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Racismo: Hacia una Argentina Intercultural - Documento Temático del INADI, Apuntes de Antropología

Material de estudio del año 2022 blanco y negro

Tipo: Apuntes

2021/2022

Subido el 13/11/2023

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lorenzo-ramirez-5 🇦🇷

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¡Descarga Racismo: Hacia una Argentina Intercultural - Documento Temático del INADI y más Apuntes en PDF de Antropología solo en Docsity!

Racismo:

Hacia una Argentina

intercultural

Documentos Temáticos

Primera Edición 1.000 ejemplares

Edición Instituto Nacional contra la Discriminación, la Xenofobia y el Racismo (INADI) Ministerio de Justicia y Derechos Humanos – Presidencia de la Nación Dirección: Moreno 750, 1º piso. C.P. C1091AAP – Buenos Aires – República Argentina TE: (54-011) 4340- Asistencia gratuita las 24 horas: 0800-999- www.inadi.gob.ar

Director Responsable: Pedro Mouratian. Directora Editorial: Julia Contreras. Coordinación del Proyecto: Clara Hijano. Autora: Mayra Lucio. Colaboración: Carolina Atencio, Carmen Burgos, Marcelo Rodríguez, María Gabriela Pérez. Armado, edición y corrección: Celeste Lazo, Sofía Rivero, Martín de Grazia, Ana Lafferranderie. Diseño: Jackie Miasnik Agradecimientos: Nora Anchart, Hernán Serrano, Lucila Galkin, Nadia Fadic, Carolina Kara- gueuzian, Verónica Domínguez, Myriam Bustos, Ariel Sánchez y Erica Almeida.

Mouratian , Pedro Documento temático INADI - Racismo. - 1a ed. - Buenos Aires : Inst. Nac. contra la Discrimi- nación, la Xenofobia y el Racismo - INADI, 2013. 0 p.; 30x21 cm. ISBN 978-987-1629-25-

1. Racismo. I. Título CDD 305.

Fecha de catalogación: 29/04/

En este sentido, hay varios procesos que juegan un rol fundamental en la puesta en práctica de la discriminación. El mecanismo principal que respalda este proceso es el denominado etnocentrismo, noción que articula otros tres conceptos: a) la diferenciación, es decir, la construcción de otredad; b) la carga valorativa puesta sobre dicha construcción, es decir, los prejuicios y c) la fijación social de imágenes de esos Otros, los estereotipos.

El etnocentrismo proviene de la palabra “etnicidad”, basada en la idea de distintividad entre grupos, lo que implica una mirada comparativa donde se eligen y destacan ciertos rasgos culturales (lenguaje, tradición, costum- bres, tradiciones) para diferenciarse del resto. Es una postura que tiende a universalizar la propia cultura, al considerar común o general aquello que es particular, característico del pueblo al que se pertenece. Por ejemplo, cuando se observa una costumbre que no es compartida por el grupo de origen se piensa o se dice “¡Qué absurdo lo que están haciendo!” o “¡Qué ridiculez cómo están vestidos!”.

La mirada etnocéntrica termina de completarse con un posicionamien- to valorativo donde a las características distintivas le son sumadas cargas va- lorativas que construyen jerarquías entre grupos, en términos de mejor/peor, manifestadas comúnmente en una actitud de superioridad cultural de un grupo social hacia otras culturas. De esta manera, se evalúa a las otras culturas con los parámetros de la propia, lo que impide entender los sentidos y significados reales, es decir, los otorgados por esa otra cultura que se pretende conocer.

Del mecanismo etnocéntrico podemos distinguir entonces, el concepto de otredad, entendido como una relación donde se experimenta la sensación de la diferencia social y cultural. La noción del “otro” es una doble construcción en la que no solo se construye un “otro” sino también un “nosotros”. Es decir que este concepto consiste en una mirada comparativa con una persona o grupo que se percibe distinto frente a la propia mirada, y resulta extraña al posiciona- miento de quién compara.

