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Un breve análisis de la importancia que tenía la alianza, la tierra y la Ley en el Antiguo Testamento, la conciencia de cada una en el pueblo de Israel y su relación con Dios, su manera de actuar.
Tipo: Resúmenes
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La Biblia comprendió la relación entre Dios e Israel recurriendo al concepto de alianza: este concepto resulta además tan adecuado que se convierte incluso en la categoría que expresa todo el conjunto de la historia de la salvación y de los libros que la atestiguan (Antiguo y Nuevo Testamento o Alianza). En el Antiguo Testamento, la alianza (bérit) aparece claramente como el fundamento de la vida social, moral y religiosa del pueblo de Israel. Los profetas aluden indirectamente a ella para señalar la singularidad de los vínculos que unen a Dios con su pueblo y con la imagen de la alianza nueva alimentan la esperanza y la ilusión de un futuro de bienes, de paz y de familiaridad profunda entre Yahveh e Israel. A la luz del Antiguo Testamento se puede decir muy bien que “Israel vivió de la alianza» (A. González Lamadrid) y que "Dios es el Dios de la alianza, que pronuncia palabras de alianza al pueblo de la alianza y hace culminar estas relaciones en una suprema alianza» (J Muilenburg). El Antiguo Testamento resalta continuamente y con energía tanto la gratuidad de la alianza que tiene como fundamento exclusivo la benevolencia divina, como sus efectos salvíficos (redención, perdón, solicitud, providencia, misericordia) y la necesidad de la adhesión libre del hombre a la misma. Del encuentro entre la libertad de Dios y la de Israel (del hombre) se derivan frutos de bien, de paz, de armonía, en una palabra, la salvación. En la Biblia, el concepto de creación va estrechamente unido al de alianza ya que la creación no consiste simplemente en "dar la existencia a las cosas», sino en comenzar un vínculo de benevolencia entre Dios y las criaturas. Además, la creación y la alianza tienen una sola raíz: el amor. De él procede la alianza y él es también la razón suficiente de la creación, entendida como llamada gratuita a la existencia de unos seres, personales e impersonales, distintos de Dios. Por eso, es natural afirmar que, según la Biblia, Dios crea con vistas a la alianza: gracias a ella, la creación alcanza su cumplimiento. A su vez, la alianza puede entenderse como una "nueva creación» de las cosas que existen o como vocación a la comunión más profunda de los hombres con el Creador. La primera página de la Biblia relata la creación del mundo y de la persona humana: «Creó, pues, Dios al ser humano a imagen suya: a imagen de Dios le creó; varón y mujer los creó» (Gn 1, 27). Palabras solemnes expresan la tarea que Dios les confía: «Sed fecundos y multiplicaos, y henchid la tierra y sometedla; mandad en los peces del mar y en las aves de los cielos y en todo animal que serpea sobre la tierra» (Gn 1, 28). La primera tarea que Dios les encomienda -se trata, evidentemente, de una tarea fundamental- se refiere a la actitud que deben tener con la tierra y con todos los seres vivientes. «Henchir» y «dominar» son dos verbos que se pueden malentender con facilidad e incluso pueden parecer una justificación de ese dominio despótico y desenfrenado que no se preocupa por la tierra y por sus
frutos y hace estragos con ella a su propio favor. En realidad «henchir» y «dominar» son verbos que, en el lenguaje bíblico, sirven para describir la dominación del rey sabio que se preocupa por el bienestar de todos sus súbditos. El derecho-deber de la persona humana de dominar la tierra nace del hecho de que es imagen de Dios: corresponde a todos y no sólo a algunos la responsabilidad de la creación. El israelita tiene el derecho de propiedad de la tierra, que la ley protege de muchas formas. El Decálogo prescribe: «no codiciarás la casa de tu prójimo, su campo, su siervo o su sierva, su buey o su asno: nada que sea de tu prójimo» (Dt 5, 21). Se puede decir que el israelita sólo se siente verdaderamente libre y plenamente israelita cuando posee su parcela de tierra. Pero la tierra es de Dios, insiste el Antiguo Testamento, y Dios la ha dado en herencia a todos los hijos de Israel. De ahí se siguen varias consecuencias. Por un lado, nadie tiene el derecho de quitar la tierra a la persona que la cultiva; en caso contrario se viola un derecho divino; ni siquiera el rey puede hacerlo. Por otro lado, se prohibe toda forma de posesión absoluta y arbitraria en favor propio: no se puede hacer lo que se quiera con los bienes que Dios ha dado para todos. Sobre esta base la legislación, impulsada siempre por situaciones concretas, fue añádiendo muchas restricciones al derecho de propiedad. En las conversaciones relativas a la Biblia , la palabra “ ley ” se refiere a las leyes de Dios. Recordemos que las leyes no las originó Moisés , ni Noé , ni ninguno de los profetas , sino Dios personalmente. En la Biblia hay dos grandes grupos de leyes. Están las leyes rituales, y las leyes de comportamiento. Las leyes rituales , como su nombre lo indica , se referían a los ritos , sacrificios y ceremonias que pre-figuraban varias cosas : la misión de Jesucristo , cuando vino a morir por nosotros , la venida del Espíritu Santo , la Segunda Venida , etc .. Las principales leyes rituales eran las que tenían que ver con el Templo , y con los sacrificios que en él se hacían. También eran leyes rituales la circuncisión , los lavamientos del cuerpo para no contaminar el santuario terrenal , que era símil del Santuario del Cielo , la presentación de los primogénitos humanos , el sacrificio de los primogénitos de animales , etc .. Las leyes de comportamiento son las que Dios estableció para que el humano supiera cómo tenía que comportarse con Dios y con su prójimo. Ejemplos de ellas son los Diez Mandamientos , las leyes que nos enseñan cómo comportarnos con los extranjeros , con nuestros enemigos , con las viudas y los huérfanos , con los pobres , con aquellas cosas que se le perdieran a