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Adolescencia y Juventud: De las Nociones a los Abordajes, Ejercicios de Psicología

Este artículo explora las nociones de adolescencia y juventud, destacando su construcción social, histórica y cultural. Analiza los diferentes abordajes disciplinarios que se han desarrollado en torno a estos conceptos, enfatizando la necesidad de pluralizar las perspectivas para comprender la diversidad de experiencias adolescentes y juveniles. El texto también resalta la importancia de la investigación social en la comprensión de la etapa que media entre la infancia y la adultez, y plantea interrogantes sobre el paso de la adolescencia/juventud a la edad adulta.

Tipo: Ejercicios

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ULTIMA DÉCADA Nº21, CIDPA VALPARAÍSO, DICIEMBRE 2004, PP. 83-104.
ADOLESCENCIA Y JUVENTUD:
DE LAS NOCIONES A LOS ABORDAJES
OSCAR DÁVILA LEÓN*
RESUMEN
En el texto se discuten las nociones de adolescencia y juventud, como los aborda-
mientos disciplinarios que de manera contemporánea se han hecho sobre dichas no-
ciones; donde ya no resulta una novedad, pero sí una necesidad, el pluralizar: la nece-
sidad de hablar y concebir diferentes «adolescencias» y «juventudes», en un amplio
sentido de las heterogeneidades que se pueden presentar y visualizar entre adoles-
centes y jóvenes. Aquello cobra vigencia y sentido, de momento que concebimos las
categorías de adolescencia y juventud como una construcción sociohistórica, cultural
y relacional en las sociedades contemporáneas, donde los esfuerzos en la investiga-
ción social en general, y en los estudios de juventud en particular, han estado centra-
do en dar cuenta de la etapa que media entre la infancia y la adultez, las que a su vez,
también se constituyen en categorías fruto de construcciones y significaciones socia-
les en contextos históricos y sociedades determinadas, en un proceso de permanente
cambio y resignificaciones.
Se rescatan los avances en el campo de la investigación en temáticas de adolescencia
y juventud a tiempos actuales, y se plantean algunas interrogantes sobre el paso de la
adolescencia/juventud a la edad adulta, que ayuden en delimitar las dimensiones y
variables que pueden aportar mayores claridades al análisis y sus eventuales impactos
en el diseño y definición de políticas hacia estos sujetos sociales.
PALABRAS CLAVE: ADOLESCENCIA, JUVENTUD, TRAYECTORIAS JUVENILES
* Asistente Social,
CIDPA Valparaíso. E-Mail: oscar@cidpa.cl.
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U LTIMA D ÉCADA Nº21, CIDPA V ALPARAÍSO , DICIEMBRE 2004, PP. 83-104.

ADOLESCENCIA Y JUVENTUD:

DE LAS NOCIONES A LOS ABORDAJES

OSCAR DÁVILA L EÓN*

RESUMEN

En el texto se discuten las nociones de adolescencia y juventud, como los aborda- mientos disciplinarios que de manera contemporánea se han hecho sobre dichas no- ciones; donde ya no resulta una novedad, pero sí una necesidad, el pluralizar: la nece- sidad de hablar y concebir diferentes «adolescencias» y «juventudes», en un amplio sentido de las heterogeneidades que se pueden presentar y visualizar entre adoles- centes y jóvenes. Aquello cobra vigencia y sentido, de momento que concebimos las categorías de adolescencia y juventud como una construcción sociohistórica, cultural y relacional en las sociedades contemporáneas, donde los esfuerzos en la investiga- ción social en general, y en los estudios de juventud en particular, han estado centra- do en dar cuenta de la etapa que media entre la infancia y la adultez, las que a su vez, también se constituyen en categorías fruto de construcciones y significaciones socia- les en contextos históricos y sociedades determinadas, en un proceso de permanente cambio y resignificaciones. Se rescatan los avances en el campo de la investigación en temáticas de adolescencia y juventud a tiempos actuales, y se plantean algunas interrogantes sobre el paso de la adolescencia/juventud a la edad adulta, que ayuden en delimitar las dimensiones y variables que pueden aportar mayores claridades al análisis y sus eventuales impactos en el diseño y definición de políticas hacia estos sujetos sociales.

