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La Filosofía Política de Thomas Hobbes: El Hombre, el Estado y la Sociedad, Resúmenes de Teoria del Estado Constitucional

Thomas Hobbes examina la naturaleza humana y su conducta en el estado natural, donde el hombre se encuentra en una situación de guerra perpetua. A partir de allí, Hobbes analiza la forma en que los hombres establecen el contrato social y la creación del Estado como garantía de la seguridad individual. Este documento explora las definiciones clave de Hobbes sobre el hombre, la razón, la voluntad y la conducta, así como su idea del contrato social y el Estado.

Tipo: Resúmenes

2020/2021

Subido el 17/11/2021

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Análisis del Leviatán. Thomas Hobbes.
En la primera parte, Hobbes comienza por el estudio del hombre en sí mismo para poder, a
partir de ahí, estudiarlo en sociedad. Analiza el conocimiento humano, cuyo origen
fundamenta en la experiencia. La experiencia, según Hobbes, se forma por la repetición de
hechos que se irán almacenando en la memoria, por lo que son fuente de sensaciones que
permiten la producción de imágenes memorizadas. Los recuerdos son utilizados en estas
combinaciones mentales y posibilitan al hombre simular los acontecimientos futuros y
adquirir, por lo tanto, una indispensable prudencia. El hombre actuará según su experiencia,
mediante la cual tratará de evitar los resultados indeseados que ha sufrido en momentos
anteriores. El elemento fundamental que hará que este proceso sea mucho más rápido es la
palabra, ya que permite el tránsito de lo mental a lo verbal, oral y escrito, razón por la cual
favorece la emergencia de la verdad. Si decimos la verdad podemos transmitir nuestra
experiencia y recibir la de otros, con lo cual podremos complementarnos mutuamente. Sin
embargo, al tener datos equivocados, la ausencia de veracidad en esta comunicación tendría
un efecto nefasto sobre nuestra prudencia. El discurso es, sin embargo, fuente de errores y
de engaños que deben ser eliminados con el fin de obtener definiciones rigurosas que, a su
vez, se conviertan en vías de acceso a la ciencia. Estos errores no tienen por qué ser
inevitablemente malintencionados por el prójimo, sino que pueden ser producto de una falta
de precisión lingüística. La palabra es la base de la razón y se adquiere por la acción, siendo
esta fuente de sensaciones y de imágenes que se intelectualizan tras la adquisición de una
metodología. La razón se caracteriza, según Hobbes, por el "cálculo de las consecuencias"
de nuestros pensamientos. Descompondrá la situación que se presenta ante ella y analizará,
según su experiencia, los posibles acontecimientos futuros para elegir el que más le
convenga.
Posteriormente, examina la voluntad y la conducta humanas, tendientes siempre a la acción
motivada por el deseo: el poder del hombre reside en su capacidad de actuar, y la
adquisición del poder se convierte en una búsqueda permanente y dominada por la pasión.
La persona actúa según los impulsos que recibe del exterior, por lo que intentará a toda
costa evitar los impulsos que le resulten desagradables y conseguir todos los agradables
posibles.
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¡Descarga La Filosofía Política de Thomas Hobbes: El Hombre, el Estado y la Sociedad y más Resúmenes en PDF de Teoria del Estado Constitucional solo en Docsity!

Análisis del Leviatán. Thomas Hobbes. En la primera parte, Hobbes comienza por el estudio del hombre en sí mismo para poder, a partir de ahí, estudiarlo en sociedad. Analiza el conocimiento humano, cuyo origen fundamenta en la experiencia. La experiencia, según Hobbes, se forma por la repetición de hechos que se irán almacenando en la memoria, por lo que son fuente de sensaciones que permiten la producción de imágenes memorizadas. Los recuerdos son utilizados en estas combinaciones mentales y posibilitan al hombre simular los acontecimientos futuros y adquirir, por lo tanto, una indispensable prudencia. El hombre actuará según su experiencia, mediante la cual tratará de evitar los resultados indeseados que ha sufrido en momentos anteriores. El elemento fundamental que hará que este proceso sea mucho más rápido es la palabra, ya que permite el tránsito de lo mental a lo verbal, oral y escrito, razón por la cual favorece la emergencia de la verdad. Si decimos la verdad podemos transmitir nuestra experiencia y recibir la de otros, con lo cual podremos complementarnos mutuamente. Sin embargo, al tener datos equivocados, la ausencia de veracidad en esta comunicación tendría un efecto nefasto sobre nuestra prudencia. El discurso es, sin embargo, fuente de errores y de engaños que deben ser eliminados con el fin de obtener definiciones rigurosas que, a su vez, se conviertan en vías de acceso a la ciencia. Estos errores no tienen por qué ser inevitablemente malintencionados por el prójimo, sino que pueden ser producto de una falta de precisión lingüística. La palabra es la base de la razón y se adquiere por la acción, siendo esta fuente de sensaciones y de imágenes que se intelectualizan tras la adquisición de una metodología. La razón se caracteriza, según Hobbes, por el "cálculo de las consecuencias" de nuestros pensamientos. Descompondrá la situación que se presenta ante ella y analizará, según su experiencia, los posibles acontecimientos futuros para elegir el que más le convenga. Posteriormente, examina la voluntad y la conducta humanas, tendientes siempre a la acción motivada por el deseo: el poder del hombre reside en su capacidad de actuar, y la adquisición del poder se convierte en una búsqueda permanente y dominada por la pasión. La persona actúa según los impulsos que recibe del exterior, por lo que intentará a toda costa evitar los impulsos que le resulten desagradables y conseguir todos los agradables posibles.

