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ESTUDIO DE LAS EMOCIONES Y CONDUCTAS EN ADOLESCENTES QUE SE AUTOLESIONAN
Tipo: Apuntes
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Los definimos como la mutilación deliberada del cuerpo o de una parte del cuerpo, no con la intención de cometer suicidio, sino como la forma de manejar emociones que parecen demasiado dolosas para que las palabras las expresen. Puede incluir cortar la piel o quemarla, hacernos moretones a uno mismo a través de un accidente premeditado. También puede ser rascar la piel hasta que sangra o interferir la curación de heridas. ES UNA FORMA DE EXPRESIÓN Por lo general el paciente se siente triste, vacío, tiene dificultades para identificar sentimientos y expresarlos, suele mezclar y confundir emociones, no sabe si es normal sentirse así o no. Las dudas le invaden y esto hace que empiece a buscar formas de manejarlo, métodos que le permitan hacer frente a este caos. Para muchos pacientes con este problema, la autolesión puede ser vista como una “amiga” a la que se puede recurrir en cualquier momento del día, una salida inmediata a una carga emocional demasiada pesada e intensa para ser tolerada. En muchas de estas personas, la forma de percibirse es muy variable y, por lo tanto, también lo es su visión de las acciones lesivas. Muchos saben que es dañina; otros creen que es solo asunto suyo y que no están haciendo daño a nadie. Otros, aun sabiendo que es algo “extraño” y queriendo dejar de hacerlo, se sienten incapaces de parar, atraídos irrefrenablemente por la necesidad de cortarse, quemarse o golpearse. Otros fantasean o aspiran a hacer evidente la necesidad de ayuda que se ven incapaces de verbalizar. Por ejemplo: “Si me ven esta quemadura seguro que me preguntan, se dan cuenta de lo mal que estoy y me ayudan y entienden mejor”. Se puede decir que, al no haber adquirido habilidades adaptativas para calmarse y controlar el estrés y frustración, el autolesivo recurre a la acción pues es más fácil que intentar comprender y expresar lo que siente (difícilmente podrá expresarlo cuando el mismo no sabe que ocurre en su interior ni por qué siente con semejante intensidad). Es importante tener presente que la acción conlleva alivio, mientras que verbalizar y compartir requiere un esfuerzo tremendo y un repertorio de habilidades de las que carece la persona, que recurre a la acción como forma de comunicación. El objetivo es poner fin al dolor y al sufrimiento que siente en su interior, el caos y la confusión que retumban en su cabeza; frenar los pensamientos dolorosos, la incertidumbre, la confusión. Cualquier otra forma de expresión emocional se convierte en una tarea impensable para la persona, que al no haber desarrollado los recursos necesarios, tendera a repetir este nuevo comportamiento. De tal forma, este nuevo comportamiento se convierte en el recurso que mejor funciona, por lo que la probabilidad de que piense o recurra a conductas adaptativas será pequeña sin la intervención de un profesional que le ayude a comprender sus comportamientos y a pensar en nuevas alternativas más funcionales y positivas. LA AUTOLESIÓN Y EL SUICIDIO Algunas personas confunden los términos “autolesion” y “suicidio” o los diferencian, pero confunden la intención de ambos. Muchas de las personas que se autolesionan no quieren morir;
porque “no es suficiente”, la persona necesita ir más allá: recurrir al castigo. En estos casos si siente dolor con las lesiones, pero es mejor tolerado que los pensamientos y sentimientos horribles de “ser malo” que general la culpa. LA AUTOLESIÓN Y LA IRA Por lo general el primer incidente comienza con sentimientos muy fuertes de enfado, ansiedad y miedo. Si el sentimiento no es demasiado intenso la persona puede arrojar un objeto, romper algo y quedarse tranquila, pero si se hace demasiado intenso (y en el caso de la ira reprimida suele haber un efecto acumulativo) la persona puede golpearse y hacerse daño. A partir de aquí, si se siente más tranquila y menos tensa, la probabilidad de que repita el comportamiento se incrementara