PALABRAS CLAVE: ADOLESCENCIA, JUVENTUD, TRAYECTORIAS JUVENILES

  • Asistente Social, CIDPA Valparaíso. E-Mail: oscar@cidpa.cl.

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RESUMO

Neste texto são discutidas as noções de adolescência e juventude como abordagens disciplinares que atualmente são feitas sobre estas noções e que já não são novidade, mas sim uma necessidade; o pluralizar, a necessidade de falar e conceber diferentes «adolescências» e «juventudes» em um amplo sentido das heterogeneidades que podem ser apresentadas e visualizadas entre adolescentes e jovens. Isto requer cuidado e observação no momento em que concebemos as categorias de adolescência e juventude como uma construção sócio histórica, cultural e relacional nas sociedades contemporâneas, nas quais os esforços na pesquisa social em geral e nos estudos sobre juventude em particular, centram-se no esforço de compreender a etapa intermediária entre a infância e a fase adulta, fase esta que por sua vez, tambiém se constitui em categrorias, fruto de construções e significaçõess sociais em contextos históricos e sociedades determinadas, em um processo de permanente mudanças e resignificações. São resgatados os avaços no campo da pesquisa em temáticas de adolescência e ju- ventude para os tempos atuais e são propostas algumas questões sobre a passagem da fase da adolescência/juventude para a fase (idade) adulta, que ajudem a delimitar as dimensões e variáveis que podem dar mais clareza a análise e seus eventuais impactos no desenho e na definição de políticas direcionadas a estes sujeitos sociais.

PALAVRAS CHAVE: ADOLESCÊNCIA, JUVENTUDE, TRAJETÓRIAS JUVENIS

ABSTRACT

In this text we discuss about the notions of adolescence and youth, as well as the disciplinary approach to the aforementioned concepts at the present time, where it’s no longer a newness —but a necessity— to pluralize: the need to talk and conceive different «adolescences» and «youths», in a wide range of heterogeneities that we can find and visualize among adolescents and young people. This takes validity and makes sense at the moment we conceive the categories of adolescence and youth as a socio-historic, cultural and relational construction in contemporary societies, where the efforts in social research in general, and the studies on youth in particular, have been centered in letting know the stage between the childhood and the adulthood, that —at their own time— are also categories originated by social significations and constructions in historic contexts and defined societies, within a process of constant changes and new significations. We highlight the advances in the field of research in matters of adolescence and youth nowadays and set forth certain questions about the transition from adolescence/youth to the adult age, in order to help define the dimensions and variables that can provide more clarity to the analysis and their eventual impacts in the design and setting out of policies oriented to social individuals.

KEY WORDS : ADOLESCENCE, YOUTH, JUVENILE TRAJECTORIES

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rios en la comprensión de lo adolescente y lo juvenil. De igual modo, las estrategias y métodos de investigación social en materias de ado- lescencia y juventud también está siendo un campo de debate, donde el uso de estrategias de tipo cualitativas y centradas con mayor énfasis en las subjetividades de los sujetos ha cobrado marcada relevancia, sin desconocer la extendida utilización de estrategias de corte cuantitati- va; pero dando a las primeras el crédito de haber ampliado el marco comprensivo desde el propio sujeto y sus entornos cercanos y lejanos, lo que ha llevado a una toma de ubicación diferente y que puede adentrarse con mayor profundidad analítica en las cotidianeidades adolescentes y juveniles, y desde allí interlocutar e interpelar a los contextos y estructuras sociales, como también a las instituciones so- ciales. Emparentado con lo anterior, también podemos visualizar una readecuación o giros en cuanto a los tipos de lecturas o ejes compren- sivos de las cuestiones constitutivas de la condición adolescente y juvenil, donde ha cobrado una importante relevancia el abordamiento de estas condiciones desde una lectura sociocultural, con mayor desa- rrollo actualmente que las lecturas socioeconómicas y las sociopolíti- cas. Ejemplo de ello lo constituyen los estudios socioculturales y el ámbito de las culturas juveniles. Con estas premisas iniciales, transitaremos por la discusión y problematización de las nociones de adolescencia y juventud, con la pretensión de avanzar en un marco analítico que aporte en la dirección de una mejor comprensión de los sujetos y sus condiciones, como a su vez, en el pensar acciones y planteamientos de política pública orien- tadas a los adolescentes y jóvenes.

