -En otras palabras, como el conocimiento de aquel a quien hay que obedecer y un asentamiento comparativamente permanente de la jerarquía introducirían un elemento de estabilidad que está esencialmente ausente de la dominación totalitaria, los nazis repudiaban constantemente la autoridad real allí donde surgía a la luz y creaba nuevos ejemplos de Gobiernos, comparados con los cuales el antiguo se convertía en un Gobierno fantasma — juego que, como es lógico, podía continuar indefinidamente (324) -La multiplicación de organismos resultó extremadamente útil para el constante desplazamiento del poder; cuanto más tiempo, además, permanece en el poder un régimen totalitario mayor es el número de organismos y la posibilidad de puestos exclusivamente dependientes del movimiento, dado que no es suprimido ningún organismo al ser liquidada su autoridad (324) -No era en manera alguna seguro que en todos los casos fuera la organización originaria del partido más poderosa que su contrapartida coordinada. Nadie podía predecir con seguridad qué órgano del partido se alzaría dentro de las filas de la jerarquía interna del partido. (324) -El instituto de Munich, en consecuencia, fue relegado a una existencia fantasmal. Se suponía que la institución de Francfort y no la de Munich era la que había de recibir los tesoros del saqueo de las colecciones de los judíos europeos y la que había de convertirse en sede de una amplia biblioteca sobre el judaísmo. Sin embargo, cuando unos pocos años más tarde llegaron realmente a Alemania estas colecciones, sus más preciados ejemplares no fueron a Francfort, sino a Berlín, donde fueron recibidos por el departamento especial de la Gestapo de Hitler para la liquidación (y no simplemente el estudio) de la cuestión judía, que era dirigido por Eichmann. (325)
-tras la fachada de los departamentos universitarios de Historia se alzaba amenazador el poder más real del instituto de Munich; tras éste se elevaba el instituto de Rosenberg, en Francfort, y sólo tras estas tres fachadas, oculto y protegido por ellas, descansaba el centro real de la autoridad, el Reichssicherheithauptamt, una división especial de la Gestapo. (325) -El gigantesco aumento del aparato burocrático inherente a este método fue frenado por una repetida liquidación mediante las purgas. Sin embargo, también en Rusia podemos distinguir al menos tres organizaciones estrictamente separadas: el aparato soviético o estatal, el aparato del partido y el aparato de la NKVD, cada uno de los cuales tiene su propio departamento independiente de Economía, un departamento político, un Ministerio de Educación y Cultura, un departamento militar, etc. (325) -Cada empresa de la Unión Soviética cuenta con su departamento especial de la Policía Secreta, que espía indiferentemente a los miembros del partido y al personal ordinario. Coexistente con este departamento hay otra división de la Policía en el mismo partido, que también vigila a todo el mundo, incluyendo a los agentes de la NKVD, y cuyos miembros no son conocidos de la organización rival. (325) -La única regla de la que todo el mundo puede estar seguro en un Estado totalitario es que, cuanto más visibles son los organismos del Gobierno, menor es su poder, y que cuanto menos se conoce una institución, más poderosa resultará ser en definitiva (326) -De acuerdo con esta norma, los soviets, reconocidos por una Constitución escrita como la más alta autoridad del Estado, tienen menos poder que el Partido Bolchevique; el Partido Bolchevique, que recluta abiertamente a sus afiliados y es reconocido como la clase dominante, tiene menor poder que la Policía Secreta; el poder auténtico comienza donde empieza el secreto. A este respecto, los Estados nazi y bolchevique eran muy parecidos. Su diferencia descansaba principalmente en la monopolización y en la centralización de los servicios secretos policíacos en Hitler, por una parte, y, por otra, en el haz de actividades policíacas aparentemente no relacionadas ni conectadas, en Rusia. (326) -Si consideramos el Estado totalitario exclusivamente como un instrumento de poder y dejamos al margen los aspectos de su eficiencia administrativa, su capacidad industrial y su