y con esto el método que le ayude a liberar mejor esta tensión que siente como consecuencia de la ira. Así una persona puede haber empezado rompiendo cosas para posteriormente darse cabezazos o golpes y finalmente encontrar que con un objeto punzante y afilado o un mechero consigue su propósito: tolerar mejor esta emoción y poder manejarla. De esta forma, cuando la persona sienta ira recurrirá a esta conducta y se sentirá mejor, sin ser consciente de que es una medida temporal que soluciona lo que siente a corto plazo pero que no le ayuda a largo plazo, pues no solo no aprende nuevas alternativas que le ayuden a manejar y tolerar sus emociones para situaciones posteriores, sino que tampoco está resolviendo los conflictos que estas le generan y está reforzando la agresión como estrategia de afrontamiento. Es decir, el alivio inmediato refuerza esta reacción desadaptativa y no permite que la persona adquiera recursos que funcionen a corto y largo plazo. LA AUTOLESIÓN Y RESPONSABILIDAD Cuando pienso en las personas que se autolesionan porque se sienten culpables o porque no saben canalizar su enfado, me llama la atención que tiendan a asumir responsabilidad por todo, como si todo girase en torno a ellos: “Ha pasado esto porque yo no hice lo otro”, “Soy patético”, “Si no hubiese protestado no se habrían disgustado”, “Tengo que hacer que se sienta mejor”. .. Resulta curioso cómo las buenas intenciones y la preocupación por los demás se convierte en el motivo por el que necesitan hacerse daño. Quizás el sentimiento de culpa es el de mayor peso para muchas de estas personas aunque, la ira reprimida también tiene un peso importante. Por supuesto, hay otros aspectos que resultan perjudiciales y que van unidos a la culpa: la sensación de incomprensión y “desastre”, “de no hacer nada bien” y la tendencia a depender de la opinión de los demás para valorarse o para valorar lo que hacen. Muchas de estas personas quieren agradar a los que les rodean y cuando no lo consiguen se sienten mal, se dispara la culpa y la sensación de responsabilidad. En muchos casos no dicen lo que les hace daño o les hace sentir mal por miedo a que se enfaden con ellos o por temor a la reacción de la otra persona. Este es uno de los motivos que hace que acumulen y lo expresen de repente pero de una manera inapropiada, incluso ofensiva, que hará que posteriormente se sientan fatal, corroborando que es mejor no decir lo que sienten. En ambos casos (callar y acumular o explotar verbalmente) la persona suele acabar recurriendo a la lesión como reguladora de la situación.
El principal objetivo será conseguir el establecimiento de una alianza, transmitir esperanza y comprensión al paciente, pues, aunque esto es necesario en todos los casos, cuando una persona se avergüenza de sí misma y de sus conductas es mucho más importante y relevante. Que el paciente sepa que puede mostrarse tal y como es, que puede hablar abiertamente de sus comportamientos y de sus sentimientos genera confianza y seguridad, tranquilidad. Conseguido esto, uno de los objetivos es lograr que la persona comprenda sus patrones de respuesta, que aprenda a identificar las emociones que los pueden desencadenar y a expresar lo que siente de una manera más efectiva y menos dañina. Además, será necesario que la persona desaprenda una serie de conductas (recurrir a la acción impulsiva) y aprenda nuevas reacciones y formas de actuar que le permitan tolerar sus emociones y expresarlas de una manera adaptativa. Una manera de hacerlo es ayudarla a expresarse verbalmente o por escrito. Otra opción a la que se puede recurrir cuando tiene dificultades muy grandes es la expresión artística, la expresión de las emociones mediante dibujos, pues, en los casos de mucha intensidad emocional, el trabajo visual puede ser mucho más llevadero para el paciente. Evidentemente, para que esto sea viable, será necesario realizar un trabajo previo o, como mínimo, paralelo de identificación de emociones. RECOMENDACIONES TERAPÉUTICAS
Mosquera, D., (2008). La Autolesión: El Lenguaje del Dolor , Madrid, España: Ediciones Pleyades