II. LA CONSTRUCCIÓN DE LAS NOCIONES

Los conceptos de adolescencia y juventud corresponden a una cons- trucción social, histórica, cultural y relacional, que a través de las dife- rentes épocas y procesos históricos y sociales han ido adquiriendo denotaciones y delimitaciones diferentes: «la juventud y la vejez no están dadas, sino que se construyen socialmente en la lucha entre jó- venes y viejos» (Bourdieu, 2000:164). A la base de esta evolución conceptual, la historiografía —y la filosofía— nos aportan los antece- dentes más remotos, principalmente por el trabajo de fuentes docu- mentales accesibles, donde a partir de la tensión siempre presente en el análisis social sobre la constitución de categorías sociales y nocio- nes que den cuenta del proceso en que los sujetos atraviesan por un

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ciclo vital definido histórica y culturalmente (cf. Sandoval, 2002; Feixa, 1999; Levi y Schmitt, 1996a y b). La misma noción de infancia nos remite a este considerando, y sus dinámicas de paso desde la in- fancia a la denominada edad adulta o adultez. El intersticio entre am- bos estadios es lo que se suele concebir como el campo de estudio y conceptualización de la adolescencia y juventud, con delimitaciones en ambas no del todo claras, que en muchos aspectos se superponen, y dependiendo de los enfoques utilizados para esos efectos. Disciplinariamente se le ha atribuido y endosado la responsabili- dad analítica de la adolescencia a la psicología, en la perspectiva de un análisis y delimitación partiendo por el sujeto particular y sus proce- sos y transformaciones como sujeto; dejando a otras disciplinas de las ciencias sociales —y también las humanidades— la categoría de ju- ventud, en especial a la sociología, antropología cultural y social, his- toria, educación, estudios culturales, comunicación, entre otros; donde a partir de sujetos particulares, el interés se centra en las relaciones sociales posibles de establecerse en éstos y las formaciones sociales, en el trazar vínculos o rupturas entre ellos (Bajoit, 2003). Sin embar- go, la misma utilización de los conceptos de adolescencia y juventud, en muchas ocasiones tienden a usarse de manera sinónima y homolo- gadas entre sí, especialmente en el campo de análisis de la psicología general, y en sus ramas de psicología social, clínica y educacional; cuestión que no ocurre con mayor frecuencia en las ciencias sociales. Conceptualmente la adolescencia se constituye como campo de estudio, dentro de la psicología evolutiva, de manera reciente, pudien- do asignarse incipientemente sólo a finales del siglo XIX y con mayor fuerza a principios del siglo XX, bajo la influencia del psicólogo nor- teamericano Stanley Hall, quien con la publicación (1904) de un trata- do sobre la adolescencia, se constituyó como hito fundacional del estudio de la adolescencia y pasara a formar parte de un capítulo den- tro de la psicología evolutiva. Para Hall, la adolescencia es,

Una edad especialmente dramática y tormentosa en la que se producen innume- rables tensiones, con inestabilidad, entusiasmo y pasión, en la que el joven se encuentra dividido entre tendencias opuestas. Además, la adolescencia supone un corte profundo con la infancia, es como un nuevo nacimiento (tomando esta idea de Rousseau) en la que el joven adquiere los caracteres humanos más ele- vados (Delval, 1998:545).