-El monopolio absoluto del poder y de la autoridad que posee el jefe es más evidente en la relación entre él y el dirigente de su Policía, que en un Estado totalitario ocupa la posición pública más poderosa (327) -Sin embargo, a pesar del enorme material y del poder organizador que tiene a su disposición como jefe de un verdadero ejército policíaco y de todas las formaciones de élite, el jefe de la Policía, aparentemente, ni siquiera se halla en situación de apoderarse del poder y de convertirse en dominador del país. Así, antes de la caída de Hitler, Himmler nunca soñó con rozar la reivindicación de la jefatura de Hitler y jamás fue propuesto como sucesor de Hitler. (327) -Esta falta de poder absoluto no impide, desde luego, al jefe de la Policía organizar su aparato de acuerdo con los principios del poder totalitario. Así resulta notable ver cómo Hitler, tras su nombramiento, comenzó la reorganización de la Policía alemana introduciendo en el ya centralizado aparato de la Policía secreta la multiplicación de organismos, es decir, aparentemente, hizo lo que todos los expertos del poder, anteriores a los regímenes totalitarios, hubieran considerado como una descentralización proclive a una disminución del poder. (328) -La completa ausencia de revoluciones palaciegas, triunfantes o fracasadas, es una de las más notables características de las dictaduras totalitarias (con una excepción, ningún nazi insatisfecho tomó parte en la conspiración militar contra Hitler de julio de 1944). (328) -Este no es más que uno de los muchos indicios de que la forma totalitaria de gobierno tiene muy poco que ver con el ansia de poder o incluso con el deseo de una máquina generadora de poder, con el juego del poder por el poder que fue característico de las últimas fases de la dominación imperialista (328) -Las pruebas de la dictadura de Hitler, tanto como las de la dictadura de Stalin, señalan claramente el hecho de que el aislamiento de individuos atomizados no sólo proporciona la masa básica para la dominación totalitaria, sino que afecta a la verdadera cumbre de toda la estructura. (328)
-Pese a todo, el hecho es que no existe interrelación entre quienes desempeñan cargos; no se hallan ligados por un status igual en una jerarquía política o por la relación entre superiores e inferiores, ni siquiera por las inciertas lealtades de los gangsters ( 328 ) -Rusia soviética todo el mundo sabe que el jefe superior de un gran complejo industrial, al igual que el ministro de Asuntos Exteriores, puede ser degradado cualquier día hasta el más bajo status social y político y reemplazado en su puesto por un perfecto desconocido. Por otra parte, la complicidad de los gangsters, que desempeñó algún papel en las primeras fases de la dictadura nazi, pierde toda su fuerza cohesiva porque el totalitarismo utiliza su poder precisamente para difundir esta complicidad a través de la población hasta haber organizado la delincuencia de todo el pueblo bajo su dominio. (329) -Bajo las condiciones totalitarias, el conocimiento del laberinto de las correas de transmisión iguala al poder supremo, y cada sucesor designado que llega a saber lo que está sucediendo es automáticamente depuesto tras un cierto tiempo. Una designación válida y relativamente permanente presupondría además la existencia de una camarilla cuyos miembros compartieran con el jefe el monopolio del conocimiento de lo que está sucediendo y que es algo que el jefe debe evitar por todos los medios. (329) -el jefe totalitario, en marcado contraste con todos los anteriores usurpadores, déspotas y tiranos, parece creer que la cuestión de su sucesión no es excesivamente importante, que no se requieren para ocupar el puesto cualidades o preparación especiales, que eventualmente el país obedecerá a cualquiera que resulte haber obtenido la designación como sucesor en el momento de su muerte y que ningún rival sediento de poder le disputará su legitimidad. (329) -Como técnicas de gobierno, los recursos totalitarios parecen simples e ingeniosamente eficaces. No sólo aseguran un absoluto monopolio del poder, sino una certidumbre sin paralelo de que todas las órdenes serán ejecutadas; la multiplicidad de las correas de transmisión, la confusión de la jerarquía, afirman la completa independencia del dictador respecto de todos sus inferiores y hacen posibles los rápidos y sorprendentes cambios de política por los que se ha hecho famoso el totalitarismo. El cuerpo político del país se halla a prueba de choques por obra de su falta de conformación. (329)
