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Este documento analiza el impacto de la pandemia de covid-19 en la salud mental de los niños y adolescentes, con un enfoque en los trastornos psiquiátricos preexistentes. Aborda temas como la evaluación y el tratamiento de diferentes trastornos mentales en este contexto, así como consejos específicos para apoyar a los jóvenes con trastornos de ansiedad y trastorno obsesivo-compulsivo (toc). El documento destaca la vulnerabilidad de esta población y la necesidad de una atención especializada durante la pandemia, ya que existe el riesgo de exacerbación de los síntomas y la aparición de nuevos problemas de salud mental. Se proponen estrategias de intervención y recomendaciones para cuidadores y profesionales de la salud mental que trabajan con niños y adolescentes.
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La pandemia por Covid-19 ha generado una crisis multimodal inédita: sanitaria, laboral, económica, social, que repercutirá especialmente a los países en vía de desarrollo. El confinamiento como medida preventiva es su vez una amenaza que producen un impacto social. Pandemia y confinamiento se han convertido en un factor de adversidad psicosocial que afecta las familias y sus hijos. Durante la pandemia, los niños y adolescentes con un trastorno psiquiátrico podrían presentar exacerbación de sus síntomas. Sin embargo, poco se conoce al respecto, pues los estudios sobre esta población durante la pandemia son escasos.
Revisar los datos disponibles en la literatura actual acerca del efecto de la pandemia sobre los niños y adolescentes que presentan un trastorno psiquiátrico previo.
Se realizó una búsqueda de la literatura a través de PubMed, Scielo y, por las condiciones excepcionales de la situación de pandemia, de manera directa en buscadores de internet. Se incluyeron artículos en ingles y español.
La información encontrada se presenta en los siguientes apartados: la familia y los hijos durante la pandemia, evaluación de los trastornos mentales en niños y jóvenes durante la pandemia, trastornos psiquiátricos preexistentes durante la pandemia, y atención en telepsiquiatría. Se presenta información específica sobre el trastorno por déficit de atención e hiperactividad, trastorno del espectro autista, discapacidad intelectual, trastorno de ansiedad, trastorno obsesivo compulsivo y el trastorno por estrés postraumático. La pandemia actual por COVID-19 y el confinamiento son una adversidad psicosocial que atenta contra la estabilidad de la familia. Tal estresor pude causar exacerbación de los síntomas de un trastorno mental previo. Los niños y adolescentes con trastornos psiquiátricos son una población vulnerable que requiere de una atención especializada. La telepsiquiatría se convierte en una modalidad con múltiples ventajas.
El mundo se enfrenta a uno de los retos globales más importantes desde la segunda guerra mundial: la enfermedad por coronavirus de 2019 (COVID-19). Este brote epidémico comenzó en diciembre del 2019 causado por el coronavirus 2 del síndrome respiratorio agudo grave (SARS-CoV-2)^1. Actualmente afrontamos una situación de consecuencias trágicas, la pandemia por COVID-19 que fue declarada como urgencia de salud pública por la OMS^2. Una crisis multimodal —sanitaria, laboral, económica y social— sin precedentes que repercutirá especialmente en los países en vías de desarrollo. Entre las medidas preventivas para evitar contraer el virus, están el distanciamiento social y el confinamiento, las cuales tienen a la vez una cara amenazante, pues son las que producen un gran impacto en la sociedad^3. La resiliencia es la capacidad de afrontar