Teniendo en consideración las diferentes concepciones que pueden relevarse en torno a la adolescencia —clásicas y contemporáneas—,

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los cuales se ha operado, habiendo en ellos una multiplicidad de facto- res, características y elementos, unos más relevados que otros, pero que transitan por los énfasis en las transformaciones físicas y biológi- cas, intelectuales y cognitivas, de identidad y personalidad, sociales y culturales, morales y valóricas. Para Delval (1998), estas concepcio- nes sobre la adolescencia pueden sintetizarse en tres teorías o posicio- nes teóricas sobre la adolescencia: la teoría psicoanalítica, la teoría sociológica y la teoría de Piaget. La teoría psicoanalítica concibe la adolescencia como resultado del desarrollo que se produce en la pubertad y que llevan a una modi- ficación del equilibrio psíquico, produciendo una vulnerabilidad de la personalidad. A su vez, ocurre un despertar de la sexualidad y una modificación en los lazos con la familia de origen, pudiendo presen- tarse una desvinculación con la familia y de oposición a las normas, gestándose nuevas relaciones sociales y cobrando importancia la construcción de una identidad y la crisis de identidad asociada con ella (cf. Erikson, 1971). Desde esta perspectiva, la adolescencia es atribui- da principalmente a causas internas. Por su parte, desde la teoría so- ciológica , la adolescencia es el resultado de tensiones y presiones que vienen del contexto social, fundamentalmente en lo relacionado con el proceso de socialización que lleva a cabo el sujeto y la adquisición de roles sociales, donde la adolescencia puede comprenderse primor- dialmente a causas sociales externas al mismo sujeto. La teoría de Piaget , releva los cambios en el pensamiento durante la adolescencia, donde el sujeto tiende a la elaboración de planes de vida y las trans- formaciones afectivas y sociales van unidas a cambios en el pensa- miento, donde la adolescencia es el resultado de la interacción entre factores sociales e individuales (Delval, 1998:550-552).

III. APROXIMACIÓN CONCEPTUAL AL FENÓMENO JUVENIL

Ya consignada la difusa diferenciación conceptual —y en ocasiones también empírica— de la construcción y utilización de los conceptos de adolescencia y juventud, con todo el andamiaje teórico, metodoló- gico e instrumental desplegado por las diferentes corrientes de pensa- miento, sea a través de la evolución histórica de los conceptos, como el desarrollo desde los abordamientos disciplinarios al respecto; no es extraño una superposición y traslado de características de una noción a la otra, y viceversa. Por ello es necesario este resguardo y precau- ción en su tratamiento, pero que por claridad de la presentación deci-

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dimos dedicar el acápite anterior fundamentalmente a la categoría de adolescencia, para dar paso a esa aproximación conceptual de lo juve- nil, que en muchos aspectos también incluye a la de adolescencia.

La juventud como hoy la conocemos es propiamente una «invención» de la posguerra, en el sentido del surgimiento de un nuevo orden internacional que conformaba una geografía política en la que los vencedores accedían a inéditos estándares de vida e imponían sus estilos y valores. La sociedad reivindicó la existencia de los niños y los jóvenes, como sujetos de derecho y, especialmente, en el caso de los jóvenes, como sujetos de consumo (Reguillo, 2000:23).