económicas o políticas obstruyeran el costoso e inquietante problema de los exterminios y las deportaciones en masa. (331) -En realidad, los dictadores totalitarios no se lanzan conscientemente por el camino de la locura. El hecho es más bien que nuestra sorpresa ante el carácter antiutilitario de la estructura del Estado totalitario procede de la errónea noción de que al fin y al cabo estamos tratando con un Estado normal —una burocracia, una tiranía, una dictadura—, noción debida a nuestra desatención a las enfáticas afirmaciones de los dominadores totalitarios según las cuales consideran al país en donde se han apoderado del poder sólo como sede temporal del movimiento internacional en el camino hacia la conquista mundial, conciben las victorias y las derrotas en términos de siglos o de milenios y según las cuales también los intereses globales siempre se imponen a los intereses locales de su propio territorio. (331) -Los nazis no pensaban que los alemanes eran una raza de señores a la que pertenecía el mundo, sino que deberían ser dirigidos por una raza de señores, como todas las demás naciones, y que esta raza se hallaba solamente a punto de nacer. El amanecer de la raza de señores no eran los alemanes, sino las SS (332) -Para el «movimiento» era más importante demostrar que resultaba posible fabricar una raza aniquilando a otras que ganar una guerra de fines limitados. Lo que sorprende al observador exterior como una «muestra de prodigiosa locura» no es nada más que la consecuencia de la absoluta primacía del movimiento, no sólo sobre el Estado, sino también sobre la nación, el pueblo y las posiciones de poder ocupadas por los mismos dominadores. (332) -Como el totalitarismo en el poder permanece fiel a los dogmas originales del movimiento, las asombrosas semejanzas entre los recursos organizativos del movimiento y el llamado Estado totalitario son difícilmente sorprendentes. La división entre miembros del partido y compañeros de viaje organizados en organizaciones frontales, lejos de desaparecer, conduce a la «coordinación» de toda la población, que se halla ahora organizada en simpatizantes. (332) -La maquinaria del Estado es transformada en una organización frontal de burócratas simpatizantes, cuya función en los asuntos domésticos consiste en difundir la confianza entre las masas de ciudadanos simplemente coordinados y cuya función en los asuntos exteriores
estriba en engañar al mundo exterior no totalitario. El jefe, en su capacidad dual de dirigente del Estado y líder del movimiento, combina también en su persona la cumbre de la insensibilidad militante y de una normalidad inspiradora de confianza. (332) -Una de las diferencias importantes entre un movimiento totalitario y un Estado totalitario es que el dictador totalitario puede y debe practicar el arte totalitario de mentir más consecuentemente y en escala más amplia que el jefe de un movimiento. (333) -El sistema de mentir a todo el mundo puede ser empleado con seguridad sólo bajo las condiciones de la dominación totalitaria, donde la calidad ficticia de la cualidad cotidiana torna a la propaganda considerablemente superflua. (333) -Pero, dada la posibilidad de exterminar a los judíos como si fueran piojos, es decir, mediante gases venenosos, ya no es necesario propagar que los judíos son piojos; dado el poder de enseñar a toda una nación la historia de la revolución rusa sin mencionar el nombre de Trotsky, ya no hay necesidad de realizar propaganda contra Trotsky. (333) -En tales ocasiones invariablemente resulta que los simples simpatizantes nunca comprenden lo que está sucediendo. Ello conduce a la paradoja de que «la sociedad secreta a la luz del día» nunca es tan conspiradora en su carácter y métodos como después de haber sido reconocida como un miembro pleno de la comunidad de naciones (333) -En la literatura nazi y en la bolchevique pueden encontrarse repetidas pruebas de que los Gobiernos totalitarios aspiran a conquistar el globo y someter a su dominación a todos los países de la Tierra. Sin embargo, estos programas ideológicos, heredados de los movimientos pretotalitarios (de los partidos antisemitas supernacionalistas y de los sueños pangermánicos de imperio en el caso de los nazis, del concepto internacional del socialismo revolucionario en el caso de los bolcheviques), no son decisivos. (334) -Por eso no consideran a ningún país como permanentemente extranjero, sino que, al contrario, estiman a cada país como su territorio potencial. (334) -La ascensión al poder, el hecho de que en un país se haya convertido en una tangible realidad el mundo ficticio del movimiento, crea una relación con otras naciones que es semejante a la del partido totalitario bajo una dominación no totalitaria. La realidad tangible de la ficción, respaldada por el poder del Estado internacionalmente reconocido, puede ser exportada de la