circunstancias ambientales que probablemente requieran de un niño promedio una adaptación psicológica, social o neurobiológica significativa y que representen una desviación del entorno esperado^4. Las experiencias adversas en la infancia son comunes. Algunos estudios, por ejemplo, señalan que hasta el 66,7% de los adolescentes han vivido al menos una adversidad y cerca de un 50%, más de una. Las adversidades que se reportan con mayor frecuencia son enfermedades de los padres (24%), dificultades económicas (22%), discordia familiar (18%) y consumo de alcohol paterno (17%) 5 , 6 , 7. Durante la época de la pandemia es muy posible que estas adversidades se presenten en mayor escala. Rutter^8 fue uno de los primeros en señalar el papel de la adversidad psicosocial en la etiología de los trastornos mentales. Reveló que el desarrollo de psicopatología se asociaba entre otros factores de adversidad tendrá un niño^9. Estudios posteriores con su grupo señalaron los indicadores de adversidad^10 , y consideraban 6 características familiares y ambientales: clase social baja, discordia matrimonial grave, familias con más de 4 hijos, criminalidad paterna, trastorno mental paterno y estancia en un hogar de cuidado. La presencia de 2 factores aumenta hasta 4 veces la probabilidad de trastornos mentales y con 4, hasta 10 veces^10. Pocos estudios en Latinoamérica han estudiado la asociación entre la adversidad psicosocial y los trastornos mentales, pero confirman dicha relación^11. Los estudios sobre niños durante esta pandemia son escasos. Un estudio reporta que factores como una cuarentena prolongada, el temor a la infección, la frustración y el aburrimiento, la falta de contacto con sus compañeros y profesores, la falta de espacio en casa y las pérdidas de sus seres queridos generan repercusiones psicológicas en los niños y adolescentes^12. Este artículo tiene como objetivo revisar los datos disponibles en la literatura actual acerca del efecto de la pandemia en los niños y adolescentes que ya tienen un trastorno psiquiátrico.
Existen algunas consideraciones comunes para la evaluación y el tratamiento de los jóvenes con diferentes trastornos mentales en el contexto de la COVID-19 19 , 20 , 21 , 22 , 23. Las recopiladas en la literatura reciente se exponen en la tabla 1. Tabla 1. Consideraciones para la evaluación y el tratamiento de los jóvenes con diferentes trastornos mentales en el contexto de la COVID-19 19 , 20 , 21 , 22 , 23
**- Acoger las estrategias y recomendaciones dirigidas a los jóvenes de la población general para mantener salud física y mental
La literatura en este campo es escasa. La rápida propagación de la pandemia ha limitado la realización de estudios con mejor duración o calidad. La mayoría de literatura consiste en editoriales, opiniones de expertos y consensos de organizaciones. A continuación se refieren las publicaciones existentes sobre los grupos más sobresalientes de trastornos mentales de la infancia y la adolescencia. Trastorno por déficit de atención e hiperactividad (TDAH) El Grupo Europeo de Guías para el TDAH publicó una guía para el tratamiento de estos pacientes durante la pandemia^20. Se recomienda a las familias el uso de estrategias conductuales de manejo parental para mejorar la crianza y reducir las conductas de oposición, desafiantes y disruptivas^24. Podrían acudir a las versiones de autoayuda 25 , 26 , 27 u online^28 de algunos tratamientos basados en evidencia, teniendo precaución con el uso de aplicaciones móviles no probadas. A quienes reciban otras terapias no farmacológicas, se les debe incentivar la práctica continua de ejercicios que puedan transferirse a las nuevas actividades.