El problema surge cuando estas fuentes de placer hay que compartirlas con otras personas o interfieren con sus deseos. Ello determina que cada ser humano esté en continua guerra con los demás. Esta situación en la que vive el ser humano en su estado natural encontró su mejor definición en dos de sus sentencias más universalmente conocidas: " Bellum omnium contra omnes " ("Guerra de todos contra todos"); y "Homo homini lupus est" ("El hombre es un lobo para el hombre"). En este proceso de análisis del ser humano y de sus sentidos llega a una serie de definiciones que serán cruciales para su filosofía. Señala la importancia de estas definiciones, para lo cual insinúa que está intentando axiomatizar la humanidad siguiendo el modelo de la geometría. Esta influencia de las ciencias exactas se percibe en la manera tan objetiva y carente de sentimiento en la que describe las pasiones. Por ejemplo: "Lo que de algún modo es objeto de cualquier apetito o deseo humano es lo que con respecto a él se llama bueno ; y el objeto de su odio y aversión, malo ; y de su desprecio, vil e inconsiderable o indigno. Pero estas palabras de bueno , malo y despreciable siempre se usan en relación con la persona que las utiliza. No son siempre y absolutamente tales, ni ninguna regla de bien y de mal puede tomarse de la naturaleza de los objetos mismos, sino del individuo (donde no existe Estado) o (en un Estado) de la persona que lo representa, o de un árbitro o juez a quien los hombres permiten establecer e imponer como sentencia su regla del bien y del mal". Le sigue una larga secuencia de definiciones similares como la esperanza (apetito con opinión de obtener) o lo honorable (cualquier acción, cualidad o argumento que sea señal de poder) por ejemplo. En esta segunda parte, Hobbes desarrolla su idea del contrato o pacto social, desarrollado por los hombres como garantía de la seguridad individual y como forma de poner fin a los conflictos que, por naturaleza, generan estos intereses individuales. Así, a las pasiones naturales del hombre se oponen las leyes morales, siendo a su vez leyes naturales. El Estado (o República) que Hobbes proyecta en Leviatán no es el concepto moderno de república (ausencia de monarquías) sino que es concebido como una res publica , es decir, un poder organizado de forma común cuya función es "regentar" las cosas públicas y que se funda a partir de la suma de voluntades individuales libres que deciden actuar para adquirir ventajas comunes. La libertad del individuo se verá reducida a los espacios donde la ley no