-El hecho de que el dictador totalitario dirija a su propio país como un conquistador extranjero empeora aún las cosas, porque añade a la inhumanidad una eficiencia de la que evidentemente carecen las tiranías en los territorios extranjeros próximos. (336) -Lo malo de los regímenes totalitarios no es que jueguen la política del poder de una manera especialmente implacable, sino que tras su política se oculta una concepción del poder enteramente nueva y sin precedentes, de la misma manera que tras su Realpolitik se encuentra un concepto de la realidad enteramente nuevo y sin precedentes (336) -El supremo desdén por las consecuencias inmediatas más que la inhumanidad; el desraizamiento y el desprecio por los intereses nacionales más que el nacionalismo; el desdén por los intereses utilitarios más que la inconsiderada persecución del interés propio; el «idealismo», es decir, su inquebrantable fe en un ideológico mundo ficticio, más que su anhelo del poder, han introducido en la política internacional un factor nuevo y más perturbador que el que hubiera podido significar la simple agresividad. (336) -El poder, tal como es concebido por el totalitarismo, descansa exclusivamente en la fuerza lograda a través de la organización. De la misma manera que Stalin concibió a cada institución, independientemente de su función real, sólo como una «correa de transmisión que conecta al partido con el pueblo» y creyó honradamente que los más preciados tesoros de la Unión Soviética no eran las riquezas de su suelo o la capacidad productiva de su inmensa mano de obra, sino los «cuadros» del partido83 (es decir, la Policía), así Hitler, en fecha tan temprana como 1929, vio la «grandeza» del movimiento en el hecho de que sesenta mil hombres «han constituido exteriormente casi una unidad, que realmente estos hombres son uniformes no sólo en ideas, sino que incluso su expresión facial es casi la misma. (336) -Para Stalin, el constante crecimiento y desarrollo de los cuadros de la Policía era incomparablemente más importante que el petróleo de Bakú, el carbón y el hierro de los Urales, los graneros de Ucrania o los tesoros potenciales de Siberia; en suma, el desarrollo de todo el arsenal del poder en Rusia. La misma mentalidad condujo a Hitler a sacrificar a toda Alemania a los cuadros de las SS; no consideró perdida la guerra cuando yacían en ruinas las ciudades alemanas y estaba destruida la capacidad industrial, sino sólo cuando supo que ya no se podía confiar en las SS. Para un hombre que creía en la omnipotencia de la organización contra todos los simples factores materiales, militares o económicos, y que, además,
calculaba en siglos la victoria eventual de su empresa, la derrota no estribaba en la catástrofe militar o en la amenaza de inanición de la población, sino sólo en la destrucción de las formaciones de élite, de las que se suponía que eran portadoras de la conspiración para la dominación mundial a lo largo de una línea de generaciones hasta llegar a su final eventual. (337) -La carencia de estructura del Estado totalitario, su desdén por los intereses materiales, su emancipación del incentivo del beneficio y, en general, sus actitudes no utilitarias, han contribuido más que cualquier otra cosa a tornar casi imprevisible la política contemporánea. La incapacidad del mundo no totalitario para comprender a una mentalidad que funciona independientemente de toda acción calculable en términos de hombres y de material y es completamente indiferente al interés nacional y al bienestar de su pueblo, muestra en sí misma un curioso dilema de criterio: aquellos que certeramente comprenden la terrible eficacia de la organización y de la Policía totalitarias sobreestimarán probablemente la fuerza material de los países totalitarios, mientras que también es probable que quienes comprenden la despilfarradora incompetencia de las economías totalitarias subestimarán el poder potencial que puede crearse con el desprecio de todos los factores materiales. (337)