En sus diferentes tratamientos, la categoría juventud ha sido concebida como una construcción social, histórica, cultural y relacional, para designar con aquello la dinamicidad y permanente evolución/invo- lución del mismo concepto. De acuerdo con Mørch (1996), es preciso tener en consideración que la conceptualización de la juventud pasa necesariamente por su encuadramiento histórico, en la medida en que esta categoría es una construcción histórica, que responde a condicio- nes sociales específicas que se dieron con los cambios sociales que produjeron la emergencia del capitalismo, el cual otorgó el denomina- do espacio simbólico que hiciera posible el surgimiento de la juventud (Mørch, 1996). Conjuntamente a lo anterior —a lo menos— la juventud es concebida como una categoría etaria (categoría sociodemográfica), como etapa de maduración (áreas sexual, afectiva, social, intelectual y físico/motora) y como subcultura (Sandoval, 2002:159-164). En cuanto categoría etaria, que también es válida primariamente para la adolescencia, pueden hacerse algunos distingos y precisiones de acuerdo a los contextos sociales y las finalidades con que se desea utilizar esta dimensión sociodemográfica. Convencionalmente se ha utilizado la franja etaria entre los 12 y 18 años para designar la ado- lescencia; y para la juventud, aproximadamente entre los 15 y 29 años de edad, dividiéndose a su vez en tres subtramos: de 15 a 19 años, de 20 a 24 años y de 25 a 29 años. Incluso para el caso de designar el período juvenil, en determinados contextos y por usos instrumentales asociados, éste se amplía hacia abajo y hacia arriba, pudiendo exten- derse entre un rango máximo desde los 12 a los 35 años, como se aprecia en algunas formulaciones de políticas públicas dirigidos al sector juvenil. Inclusive y debido a una necesidad de contar con defi- niciones operacionales como referentes programáticos en el campo de las políticas de adolescencia y juventud, el los países iberoamericanos se presenta una gran diferencia en los rangos edad utilizados. Por

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de sus sectores, donde cabría preguntarse: ¿desde dónde empezamos a construir una definición de juventud, sin que las diferencias de clases sociales y los contextos socioculturales estén sobre las identidades de las categorías de juventud?

La noción más general y usual del término juventud, se refiere a una franja de edad, un período de vida, en que se completa el desarrollo físico del individuo y ocurren una serie de transformaciones psicológicas y sociales, cuando éste abandona la infancia para procesar su entrada en el mundo adulto. Sin embargo, la noción de juventud es socialmente variable. La definición del tiempo de du- ración, de los contenidos y significados sociales de esos procesos se modifican de sociedad en sociedad y, en la misma sociedad, a lo largo del tiempo y a tra- vés de sus divisiones internas. Además, es solamente en algunas formaciones sociales que la juventud se configura como un período destacado, o sea, aparece como una categoría con visibilidad social (Abramo, 1994:1).

La juventud no es un «don» que se pierde con el tiempo, sino una condición social con cualidades específicas que se manifiestan de diferentes maneras según las característica históricas sociales de cada individuo (Brito, 1996). Un joven de una zona rural no tienen la mis- ma significación etaria que un joven de la ciudad, como tampoco los de sectores marginados y las clases de altos ingresos económicos. Por esta razón, no se puede establecer un criterio de edad universal que sea válido para todos los sectores y todas las épocas: la edad se trans- forma sólo en un referente demográfico.

La juventud se encuentra delimitada por dos procesos: uno biológico y otro so- cial. El biológico sirve para establecer su diferenciación con el niño, y el social, su diferenciación con el adulto (Allerbeck y Rosenmayr, 1979:21).

La definición de la categoría juventud se puede articular en función de dos conceptos: lo juvenil y lo cotidiano. Lo juvenil nos remite al proce- so psicosocial de construcción de la identidad y lo cotidiano al contexto de relaciones y prácticas sociales en las cuales dicho proceso se realiza, con anclaje en factores ecológicos, culturales y socioeconómicos. La potencia de esta óptica radica sustancialmente en ampliar la visión sobre el actor, incorporando la variable sociocultural a la demográfica, psico- lógica o a categorizaciones estructurales que corresponden a las que tradicionalmente se han utilizado para su definición. Entonces lo que incluye es la variable vida cotidiana que define la vivencia y experiencia del período juvenil. Al decir de Reguillo, para no quedar atrapados en los análisis en juventud, que nos dejan de un lado, con sujetos sin es- tructura; y del otro, de estructuras sin sujeto (Reguillo, 2000:45).

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Para situar al sujeto juvenil en un contexto histórico y sociopolítico, resultan in- suficientes las concreciones empíricas, si éstas se piensan con independencia de los criterios de clasificación y principios de diferenciación social que las dis- tintas sociedades establecen para sus distintos miembros y clases de edad (Re- guillo, 2000:49).