**- Un buen ejemplo son las actividades con piezas para armar 62 , 63
Los niños y adolescentes con DI están entre los más vulnerables debido a la necesidad de atención clínica de alto nivel en los servicios hospitalarios. Involucrarlos en el tratamiento y la recuperación en el contexto del distanciamiento social, especialmente con aquellos que contraigan la infección, es un reto para el personal. Algunos sujetos requerirán contención física o farmacológica en caso de que se presente agitación durante el confinamiento, medida que el psiquiatra tratante debe individualizar e indicar. Algunas guías de cuidado crítico^34 proponen determinar la fragilidad para guiar el acceso al tratamiento; sin embargo, las personas con DI tienen mayor probabilidad de obtener puntuaciones mayores en las escalas de fragilidad sin que esto necesariamente signifique una menor estabilidad, lo que puede resultar en una desventaja. Todos los pacientes deberían tener un plan de acción en salud y un pasaporte hospitalario con detalles sobre su situación de salud que incrementen la vulnerabilidad a las complicaciones de la COVID-19. Idealmente, debería contarse con un personal capacitado en el tratamiento de pacientes con DI para acompañarlos durante la admisión hospitalaria. Finalmente, se debe defender a las personas con DI para un acceso igualitario a las intervenciones en salud. Trastornos de ansiedad La psiquiatra infantil Nicola Keyhan publicó en la Sociedad Pediátrica Canadiense un artículo que explica cómo apoyar a los jóvenes con trastornos de ansiedad durante esta pandemia^23. Las estrategias se resumen en la tabla 3. Tabla 3. Consejos específicos para el tratamiento de jóvenes con trastornos de ansiedad y TOC preexistente en el contexto de la COVID- Consejos para apoyar a los jóvenes con trastornos de ansiedad durante la pandemia por COVID-19^23 Minimizar la exposición a las situaciones que generen gran temor No centrarse demasiado en las conductas de prevención (p. ej., lavado de manos) Mantener las rutinas normales Insistir en la capacidad para afrontar esta situación Hablar sobre la situación con los jóvenes Preguntarles lo que saben y las dudas sobre la pandemia Corregir los errores de información Dar respuestas reflexivas, honestas, apropiadas para la edad y reaseguradoras Evitar demasiados detalles Explorar y validar los pensamientos y las emociones Preguntar por la experiencia de malestar físico (podría indicar ansiedad) Limitar la exposición a la información centrada en aspectos negativos Se puede emplear estrategias de afrontamiento para la reducción de la ansiedad Respiración profunda Relajación muscular Imaginería Mindfulness Estrategias específicas para mejorar los patrones disfuncionales de pensamiento para jóvenes con una edad de desarrollo de al menos 8 años:
- Identificar y poner a prueba los pensamientos ansiosos
Sprang y Silman compararon los síntomas de TETP en padres y niños en cuarentena frente a controles que no estuvieron en cuarentena. Encontraron que las puntuaciones de estrés postraumático son 4 veces mayores en los niños que están en cuarentena que en los que no. Hubo más sintomas en el grupo en cuarentena (el 28 frente al 17%)^36. Durante el confinamiento, algunos niños estarán expuestos a discordias familiares, maltrato infantil o abuso sexual 12 , 15 , 16 , experiencias adversas que son un evento estresante que podría desencadenar un trastorno de estrés agudo o un TEPT.
Aunque no se encontró literatura específica sobre otros trastornos mentales, se cree que los sujetos con alguna enfermedad mental grave, como la esquizofrenia, los trastornos psicóticos y el trastorno afectivo bipolar, estarán expuestos a factores que pueden desencadenar crisis que requieran una hospitalización, con todos los riesgos que esta implica durante la pandemia. Por otra parte, en otros trastornos mentales podría haber un aumento de los síntomas durante la pandemia, y por esto se mencionan a continuación. La expresión de los síntomas de los pacientes con trastorno de oposición desafiante (TOD) y trastorno disocial de la conducta (TDC) pueden cambiar en función del contexto familiar y social. Durante el confinamiento se ponen a prueba en las habilidades de manejo parental. Los hogares que presenten un índice de adversidad más alto tendrán un aumento de las conductas del TOD. Los factores genéticos y ambientales se comportan como protectores o como factores en la aparición del TOD en la infancia^37. Las familias con un niño con TOD se verán enfrentadas a