Configurar la otredad es un proceso social que reproducimos tanto in- dividual como colectivamente y que tiene que ver con constituir un propio grupo de pertenencia, un “nosotros” que se fortalece al crear y reforzar límites que señalen a un “otros” como absolutamente diferente a ese “nosotros”.

La “sensación de alteridad” es tener conciencia de la diferencia y sur- ge comúnmente del contacto intercultural, es decir, entre grupos culturalmente diferentes. Este posicionamiento en relación con la percepción de la identidad

propia y la de los demás, puede basarse en múltiples características culturales, tales como formas distintas de vestir o de moverse, de saludar, de comunicar el afecto o la disidencia, sabores de comidas, ritmos musicales, formas de habitar un espacio, etc.

Cuando en una sociedad no se reflexiona sobre la construcción de las diferencias, ésta puede ser reproductora de prejuicios y estereotipos discrimi- natorios que refuercen la categoría de “otredad” y aumenten el distanciamiento social.

Otro elemento que forma parte del mecanismo etnocéntrico es el pre- juicio. Se trata de un juicio de valor negativo sobre otras personas o grupos que es previo a todo conocimiento. También, el prejuicio suele conformarse sin que tengamos conciencia de ello, y por eso es difícil detectarlo y reflexionar sobre el mismo. Por esta razón, es común que el prejuicio se caracterice por no ser reconocido conscientemente por la persona que lo manifiesta, y muchas veces lo detectan las/os otras/os que la escuchan.

Finalmente, el tercer elemento en juego es el estereotipo: una imagen o idea que se tiene de un grupo basada en una generalización, donde se simplifi- can las características de esos Otros y se cristalizan sobre unos pocos rasgos, comúnmente asociados a prejuicios. Suele ser fácil conformar estereotipos de un grupo diferente del propio y muy difícil hacerlo sobre un grupo al que se perte- nece, y esto es así porque tendemos a no reconocer la complejidad ajena, a no comprenderla en las mismas dimensiones que la propia. Es así que, al estar aso- ciados a prejuicios, la mayoría de los estereotipos suelen ser discriminatorios.

Un ámbito donde se pueden ver comúnmente los prejuicios y este- reotipos es el del humor. Los chistes de judíos, gallegos, mujeres, etc., que aún siguen despertando risa, están fuertemente cargados de ideas estereo- tipadas sobre grupos sociales. De hecho, son los que motorizan el humor en ese chiste.

Comúnmente, el etnocentrismo se articula con relaciones sociales de poder y sometimiento, es decir de superioridad/inferioridad. Así, las actitudes propias de la mirada etnocéntrica pueden ser de indiferencia, atracción, des- precio u odio, y desde ya debe siempre ser interpretada junto con otras varia- bles que impulsan cada actitud, como intereses políticos y económicos de las sociedades involucradas en esa relación.

La mayoría de las expresiones discriminatorias tienen que ver con esta

¿Qué es el racismo?

El racismo es una forma de discriminación centrada en diferen- cias biológicas, reales o imaginarias, que se hacen extensivas a signos o indicadores culturales o religiosos. Constituye una ideología que apeló a la biología para establecer relaciones jerarquizadas de desigualdad entre grupos humanos.

Algunos autores han señalado que hay múltiples formas en que el ra- cismo es manifestado y reconocido como tal y, por ese motivo, es que se po- dría hablar de muchos “racismos” en plural (Segato, 2006). Sin embargo, pode- mos distinguir de manera general, a un único fenómeno histórico surgido en el seno de la sociedad occidental y expandido al resto del mundo como ideología (Zaffaroni, 1997; Taguieff, 1998).

Como corriente de pensamiento, el racismo surgió en Occidente y tiene aproximadamente doscientos años desde su conformación, de ahí que se lo defina comúnmente como fenómeno de la modernidad.