Esta mirada permite reconocer la heterogeneidad de lo juvenil desde las diversas realidades cotidianas en las que se desenvuelven las dis- tintas juventudes. De esta manera posibilita a su vez asumir que en el período juvenil tienen plena vigencia todas las necesidades humanas básicas y otras específicas, por lo que resulta perentorio reconocer tanto la realidad presente de los jóvenes como su condición de sujetos en preparación para el futuro. Esto supone la posibilidad de observar a la juventud como una etapa de la vida que tiene sus propias oportuni- dades y limitaciones, entendiéndola no sólo como un período de mo- ratoria y preparación para la vida adulta y el desempeño de roles pre- determinados, tal como define la perspectiva clásica o eriksoniana. Hechas estas precisiones, podemos señalar que el proceso de construcción de identidad se configura como uno de los elementos característicos y nucleares del período juvenil. Dicho proceso se aso- cia a condicionantes individuales, familiares, sociales, culturales e históricas determinadas. Por otro lado, es un proceso complejo que se constata en diversos niveles simultáneamente. Se ha distinguido la preocupación por identificarse a un nivel personal, generacional y social. Tiene lugar un reconocimiento de sí mismo, observándose e identificando características propias (identidad individual); este proce- so trae consigo las identificaciones de género y roles sexuales asocia- dos. Además se busca el reconocimiento de un sí mismo en los otros que resultan significativos o que se perciben con características que se desearía poseer y que se ubican en la misma etapa vital. Ello constitu- ye la identidad generacional. También existe un reconocimiento de sí mismo en un colectivo mayor, en un grupo social que define y que determina a su vez en el compartir una situación común de vida y convivencia. La identidad refiere obligatoriamente al entorno, el ambiente. Los contenidos que originan la identidad generacional implican modos de vida, particu- larmente prácticas sociales juveniles y comportamientos colectivos. También involucran valores y visiones de mundo que guían esos comportamientos. En este contexto, las tareas de desarrollo y específicamente el proceso de construcción de identidad juvenil, se entiende como un

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lutiva del concepto. Valga sólo su enunciación: la juventud entendida como etapa del desarrollo psicobiológico humano, la juventud como momento clave para la integración social, la juventud como dato so- ciodemográfico, la juventud como agente de cambio, la juventud co- mo problema de desarrollo, juventud y generaciones (no las genera- ciones de Mannheim y Ortega y Gasset de principios del siglo pasado, sino las llamadas generaciones contemporáneas: generación X, escép- tica, red, entre otras), y juventud como construcción sociocultural (Alpízar y Bernal, 2003:106-118). Desde el punto de vista de la antropología contemporánea, Feixa (1999), avanza en la definición de una antropología de la juventud, presentado para tal efecto su objeto y cuáles debieran ser sus orienta- ciones principales.

Desde mi punto de vista, el objeto de una antropología de la juventud apunta a una doble dirección: en primer lugar al estudio de la construcción cultural de la juventud (es decir, de las formas mediante las cuales cada sociedad modela las maneras de ser joven); en segundo lugar, al estudio de la construcción juvenil de la cultura (es decir, de las formas mediante las cuales los jóvenes participan en los procesos de creación y circulación culturales). El primer camino, mucho más trillado, se centra en el impacto de las instituciones adultas sobre el mundo juvenil, y puede conducir al estudio transcultural de la juventud y a la crítica de las visiones etnocéntricas y ahistóricas que predominan en buena parte de la li- teratura académica sobre la misma. El segundo camino, mucho menos explora- do, se centra en la influencia del mundo juvenil sobre la sociedad en su con- junto, y conduce al estudio de las microculturas juveniles, entendidas como ma- nifestación de la capacidad creativa y no solamente imitativa de los jóvenes (Feixa, 1999:11).