asegurar la paz y la seguridad del pueblo; al fin y al cabo, es el motivo por el cual se instituyen. Al comparar la monarquía con las otras dos, de esto deduce que donde los intereses públicos y lo privados están muy unidos, los públicos se ven más favorecidos. En la monarquía el interés público y el privado son el mismo. Las riquezas, el poder, y el honor del monarca surgen de las riquezas, fuerza y reputación de sus súbditos. Es imposible que el rey sea rico, glorioso o poderoso si su pueblo es pobre, sin aspiraciones, o débil debido a la pobreza o la ignorancia, como para mantener una guerra contra sus enemigos. Mientras que en la democracia o la aristocracia, la propiedad pública no da tanta fortuna individual, dando lugar a la corrupción, el mal uso de la ambición, a la traición o a la guerra civil. Hobbes considera la realidad política en la que vive y desarrolla una serie de explicaciones para la sucesión paterno filial; si falta la denotación expresa de un heredero por parte del monarca, se seguirá la tradición. Esta establece que el varón primogénito será el heredero de su padre, teniendo inmediato derecho de sucesión por costumbre; se supone que el monarca lo habría declarado así en vida, al ser tradición de generaciones. Por tanto, en la práctica, se vuelve al varón primogénito como heredero. En esta tercera parte, y por lo que respecta a las relaciones entre el poder espiritual y el poder temporal, Hobbes abogaba por la total sumisión de la Iglesia al soberano. Hobbes investiga la naturaleza de un Estado cristiano. Esto da lugar inmediatamente a la pregunta de en qué escrituras deberíamos confiar y por qué. Si alguna persona reclama que lo sobrenatural es superior a lo civil, entonces habría caos, y el deseo principal de Hobbes es evitarlo. Por tanto, concluye que no podemos conocer infaliblemente la revelación dada por otra persona; ya que cuando Dios habla al hombre, es por medio del propio hombre o de otro igual al que le ha hablado anteriormente. La persona con la que Dios habló le entendió perfectamente, pero eso no quiere decir que cuando el revelado se lo cuente a otro, esta otra persona le comprenda; por lo que es difícil, por no decir imposible, saber con certeza lo que Dios quiere. Además, que alguien demuestre que Dios le ha hablado es prácticamente imposible, por lo que no puede esperar que los demás le crean. Como esto podría ser considerado como una herejía (al aplicarse a la Biblia), Hobbes dice que se necesita una prueba, y la verdadera prueba es contrastar los dichos de los que oyen a Dios

con las sagradas escrituras -ya que considera que las escrituras son las enseñanzas que Dios ha dado-, y la muestra de un milagro. Si ambos requisitos se cumplen, es un verdadero profeta. Como en la actualidad ver un milagro es algo poco probable, se considera a la Biblia como única fuente verdadera de fe. Hobbes analiza varios libros que son aceptados por distintas sectas y la cuestión de la verdadera autoridad de las escrituras. Para Hobbes, es un manifiesto de que nadie puede saber cuál es la palabra de Dios (aunque los cristianos la crean) al menos que Dios se lo haya dicho personalmente. Por tanto, la verdadera pregunta es: ¿Qué autoridad tiene la ley? Como era de esperarse, Hobbes concluye que no hay una forma certera de saberlo si no es por medio del poder civil: a aquel a quien Dios no le haya revelado personalmente que son suyos, ni que aquel que los hizo fue enviado por Dios mismo, tiene obligación de obedecer a nadie cuya voluntad no sea ley. Por tanto, sólo hay obligación de obedecer al soberano del Estado, el cual sólo tiene poder legislativo. Discute los Diez Mandamientos, y se pregunta quién los dio para que tengan fuerza de ley. No hay duda de que la ley la dio Dios mismo, pero éstos ni obligan ni son ley para aquellos que no lo reconozcan como acto del poder soberano. ¿Cómo sabía el pueblo de Israel que fue Dios quien se los dio, y no Moisés, si no pudieron acercarse al monte? Concluye que la promulgación de la ley de las Escrituras es tarea del soberano civil. Finalmente, se plantea qué poder tiene la Iglesia sobre aquellos que, siendo soberanos, han elegido la fe cristiana. Concluye que los reyes cristianos son los pastores supremos de su pueblo y tienen el poder de ordenar a sus pastores lo que deseen, pueden enseñar a la iglesia, es decir, instruir a sus súbditos. En esta cuarta parte, ejerce una severa crítica a la Iglesia, a la cual acusaba (tras denunciar las tradiciones fabulosas que sostienen al conjunto de la mitología cristiana) de estar impregnadas, incluso, de cierto ateísmo. No obstante, y con el fin de evitar eventuales represalias y censuras eclesiásticas, en el apéndice con que concluye Leviatán intentó atemperar sus posiciones recurriendo para ello al examen de la jurisprudencia sobre la herejía. Cuando Hobbes nombra esta sección "el reino de la oscuridad", no se refiere al Infierno (al no creer ni en el Infierno ni en el purgatorio), sino a la oscuridad de la ignorancia como opuesto a la luz del verdadero saber. Esta interpretación por parte de

en los que el testimonio del testigo no era suficiente, tenía la costumbre de preguntarles a los acusado rescui bono , esto es, qué beneficios obtenían con el caso. Esto es así porque entre los móviles más obvios que uno puede ver están los beneficios. Hobbes concluye que de todo esto, los beneficiarios son la Iglesia y su jerarquía.