Entendemos, por tanto, al racismo como un fenómeno fundamental- mente social y moderno, como un conjunto de ideologías, pre-con- ceptos, estereotipos y prejuicios que tienden a segmentar al conjunto humano en supuestos grupos que tendrían características comunes entre sí (y jerarquizables entre los distintos grupos), cuya explicación radicaría en una supuesta herencia genética. (INADI, 2005: 37)

Podemos incluso agudizar la definición y afirmar que el racismo mo- derno tiene una fuerte impronta europeísta, siendo que Europa occidental le dio origen en un contexto de expansionismo capitalista.

Aunque existen otros tipos de racismo en otras muchas partes del mundo, la forma de racismo más corriente e históricamente devas- tadora ha sido el racismo europeo contra los pueblos no europeos. (Van Dijk, 2007)

Comprendemos entonces a las distintas expresiones de racismo en nuestro país como resultado de la globalización e importación de paradigmas y valores racistas propios de la cultura occidental hegemónica impartida históri- camente desde Europa.

Como fue mencionado en la introducción, podemos descomponer al

racismo en diferentes dimensiones. La primera dimensión refiere a los meca- nismos mentales que implican los prejuicios y estereotipos propios de la dis- criminación expuestos más arriba. En cuanto a los sentimientos, mencionamos especialmente la sensación de rechazo, miedo y amenaza, incluso odio^2. Otra dimensión es la de las actitudes racistas, entre las cuales señalamos como ca- racterísticas a la intolerancia y la estigmatización (otro tipo de actitudes pueden ser de tipo opinión o creencia). Asimismo, las actitudes se ven plasmadas en el nivel de las prácticas discriminatorias, las cuales van desde el discurso, la indiferencia, los insultos, hasta las golpizas y matanzas.

Racismo y xenofobia

Es de suma relevancia hacer una precisión conceptual de la relación entre los términos “racismo” y “xenofobia”.

Muchos autores ubican, implícita o explícitamente, a la xenofobia como una forma de racismo (Wievorka, 1994; Zaffaroni, 1997; Van Dijk, 2007; Payne, 2008; Javaloy, 1994, entre otros)^3.

La xenofobia, es decir, el desprecio, odio o rechazo hacia personas mi- grantes provenientes de otras naciones, no es indiferente ante los sujetos sobre los que se ejerce: no es con cualquier población migrante que se despiertan las olas de odio o desprecio social. Más bien, hay ciertos grupos de migrantes sobre quienes recae el rechazo y, justamente, esos grupos están marcados por el racismo de alguna manera (ya sea por rasgos físicos, o culturales, como la lengua o la religión).

2 - Algunos autores caracterizan el racismo desde una perspectiva de índole más psicológica y podría decirse no histórica. En esta clave, la heterofobia es entendida como un elemento consti- tutivo del racismo, y definida como “miedo, extrañeza o confusión ante el otro, miedo que se ex- presa como miedo a lo desconocido y que forma parte de la propia estructura de personalidad de los sujetos sociales” (INADI, 2005; Feierstein,1999). Por otra parte, Castoriadis, (1990) caracteriza el racismo como odio al Otro, en el proceso de constitución de la mismidad, es decir de la iden- tidad de grupo, sucede algo más que una mirada etnocéntrica: la convicción de pertenecer de manera exclusiva a un mundo de verdad y autenticidad del que entonces el resto de los pueblos carecen, lo que derivaría en una justificación válida para pensarse superior y pensar a los otros como inferiores. Esa sería la matriz de desvalorización que terminaría en odio. Como se dijo, es sistemática la presencia de la idea de amenaza asociada a los Otros, pero en el sentido planteado por el autor esta amenaza es una amenaza a la Verdad, es decir a las instituciones establecidas por una sociedad. Desde un afuera, éstas se podrían ver interpeladas corriendo el riesgo de caer en una crisis social de sentido. 3 - Esta perspectiva se ve reforzada por los tratados internacionales que así lo vinculan, cuando al abordar el problema del racismo se incluye la nacionalidad junto a los rasgos físicos o culturales, es decir, como una forma posible de expresión del racismo. Ver especialmente la Convención Internacional sobre la Eliminación de todas las formas de Discriminación Racial-CERD.