Tomando la perspectiva sociológica, Enrique Martín Criado (1998), en su texto Producir la juventud, crítica de la sociología de la juven- tud , propone una revisión de la sociología de la juventud en Occiden- te, bajo la modalidad de contar una historia de la sociología de la ju- ventud, haciendo para ello los recortes analíticos en una suerte de cronología histórica, donde los protagonistas son las escuelas y co- rrientes de pensamiento, como sus máximos exponentes, que princi- palmente durante el siglo XX, se han ocupado del estudio de la juven- tud. Sólo a modo de enunciación, el recorrido lo inicia con los llama- dos «generacionalistas», representados por las elaboraciones de Man- nheim y Ortega y Gasset en la década del veinte del siglo pasado, donde teorizan la sociedad en términos de generaciones, teniendo la juventud (cierto tipo de juventud) un rol preponderante en la construc-

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ción de una nueva sociedad (cf. Ghiardo, 2004). Por aquellos mismos años, aparece en escena la «Escuela de Chicago» —con Thrasher co- mo máximo exponente— y su elaboración sobre las bandas y las sub- culturas específicas: la subcultura delincuente y la subcultura juvenil, la primera ocupada del estudio de los jóvenes de clases populares y la segunda, de los jóvenes estudiantes clasemedieros. Un tercer mo- mento lo constituye la denominación de «la construcción psicológica de la adolescencia», consignando a Stanley Hall como el autor más célebre sobre el tema de la época, donde la lucha entre la naturaleza del instinto y la cultura de la civilización es lo que caracteriza la tur- bulencia del adolescente. Por su parte, en un cuarto momento, la cul- tura juvenil , según Parsons, se caracterizaría por su hedonismo e irresponsabilidad, en un análisis funcionalista que tiende a concebir a la juventud como grupo unificado, negando con ello la importancia de las diferenciaciones de clases sociales. Desde una perspectiva com- pletamente diferente y en confrontación directa con el estructural- funcionalismo, surge la «nueva sociología de la juventud británica», conocida como la «Escuela de Birmingham» y denominada como corriente teórica de «nueva teoría subcultural», situando la clase social en el centro de su análisis, y a la juventud y las subculturas juveniles son principalmente subculturas de clases: las subculturas son campos de batalla políticos entre clases. Cierra Martín Criado esta revisión con las aportaciones del «Centro de Sociología de la Educación y la Cultura» ( CSEC), —teniendo como figura más relevante a Bourdieu—, para el cual el problema de la juventud debe inscribirse en el contexto de las luchas sociales por la reproducción, luchas entre grupos sociales por el control del acceso a las distintas posiciones en la sociedad (Martín Criado, 1998:21-39). Desde los estudios socioculturales en juventud, y específicamente en relación a las prácticas de los jóvenes, Reguillo (2000), nos señala que «analizar, desde una perspectiva sociocultural, el ámbito de las prácticas juveniles, hace visibles las relaciones entre estructuras y sujetos, entre control y formas de participación, entre el momento objetivo de la cultura y el momento subjetivo» (Reguillo, 2000:16).

V. TRAYECTORIAS DE VIDA Y CONDICIONES JUVENILES

La perspectiva analítica de las trayectorias de vida y nuevas condicio- nes juveniles, se configura como un intento de avanzar en la compren- sión del fenómeno adolescente y juvenil, la que se constituye en una

