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El salmo del encuentro es una poética oración comunitaria que invita a celebrar la alegría de ser hijas de dios y construir la paz en nuestras comunidades. Esta oración, compuesta por deseos y peticiones, busca la reconciliación, la fraternidad y la comprensión de la diferencia.
Qué aprenderás
Tipo: Apuntes
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Venimos a tu presencia, Dios nuestro, como caminantes, peregrinas, buscadoras... y queremos darte gracias, celebrar juntas la alegría de sentirnos hijas tuyas. Este es un lugar para el encuentro, encuentro contigo desde nuestras raíces, con nuestra historia y con el hoy tan pobre y pequeño, pero abierto a Ti. Te presentamos nuestros deseos de escucharte, de comprometernos a fondo con la realidad, aunando nuestras manos en un empeño común: ser co-creadoras contigo, parteras de la vida. Por eso te pedimos fuerza para vivir en fraternidad tantas veces necesitada de escucha y reconciliación. Haznos capaces de acoger la diferencia como don y riqueza de tu presencia creadora. Queremos llevar tu mensaje de justicia y paz como Buena Noticia a este mundo, que sufre la guerra, el hambre, el odio, la división, la soledad, la indiferencia. Deseamos construir la paz en cada uno de los entornos donde estamos y vivimos. También en nuestras comunidades, entre nosotras, que seamos capaces de crear espacios para el diálogo y la armonía. Que compartamos la vida y la fe, que reine entre nosotras la alegría. Renueva cada día la ilusión por seguirte juntas acogiendo, sembrando y entretejiendo tu Reino.
Glorifica y alaba a tu Dios, Europa con sus ciudades, África con sus lagos, Asia con su Himalaya, América con sus grandes ríos y cascadas. Que ha hecho saltar puertas y cerrojos, ha derribado muros y murallas, quiere destruir la enemistad. Bendice a todos con la paz, más allá de fronteras.
A los de cerca y a los de lejos. Te sacia con flor de harina. Los mejores panes en su mesa, partidos y ofrecidos; venid, hambrientos del mundo, es un pan que da la vida. Él envía su mensaje a la tierra, es la buena – noticia, el Evangelio de Dios. Y su palabra corre veloz, corre en las alas del Viento, con la fuerza del Espíritu. Anunciad el Evangelio a todo el mundo, llevad el mensaje de la paz y del amor. Con ninguna nación obró así ni les dio a conocer sus mandatos. Toda la luz de Dios se concentra en un monte, el más alto de la tierra, y fue iluminando progresivamente a todos los pueblos, BENDITO SEA DIOS ¡Bendito sea Dios, Padre de Cristo Jesús nuestro Señor, que nos ha bendecido, en Cristo, con toda clase de bendiciones espirituales! En Cristo Dios nos eligió antes de que creara el mundo, para estar en su presencia santas e irreprochables ante él por el amor. En su amor nos destinó de antemano para ser hijas suyas en Jesucristo y por medio de él. Así lo quiso y le pareció bien sacar alabanzas de esta gracia tan grande que nos hacía en el Bien Amado. En él y por su sangre fuimos rescatadas, y se nos dio el perdón de los pecados, fruto de su generosidad inmensa que se derramó sobre nosotras. Ahora nos ha dado a conocer, mediante dones de sabiduría e inteligencia, este proyecto misterioso suyo, fruto de su absoluta complacencia en Cristo. Pues Dios quiso reunir en él, cuando llegara la plenitud de los tiempos, tanto a los seres celestiales como a los terrenales.
trabajo, abnegación y fraternidad. Para que fieles a la herencia de nuestras primeras Hermanas, vivamos el compromiso de entregarnos día a día al servicio de los necesitados, principalmente de los más pobres incluso con el riesgo de la propia vida.