las reacciones de estos ante los límites impuestos. Se debe considerar que, si bien algunas conductas disociales en los adolescentes durante la pandemia (como robar) pueden ser vistas por sus padres como adaptativas, no dejan de ser parte de la vía hacia un trastorno de conducta^38. En aislamiento por epidemias anteriores, se ha visto que los adolescentes tienen dificultades para adherirse a las medidas propuestas durante el aislamiento, «rompen la cuarentena», lo cual los hace un grupo con riesgo de conductas disociales y consumo de licor y sustancias^39. Trastornos del sueño como el insomnio pueden aumentar por diversos factores: cambios en los hábitos de higiene del sueño, disminución de la actividad física, aumento de la exposición a la luz (pantallas) y exposición a videojuegos y programas de televisión. Los sujetos con antecedentes de trastorno depresivo mayor (TDM) están en riesgo de sufrir un nuevo episodio debido a las posibles pérdidas, no solo por la crisis económica, sino por posibles muertes de familiares. Debido a los protocolos de tratamiento de los pacientes con COVID-19,
el aislamiento del cadáver y las barreras para llevar a cabo un ritual funerario son factores de riesgo de recaída del TDM o un duelo complicado^40. Se consideraron las enfermedades neurológicas en la revisión, pues algunas pueden ser diagnósticos diferenciales de trastornos de la conducta y otras pueden acarrear comorbilidad con otros trastornos psiquiátricos. Según la Academia Europea de Neurología, hasta la fecha no hay evidencia de afección del sistema nervioso por SARS-CoV-2 en niños; sin embargo, las características de la infección representan un riesgo para los niños afectados por enfermedades neurológicas crónicas^41. Está apareciendo evidencia de que el SARS-CoV-2 puede causar complicaciones neurológicas como inflamación cerebral, encefalitis, delirio y complicaciones cerebrovasculares, entre otras 42 , 43. Para terminar, existe un riesgo de infección y de enfermedades respiratorias graves para los niños con trastornos neuromusculares, terapias inmunosupresoras, enfermedades raras y errores innatos del metabolismo y discapacidades en el neurodesarrollo^41.
Las barreras para la atención especializada en psiquiatría infantil se han aumentado de manera exponencial durante esta crisis por el coronavirus. Las dificultades para el traslado, el riesgo de contagio en las instituciones de salud, la suspensión de muchos servicios de consulta y la ya difícil tarea de obtener una cita hacen que sea más complicado acceder a un especialista en psiquiatría infantil. En este escenario entra en juego el recurso de la telemedicina y con más precisión la psiquiatría en modalidad de consulta interactiva^44. La telepsiquiatría con niños y adolescentes consiste en el uso de telecomunicaciones y tecnología informática para proveer acceso a servicios de psiquiatría enfocada a la población pediátrica. Esta modalidad debe incluir como mínimo audio y video^45. Para algunos especialistas es una novedad, pero este campo no es nuevo, lleva en desarrollo varios años. El uso de la telemedicina lleva a disminución de costos, facilidad en el acceso, diagnósticos acertados y tratamientos efectivos. No solo se han utilizado en la consulta general, también se ha llevado al servicio de urgencias, a las unidades de cuidado crítico infantil y a la psiquiatría comunitaria 45 , 46 , 47. Aunque la aceptación del servicio es favorable y se ha documentado con la consulta de telepsiquiatría en pacientes, familiares y el personal de la salud^48 , el servicio tiene algunas limitaciones en comparación con la consulta presencial, como la falta de contacto cara a cara, el lenguaje corporal parcialmente ausente, la ausencia de contacto físico y un cambio de las expresiones emocionales^45.
La pandemia actual por COVID-19 y el confinamiento son una amenaza para exacerbar los síntomas de los niños y jóvenes con un trastorno psiquiátrico previo. Esto se produce dentro de una dinámica familiar afectada por una crisis económica y social. Aunque no se tiene una evidencia exacta de los efectos de la actual pandemia, los niños y adolescentes con trastornos psiquiátricos son una población vulnerable que requiere vigilancia e intervenciones de personal especializado. Las barreras y los riesgos actuales llevan a que las atenciones durante la pandemia se realicen idealmente mediante la telepsiquiatría.
N. Zhu, D. Zhang, W. Wang, X. Li, B. Yang, J. Song, et al.
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