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Y la «situación social de los jóvenes», nos remite al análisis territorial y temporal concreto, siendo el cómo los diversos jóvenes viven y ex- perimentan su condición de jóvenes, en un espacio y un tiempo deter- minado. De allí se conjugan procesos que vinculan a la noción de juventud bajo ciertos elementos que se visualizan con cierta estabili- dad: alargamiento o prolongación de la juventud, como una fase de la vida producto de una mayor permanencia en el sistema educativo, el retraso en su inserción sociolaboral y de conformación de familia pro- pia, mayor dependencia respecto a sus hogares de orígenes y menor autonomía o emancipación residencial. Y la segunda («trayectorias de vida»), nos remite a los cambios experimentados en los modelos y procesos de entrada a la vida adulta por parte de estos sujetos jóvenes, lo que nos lleva a entender la etapa de vida designada como juventud, a una etapa de transición (Pais, 2002a, 1998; Casal, 2002, 1999). Transición en el paso de la infancia a la vida adulta, donde se combinan enfoques teóricos que conciben este paso como tiempo de espera antes de asumir roles y responsabili- dades adultas, proceso en el cual se hace uso de una moratoria social aceptada social y culturalmente (Erikson, 1971, 1993); como a su vez, enfoques en desarrollo que nos remiten a transiciones juveniles de nuevo tipo, donde se conjuga este proceso en un contexto diferente a nivel de los sujetos y las estructuras sociales en las cuales se desplie- gan estas transiciones, cobrando mayor relevancia el paso desde el mundo de la formación al mundo del trabajo, entendido como la plena inserción sociolaboral y sus variables anexas a ello. La noción de trayectorias nos remite al tránsito desde una situa- ción de dependencia (infancia) a una situación de emancipación o autonomía social (Redondo, 2000); tránsito que se ha modificado, principalmente, por el alargamiento de la condición de estudiante en el tiempo y el retraso en la inserción laboral y de autonomías de emanci- pación social de los jóvenes. Podemos distinguir entre la transición, considerada como movi- miento (la trayectoria biográfica que va de la infancia a la edad adulta) y la transición considerada como proceso (de reproducción social); donde las trayectorias de los jóvenes son algo más que historias vitales personales: son un reflejo de las estructuras y los procesos sociales; procesos que se dan de manera conjunta, es decir, consideran procesos a nivel de la configuración y percepciones desde la propia individuali- dad y subjetividad del sujeto, y las relaciones que se establecen entre aquéllas y los contextos a nivel de las estructuras sociales en las cuales

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se desarrollan aquellas subjetividades (Redondo, 2000; Martín Criado, 1998). De ese modo, en la transición a la vida adulta por parte de los jóvenes, el tiempo presente no está determinado solamente por las experiencias acumuladas del pasado del sujeto, sino que también for- man parte de él las aspiraciones y los planes para el futuro: el presente aparece condicionado por los proyectos o la anticipación del futuro (Pais, 2000; Casal, 2002). Desde esta perspectiva, la transición desde la etapa juvenil a la vida adulta, ha dejado de ser un tipo de «trayectoria lineal», o conce- bida como una trayectoria de final conocido y de manera tradicional, donde el eje de la transición fue el paso de la educación al trabajo; donde actualmente, con mayor propiedad, este tránsito está más vin- culado a una fase imprevisible, vulnerable, de incertidumbre mayor que en las trayectorias tradicionales o lineales, donde pueden denomi- narse tipos de «trayectorias reversibles, laberínticas o yo-yo» (López, 2002; Pais, 2002a). A su vez, estos posibles itinerarios de vida o de tránsito a la vida adulta desde la etapa juvenil, también pueden tener finales diversos debido a la pluralidad de juventudes y condiciones juveniles posibles de identificarse, donde hallamos, según sus resulta- dos, «trayectorias exitosas» o «trayectorias fallidas», dependiendo de las situaciones biográficas de los jóvenes, donde la variable que más discriminará y será factor de predictividad, los desempeños y creden- ciales educativas obtenidas por los sujetos en este tránsito hacia la vida adulta; además de la acumulación, apropiación y transferencia diferenciada de los capitales cultural, económico, social y simbólico (Bourdieu, 2000, 1998; Martín Criado, 1998). La «no linealidad» de las transiciones a la vida adulta pone de manifiesto que ya no se da una relación causa/efecto, de un antes y un después, y los modelos estandarizadores de las transiciones se han convertido en trayectorias desestandarizadas; que van configurando proyectos de vida diferenciados entre los jóvenes y su paso a la vida adulta (Pais, 2002a). De tal modo que el concepto de transición enfati- za la adquisición de capacidades y derechos asociados a la edad adul- ta. El desarrollo personal y la individualización se ven como procesos que se apoyan en el aprendizaje y la interiorización de unas determi- nadas normas culturales (socialización) como requisitos previos a convertirse y de ser considerado como un miembro de la sociedad con todas sus consecuencias. Los procesos de diversificación y la individualización de la vida social se encuentran a la base de la diversificación de itinerarios hacia

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